XXIV

El punto del atajo empezó a expandirse, al principio como un alfilerazo violeta de radiación Soderstrom, y luego como un creciente anillo violeta. Lo primero que apareció fue una de las boyas gravitatorias construidas a toda prisa en Starplex, y luego otra, y otra. Se lanzaron a través del cielo como balas. Habían estado tirando del bebé darmat, pero como habían pasado por el atajo antes que él, quedaron desconectados de su masa y por tanto salieron despedidos hacia delante. Sin embargo, pronto el bulto del bebé darmat empezó a pasar, sobresaliendo a través del anillo púrpura en el cielo.

En el puente de Starplex Thorald Magnor dejó escapar un grito de victoria al que hicieron eco cientos más en toda la nave, ya que todo el mundo estaba viendo el espectáculo bien a través de las ventanas o por alguna pantalla.

Ojo de Gato y una docena de otros darmats adultos se acercaron al atajo, llamando al bebé. A través de los altavoces del puente PHANTOM emitió una traducción de lo que Ojo de Gato estaba diciendo, pero faltaban muchas de las palabras; el líder de los darmats no estaba limitando su vocabulario a los pocos cientos de palabras que Rissa y Hek habían aprendido.

—Adelante… adelante… hacia… estás… nosotros… ven… corras… no… adelante… adelante…

Rombo estaba usando la roseta de sensores del puente uno para vigilar la travesía del bebé, que de momento aún no había transmitido una palabra, al menos en cualquiera de las frecuencias cercanas a la banda de veintiún centímetros.

Lianne Karendaughter movía la cabeza.

—No se mueve por voluntad propia —dijo—. Debe estar muerto.

Keith rechinó los dientes. Si estaba muerto, todo esto sería para nada.

—Es posible —dijo al fin, intentando convencerse a sí mismo tanto como a Lianne— que un solo darmat no pueda moverse por sí mismo. Podrían necesitar usar la atracción y repulsión gravitatoria de los demás. El bebé podría no haber salido lo suficiente para eso.

—Adelante —dijo Ojo de Gato—. Adelante… ven… tú… adelante.

Keith nunca había oído a nadie intentar frenar el pasaje a través de un atajo antes; había una sensación tácita de que uno debía apresurarse a través, de que demorarse sería tentar al destino, por si la magia fallaba.

Finalmente el bebé completó la travesía. El atajo se colapso aunque, momentos más tarde, se abrió ligeramente cuando varias boyas antigrav pasaron desde el otro lado.

La cría darmat se estaba alejando del atajo, pero sólo por inercia. Aún no se había…

—Dónde… dónde…

Era una voz con acento francés pero, en un acceso de rara creatividad, PHANTOM había elegido tonos infantiles para esta traducción.

—Casa… vuelto…

Thor soltó otro resonante grito de triunfo.

—¡Está vivo!

Keith notó que sus ojos se humedecían. Lianne lloraba abiertamente.

—¡Está vivo! —gritó Thor otra vez.

El bebé darmat, finalmente, empezó a moverse, dirigiéndose hacia Ojo de Gato y los demás.

Los altavoces cambiaron a la voz que PHANTOM había asignado a Ojo de Gato.

—Ojo de Gato a Starplex —dijo.

Keith activó su micro.

—Aquí Starplex —dijo.

Ojo de Gato guardó silencio durante más tiempo del que requería el viaje de la señal, como si estuviera buscando un modo de expresar lo que quería decir usando el limitado vocabulario disponible. Finalmente dijo, con sencillez:

—Somos amigos.

Keith sonrió de oreja a oreja.

—Sí —dijo—. Somos amigos.

—La visión del niño está dañada —dijo Ojo de Gato—. Será… igual a uno otra vez, pero tiempo hace falta. Tiempo, y ausencia de luz. Estrella verde es brillante; no aquí cuando el niño se fue.

Keith asintió.

—Podemos construir otro escudo, para proteger al niño de la luz de la estrella verde.

