DEL AUTOR

Después de la descripción del extraordinario viaje a Plutonia, mundo subterráneo con ríos, lagos y volcanes, en el que viven animales fabulosos y crecen diferentes plantas e incluso habitan hombres primitivos y que está alumbrado por su sol propio, por Plutón; después de haber vivido con los viajeros toda clase de aventuras, los jóvenes lectores se preguntan, naturalmente, extrañados si existe en efecto ese mundo con sus asombrosos habitantes y si en medio de los vastos campas de hielo del Artico hay un orificio a través del cual se puede penetrar en las cavidades subterráneas y estudiarlas a ellas y a los habitantes que las pueblan.

Algunos lectores de esta novela me han preguntado con absoluta seriedad si no se organiza actualmente nimguna nueva expedición a Plutonia y si no sería posible tomar parte en tan interesante empresa para ver todo lo que ha sido descrito tan viva y atractivamente. Me preguntan también por qué no se ha encontrado hasta ahora entre los hielos polares el orificio por donde se pueda bajar a ese reino subterráneo.

Debo explicar que el viaje descrito por mí no se ha realizado nunca ni puede llevarse a cabo, ya que en ninguna parte de la corteza terrestre hay ningún orificio que permita penetrar dentro de la Tierra, en cuyo interior no hay ni puede haber ninguna cavidad subterránea. Este viaje es una novela científica fantástica cuyo tema inventé para dar a conocer a los lectores la naturaleza, los animales y las plantas de períodos geológicos hace tiempo desaparecidos en las condiciones de su existencia de entonces. Sentí el deseo de escribirla cuando, ya viajero experto, vi al releer el Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, que el viaje subterráneo estaba trazado en él de manera inverosímil y que, además, desde el momento en que fué escrita esta novela se han obtenida muchos nuevos datos acerca de los que habitaban antiguamente nuestra Tierra. Por ejemplo, en los barrancos de las orillas del río Dvina Septentrional se han encontrado restos de reptiles carnívoros y herbívoros de la edad pérmica. Detrás de los Urales se han hallado huesos de un gran rinoceronte sin cuerno, al que se dió el nombre de indricoterio (de Indrik, animal de los cuentos de hadas). En el norte de Siberia, en el suelo helado, se han descubierto cadáveres de mamuts que en tiempos habitaron en gran número estas frías regiones de bosquetundra. En las estepas de Mongolia descubrí yo en 1892 un diente de un rinoceronte terciario, quedando así demostrado que los desiertos y las estepas de Gobi no estuvieron cubiertos por el mar Jan-jai como calculaban los sabios extranjeros, sino que eran tierra firme. Este hallazgo dió lugar a una gran expedición norteamericana a Mongolia (1923), durante la cual fueron encontrados en diferentes lugares huesos de reptiles y mamíferos anfibios cretáceos y terciarios que poblaban antes el desierto de Gobi.

Sirvió de base a mi novela Plutonio una hipótesis debatida en la literatura científica extranjera hace más de un siglo y que tenía numerosos defensores. Estos afirmaban que el globo terrestre está hueco y que su interior, alumbrado por un pequeño astro, se halla poblado. En el capítulo Charla científica queda expuesta en detalle esta hipótesis y la defiende Trujánov, protagonista de la novela y organizador de la expedición a Plutonia. Esta hipótesis ha sido hace ya tiempo refutada por la ciencia y, aunque no sabemos todavía con exactitud cuál es el estado del núcleo terrestre, se puede asegurar que no existe ningún astro interior ni ningún orificio que lleve al subsuelo. A pesar de ello, dicha hipótesis me pareció adecuada para una novela científica fantástica.

Durante los últimos años, las expediciones soviéticas que han explorado las depresiones de Gobi en Asia Central han descubierto en ellas cementerios enteros de reptiles y mamíferos terrestres y lacustres. En general, estas depresiones conservan en sus aluviones muchos restos de diferentes animales de la antigüedad que se pueden extraer pana la ciencia y los museos, no en las cavidades subterráneas, sino en la superficie terrestre, que es la que atrae a los jóvenes exploradores de la naturaleza.

Mi deseo sería que también esta edición de Plutonia incitase a los jóvenes lectores a adentrarse más en la Geología y estudiar esta ciencia interesante que explica la composición y la estructura de nuestro planeta y refiere qué plantas y qué animales lo habitaron en los periodos pasados y sus transformaciones sucesivas hasta que entre los animales destacó un ser pensante, el hombre, que llegó a ser el dueño de la Tierra.

V. Obruchev.




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