Todo escritor de ciencia ficción debería tener la suerte de contar con un buen amigo que sea a la vez doctor en Físicas y abogado especializado en propiedad intelectual. Gracias, Ari, por ayudarme a lanzar el Argo en su vuelo relativista, por averiguar los puntos de Lagrange para el sistema Quintaglio por diseñar la estructura química de una nueva forma de materia, y por representar a la acusación en un juicio a un extraterrestre.