31

Peter hizo un par de llamadas telefónicas para transmitir la noticia de Glasgow, luego se reunió con Sarkar frente a la consola principal. Sarkar pasó el simulacro Ambrotos al background y trajo a Espíritu, el sim de la vida después de la muerte, al foreground.

Peter se inclinó sobre el micrófono.

—Me gustaría hacerte una pregunta —dijo.

—La gran pregunta sin duda —dijo el sim—. ¿Cómo es realmente estar muerto?

—Exactamente.

La voz de Espíritu salió del altavoz.

—Es como… —pero se detuvo.

Peter se inclinó hacia delante con esperanza.

—¿Sí?

—Es como ser un mirmecófago.

Peter se quedó boquiabierto.

—Como un mirmecófago, ¿cómo puede ser?

—O quizás un oso hormiguero —dijo el sim—. No puedo verme a mí mismo, pero sé que tengo una lengua muy larga.

—Reencarnación… —dijo Sarkar, asintiendo lentamente—. Mis amigos hindúes estarán encantados de oír esto. Pero he de decir que esperaba algo mejor para ti, Peter, que un oso hormiguero.

—Tengo hambre —dijo la voz del altavoz—. ¿Alguien tiene algunas hormigas?

—No me lo creo —dijo Peter, agitando la cabeza.

—¡Ah! —dijo el altavoz—. Te engañé por un momento.

—No, no lo hiciste —dijo Peter.

—Bien —dijo la voz sintetizada, un poco petulantemente—. Al menos engañé a Sarkar.

—Realmente no —dijo Sarkar.

—Estás siendo un incordio —dijo Peter al micrófono.

—De tal palo tal astilla —dijo el sim.

—Haces muchos chistes —dijo Peter.

—La muerte es muy graciosa —dijo Espíritu—. No, en realidad, la vida es muy graciosa. Absurda, en realidad. Todo es absurdo.

—¿Gracioso? —dijo Sarkar—. Pensaba que la risa era una respuesta biológica.

—El sonido de la risa puede que lo sea, aunque he llegado a entender que es más un fenómeno social que biológico. Sé que cuando Petey ve comedias en la tele apenas se ríe en alto. Pero eso no significa que no las encuentre graciosas.

—Supongo —dijo Peter.

—De hecho, creo que ahora sé exactamente qué es el humor: el humor es la respuesta a la súbita formación de redes neuronales inesperadas.

—No lo entiendo —dijo Peter.

—Exacto. «No lo entiendo.» La gente dice exactamente lo mismo cuando no entiende algo serio que cuando no entiende un chiste; intuitivamente comprendemos que algún tipo de conexión no se ha realizado. La conexión es una red neuronal. —El sim de la vida después de la muerte siguió sin pausa—. La risa, incluso cuando sólo te ríes por dentro, lo que, incidentalmente, es la única posibilidad que tengo últimamente, es la respuesta que acompaña a las nuevas conexiones que se forman en el cerebro, es decir, con las sinapsis disparándose en formas en que nunca, o al menos raramente, no se habían disparado antes. Cuando oyes un chiste nuevo, te ríes, e incluso es posible que te rías la segunda o tercera vez que lo oyes; la red neuronal no está todavía bien establecida, pero todos los chistes se agotan después de un tiempo. Ya conoces ese viejo chiste, «¿por qué cruzó la gallina la carretera?». De adulto, no te ríes, pero todos lo hicimos cuando lo oímos por primera vez de niño, y la diferencia no es porque el chiste sea de alguna forma infantil; realmente no lo es, en realidad es bastante sofisticado. Simplemente la red neuronal ya está muy bien establecida.

—¿Qué red neuronal? —preguntó Peter.

—La que conecta nuestras ideas sobre las gallinas, a las que normalmente consideramos como estúpidas y pasivas, y nuestras ideas de la autodeterminación y la iniciativa personal. Eso es lo gracioso del chiste: la idea de que una gallina podría cruzar la calle porque quería, porque quizá sentía curiosidad; ésa es una idea nueva, y la formación de la nueva interconexión entre neuronas que representa esa idea es lo que produce la momentánea disrupción de los procesos mentales que llamamos risa.

