8

—Bienvenido al Grupo Sinergia, profesora Vaughan.

Mary sonrió a Jock Krieger. En realidad no sabía qué esperar de las instalaciones. El Grupo Sinergia resultó estar alojado en… bueno, una mansión, una mansión de las de dinero antiguo en la zona de Seabreeze de Rochester, justo a la orilla del lago Ontario. A Ponter le hubiese gustado aquel lugar: Mary había visto a una garza caminar por la playa de arena, y patos, gansos y cisnes en la bahía, repleta de embarcaciones de recreo.

—Déjeme que le vaya mostrando —continuó Krieger, conduciendo a Mary al interior de la casa.

—Gracias.

—Tenemos en estos momentos a veinticuatro personas en nuestro personal —dijo Krieger—, y seguimos creciendo.

Mary se sorprendió.

—¿Veinticuatro personas trabajando todas en los temas de inmigración neanderthal?

—No, no, no. Sinergia se dedica a mucho más que a eso. El proyecto ADN es la principal prioridad, porque es algo que puede que necesitemos de inmediato si el portal vuelve a abrirse. Pero aquí estudiamos también todos los aspectos de la situación neanderthal. El Gobierno estadounidense está particularmente interesado en los implantes Acompañantes, y…

—El Gran Hermano te vigila —dijo Mary.

Pero Krieger negó con la cabeza.

—No querida, nada de eso. Es simplemente que, si creemos en lo que dijo Ponter ayer, el implante Acompañante puede realizar grabaciones detalladas de 360 grados de todo lo que sucede alrededor de un individuo. Si, tenemos a cuatro sociólogos evaluando si los usos concretos que los neanderthales dan a ese tipo de monitorización podrían tener alguna aplicación en este mundo… aunque, francamente, lo dudo: valoramos demasiado la intimidad. Pero, claro, si el portal vuelve a abrirse, queremos estar a la par con ellos. Si sus emisarios pueden grabar sin esfuerzo todo lo que vean y oigan en todo momento, obviamente nos gustaría que nuestros emisarios a su mundo tuvieran la misma ventaja. Se trata de comercio, después de todo… comercio justo.

—Ah —dijo Mary—. Pero Ponter dijo que su Acompañante no podía transmitir nada desde aquí a los archivos de coartadas. Ninguna de las imágenes de su visita fue grabada.

—Sí, sí, un problema tecnológico menor, estoy seguro. Se podría construir una grabadora en este lado.

Habían recorrido un largo pasillo y al final Krieger abrió una puerta. Dentro había tres personas: un hombre negro, y un hombre y una mujer blancos. El negro estaba repantigado en su silla, lanzando bolas de papel a una papelera. El tipo blanco contemplaba la playa y el lago Ontario. Y la mujer caminaba de un lado a otro delante de una pizarra blanca, con un rotulador en la mano.

—Frank, Kevin, Lilly, me gustaría presentaras a Mary Vaughan —dijo Krieger.

—Hola —dijo Mary.

—¿Estás en imágenes? —preguntó Lilly.

—¿Cómo?

—Imágenes —dijo Frank.

—Imágenes —repitió Kevin… o quizás era al revés.

—Ya sabes —añadió el negro, atento—, fotografía y todo eso.

—Hay un motivo por el que estamos en Rochester —explicó Krieger—. Kodak, Xerox y Bausch Lomb tienen su sede aquí. Como decía, reproducir la tecnología Acompañante es una prioridad: no hay ninguna ciudad en todo el mundo que tenga más expertos en imágenes y óptica.

—Ah —dijo Mary. Miró a los tres ocupantes de la habitación. — No, soy genetista.

—¡Oh, yo te conozco! —declaró el negro. Se levantó de la silla, cuyo respaldo emitió un sonido de alivio cuando retornó su posición normal—. Eres la mujer que se pasó todo ese tiempo con NP.

—¿NP?

—Neanderthal Prima —dijo Krieger.

—Se llama Ponter —dijo Mary, algo picada.

