Prefacio: Anton

Sé dónde se encuentra el camino a las estrellas. La puerta se abrió una vez, hace mucho tiempo y en un lugar lejano e improbable. Y luego se cerró. Ésta es la historia de cómo se abrió y de cómo se cerró y, tal vez, de lo que dependió de ella.

Verán, Sharon Nagy era física y Tom Schwoerin era cliólogo. Eso era el meollo del negocio entonces. Eso era el principio y el final y la mayor parte de lo que sucedía entre uno y otro.

O tal vez no lo vean, pues ver no es fácil. Las pautas de asentamientos medievales y la teoría de branas múltiples parecen a mundos de distancia. De hecho, están en mundos distintos, tangentes sólo en aquel pequeño apartamento de Filadelfia que Tom y Sharon compartían. Pero tan apretujados no pudieron evitar aprender cada cual un poco del trabajo del otro, y ése fue el fulcro sobre el que movieron el mundo.

Pero mi intervención en el asunto fue insignificante, y tal vez sea mejor dejar que la historia se cuente sola.

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