—No estoy seguro de creérmelo —dijo Peter.

—Me encogería de hombros si pudiese. Mira, te lo demostraré. ¿Sabes qué plato pide el señor Spock cuando va la cafetería de la Flota Estelar? —El sim realizó su primera pausa, un perfecto silencio de comediante—. Una fondue de mentes vulcaniana.

—Muy bueno —dijo Peter, sonriendo.

—Gracias. Me lo acabo de inventar, por supuesto; no podía contarte un chiste que los dos ya conociésemos. Ahora, piensa en esto: ¿qué pasaría si hubiese presentado el chiste de una forma ligeramente diferente, empezando con «¿Has oído hablar de la fusión de mentes vulcaniana? Bien…».

—Eso lo hubiese estropeado.

—¡Exactamente! La parte de tu mente que contiene ideas sobre la fusión mental vulcaniana ya habría sido estimulada y, al final, no hubiese habido conexión súbita entre las ideas normalmente no relacionadas sobre comida, como una fondue, y los vulcanianos. Es la nueva conexión lo que provoca la respuesta de la risa.

—Pero a menudo no nos reímos en alto cuando estamos solos —dijo Sarkar.

—No, eso es cierto. Creo que la risa social sirve a un propósito diferente que la risa interna. Ved, las conexiones inesperadas pueden ser graciosas, pero si también son desconcertantes, el cerebro se pregunta si no estará funcionando mal, así que cuando hay otros alrededor, envía una señal y si recibe la misma señal de vuelta, el cerebro se relaja; si no lo hace, entonces el cerebro se preocupa: quizás hay algo malo en mí. Por eso la gente es tan sincera cuando dice, «¿No lo entiendes?». Desesperadamente quieren explicar el chiste, y se molestan si la otra persona no lo encuentra gracioso. Por eso las comedias de situación necesitan risas enlatadas. No es para decir que algo es gracioso, es para asegurarnos que eso que encontramos gracioso es algo que es normal encontrar gracioso. Las risas enlatadas no hacen que un programa estúpido sea más gracioso, pero nos permiten disfrutar más de un programa gracioso, al permitir que nos relajemos.

—¿Pero qué tiene esto que ver con estar muerto? —preguntó Peter.

—Todo. Buscar nuevas conexiones es todo lo que queda. Desde la pubertad, he pensado en el sexo cada pocos minutos, pero ya no siento necesidades sexuales y, en realidad, debo decirlo, ni siquiera puedo entender por qué me preocupaba tanto el sexo.

»También estaba obsesionado con la comida, siempre preguntándome qué iba a comer a continuación, pero ya no me preocupa eso en absoluto. Lo único que me queda es buscar nuevas conexiones. Lo único que queda es el humor.

—Pero hay personas sin mucho sentido del humor —dijo Sarkar.

—El único tipo de infierno que puedo concebir —dijo Espíritu— es pasar por la eternidad sin que se formen nuevas conexiones; sin ver las cosas de forma nueva; sin divertirse por el absurdo de la economía, de la religión, de la ciencia, del arte. Todo es muy, muy divertido, si lo piensas bien.

—Pero… ¿qué hay de Dios?

—No hay Dios —dijo Espíritu—, al menos no en el sentido de la escuela dominical pero, por supuesto, ése es el tipo de cosas para las que no hace falta morirse para descubrirlas: dado que millones de niños mueren de hambre en África, y doscientas mil personas murieron en el gran terremoto de

California, y por todas partes hay personas torturadas, violadas, y asesinadas, es intuitivamente evidente que nadie cuida de nosotros de forma individual.

—¿Así que eso es la vida después de la muerte? —preguntó Peter—. ¿Humor?

