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Louise Benoit tenía razón: Jock Krieger podía tirar de cualquier hilo imaginable. La idea de que una de sus investigadoras del Grupo Sinergia se pasara más de una semana hurgando en el cerebro de un neanderthal atrajo enormemente, y Mary se encontró con que todos los posibles obstáculos de hacer un viaje con Ponter desaparecían. y Jock había estado de acuerdo en que, cuanto más tiempo estuviera Ponter en este mundo, más tiempo tendrían para convencer a los neanderthales de que no cerraran el portal.

Mary había decidido ir con Ponter en coche a Washington D.C.

Parecía más sencillo que tener que pasar por los aeropuertos y todas las medidas de seguridad. Además, le daría la oportunidad de enseñarle a Ponter algunos paisajes por el camino.

Alquiló una furgoneta Ford Windstar plateada con las ventanillas tintadas, lo cual impedía a la gente ver quién era el pasajero. Fueron primero a Filadelfia, con un vehículo de escolta sin identificar siguiéndolos discretamente. Mary y Ponter… vieron Independence Hall y la Campana de la Libertad, y tomaron bocadillos de carne Philly en Pat's; a pesar del queso, Ponter se comió tres… bueno, Mary iba a decir «de una sentada», pero sólo había sitio para estar de pie en Pat's, y comieron fuera. Mary se sentía un poco extraña explicándole a Ponter la historia estadounidense, pero sospechaba que lo estaba haciendo mejor de lo que lo hubiera hecho un americano si le hubiera explicado la historia canadiense.

Ponter estaba casi por completo recuperado de su trauma: no sólo parecía tan fuerte como un buey, sino que tenía la constitución de un buey también. Resultaba adecuado, pensó Mary, con una sonrisa: después de todo, estaban visitando el país que tenía la Constitución más fuerte del mundo…


La embajadora Tukana Prat salió al amplio estrado semicircular, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. La siguieron un neanderthal y luego otro, y otro, y otro más, hasta que diez miembros de su raza se situaron tras ella. Se aproximó al atril y se inclinó hacia el micrófono.

—Damas y caballeros de las Naciones Unidas —dijo—. Es un placer para mí presentarles a nuestra nueva delegación en su Tierra. A pesar de las desafortunadas circunstancias de mi última visita, todos venimos en son de paz y amistad, con los brazos abiertos. No sólo yo, no sólo una funcionaria del Gobierno, sino diez de nuestras personas mejores y más brillantes. No tenían por qué venir: cada uno de ellos decidió hacer el viaje. Están aquí porque creen en el ideal del libre intercambio cultural. Sabemos que ustedes esperan un… creo que emplean la expresión «esto-por-aquello»: ustedes nos dan algo, nosotros les damos algo a cambio. Pero esta apertura de contacto entre dos mundos no debería ser territorio de economistas ni hombres de negocios y, desde luego, no de los guerreros. No, Un intercambio semejante es el terreno natural de idealistas y soñadores, de aquellos que tienen los objetivos más elevados… los que tienen objetivos humanitarios. — Tukana sonrió a la multitud—. Éste es ya uno de los discursos más largos de mi carrera, y por eso, sin más preámbulos, déjenme presentarles a nuestros delegados.

Se dio la vuelta y señaló al primero de los diez neanderthales que tenía detrás, un hombre tremendamente anciano, con ojos azules mecánicos brillando bajo su entrecejo.

—Éste es Lonwis Trob, nuestro más grande inventor —dijo Tukana—. Desarrolló el implante Acompañante y las tecnologías de grabación de coartadas que han hecho de nuestro mundo un lugar seguro día y noche para todos sus habitantes. Los… lo que ustedes llamarían «patentes», los derechos de propiedad intelectual de estos inventos, son suyas, y viene a compartirlos libremente.

Hubo un murmullo de asombro en la multitud. Empezó a sonar música por los altavoces de la Asamblea General, música trepidante, música sorprendente, música neanderthal.

—Y ésta —dijo Tukana, indicando a la siguiente en la fila; al estilo neanderthal, iba de derecha a izquierda— es Borl Kadas, nuestra principal genetista.

Una hembra mayor, una 138, avanzó.

—He oído hablar aquí de patentar el genoma humano —continuó Tukana—. Bueno, la sabia Kadas dirigió nuestro equivalente a su proyecto Genoma Humano, hace unas cinco décadas. Viene aquí dispuesta a compartir libremente esa investigación, y todos los beneficios que hemos obtenido de ella.

Tukana advirtió las bocas abiertas de muchos de los delegados.

