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Pero no era un sueño, claro. Era tan real como cualquier otro acontecimiento de aquel cosmos fluido y cambiante.

Los tres bebimos mucho vino, y Sam me dio algunos detalles suplementarios. Me dijo que les pidió a los vecinos detalles acerca de Sauerabend/Photis, y que respondieron a sus preguntas diciendo que llegó misteriosamente de una región muy remota del país, hacia 1099. Que los parroquianos de su taberna no lo apreciaban y que acudían al local sólo para admirar a su hermosa mujer. Muchos pensaban que se dedicaba a algún tráfico ilegal.

—Se excusó —declaró Sam—, y nos dijo que debía cruzar a Gálata. Pero Kolettis le siguió y descubrió que no iba al mercado. Entró en una especie de depósito, en la orilla de Gálata, y desapareció. Kolettis entró tras él, pero no pudo encontrarle. Según Kolettis, debió dar un salto temporal. Media hora más tarde, más o menos, Photis reapareció y tomó el transbordador para volver a Constantinopla.

—Es un crimen temporal —dijo Metaxas—. Hace contrabando.

—Pienso lo mismo —confirmó Sam—. Toma el siglo XII como base, bajo el falso nombre de Heracles Photis, y revende objetos, monedas de oro y cosas así, en el tiempo actual.

—¿Cómo dio con la chica? —preguntó Metaxas.

—Todavía no está muy claro —respondió Sam encogiéndose de hombros—. Pero ahora que le hemos descubierto, podemos seguir su pista a lo largo de la línea y descubrir su punto de llegada. Y saber exactamente lo que hace.

—¿Cómo podremos restaurar la continuación normal de los acontecimientos? —rezongué.

—Debemos localizar el instante preciso en que saltó y dejó tu grupo. Nos colocaremos allí mismo y le atraparemos en cuanto se materialice, le quitaremos el crono y le devolveremos a 1204. Así le retiraremos del río del tiempo en el mismo lugar en que entró en él, y con retrocederle a su grupo de 1204, asunto resuelto.

—No habría problemas si te fuera a hacer caso —dije—. Pero no es tan sencillo. ¿Qué pasará con todos los cambios que han alterado el pasado? Sus cinco años de matrimonio con Pulcheria Botaniates…

—Serán no-acontecimientos —respondió Sam—. En cuanto saquemos a Sauerabend de 1099 o de no sé cuándo hasta 1204, su matrimonio con Pulcheria quedará anulado, ¿de acuerdo? El río temporal recuperará su forma original y ella se casará con quien se tenía que casar…

—León Ducas —añadí—Mi antepasado.

—León Ducas, sí —siguió Sam—. Y en Bizancio, para todo el mundo, el episodio de Heracles Photis no habría ocurrido nunca. Sólo nosotros estaremos al corriente, pues sufrimos el Desplazamiento Transitorio.

—¿Y los objetos que Sauerabend haya vendido en el tiempo actual? —pregunté.

—No estarán allí —contestó Sam— Nunca habrán sido vendidos. Y los compradores no recordarán haberlos recibido. Toda la trama del tiempo quedará restaurada y la Patrulla no se dará cuenta de nada, y…

—Te olvidas de un pequeño detalle —sugerí.

—¿Cuál?

—En toda esta confusión, he generado un segundo Jud Elliott. ¿Qué va a ser de él?

—¡Dios mío! —exclamó Sam—. Me había olvidado de él.

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