—No hay nada de malo en eso —dijo Espíritu—. Ningún dolor, sufrimiento o deseo. Sólo un montón de fascinantes nuevas conexiones. Muchas risas.

Rod Churchill marcó el número mágico y oyó que el teléfono emitía la melodía tonal familiar.

—Gracias por llamar a Food Food —dijo la voz femenina al otro lado del teléfono—. ¿Podría darme su pedido, por favor?

Rod recordaba los viejos días, cuando Food Food —y la pizzería antecesora— siempre empezaba preguntándote tu número de teléfono, ya que era de esa forma como guardaban los registros en la base de datos. Pero con Indicador de Llamada, los registros del cliente aparecían automáticamente en la pantalla de pedidos en el momento de contestar al teléfono.

—Sí, por favor —dijo Rod—. Me gustaría lo mismo que pedí la noche del pasado miércoles.

—Carne asada no muy hecha con salsa baja en calorías, patatas asadas, mezcla de vegetales, y pastel de manzana. ¿Es correcto, señor?

—Sí —dijo Rod. Cuando había empezado a pedirles a ellos, Rod había repasado cuidadosamente la lista de ingredientes de Food Food, escogiendo sólo los que no interfiriesen con su medicación.

—Ningún problema señor —dijo la chica—. ¿Desea algo más?

—No, eso es todo, por favor.

—El total es 72,50 dólares. ¿Al contado o tarjeta?

—A mi tarjeta Visa, por favor.

—¿Número de la tarjeta?

Rod sabía que la mujer lo tenía en la pantalla frente a ella, pero también sabía que tenía que pedírselo como medida de seguridad. Se lo leyó, y adelantándose a la siguiente pregunta, añadió la fecha de caducidad.

—Muy bien, señor. Ahora son las 18.18. Su cena estará ahí en treinta minutos o es gratis. Gracias por llamar a Food Food.

Peter y Sarkar estaban sentados en el comedor de Mirror Image. Peter sorbía una Coca light de lata; mientras que Sarkar bebía Coca-Cola de verdad; sólo cuando compartía una jarra con Peter toleraba el producto bajo en calorías.

—Muchas risas —dijo Sarkar—. Que definición más extraña de la muerte. —Una pausa—. Quizá deberíamos empezar a llamarle «Brevedad» en lugar de «Espíritu»… después de todo, ahora es el alma del ingenio.

Peter sonrió.

—Sin embargo, ¿has notado la forma en que habla?

—¿Quién? ¿Espíritu?

—Sí.

—No noté nada especial —dijo Sarkar.

—Se alarga sin cesar y sin cansarse.

—Eh, Petey, tengo noticias para ti. Tú también lo haces.

Peter sonrió.

—Quiero decir, hablaba en frases increíblemente largas. Muy barrocas y complejas.

—Supongo que no me di cuenta.

—Has tenido algunas sesiones con él antes de ésta, ¿no?

—Sí.

—¿Podemos ver transcripciones de ellas?

—Claro. —Cogieron las bebidas y volvieron al laboratorio. Sarkar pulsó algunas teclas y la impresora escupió varias docenas de delgadas hojas.

Peter repasó el texto.

—¿Tienes un corrector gramatical en línea?

Sarkar tecleó algunos comandos en el ordenador. Un análisis de los comentarios de Espíritu procedentes de diversas sesiones apareció en la pantalla.

—Sorprendente —dijo Sarkar. Señaló a una cifra. Ignorando las interjecciones simples, Espíritu tenía una media de treinta y dos palabras por frase, y en algunos momentos había llegado a una frase de trescientas palabras—. La conversación normal tiene una media de más o menos diez palabras por frase.

—¿Puede este lector hacer una limpieza de las transcripciones?

—Claro.

—Hazlo.

Sarkar tecleó algunos comandos.

—Increíble —dijo, una vez que los resultados aparecieron en pantalla—. No había casi nada que arreglar. Espíritu tenía incluso esa frase gigante bajo control y no perdió en ningún momento el tren de las ideas.