—Y éste —dijo, indicando a un grueso varón— es Dor Farrer, poeta laureado de la provincia de Bontar, ampliamente reconocido como nuestro más grande escritor vivo. Trae consigo archivos informáticos de todas las grandes obras de poesía, ficción y ensayo, narraciones y cuentos creados en el pasado por nuestro pueblo, y contribuirá a la traducción a sus muchas lenguas.

Farrer saludó entusiasta a los delegados. La música se enriquecía a medida que se incorporaban instrumentos.

—Junto a él está Derba Jonk. Es nuestra principal especialista en el uso de la tecnología de células madre para clonar de manera selectiva partes corporales. Tenemos entendido que están ustedes comenzando a investigar en esta área; nosotros llevamos haciéndolo cuatro generaciones, cuatro décadas, y la sabia Jonk ayudará con sumo gusto a sus doctores a dar ese salto adelante.

Muchos de los delegados dejaron escapar exclamaciones de asombro.

—Y junto a ella —dijo Tukana— está Kobast Gant, nuestro principal experto en inteligencia artificial. Aquellos de ustedes que han hablado con Ponter Boddit o conmigo misma ya conocen el trabajo del sabio Gant: ha programado nuestros Acompañantes inteligentes. También él viene a compartir libremente sus conocimientos con su mundo.

Incluso el secretario general murmuraba apreciativamente. Tambores cubo se habían unido a la música, resonando como corazones henchidos de orgullo.

—Y junto al sabio Gant está Jalsk Lalplun, quien tiene la distinción de ser actualmente el ser humano más rápido que existe… creo que en cualquier universo. Lo medimos ayer: puede correr una de sus millas en tres minutos once segundos. Jalsk los hará partícipes de su entrenamiento atlético.

La sonrisa de Jalsk iba de oreja a oreja. La música aumentaba de ritmo y cadencia.

—Junto a Jalsk se encuentra Rabba Habrorn. Es una de nuestras principales mentes legales… la principal intérprete moderna de nuestro Código de la Civilización. Muchos de ustedes se han preguntado por nuestra capacidad para tener moral y ética sin recurrir a un ser superior. La adjudicadora Habrorn responderá encantada a todas sus preguntas acerca de ese tema.

Un trío de cuernos de hielo se había unido a la orquesta. Habrorn inclinó la cabeza con gran dignidad. A pesar de las reglas de la Asamblea, varios delegados habían sacado el teléfono móvil y estaban haciendo llamadas, presumiblemente a sus jefes de Estado.

—Junto a ella —dijo Tukana— se encuentra Drade Klimilk, jefe de nuestra Academia de Filosofía. No se dejen engañar por su pelo castaño: está considerado uno de los pensadores más sabios y reflexivos de nuestro mundo. Entre él y la adjudicadora Habrorn lo aprenderán todo sobre nuestro modo de pensar.

Klimilk habló, con voz profunda y fuerte.

—Será un placer.

La sinfonía repitió un movimiento anterior, pero a más volumen, con más sentimiento.

—Junto al sabio Klimilk se encuentra Krik Donalt, una de nuestras principales compositoras de música. Es su pieza llamada Dos se Convierten en Uno lo que están escuchando ustedes ahora.

Donalt hizo una reverencia.

—Y por último, aunque, como dicen ustedes, no menos importante, les presento a Dapbur Kajak, que algunos de ustedes ya conocen. Ella inventó los sistemas de láseres sintonizables que hacen posible la descontaminación de viajeros entre nuestros dos mundos. La sabia Kajak compartirá todo lo que sabe sobre desinfección de humanos, y sobre física láser de cascadas cuánticas.

La música llegó a un crescendo, tambores-cubo, cuernos de hielo, geodas de percusión y demás, todo en perfecta armonía.

—Los diez —continuó Tukana—, científicos e ingenieros, filósofos y artistas, atletas y eruditos, vienen aquí libremente a compartir con ustedes todo lo que saben sobre sus especialidades. —Miró a la Asamblea General—. Hagamos que esto funcione, amigos. Establezcamos una relación entre nuestros mundos que beneficie a todos, una relación basada en la paz. El pasado es pasado; nuestro negocio ahora es el futuro. Hagamos que sea lo más positivo posible para todos nosotros.

A Tukana Prat le pareció que fue uno de los delegados austríacos, quien primero empezó a batir palmas, pero fue seguido casi inmediatamente por docenas, por centenares de personas, y pronto todos los delegados se pusieron en pie, para expresar su entusiasmo con aplausos y vivas.

«¿Incompetente? —pensó Tukana, sonriendo a la multitud, entusiasmada con lo que había iniciado allí ese día— Incompetente, mi culo peludo…»

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