Del mismo modo, algunos de nuestros primos barasts, nativos de Europa, llegaron al sur, a Gibraltar, con su famosa roca, ese maravilloso símbolo de permanencia y estabilidad. Y desde su punto de observación, los neanderthales vieron las tierras desconocidas de África…
—Jock, ¿puedo hablar contigo un momento?
Jock Krieger alzó la cabeza. Era, tal vez, un poco paranoico en lo referente a demostrar su aprecio por lo hermosa que era Louise. Sabía que era por una causa generacional (era treinta años mayor que Louise, al fin y al cabo), pero había visto a algunos de sus colegas de RAND meterse en líos por hacer comentarios supuestamente sexistas.
—Ah, doctora Benoit —dijo, poniéndose en pie, pues había modales que le habían inculcado sus padres y no podía reprimir—. ¿En qué puedo ayudarte?
—¿Recuerdas que hablamos de qué efecto sobre la conciencia podría tener un colapso del campo magnético planetario?
—¿Cómo iba a olvidarlo? —dijo Jock—. Dijiste que la conciencia humana había sido impulsada durante un colapso magnético.
—Eso es. Hace cuarenta mil años, cuando se produjo el Gran Salto Adelante. El campo magnético de la Tierra sufrió un colapso, como el que está comenzando ahora. En nuestro universo, el campo acabó con la misma orientación que había antes del colapso … cosa que sucede en la mitad de las veces, sin dejar rastro. Pero en el otro universo, la orientación fue al revés, y por eso quedó registrada en los anales geológicos. Como decía, no puede ser una coincidencia que la conciencia homínida apareciera durante un colapso de campo y …
—Y dijiste que esta vez podría tener nuevamente efectos sobre nuestra conciencia, e incluso causar un caos.
—Exactamente. Pero la primera vez que sugerí eso, fue sólo por la coincidencia de que el Gran Salto Adelante tuviera lugar durante un momento en que el campo magnético de la Tierra se colapsaba. Obviamente, había una relación entre campos magnéticos y conciencia. Pero desde entonces he estado tratando de encontrar qué investigaciones se han llevado a cabo sobre la naturaleza electromagnética de la conciencia … y, sinceramente, Jock, estoy aún más preocupada que antes.
—¿Por qué? Los neanderthales han experimentado un colapso desde entonces, el que empezó hace un cuarto de siglo en su mundo, y no les ha causado ningún problema.
A Jock le había sorprendido, cuando leyó los estudios de Cae y Prévot que, de hecho, la geología terrestre probara que los colapsos de campo tenían lugar en cuestión de semanas, no de siglos.
—Si ellos salieron bien de su colapso, ¿por qué no íbamos a hacerla nosotros?
—Por mucho que me gusten los barasts —al parecer ya no era políticamente correcto llamar neanderthales a los neanderthales—, son una especie diferente, con un cerebro de constitución diferente —dijo Louise—. Basta con mirar sus cráneos para verlo. El que ellos salieran con bien no implica que a nosotros nos vaya a pasar lo mismo.
—¡Oh, vamos, Louise! .
—No, en serio. He estado buscando en la red información sobre la relación entre los campos electromagnéticos y la conciencia, y me he topado con algo llamado teoría CEMI.
—¿Una semiteoría? —repitió Jock. El nombre perfecto para una idea a medio desarrollar. …
—CEMI, con C —-dijo Louise—. La sigla de Información Electromagnética Consciente. Un par de investigadores la desarrollaron, cada uno por su cuenta, Johnjoc McFadden, de la Universidad de Surrey, y Susan Pockett, de Nueva Zelanda.
Se asomó a la ventana, al parecer para ordenar las ideas. Luego continuó.
—Mira, hemos identificado todo tipo de Zonas específicas en el cerebro humano: dónde se elaboran las imágenes visuales, dónde las operaciones matemáticas, incluso (estoy segura de que lo has leído en la prensa), dónde se originan las experiencias místicas. Pero nunca hemos localizado el emplazamiento físico de la conciencia en el cerebro. Bueno, pues McFadden y Pockett creen haberlo hallado, no en el cerebro, sino rodeándolo y permeándolo: un campo electromagnético. Ese campo permitiría a neuronas muy distantes en el cerebro interconectarse uniendo los pequeños bits de información en un todo integrado, una imagen coherente de la realidad.
—¿Comunicación sin hilos en el cerebro? —dijo Jock, intrigado a su pesar.
—Exactamente. En 1993, Karl Popper propuso que la conciencia era la manifestación de un campo de fuerza en el cerebro, pero pensaba que debía ser algún tipo desconocido de campo de fuerza, ya que daba por hecho que lo habríamos descubierto si consistiera de energía con la que estábamos ya familiarizados. Pero McFadden y Pockett dicen que el campo es, simplemente, electromagnético.
—¿Y lo han detectado?
—Oh, desde luego hay actividad electromagnética en el cerebro y alrededor del cerebro: eso es lo que miden los EEG, en definitiva. Pero recuerda, nuestros amigos barasts han unificado el electromagnetismo y la fuerza nuclear … En otras palabras: hay mucho más en los campos electromagnéticos, incluidos el de la Tierra y los de nuestro cerebro, de lo que hemos supuesto hasta ahora.
—Pero, ¿han demostrado esos investigadores que mencionas que esos campos están, en efecto, ligados a la conciencia? —preguntó Jock.
Louise se apartó el pelo de los ojos.