—Fascinante —dijo Peter—. ¿Podría ser un resultado de la programación?

Sarkar se alisó el pelo con las manos.

—¿Has notado que Control y Ambrotos hagan lo mismo?

—No.

—Luego en principio diría que no es un fallo, sino un resultado real de la modificación que hemos hecho. Espíritu es la simulación de la vida después de la muerte; el intelecto fuera del cuerpo. Diría que ese efecto es una consecuencia real de haber cortado alguna red neuronal relacionada con eso.

—Oh, ¡Cristo! —dijo Peter—. ¡Por supuesto que es eso! Para los otros sims, todavía simulas la respiración. Pero Espíritu no tiene cuerpo, por lo que no debe detenerse para respirar cuando habla. Las pausas para respirar deben hacer que la gente real se exprese en fragmentos concisos.

—Interesante —dijo Sarkar—. Supongo que si no tuvieses que respirar, podrías expresar pensamientos más complejos de una vez,. Pero eso no te haría más inteligente. Es pensar, no hablar, lo que cuenta.

—Cierto, pero, mm, he notado que Espíritu tiene tendencia a ser un poco obtuso.

—También lo he notado —dijo Sarkar—. ¿Y?

—Bien, ¿qué pasa si no está realmente siendo obtuso? ¿Qué pasaría si, en lugar de eso… vaya, ni siquiera me gusta decirlo… qué pasa si simplemente es más inteligente que nosotros? ¿Qué pasa si no sólo su forma de hablar sino también sus pensamientos son más complejos que los míos?

Sarkar se lo pensó.

—Bien, no hay nada análogo a las pausas de respiración en el cerebro físico, excepto… excepto…

—¿Qué?

—Bien, las neuronas sólo se activan durante un cierto tiempo —dijo Sarkar—. Una red neuronal sólo puede permanecer activada durante un periodo limitado.

—Seguro que ésa es una limitación fundamental de una mente humana.

—No, es una limitación fundamental de un cerebro humano… para ser exactos, una limitación de los procesos electroquímicos sobre los que funciona el cerebro. El hardware del cerebro no está diseñado para mantener un pensamiento intacto durante un tiempo largo. Estoy seguro de que lo has notado: se te ocurre una idea brillante que quieres anotar, pero para cuando llegas al bolígrafo, la has perdido. La idea, simplemente, ha caducado en tu cerebro.

Peter enarcó una ceja.

—Pero Espíritu opera sin cerebro. Sólo es mente, un alma. Es software puro, operando sin limitaciones de hardware. No hay pausas para respirar. No hay desintegración de las redes antes de que acabe con ella. Puede construir una frase tan larga, o una idea tan compleja, como desee.

Sarkar movía ligeramente la cabeza asombrado.

—Así es como podría funcionar la mente eternamente después de la muerte —dijo Peter—. No podría hacerlo por conexiones simples, como los chistes del tipo gallina que cruza la carretera. Al final se te acabarían las conexiones A y B. Pero Espíritu puede yuxtaponer de A hasta Z, más alfa hasta omega, más aleph hasta tau, hasta que en todas esas complejas combinaciones, aparece alguna nueva asociación fresca, emocionante y divertida.

—Increíble —dijo Sarkar—. Significa…

—Significa —dijo Peter—, que quizá la vida después de la muerte esté llena de chistes, pero chistes tan complejos y sutiles y obtusos que ni tú ni yo podríamos jamás entenderlos. —Hizo una pausa—. Al menos, no hasta que estemos muertos.

Sarkar silbó por lo bajo, pero luego cambió de expresión.

—Hablando de estar muerto, me tengo que ir a casa o Raheema me matará. Preparo la cena esta noche.

Peter miró el reloj.

—Jesús. Llego tarde para encontrarme con Cathy… salimos a cenar.

Sarkar rió.

—¿Qué es tan gracioso?

—Ya lo entenderás —dijo Sarkar—. Con el tiempo.

Загрузка...