Capítulo XIV LA CARTA DE TRUJANOV

Mientras discutían la cuestión del itinerario a seguir, los exploradores opinaron únicamente que la Tierra de Nansen les había proporcionado ya, no solamente muchos datos nuevos, sino también muchos hechos incomprensibles y que los fenómenos extraordinarios se multiplicaban a cada jornada de avance.

Las excursiones del último día habían demostrado que, al concluir la tundra, se extendían bosques imposibles de atravesar con los trineos y los perros. Había, pues, que abandonar los trineos, los esquís, parte de la impedimenta y los perros y continuar a pie, llevando únicamente la carga imprescindible.

Pero se ignoraba enteramente hasta dónde se extendían aquellos bosques y lo que se podía encontrar detrás de ellos. Lo más probable era que el calor, las plantas y los animales no existieran más que en el fondo de aquella enorme depresión de la Tierra de Nansen y que más adelante, sobre la vertiente opuesta, volvieran a encontrar la nieve y los hielos de manera que aun tendrían necesidad de los trineos, los esquís y los perros.

Por lo tanto, no era menos racional la otra solución: contornear por la tundra en los trineos el borde de los hielos para explorar la circunferencia de la depresión y hacer algunos reconocimientos hacia su interior sin impedimenta. Pero en ese caso quedaría inexplorada la parte central de la depresión, la más interesante sin duda desde el punto de vista de la flora, la fauna y quizá también de la Geología. A juzgar por los numerosos riachuelos que, desde el borde de los hielos, fluían hacia el centro de la depresión, en el fondo debían formarse varios lagos, o, quizá uno solo muy vasto.

Cada una de los planes ofrecía ventajas e inconvenientes. ¿Cuál elegir? Borovói, Igolkin y Makshéiev se inclinaban por el itinerario del borde de los hielos, mientras los naturalistas, claro está, preferían adentrarse hacia el centro de la depresión, duende esperaban encontrar más ejemplares para sus colecciones.

Ultima solución: podían dividirse en dos grupos. Uno, con la impedimenta más pesada, seguiría el borde de los hielos mientras el otro, poco cargado, atravesaría la depresión por el centro, y ambos se juntarían en el lado opuesto. Pero, ¿cómo saber si la depresión se prolongaba mucho hacia el Este y el Oeste y si sería posible contornearla? ¿No surgirían obstáculos invencibles y no se encontrarían ambos grupos o uno de ellos en una situación sin salida? ¿No sería esta separación fatal para todos?

Era difícil tomar una decisión, que podía estar, además, preñada de graves consecuencias.

Todo ello considerado, Kashtánov dijo a sus compañeros, que continuaban enzarzados en su discusión, defendiendo cada cual con encarnizamiento su propuesta:

— No olvidemos el pliego lacrado que me entregó el organizador de nuestra expedición para el caso en que nos hallásemos en situación embarazosa. Se nos autoriza a abrirlo cuando nos encontremos sin saber ya dónde estamos ni lo que debemos hacer. ¿No creen ustedes que ha llegado ese momento? Estos últimos tiempos hemos visto una enorme cantidad de cosas inexplicables e inauditas y ahora nos encontramos incluso sin saber hacia dónde dirigirnos.

Los compañeros de Kashtánov habían olvidado ya aquel pliego de Trujánov y por eso acogieron la proposición con entusiasmo. El pliego fué extraído de la caja donde se guardaban los instrumentos más valiosos y el dinero. Kashtánov rompió los sellos y leyó en voz falta:

Queridos amigos:

Es posible que en el momento dé leer estas líneas se encuentren ustedes en situación muy penosa. Espero no defraudar sus esperanzas de recibir un consejo y una explicación.

Debo confesar ante todo que les he arrastrado a una empresa tan arriesgada y extraordinaria que, de haber, adivinada, ustedes dónde les invitaba a viajar, me habrían tenido por loco y me habrían negado toda colaboración. Una vez hice ya la experiencia, comunicando mis propósitos a un sabio y ofreciéndole organizar una expedición costeada por mí. Se negó rotundamente y además me acusó de tener una fantasía desbordada.

Por eso, la única manera de montar una expedición que verificase mis hipótesis era callar el objetivo final. Debía ser organizada con el propósito aparente de estudiar una parte aun inexplorada de la región ártica. En efecto, mis hipótesis podían ser erróneas y entonces la expedición, después de haber hallado únicamente unas islas o un continente atenazado por los hielos regresaría sin novedad después de su estudio. Aun en este caso mis gastos no habrían sido inútiles, ya que hubiera quedado demostrada de una vez para siempre la falta de fundamento de mi hipótesis y, al mismo tiempo, hubiese desaparecido la gran mancha blanca que aun existe en el mapa de la región ártica.

Y paso a lo esencial. Numerosas observaciones hechas desde el Mont-Blanc y Munku-Sardik, el estudio de obras científicas y los datos de muchas estaciones sismológicas y las búsquedas sobre la distribución y las anomalías de la fuerza de la gravedad me han llevado a la conclusión de que el núcleo de nuestro planeta tiene un carácter completamente distinto al que hasta ahora le prestan los geólogos y los geofísicos. Yo estoy persuadido de que la Tierra posee una cavidad interna más o menos vasta, probablemente alumbrada por un astro pequeño central, quizá ya apagado. Dicha cavidad comunica quizá con la superficie del globo por uno o dos orificios más o menos considerables que permitirían penetrar en la superficie interior de este globo hueco.

Sólo una expedición especial enviada en busca de uno de esos orificios podía confirmar o rebatir mis opiniones. Naturalmente, había que buscar esos orificios en las regiones todavía inexploradas de los dos polos. Para comenzar he elegido la región ártica, como más accesible a una expedición rusa.

Si han logrado ustedes encontrar el orificio, procuren penetrar en él. Es posible que hayan descendido ya a él inadvertidamente, creyendo descender a una profunda depresión continental. En tal caso, y si les quedan fuerzas y medios de transporte suficientes, procuren introducirse más profundamente y explorar hasta donde sea posible esta cavidad interna, aunque sin arriesgar sus vidas en vano.

En caso de que, por una razón cualquiera, el propósito sea irrealizable, regresen ustedes, ya que el solo hecho de haber descubierto un orificio que lleve a la cavidad interna de la Tierra constituye un enorme descubrimiento y su estudio podría confiarse a otra expedición organizada sobre la base de la experiencia adquirida. No dudo de que, llegados al umbral de grandes y maravillosos descubrimientos, experimentarán como verdaderos hombres de ciencia el imperioso deseo de continuar adelante. Pero les ruego desentrañar minuciosamente la situación, pesar el pro y el contra y tomar la determinación más sensata para no correr el riesgo de echar a perder los resultados ya adquiridos.

Quizá pudiesen ustedes dividirse en dos grupos, uno de los cuales penetraría en la cavidad mientras el otro se quedaba a la entrada para acudir en auxilio del primero en caso de necesidad o llevar a la ciencia la noticia del maravilloso descubrimiento.

Siento infinitamente que el destino me haya privado de los medios de compartir los trabajos, las privaciones y los descubrimientos de ustedes y tenerme que limitar a esta carta. Si no les ha explicado nada, desentiéndanse de ella. En cualquier caso les deseo con el alma entera toda clase de éxitos.

N. Trujánov.

Estrella Polar,

14 de junio de 1914


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