En las colinas todavía había luz solar, pero las tierras bajas y el lago Lompoc ya estaban cubiertos de sombras azules. Paul estaba sentado en la terraza y prestaba atención a las noticias de todo el mundo que los espías electrónicos de Wili ponían a su alcance.
Se oyó una discreta tos y Naismith levantó la vista. Por un momento pensó que era Allison quien estaba allí de pie. Entonces se dio cuento del cuidado con que se había colocado entre él y la superficie holo que estaba construida en la misma pared. Si él se desplazara sólo unos pocos centímetros, perdería algunas partes de la imagen. Sólo era Jill.
—Hola. —Le hizo seña de que se acercara y se sentase.
Ella se adelantó, procurando generar aquellos ruidos que lograban que su proyección fuera más real, y se sentó en la imagen de una silla. Paul examinó su cara cuando estuvo más cerca de él. Se dio cuenta de que, en realidad, había diferencias. Allison era muy bonita, pero él había hecho la cara de Jill extraordinariamente hermosa. Y como era de esperar, sus personalidades presentaban diferencias sutiles. No podía ser de otra manera si se consideraba que había sido diseñada con el recuerdo, seguramente embellecido, de cuarenta y cinco años atrás, y teniendo en cuenta, también, que el diseño se había ido corrigiendo por sus propios medios, en respuesta a las reacciones que provocaba en él. La Allison real era más lanzada, más impaciente. Y la sola presencia de Allison parecía que estaba haciendo cambiar a Jill. El programa de la interfase había estado mucho más tranquilo, en los últimos días.
Paul le sonrió.
—¿Ya has terminado todos los trabajos sobre la nueva teoría de las burbujas?
Ella le devolvió la sonrisa y se pareció más que otras veces a Allison.
—Es tu teoría. Yo no hago más que irla machacando.
—Yo no he hecho más que plantear la teoría. Necesitaría cien vidas para desarrollar todas las matemáticas simbólicas que requiere y alcanzar a ver el significado de la teoría.
Era un juego al que ellos (él) habían jugado antes en muchas ocasiones. El toma y daca siempre había logrado que Jill pareciera más real.
—¿Qué has conseguido?
—Todo parece consistente. Hay algunas cosas, que ya fueron descartadas en la teoría antigua, que siguen siendo imposibles. Todavía es imposible hacer estallar una burbuja antes de que sea su tiempo de hacerlo. Es imposible generar una burbuja alrededor de otra. Por otra parte, por lo menos en teoría, debería ser posible impedir que actúe un generador de burbujas enemigo.
—Humm…
El simple hecho de llevar una pequeña burbuja era una especie de defensa para evitar ser encerrado en una burbuja, pero era una defensa muy arriesgada, una vez fuera conocida. Obligaría al atacante a proyectar pequeñas burbujas, o burbujas descentradas, tratando de encontrar un volumen que no estuviera «excluido». Un sistema que impidiera que las burbujas se generaran en su proximidad, sería un gran adelanto, y Naismith había supuesto que la nueva teoría iba a permitir que se pudiera lograr.
—Apuesto a que esto, desde el punto de vista de la ingeniería, será imposible durante mucho tiempo. Debemos concentrarnos en la fabricación de un generador de burbujas de baja energía. Lo que me parece que ha de ser muy difícil.
—Sí. Wili está trabajando en esto, tal como estaba previsto.
La imagen de Jill se inmovilizó y desapareció entre parpadeos. Naismith oyó que se abría la puerta de la terraza.
—Hola, Paul —era la voz de Allison que subía las escaleras—. ¿Estás solo?
—Sí. Estaba pensando.
Ella se dirigió hasta el final de la terraza y miró hacia el oeste. Durante aquellas últimas semanas, cada día había representado en la vida de Paul y en la del mundo que estaba detrás de las montañas, un cambio mayor que el correspondiente a un año normal. Pero para Allison sucedía exactamente lo contrario. Su mundo había cambiado, pero todo había sucedido en el espacio de una hora. Paul sabía que la velocidad de los acontecimientos actuales era terriblemente lenta para ella. Allison se puso a pasear por las losas de piedra, deteniéndose de vez en cuando, para mirar la puesta de sol en la Burbuja de Vandenberg.
¡Allison! ¡Allison! Pocos hombres viejos habían conseguido que sus sueños se convirtieran, tan de repente, en realidad. La energía, de Allison parecía que se irradiaba a cada paso que daba, a cada movimiento enérgico de sus brazos. En algunos aspectos el recuerdo de la Allison perdida había resultado ser menos doloroso que la realidad actual. Pero, a pesar de todo, se alegraba de no haber podido ocultarle lo que había sido de Paul Hoehler.
De pronto, Allison le sonrió y dijo:
—Lo siento. Mi ir y venir tal vez te ha distraído.