—Más —dijo Ojo de Gato—. Vosotros.

Keith quedó confuso un momento.

—Oh, por supuesto. Lianne, apaga todas nuestras luces de posición, y después de avisar a la gente, apaga las luces de todas las habitaciones con ventanas. Si quieren volver a encender las luces, diles que antes bajen las persianas.

La hermosa cara de Lianne mostraba una amplia sonrisa.

—Ejecutando.

Starplex quedó a oscuras, y la comunidad de darmats se movió hacia la gran nave y su recién recuperado hijo.

La Rum Runner asomó por el atajo, seguida momentos después por la PDQ. Las comunicaciones por radio pronto aseguraron a sus tripulaciones que Starplex estaba bien, y las naves fueron hacia los muelles de atraque. En cuanto la Rum Runner estuvo sana y salva a bordo, Jag fue hacia el puente.

Keith estaba todavía hablando con Ojo de Gato cuando Jag entró en el puente. El director se volvió hacia el waldahud.

—Gracias, Jag. Muchas gracias.

Jag asintió, aceptando el comentario.

La voz de Ojo de Gato salió por los altavoces.

—Nosotros a vosotros un incorrecto —dijo.

Una injusticia, pensó Keith. Cometieron una injusticia con nosotros.

—Vosotros hacia punto que no es punto tuvisteis que mover a velocidad alta.

—Oh, no fue tan malo —dijo Keith, siempre diplomático, al micro—. Gracias a eso pudimos ver nuestro grupo de cientos de millones de estrellas.

—Llamamos a un grupo tal una —PHANTOM tradujo la nueva señal— galaxia.

—¿Tenéis una palabra para galaxia? —dijo Keith, sorprendido.

—Correcto. Muchas estrellas, aisladas.

—Eso es —dijo Keith—. Bueno, el atajo nos llevó a seis mil millones de años luz de aquí. Eso quiere decir que veíamos nuestra galaxia como era hace seis mil años.

—Entender mirar atrás.

—¿De verdad?

—Verdad.

Keith estaba impresionado.

—Bueno, fue fascinante. Hace seis mil millones de años, la galaxia no tenía su forma actual. Hum, imagino que esto no lo sabéis, pero ahora tiene forma espiral —una luz destelló en la consola de Keith; PHANTOM le avisaba de que acababa de usar una palabra para la que no había equivalente darmat en la base de datos de traducción. Keith asintió hacia las cámaras de PHANTOM—. Una espiral —dijo al micro— es, es… —buscó una metáfora que fuera significativa; términos como «molinillo» no transmitirían información al darmat—. Una espiral es…

PHANTOM aportó una definición en una de las pantallas de Keith. La leyó al micro.

—Una espiral es la trayectoria que traza un objeto que gira alrededor de un punto central a la vez que se aleja de ese punto a velocidad constante.

—Entender espiral.

—Bien, la Vía Láctea es una espiral, con cuatro —quería decir «brazos», pero de nuevo era una palabra inútil— partes principales.

—Sabemos esto.

—¿Lo sabéis?

—Hicimos.

Keith miró a Jag, que movió sus hombros inferiores arriba y abajo. ¿Qué querría decir el darmat? ¿Que le habían hecho aprender ese hecho en algún equivalente de materia oscura de la escuela?

—¿Hicimos? —repitió Keith.

—Antes normal, ahora… ahora… no palabra —dijo el darmat.

Lianne habló.

—Ahora bonita —dijo—. Apuesto a que ésa es la palabra que está buscando.

—¿Al mirarla, uno más uno más que dos? —preguntó Keith al micro.

—Más que. Más que suma de sus partes. Espiral es…

—Es bonita —dijo Keith—. Más que la suma de sus partes, visualmente.

—Sí —dijo Ojo de Gato—. Bonita. Espiral. Bonita.

