28 NIMROD

Las noches en los Gallimaufries habían sido oscuras, pero al menos siempre había unas cuantas luces. Y siempre había ruidos... a menudo demasiados. Nada había preparado a Chan para la oscuridad silenciosa y envolvente del bosque abisal de Travancore. Un segundo después de haber hablado, la voz de Leah desapareció. Su realidad se había fundido en una negrura sin eco. Chan aguardó desesperadamente otro sonido, otra chispa de luz.

Por fin, la amable voz regresó, tan cerca que parecía como si pudiera estirar la mano y tocarla.

—¿Chan?

—¿Quién eres.., qué eres? —su propia voz le sonaba remota, como si no fuera generada por su cuerpo.

—Relájate. Quédate quieto. Hay algo que no puede explicarse. Sólo puede experimentarse. No te resistas.

Hubo un roce, a sólo unos centímetros de distancia. Algo le tocó el brazo y después se movió hacia su pecho. El se tensó e intentó escapar.

—No tengas miedo.

Las palabras sonaban junto a su cara. Sintió el calor en su mejilla y en su cuello. Algo, seguramente una mano humana, se había posado en su estómago. Le estaban quitando la ropa.

Chan se resistió. Podría gritar... pero ¿de qué serviría? Si alguno de los otros miembros del equipo pudiera ayudarle, ya le estarían llamando, preguntándole dónde estaba. El bosque a su alrededor estaba tan quieto como una tumba.

Su cuerpo quedó completamente desnudo e indefenso. El mismo suave roce se repitió en su pecho, y entonces se movió hacia abajo. Hubo una risita en la oscuridad, sobre él.

—¿Cuántas veces habré soñado con esto?

Unos labios suaves besaban el pecho de Chan. Unos dedos recorrieron suavemente su torso y lentamente se dirigieron a su abdomen. Se sintió muerto de miedo, febril hasta la médula. La caricia se hizo más íntima. Le parecía imposible que en semejante circunstancia pudiera sentirse excitado, cualquiera que fuera el estímulo, pero estaba sucediendo.

En la total oscuridad, el súcubo que había sobre él acercó su cuerpo. Chan sintió la carne desnuda apretarse contra él. No podía moverse, ni para resistirse ni para alentar el abrazo. En el aire había una fragancia leve y agradable. Sintió un aliento urgente junto a su cuello, y un calor en aumento en el cuerpo que se movía encima de él.

—Relájate —dijo la voz de Leah—. Todo va bien, Chan. No te resistas.

Más allá de cualquier control consciente, su propio cuerpo respondía a la urgencia. Su silenciosa compañera se apretaba más contra él, arrastrándole irresistiblemente hacia el clímax. Los susurros se hicieron más profundos. Chan tembló, alzándose contra la presencia invisible.

El momento crítico llegó. Su compañera gimió, doblada contra él y gritó:

¡AHORA!

Hubo un rugido en la oscuridad, y un aleteo de alas invisibles. Chan, en el momento justo del éxtasis, fue inundado por una garra presionante de cuerpos diminutos que le cubrieron los ojos y los oídos. Bloquearon su boca por completo y Chan, todavía alzándose en el clímax, no pudo respirar.

Se ahogaba.

Se revolvió y gruñó, sintiendo la agonía de las asfixia. Se sacudió, intentando conseguir aire. Morir. Morir en Travancore.

Y entonces, de repente, pudo volver a respirar... aunque su nariz y su boca continuaban cubiertas.

Pudo ver. Pero no con sus propios ojos.

Pudo oír. Pero no con sus oídos.

Chan había abandonado su cuerpo, había sido arrastrado a una tierra de noidentidad. Oyó la canción ultrasónica de las criaturas de la jungla que enviaban sus mensajes en frecuencias inalcanzables por los sentidos humanos. Estudió las emisiones termales infrarrojas del suelo del bosque, observando los finos regueros oscuros que indicaban la existencia de agua bajo la superficie. Pudo ver también la brillante silueta termal de dos humanos, el más pequeño arrodillado sobre el otro... Estaba lleno de sensaciones múltiples... el suave suelo en su espalda, el excitante contacto de un cuerpo (el cuerpo de Chan) contra él. Cercanía. Calor del contacto.

AHORA ESTÁS CON NOSOTROS dijo una voz en su interior. AHORA COMPRENDERÁS. NO ESCUCHES... SIENTE POR NOSOTROS.

Durante unos momentos hubo una emisión de datos intolerable. Chan se ahogaba en el torrente de emociones y recuerdos. Después la corriente de datos se calmó y se aclaró. Nadaba en medio de una conciencia única, pero al mismo tiempo podía sentir presencias individuales en su interior. Había un Ángel, que le observaba fríamente y le sonreía con la mente (y no era el Ángel que Chan conocía). Había un Remiendo que servía como conducto central de todo el grupo. No era Shikari. La gran forma de un Tubo-Rilla se encontraba junto a su cabeza. Pudo sentir el calor y la amabilidad. Pero no era S'greela.

Y estaba Leah.

Era Leah. Cualesquiera ilusiones que pudiera crear una Criatura de Morgan en una mente humana, estaba seguro de que no podía hacer esto. La mente que tocaba estaba llena de aquellos recuerdos que solamente Leah y él compartían. Podía verla, todavía sobre su cuerpo, sonriéndole. Estaba desnuda... y la veía a través de los sensores infrarrojos del Ángel.

