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Tarashkin dijo a Iván que le escribiera por el camino. Su inquietud se calmó un tanto cuando recibió una tarjeta postal enviada desde Cheliabinsk. Decía así:

“Querido cantarada Tarashkin: Gracias al trabajo, viajamos bien, en primera clase. La comida es buena, y el trato, también. Arturo Artúrovich me compró en Moscú un gorro, una chaqueta guateada nueva y unas botas. Lo malo es que me muero de aburrimiento: Arturo Artúrovich calla todo el día. Le comunico de pasada que en la estación de Samara me encontré con un vagabundo, viejo amigo mío. Perdone, pero le he dado su dirección y seguramente irá a verle, así que espérelo”.

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