Keith asintió. No había duda de que las galaxias espirales eran más interesantes de mirar que las elípticas. A Keith le complació que humanos y darmats compartieran aparentemente algunas nociones de estética también. No era demasiado sorprendente, teniendo en cuenta que muchos principios artísticos estaban basados en las matemáticas.

—Sí —dijo Keith—. Las espirales son muy bonitas.

—Por eso hacemos ellas —dijo la voz sintetizada por los altavoces.

Keith sintió su corazón saltar en su pecho, y vio a Jag extender por reflejo sus dieciséis dedos, el equivalente waldahud a un sobresalto.

—¿Las hacéis? —dijo Keith.

—Afirmo. Mover estrellas, tirones pequeños, tarda mucho tiempo. Mover estrellas en nuevos dibujos, trabajar para aguantarlas ahí.

—¿Convertisteis nuestra galaxia en una espiral?

—¿Quién si no?

Quién si no, en verdad…

—Es increíble.

Jag se estaba levantando de su asiento.

—No, tiene sentido —dijo el waldahud—. Por todos los dioses, tiene sentido. Dije que no había una buena teoría que explicara por qué las galaxias adquirían o mantenían formas espirales. Que fueran dispuestas así deliberadamente por materia oscura consciente… Es inconcebible, pero tiene sentido.

Keith desconectó el micro.

—Pero… ¿Pero qué pasa con las otras galaxias? Dijo usted que las tres cuartas partes de todas las galaxias son espirales.

Jag encogió los cuatro hombros.

—Pregúntele.

—¿Convertisteis muchas galaxias en espirales?

—No nosotros. Otros.

—Quiero decir, ¿otros de vuestra especie convirtieron muchas galaxias en espirales?

—Sí.

—¿Pero por qué?

—Tenemos que mirarlas. Hacemos bonitas. Hacemos… hacemos… una cosa para expresiones no matemáticas.

—Arte —dijo Keith.

—Arte, sí —dijo Ojo de Gato.

Fuera de su silla, Jag se dejó caer sobre cuatro patas, la primera vez que Keith le veía hacerlo.

—Dioses —ladró, con un hilo de voz—. Dioses.

—Bueno, ciertamente llena ese agujero teórico del que hablaba —dijo Keith—. Incluso explica eso que mencionó acerca de las galaxias viejas girando más deprisa de lo que la teoría sugiere. Las estaban obligando a girar, para que pudieran generar brazos espirales.

—No, no, no —ladró Jag—. No, ¿no lo entiende? ¿No lo ve? No es sólo la explicación de un punto esotérico en la formación de galaxias. Se lo debemos todo, ¡todo! —El waldahud se agarró a una de las patas de metal de la consola de Keith y se alzó de nuevo sobre dos patas—. Se lo dije antes: sería casi imposible para las moléculas genéticas estables existir en una masa de estrellas densa, por los niveles de radiación. Únicamente porque nuestros mundos existen lejos del núcleo, en los brazos espirales, pudo originarse vida en ellos. Existimos, toda la vida hecha de lo que llamamos con arrogancia «materia normal», todo existe simplemente porque las criaturas de materia oscura estaban jugando con las estrellas, disponiéndolas en dibujos bonitos.

Thor se había dado la vuelta para mirar a Jag.

—Pero… Pero las mayores galaxias del universo son elípticas, no espirales.

Jag levantó sus hombros superiores.

—Cierto. Pero quizá modificarlas sea demasiado costoso, o se tarde demasiado tiempo. Incluso con comunicaciones más rápidas que la luz, con «radio-dos», se tardaría decenas de miles de años para que una señal pasara de un extremo de una galaxia elíptica al otro. Quizá sea demasiado para un trabajo en equipo. Pero para galaxias medianas como la nuestra o Andrómeda, bueno, cada artista prefiere una escala, ¿no? Un tamaño de lienzo favorito, o preferencia por historias cortas o novelas. Las galaxias medianas son el medio, y… y nosotros somos el mensaje.

Thor asentía.