—No te preocupes. Sólo estaba…
Ella señaló con la mano hacia el oeste. El aire era tan transparente que la Cúpula era casi invisible, si se exceptuaba el lago y la línea de la costa que se reflejaban en su base.
—¿Cuándo explotará, Paul? Había más de tres mil de los nuestros cuando salimos de allí. Tenían cañones, aviones. ¿Cuándo saldrán?
Un mes antes a Paul no se le hubiera podido ocurrir esta pregunta. Dos semanas antes, no habría podido contestarla. En estas semanas se había arrinconado una teoría y había nacido otra. No se había experimentado con ella, pero pronto, muy pronto, todo iba a cambiar.
—¡Uh! Mi respuesta no es más que una suposición, Allison, la técnica de la Autoridad, por lo menos ahora no lo veo de otra manera, es un método de potencia brutal. Con su sistema, la vida de la burbuja será de unos cincuenta años. Hasta ahora, supongo que el radio y la masa son factores que pueden alterar el tiempo de vida de la burbuja, que creo es de unos cincuenta años. Las burbujas menores que ha hecho la Autoridad son de diez metros de diámetro. Son las que explotan primero. Tu nave de salida al espacio quedó atrapada en una burbuja de treinta metros. Tardó algo más en desintegrarse.
Paul se dio cuenta de que estaba divagando y trató de adaptar su respuesta a lo que ella en realidad quería saber. Pensó durante unos instantes y concluyó:
—La de Vandenberg deberá durar unos cincuenta y cinco años.
—Cinco años más. ¡Maldita sea! —anduvo hasta cerca de la ventana—. Supongo que tendrás que ganar sin su ayuda. Estaba preguntándome por qué no has hablado de mí a tus amigos, ni siquiera les has dicho que el tiempo está detenido dentro de las burbujas. Pensaba que querías dar una sorpresa a los de la Paz cuando vieran que sus víctimas, que ellos creían desde hacía muchos años muertas, estaban vivas.
—Caliente, caliente. Tú, yo, Wili y los Morales somos los únicos que lo sabemos. La Autoridad no lo sospecha. Wili dice que han trasladado los restos de tu orbitador a Livermore como si estuviera llenos de pistas. No me cabe la menor duda de que aquellos locos están convencidos de que existe una nueva conspiración. Pero después pienso que tal vez lo que han hecho no sea tan estúpido. Estoy seguro de que no llevabais a bordo ningún informe escrito ni nada parecido.
—Así es. Hasta nuestras anotaciones las hacíamos en pantalla. Podíamos destruirlo todo en unos segundos si íbamos a caer entre gente poco amiga. El fuego lo habrá destruido todo y no van a obtener más que las escorias de las memorias ópticas. Y si no tienen los antiguos archivos de huellas digitales, no tendrán forma de identificar a Fred y a Angus.
—Pero, de todas maneras, he dicho a las Quincalleros que estén preparados, que voy a explicarles cómo se hacen los generadores de burbujas. Ni siquiera cuando llegue este momento voy a contarles el efecto de estasis en el tiempo. Esto es algo que nos puede dar una verdadera ventaja, pero sólo si utilizamos este conocimiento cuando sea oportuno. No quiero que alguna fuga de información pudiera airearlo.
Allison se dio la vuelta como si quisiera continuar su paseo por la terraza, pero vio la pantalla que Paul había estado estudiando. Su mano descansó suavemente en el hombro de él mientras se inclinaba para examinar de cerca la pantalla.
—Esto parece ser un esquema de reconocimiento —dijo.
—Sí. Wili y Jill lo han sintetizado con los datos que obtenemos de los satélites. Se refiere a la zona que los aviones de la Autoridad están rastreando.
—Para buscarte.
—Probablemente —tocó el teclado que estaba al lado de la pantalla plana y aparecieron las actividades de los días inmediatamente anteriores.
—Vaya sinvergüenzas —no había alegría en su voz—. Destruyeron nuestro país y además robaron nuestros procedimientos. Estos esquemas de localización me parece que son los SOP 1997 para reconocimiento aéreo de nivel medio. Apuesto a que vuestros condenados miembros de la Paz no han tenido una idea original en su vida. Veamos esto de nuevo —se arrodilló para mirar más de cerca los resúmenes de vuelos—. Creo que las salidas de hoy serán las últimas que harán en esta área. No te sorprendas si dentro de un día o dos desplazan el centro de búsqueda algunos centenares de klicks.
En ciertos aspectos, los conocimientos de Allison estaban cincuenta años atrasados y no servían para nada, pero en otros aspectos eran exactamente lo que necesitaban.