—No, todavía no. Y admito que hay mucha oposición a esa idea en algunos círculos. El bueno de René Descartes creía en el dualismo (la idea de que el cuerpo y la mente son cosas separadas), pero eso hace tiempo que pasó de moda y, bueno, algunos ven la CEMI como un regreso indeseado a esa idea. Pero la teoría CEMI tiene sentido desde el punto de vista procesamiento de información. Esencialmente, McFadden y Pockett están diciendo que conciencia e información son el mismo fenómeno contemplado en marcos referenciales distintos y …
—¿Y qué?
—Bueno, si la conciencia es un fenómeno electromagnético, entonces no sorprende que su primera aparición fuera durante un colapso del campo electromagnético. Ahora bien, como deda, sabemos por la reciente experiencia barast que ese colapso no causará por sí mismo problemas en lo referente a la conciencia … pero recuerda que yo soy física solar. Puede que esté especializada en los neutrinos, pero me interesa toda la gama de radiaciones solares, y después del colapso nuestros cerebros y sus delicados campos electromagnéticos serán golpeados durante años o décadas por una radiación solar desacostumbrada. Cuanto más lo estudio, más convencida estoy de que puede ocurrir un caos de conciencia o algo por el estilo.
—Pero eso es una locura —dijo Jock—. La conciencia no puede ser electromagnética. Me hicieron una resonancia el año pasado, y te aseguro, jovencita, que estuve plenamente consciente todo el rato.
—Ésa es la objeción más común a esta teoría —asintió Louise-—. McFadden la abordó directamente en su ensayo más reciente, en el journal for Consciousness Studies. Sostiene que el fluido interno de los ventrículos del cerebro crea una jaula de Faraday que aísla el cerebro de la mayoría de los campos eléctricos. Y, en cuanto a las resonancias magnéticas, señala que son campos eléctricos estáticos, que cambian sólo la dirección de las cargas en movimiento y por eso no tienen ningún efecto fisiológico. El campo magnético de la Tierra también es estático y bastante uniforme … o al menos lo era hasta que comenzó el colapso. Pero los campos electromagnéticos, externos y cambiantes sí que inducen corrientes eléctricas en el cerebro e influyen en la actividad cerebral; de hecho, son guías estrictas para la estimulación magnética transcraneal repetitiva que hay que seguir para no inducir ataques en las personas normales.
—Pero … pero si la conciencia es electromagnética, ¿por qué no podemos detectarla?
—Lo cierto es que sí que podemos. Susan Pockett se refiere a muchas investigaciones según las cuales el campo electromagnético del cerebro cambia de modo repetible cuando experimenta qualia específicos: se pueden medir los cambios en el campo electromagnético del cerebro cuando se ve algo rojo en contraste con algo azul, o al oír una nota media en vez de una aguda, etcétera. Es muy buena a la hora de rechazar las objeciones a esta teoría. Por ejemplo, si se secciona el cuerpo calloso que conecta los hemisferios izquierdo y derecho cabría esperar que cesara toda comunicación entre las dos mitades del cerebro. Y, sin embargo, excepto en situaciones muy extremas, los pacientes con el cerebro dividido se desenvuelven bastante bien: a pesar de que no hay ninguna conexión física entre sus dos hemisferios, su conciencia sigue integrada, precisamente, dice Pockelt, porque la conciencia se manifiesta en el campo electromagnético que contiene todo el cerebro, no a través de las reacciones neuroquímicas.
—Entonces estás diciendo … ¿qué? ¿Que las dos mitades del cerebro se comunican telepáticamente? ¡Venga ya!
—Se comunican, incluso en ausencia de conexión entre sí —dijo Louise—. Es un hecho.
—Entonces, ¿por qué no capto tus pensamientos cuando estoy cerca de ti?
—Bueno, en primer lugar no olvides que el cerebro está enclaustrado en una jaula de Faraday que 10 protege. Además, Pockett cree que las principales oscilaciones asociadas a la conciencia están en la µ;ama de uno a cien hertzios, la mayor parte alrededor de los cuarenta hertzios. Eso significa que tienen una longitud de onda de unos ocho mil kilómetros, y la antena ideal para captar una señal electromagnética es de otra longitud de onda. Sin un receptor gigantesco o equipo muy sensible nunca captarías nada de mi conciencia sólo por estar cerca de mí. Uno de los grandes enigmas de la conciencia es el llamado problema unificador. Mira ese libro de allí.
Señaló un volumen que había sobre el escritorio de Jock, un viejo estudio de RAND sobre la guerra nuclear.
—Una parte del cerebro reconoce que es verde. Otra parte distingue el contorno del objeto destacándolo del fondo. Una tercera rescata la palabra «libro» para describirlo. Sabemos que es así como funciona el cerebro: un puñado de funciones compartimentadas. ¿Pero cómo se unen todas esas partes, produciendo el pensamiento de que estamos mirando una cosa verde llamada libro? CEMI dice que el campo electromagnético es el responsable de esa unión.
—Todo esto son especulaciones —dijo Jock.
—Todo esto es muy vanguardista, pero es una teoría científica
buena y sólida que hace predicciones verificables. Te digo, Jock, que no había pensado mucho sobre lo que constituye exactamente la conciencia hasta que comenzó todo este asunto de los mundos alternativos, pero es un campo de investigación fascinante.
—¿Y te preocupa que nuestra conciencia pueda resultar dañada cuando el campo magnético de la Tierra se colapse?
—No digo que vaya a suceder nada … Al fin y al cabo, tienes razón cuando dices que los neanderthales sufrieron su propio colapso hace poco tiempo y no les sucedió nada. Pero, bueno, sí, me preocupa. Y creo que a ti también debería preocuparte.