—Lo siento —dijo el negro. Le tendió la mano: — Soy Kevin Bilodeau y antes estaba con los pardillos de Kodak. Escucha, nos encantaría darte la vara con lo del implante Acompañante. Lo viste de cerca. ¿Qué tipo de disposición de lentes tenía?

—Sólo una —dijo Mary.

—¿Ves? —exclamó Lilly, mirando acusadoramente al hombre que, por proceso de eliminación, tenía que ser Frank.

—Ponter dijo que usaba campos sensores para grabar imágenes — dijo Mary.

—¿Dijo qué tipo de sensores? ¿Mencionó aparatos acoplados de carga?

—Holografía… ¿dijo algo de holografía?

—¿Qué tipo de resolución tenían los sensores? ¿Mencionó cuántos píxeles?

—¿Puedes describir…?

—¡Chicos! —dijo Jock en voz alta— ¡Chicos! Mary va a estar con nosotros mucho, mucho tiempo. Tendréis ocasión de sobra para hablar con ella. Todavía está haciendo la visita de orientación.

Los tres pidieron disculpas, y todos charlaron de nimiedades durante unos minutos, hasta que Krieger sacó a Mary de la habitación.

— Desde luego son entusiastas —dijo Mary, una vez que se cerró la puerta.

Krieguer asintió.

—Aquí todos lo son.

—Pero no veo cómo van a conseguir lo que les ha pedido. Quiero decir, he oído hablar de la ingeniería inversa, pero sin una muestra del implante Acompañante, ¿cómo esperan duplicarla?

—Sólo saber que es posible puede que sea suficiente para ponerlos en la dirección adecuada.

Krieger abrió la puerta del otro lado del pasillo, y Mary notó que los ojos se le abrían como platos.

—¡Louise! —exclamó.

Sentada ante una mesa de trabajo, con un ordenador portátil ante sí, estaba Louise Benoit, la posdoctorada en física que había salvado la vida de Ponter cuando apareció dentro del tanque de agua pesada del Observatorio de Neutrinos de Sudbury.

—Hola, Mary —dijo Louise, hablando con el acento francés que Mary había llegado a conocer tan bien. Se levantó, y su denso pelo negro le cayó por la espalda. Mary tenía treinta y ocho años y sabía que Louise tenía veintiocho… pero sabía también que ella no había tenido. Ese aspecto ni siquiera a los dieciocho. Louise tenía buen pecho, buenas piernas y el rostro de una modelo. A Mary le había caído mal instintivamente la primera vez que la vio.

—Me había olvidado de que ya conoce a la doctora Benoit —dijo Krieger.

Mary sacudió la cabeza, sorprendida.

—Es usted un pozo de sorpresas, Jock. —Miró de nuevo a Louise, preguntándose cómo alguien podía estar tan radiante sin maquillaje—. Me alegro de verte, Louise. —Y entonces la curiosidad le pudo—. ¿Cómo está Reuben?

Reuben Montego era el médico de la mina Creighton. Louise había tenido un tórrido romance con él mientras Mary, Ponter, Reuben y ella permanecían en cuarentena en Sudbury. Mary lo había considerado un simple pasatiempo, así que le sorprendió la respuesta de Louise.

—Está bien —dijo—. Me ayudó a trasladar aquí mis cosas y volveremos a vernos este fin de semana.

—Ah —respondió Mary. La habían puesto en su sitio—. ¿Y en qué trabajas aquí?

—La doctora Benoit dirige nuestro Grupo Portal —dijo Krieger.

—Eso es —confirmó Louise—. Estamos intentando desarrollar la tecnología necesaria para abrir un portal desde nuestro lado hasta el otro universo.

Mary asintió. Louise no se había pasado todo el tiempo haciendo el amor con Reuben; también había mantenido muchas conversaciones de madrugada con Ponter Boddit, y sin duda sabía más sobre el punto de vista que los neanderthales tenían de la física que ninguna otra persona en nuestra versión de la Tierra. Mary estaba avergonzada de sí misma: Louise nunca le había hecho nada, su único delito era ser hermosa.