Paul hizo una plegaria silenciosa dando gracias a Hamilton Avery por no haber cejado en su persecución durante todos aquellos años, lo que había obligado a Paul a disfrazar su identidad y su domicilio durante décadas. Si no hubiese sido por Avery no habría tenido necesidad de hacerlo.
—Si desplazan la búsqueda hacia el norte, magnífico. Pero si lo hacen hacia el sur, malo. Estamos bien escondidos, peto no duraremos más de dos días si nos someten a este tipo de escrutinio. Y luego… —se pasó un dedo por la garganta e hizo un sonido significativo.
—¿No hay manera de que nos vayamos con la música a otra parte?
—Puede que tengamos que hacerlo. Hay que empezar a planearlo. Tengo un vagón cerrado. Debe ser lo bastante grande para que quepa el equipo esencial. Pero, hasta ahora, Allison… Mira, no tenemos nada más que una sarta de teorías. Estoy convirtiendo lo que es física en problemas que Wili pueda resolver. Con la ayuda de Jill los está programando tan aprisa como le es posible.
—Pues parece que está fantaseando todo el día.
Naismith negó con la cabeza.
—Wili es el mejor.
El muchacho había entrado en la programación simbiótica más aprisa de lo que Paul jamás había visto, hasta más aprisa de lo que había creído posible. La técnica suele mejorar a cualquier programador pero, en el caso de Wili, había convertido a un genio de primera línea en algo que Naismith ya no alcanzaba a entender del todo, incluso cuando él mismo estaba acoplado a Wili y Jill, los detalles de sus algoritmos le desbordaban. Eran algo curioso porque, cuando estaba desconectado de la simbiosis, Wili no era tan inteligente como el anciano. Paul se preguntaba si él mismo habría podido llegar a ser tan bueno, si hubiera empezado cuando era muy joven.
—Creo que ya estamos muy cerca, Allison. Apoyándonos en lo que ya conocemos, debería ser posible hacer burbujas sin casi consumo de energía, y que Jill desarrollara el prototipo del hardware necesario.
Allison seguía de rodillas. Su cara estaba a muy pocos centímetros de la de él.
—Este programa de Jill es algo fantástico. Solamente los movimientos del holo de su cara habrían agotado la capacidad de cualquiera de nuestros procesadores. Pero ¿por qué lo hiciste tan parecido a mí, Paul? Después de tantos años. ¿Es que yo significaba tanto para ti?
Naismith trataba de pensar en algo menos grave que le permitiera cambiar de conversación, pero no pudo decir nada.
Allison le miró durante un segundo más, mientras él pensaba si la mujer sería capaz de ver al hombre joven que llevaba dentro.
—¡Oh, Paul! —sus brazos se cerraron en derredor de él, y las mejillas de ambos quedaron en contacto.
Ella le sostenía como cualquiera sostendría algo muy frágil, muy viejo.
Dos días después, Wili estaba preparado.
Esperaron mucho tiempo después del anochecer para hacer la prueba. A pesar de lo que decía Paul, Wili no estaba seguro del tamaño que debería tener la burbuja porque, aunque no resultara monstruosamente grande, su superficie especular sería visible desde kilómetros de distancia para quien mirara en la dirección oportuna durante el día.
Los tres fueron andando hasta el estanque que se hallaba al norte de la casa. Wili llevaba el voluminoso transmisor de su enlace simbiótico. Cerca del borde del estanque dejó en el suelo su equipo y se colocó el conector de cuero cabelludo. Después, encendió una vela y la dejó en el grueso tocón de un árbol. Era un débil foco amarillo, que sólo parecía brillante gracias a la oscuridad que les rodeaba. Un hilo de humo gris se elevaba desde el resplandor.
—Creemos que la burbuja será pequeña, pero no queremos correr riesgos. Jill se cuidará de que su extremo inferior se sitúe exactamente sobre esta vela. Pero si estamos equivocados y es muy grande…
—Entonces, a medida que la noche vaya refrescando, la burbuja se elevará y será como un globo. Por la mañana ya estará a muchos kilómetros de aquí —Paul asintió—. Ingenioso.
El y Allison retrocedieron, y Wili fue tras ellos. Desde treinta metros, la vela encendida parecía una estrella amarilla que titilaba sobre el tocón. Wili les indicó que se sentaran, Así, aunque la burbuja fuera supergrande, su superficie inferior no podría tocarles.
—¿No necesitas ninguna clase de energía? —preguntó Allison—. ¿La Autoridad de la Paz ha de usar generadores de fusión y tú vas a hacerlo sin nada?
—En principio, no es difícil si se conoce y se entiende lo que pasa dentro de la burbuja. Y el procedimiento algo requiere. Estamos usando ahora unos mil julios en lugar de los gigajulios de los generadores de la Autoridad. La diferencia les permite una mayor complejidad. Si tienes un generador de fusión a tu disposición, puedes encerrar en burbuja prácticamente todo lo que localices. Pero si eres pobre como nosotros, con sólo células solares y condensadores pequeños a tu disposición, no hay más remedio que trabajar fino.