—Jesús, tiene razón —miró a Keith—. ¿Recuerda lo que Ojo de Gato dijo cuando le preguntó por qué había tratado de matarnos? «Haceros. No haceros.» Mi padre también lo decía, cuando estaba enfadado: «Te traje a este mundo, chico, y te puedo sacar de él». Lo saben; los darmats saben que su actividad es lo que ha hecho posible nuestro tipo de vida.

Jag estaba perdiendo el equilibrio de nuevo. Finalmente se rindió y se dejó caer sobre las cuatro patas traseras; parecía un centauro achaparrado.

—Vaya un golpe para el ego —dijo—. Uno de los mayores. Antes, cada una de las especies de la Commonwealth había pensado que su mundo era el centro del universo. Pero, por supuesto, no lo éramos. Luego dedujimos que la materia oscura debía existir, y, en cierto sentido, eso fue aún más humillante. ¡Quería decir que no sólo no éramos el centro del universo, sino que ni siquiera estábamos hechos de lo que estaba hecha la mayoría del universo! Somos la espuma de la superficie de un estanque, atreviéndonos a pensar que somos más importantes que toda el agua del estanque.

»¡Y ahora esto! —su pelaje danzaba—. ¿Recuerdan lo que dijo Ojo de Gato cuando le preguntaron cuánto tiempo hacía que había surgido la vida de materia oscura? «Desde el principio de todas las estrellas combinadas», dijo. «Desde el principio del Universo.»

Keith asintió.

—Dijo que tenían que existir desde hace tanto. ¡Tenían! —el pelaje de Jag ondulaba—. Pensé que sólo era una postura filosófica, pero tenía razón, por supuesto. La vida tenía que existir desde el principio de este universo, o tan cerca del principio como fuera físicamente posible.

Keith miró fijamente a Jag.

—No lo entiendo.

—¡Somos unos idiotas arrogantes! —dijo Jag—. ¿No lo ve? Hasta hoy, a pesar de todas las lecciones de humildad que el universo nos ha enseñado, aún intentamos adoptar un papel central en la creación. Creamos teorías cosmológicas que dicen que el universo estaba destinado a crearnos, que tenía que hacer evolucionar vida como la nuestra. Los humanos lo llaman el principio antrópico, mi gente lo llama el principio aj-waldahudingralt, pero todo es lo mismo: la arraigada, desesperada necesidad de creer que somos significativos, que somos importantes.

»En física cuántica hablamos del gato de Schrödinger o del kestoor de Teg; la idea es que todo son potencialidades, sólo frentes de ondas, sin resolver, hasta que uno de nosotros, importantes observadores, aparece, echa una miradita, y por el hecho de mirar, provoca el colapso del frente de ondas. Nos permitimos pensar que así funciona el universo, incluso aunque sabemos perfectamente bien que el universo tiene muchos miles de millones de años y que ninguna de nuestras especies alcanza el millón.

»Sí —ladró Jag—, la física cuántica quiere observadores cualificados. Sí, es necesaria la inteligencia para determinar qué posibilidad se convierte en realidad. ¡Pero en nuestra arrogancia pensamos que el universo podía funcionar durante quince mil millones de años sin nosotros, y aun así que estaba predispuesto de algún modo para darnos origen! ¡Qué soberbia! Los observadores inteligentes no somos nosotros, seres diminutos aislados en un puñado de mundos en toda la vastedad del espacio. Los observadores inteligentes son las criaturas de materia oscura. Han estado convirtiendo galaxias en espirales durante miles y miles de millones de años. Es su intelecto, sus observaciones, su consciencia, lo que impulsa al universo, lo que otorga realidad concreta a las potencialidades cuánticas. Nosotros no somos nada, ¡nada!, aparte de un fenómeno local reciente, una mancha de moho en un universo que ni nos necesita ni le importa que existamos. Ojo de Gato tenía toda la razón al decir que éramos insignificantes. Este es su universo, el universo de los darmats. ¡Lo crearon, y nos crearon también a nosotros!

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