—Me encantará pasar un rato con vosotros otra vez —dijo Mary.

—Bueno, podría tener una compañera de cuarto ——dijo Louise.

—¿Qué te parece? Nos llevamos bien cuando estuvimos en cuarentena en casa de Reuben.

—Mmm, no —dijo Mary—. No, gracias. Yo, ah, me gusta mi intimidad.

—Bueno, no tendrás problema en encontrar casa aquí, en Rochester.

Krieger asintió.

—Tanto Xerox como Kodak han tenido un montón de bajas en los últimos años, y son la principal fuente de empleo de la ciudad. Se compran casas a precios ridículos, y podrá elegir usted entre cientos de apartamentos.

—Es bueno saberlo.

—Prueba con Bristol Harbour Village —dijo Louise—. Está a una hora de aquí, justo en uno de los lagos. Precioso. Hay montones de ciervos y se ven las estrellas de noche.

—Hablando de cielos nocturnos —dijo Mary, cayendo en la cuenta de que Louise podía ser la persona adecuada para preguntárselo—, en mi última noche en Sudbury, vi la aurora boreal volverse loca. ¿Cuál pudo ser la causa?

Louise miró a Mary unos segundos, como si no pudiera creer que se lo preguntara.

—¿No has visto las noticias?

Mary negó con la cabeza.

—He estado ocupada con la mudanza.

—El campo magnético de la Tierra se está comportando de manera errática —dijo Louise—. Las lecturas de todo el planeta lo confirman. La fuerza geodinámica está fluctuando sustancialmente.

—¿Qué podría causar eso?

Louise se encogió de hombros.

—Nadie lo sabe.

—¿Es peligroso?

—Probablemente no.

—¿Probablemente?

—Bueno, no ha pasado nunca nada parecido. Varios expertos opinan que el campo magnético de la Tierra se está desplomando como preludio a una inversión de los polos.

Mary había oído hablar vagamente del tema, pero le agradó que fuera Krieger quien preguntase:

—¿Y eso quiere decir…?

—El campo magnético de la Tierra cambia su polaridad de vez en cuando… ya sabe, el polo norte se vuelve el polo sur, y viceversa ——dijo Louise—. Ha sucedido más de trescientas veces en los anales geológicos, pero nunca en tiempos históricos, así que realmente no sabemos mucho acerca del proceso. Pero siempre se ha supuesto que las inversiones se produjeron por el colapso del campo magnético, que luego volvió a expandirse.

—Y dice que no hay nada de lo que preocuparse ——dijo Krieger—. No tendrá relación con la extinción en masa, ¿verdad?

Louise negó con la cabeza.

—No. El campo se invirtió en la época en que murieron los dinosaurios, pero llevaba en ese estado más de un millón de años antes del final del Cretáceo. —Sonrió con aquella sonrisa de megavatios—. Lo peor que podría pasar es que tuviéramos que repintar las brújulas.

—Eso es un alivio —dijo Mary.

Louise asintió.

—Y puede que ni siquiera eso sea necesario. Por lo que sabemos, qué polo acaba siendo el norte y que polo acaba siendo el sur se determina de manera mecánico-cuántica, lo que significa que es completamente aleatorio… y eso significa que sólo hay una posibilidad del cincuenta por ciento de que el campo acabe con la polaridad invertida.

Krieger alzó las cejas.

—Pero si eso es cierto, entonces, si hubiera habido un colapso del campo magnético cuando se extinguieron los dinosaurios, no sabríamos si el nuevo campo acabó teniendo la misma polaridad que antes.

—Se preocupa por nada, Jock —dijo Louise—. Los colapsos de campo magnético que conocemos no están asociados con ninguna extinción. Así que no tiene sentido suponer que los que nos pasaron por alto, porque el campo acabó con la misma polaridad que antes del colapso, tuvieran ningún efecto biológico.

Le sonrió a Krieger, quien, advirtió Mary, todavía parecía perdido en sus propios pensamientos.

—No se preocupe —dijo Louise—. Estoy segura de que saldremos bien de ésta.

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