»La proyección ha de ser supervisada, y no es un proceso ordinario de control. Esta prueba es uno de los casos más fáciles. El objetivo está inmóvil, muy próximo a nosotros, y no necesitamos más que un campo de un metro. Pero incluso así, requiere… ¿cuánta compresión necesitamos en el culminante, Wili?
—Necesita treinta segundos iniciales a unos diez mil millones de flops y, a continuación, tal vez un microsegundo para la «reunión», con una compresión del orden de un billón.
Paul silbó. ¡Un billón de operaciones de coma flotante por segundo! Wili había dicho que podía mejorar el descubrimiento, pero Paul no había caído en la cuenta de lo costoso que podía resultar. La instalación no podría ser muy portátil. Y, a larga distancia o para burbujas muy grandes, no sería factible.
Wili pareció darse cuenta de su desengaño.
—Creemos que podremos hacerlo con un procesador más lento. Es posible que se tarde algunos minutos para los preliminares, pero ya podemos encerrar en burbujas cosas que no se muevan, o que estén muy próximas.
—Ya. Lo mejoraremos después. Ahora, hagamos una burbuja, Wili.
El muchacho estuvo de acuerdo.
Transcurrieron unos segundos. Se oyó algo en el claro, tal vez un mochuelo, la vela se apagó. Caray. Habría preferido que se quedara encendida.
Habría sido una bonita demostración del efecto de estasis temporal si la vela seguía aún encendida cuando explotara la burbuja.
—¿Y bien? —dijo Wili—. ¿Qué le ha parecido?
—¡Lo has conseguido! —dijo Paul y estas palabras podían ser tanto una pregunta como una exclamación.
—Fue Jill quien lo hizo, desde luego. Será mejor que la coja antes de que se escape.
Wili se soltó del conector de cuero cabelludo y corrió a través del claro. Ya estaba de vuelta antes de que Naismith llegara a medio camino del tocón. El muchacho sostenía algo delante de él, algo que se veía claro por arriba y oscuro por debajo. Paul y Allison se acercaron. Tenía el tamaño de una pelota grande de playa, y en su hemisferio superior se veían reflejadas las estrellas, la Vía Láctea inclusive, hasta llegar a la línea oscura de los árboles que rodeaban el estanque. Tres siluetas marcaban las reflexiones de sus propias cabezas. Naismith extendió la mano y notó que se deslizaba suavemente sobre su superficie, notó también el característico calor tibio, como el de la sangre, que no era más que la reflexión térmica del calor de su propia mano.
Wili sostenía la burbuja con los brazos y su mejilla la empujaba por la parte de arriba.
Parecía un comediante haciendo la parodia de un levantador de peso.
—Da la impresión de que se escaparía si no la sostuviera por todos los lados.
—Probablemente se escaparía. No hay fricción.
Allison deslizó su mano por la superficie.
—Es decir, que esto es una burbuja. ¿Durará también cincuenta años, como aquella que nos tenía dentro a Angus y a mí?
Paul negó con la cabeza.
—No. Esto es válido para las grandes, hechas con el método de antes. Espero que lograré tener un control muy flexible y que su duración dependerá muy poco de su tamaño. ¿Cuánto tiempo calcula Jill que va a durar ésta, Wili?
Antes de que el muchacho pudiera contestar, la voz de Jill les interrumpió desde la caja de la interfase.
—Hay un boletín PANS que está llegando por los canales de alta velocidad. Se expandirá hasta llegar a ser de media hora de duración cuando se dé a velocidad normal. Lo resumo:
«Noticias sobre una amenaza a la Paz. La mayor desde los tiempos de la Plaga en Huachuca. Dice que los Quincalleros son los villanos. Sus jefes fueron capturados en La Jolla el mes pasado. La transmisión incluye vídeos de los «laboratorios de armas» de los Quincalleros, fotografías de prisioneros que tienen una mirada siniestra…
»Prisioneros que serán juzgados acusados de traición a la Paz. Juicios que empezarán inmediatamente en Los Ángeles.
»Todos los gobiernos y estaciones corporativas deberán retransmitir esta información, a velocidad normal, cada seis horas durante los próximos dos días.
Cuando terminó hubo un gran silencio. Wili levantó la burbuja.
—Han escogido un mal momento para presionarnos.
Naismith movió negativamente la cabeza.
—Para nosotros, es el peor momento posible. Van a obligarnos a utilizar esto — acarició la burbuja—, cuando apenas hemos podido hacer una pequeña prueba inicial. Esto nos coloca exactamente donde Avery quiere que estemos.