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Dos semanas más tarde, habíamos redescendido por la línea hasta 2059. Me sentía agotado, intoxicado, con la mente llena de Bizancio.

Había contemplado las cúspides de un millar de años de esplendor. La ciudad de mis sueños habla recobrado la vida sólo para mí. La carne y el vino de Bizancio pasaron por mi vientre.

Desde el punto de vista profesional de un Guía, el viaje había sido bueno, es decir, sin problemas. Nuestros turistas no se metieron en líos; por lo que sabíamos, no se creó ninguna paradoja. Sólo hubo una pequeña fricción, una noche, cuando Capistrano, completamente hastiado, intentó seducir a Clotilde; no fue muy delicado y su seducción se transformó en violación cuando la chica se resistió, pero pude separarles antes de que la alemana le clavara las uñas en los ojos. Por la mañana, no quería creérselo.

—¿La alemana rubia? —preguntó.—¿Pude caer tan bajo? ¡Lo habrás soñado! —Luego insistió en retornar ocho horas por la línea para ver si realmente era como se lo contaba. Tuve la visión de un Capistrano excesivamente represivo de su comportamiento anterior en estado de ebriedad, y aquello me asustó. Debí hacerle abandonar aquella idea de un modo directo e intransigente, recordando la regla de la Patrulla Temporal que prohibía que nadie entrase en conversación con uno mismo en tiempos diferentes; le amenacé con denunciarle si lo intentaba. Capistrano pareció herido, pero abandonó el proyecto. Cuando volvimos a la parte baja de la línea temporal y llenó su informe personal, como le pidieron, acerca de mi comportamiento como Guía, me puso la nota más alta. Protopopolos me lo dijo más tarde.

—En tu próximo viaje —me explicó Protopopolos—, ayudarás a Metaxas en la gira de una semana.

—¿Cuándo salimos?

—Dentro de dos semanas —me dijo—. Primero, las vacaciones, ¿te acuerdas? Cuando vuelvas del viaje con Metaxas empezarás solo. ¿Dónde vas a pasar las vacaciones? —Creo que voy a bajar a Creta o a Minos —repliqué —para descansar un poco en la playa.

El Servicio Temporal no quiere agobiar a los Guías e insiste en que éstos se tomen dos semanas de vacaciones entre viaje y viaje. Durante las vacaciones, los Guías son completamente libres. Pueden pasar las vacaciones descansando en el tiempo actual, como yo mismo pensaba hacer, o pueden apuntarse en un viaje temporal, o simplemente saltar solos a la época que les interese.

No hay gasto alguno por utilizar el crono cuando un Guía remonta la línea durante las vacaciones. El Servicio Temporal quiere animar a sus empleados a que se sientan como en casa en todas las épocas del pasado, y, ¿no es acaso el mejor método de conseguirlo darles saltos gratuitos e ilimitados?

Protopopolos pareció un poco decepcionado cuando le dije que pasaría las vacaciones bronceándome en las islas.

—¿No quieres dar algunos saltos? —preguntó.

En aquel momento de mi carrera, la idea de dar saltos temporales me asustaba realmente. Pero no podía decírselo a Protopopolos. Yo, igualmente, consideraba que dentro de un mes tendría entre las manos las vidas de un grupo de turistas. Quizá aquella conversación era una de las pruebas que tenía que aprobar para ser cualificado. ¿Querían ver si tenía pelotas suficientes para saltar yo solo?

Protopopolos parecía esperar una respuesta.

—Pensándolo bien —concluí—, ¿por qué malograr la posibilidad de dar algunos saltos? Echaré un vistazo al Estambul postbizantino.

—¿Con un grupo?

—Solo.

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