Los componentes del Remiendo se reagruparon, liberándolos. Leah se dejó caer y entonces le cogió la mano y le ayudó a sentarse. Le sonreía amorosamente. Cuando le besó en la boca Chan sintió una nueva corriente de múltiples placeres... de él, de ella, de todos los otros miembros del grupo.


Imagen.

La Criatura de Morgan se preparó para destruirlo todo. Las armas brillaban dispuestas a liberar energía, y el aire tembló con los campos de defensa electromagnéticos. La ionización rodeó la ancha frente y las alas con una nube azul violeta.

Evaluación.

La Mentalidad, tranquilamente, formuló y revisó una docena de opciones. Evaluó la estructura lógica completa de la Criatura de Morgan, junto con las habilidades separadas y combinadas del grupo perseguidor.

Selección y aplicación.

La opción preferida fue escogida. Un tono alto y puro emergió de la caja de comunicaciones de la sección media del Ángel. Al mismo tiempo, una segunda nota, precisamente emplazada en tono, fase y volumen, surgió de S'glya con un grito una octava más alto. En una fracción de segundo, los paneles alados de la Criatura de Morgan empezaron a vibrar.

Comentario.

(RESONANCIAS EN CIRCUITOS DE CONTROL INORGÁNICOS. DEFICIENCIA EN EL DISEÑO. VULNERABILIDAD A EFECTOS ACÚSTICOS/ELECTROMAGNÉTICOS. NO HAY NIVEL DE SEGURIDAD. SOBRECARGA Y DESCONEXIÓN TEMPORAL.)

Imagen.

La criatura empezó a temblar. Un sonido quebradizo emergió de la cavidad corporal, seguido de una serie de extrañas sacudidas. Hubo una serie de agonizantes retorcimientos de las alas. SOBRECARGA TEMPORAL, dijo la voz. Con una última sacudida, la estructura de la Criatura se cerró en una posición deforme. Cayó flotando silenciosamente hacia el suelo.

Una docena de componentes del Remiendo salieron volando de inmediato y entraron en la cavidad corporal de la Criatura.

Comentario.

(NINGÚN DAÑO PERMANENTE. AHORA ES EL MOMENTO DE INMOVILIZARLA PARA HACER ANÁLISIS MÁS SISTEMÁTICOS DE LOS PROCESOS MENTALES DE LA CRIATURA.)

Imagen.

La crisis había acabado. Los miembros del equipo perseguidor se acercaron a la forma inmovilizada de la Criatura de Morgan. Todos los sensores externos habían sido reducidos a los niveles más bajos. Era el momento de preguntarse, el momento de que la Mentalidad mirara en su interior y aprendiera más acerca de su propia naturaleza y su función. El grupo permaneció inmóvil.

Comentario.

(NOS CONVERTIMOS EN NIMROD. FUE EL NOMBRE QUE ELEGIMOS. SOMOS NIMROD. ES TODO LO QUE PUEDE DARSE A ALGUIEN QUE NO ES UNA UNIÓN. RUPTURA.)

Se acabó. Chan sintió la conciencia de lo que le rodeaba volver lentamente a su mente. El trasvase de información había sido tan intenso y tan breve como un rayo. Él y Leah permanecían juntos aún, con los labios de ella besando sus mejillas. Tomó aire y miró a su alrededor. Nada. El bosque continuaba oscuro. Un resto de lo que había visto a través de los sensores del Ángel le dijo dónde habían estado los otros miembros. Hubo un breve revoloteo de alas diminutas y una vez más se encontró en la oscuridad, solo con Leah.

Chan suspiró. Yacía en el suelo húmedo, con Leah a su lado. Sentía su cerebro dolorido y confuso, con la agonía familiar de una mala sesión en el Estimulador Tolkov. Durante unos cuantos minutos permaneció allí en silencio, contento de sentir pero sin pensar.

—Chan. —La voz de Leah le susurraba de nuevo al oído. Se había dado la vuelta y se tocaban mutuamente desde el pecho a los muslos—. Sé lo terrible que ha sido para ti. Pero no te habrías fusionado por propia voluntad. La única forma que conocíamos era tomarte cuando tus emociones fueran más intensas. Quiero que sepas que lamento que tuviera que suceder de esa manera.

Chan suspiró y no dijo nada.

—Lo siento, Chan. Si te sientes traicionado, te prometo que no volveré a utilizar el amor de esa manera. Por favor, no te sientas utilizado... solamente queríamos que formaras parte rápidamente de una unión parcial.

—¿Quién eres? —preguntó Chan hoscamente.

—¿Yo? —la voz en la oscuridad parecía sorprendida—. Soy Leah.

—Ya no. Eres Nimrod. ¿Qué le sucedió a la Leah que conocía?

—Ah —hubo un suspiro de comprensión—. Nimrod, sí. Pero de verdad que soy Leah, Chan. No soy menos Leah que antes. Soy más. Ahora también soy parte de Nimrod.

—Mi Leah ya no existe.

—¡Tonterías! —la voz de Leah perdió buena parte de su paciencia—. ¿De qué hablas? Soy yo. La misma Leah de siempre.

Golpeó su pecho con la mano abierta y él dio un respingo ante el golpe inesperado.

—¿He desaparecido? —continuó, inclinándose sobre él—. ¿Crees que soy alguna especie de ilusión? ¿Sólo una parte de algo más? Pues entonces estás completamente equivocado. Parece que imaginas que sólo soy como una célula en tu cuerpo, sin existencia propia separada. No lo soy. Todavía pienso, respiro, río y amo. Métete esto en la cabeza, Chan Dalton. Cuando te toqué hoy por primera vez, era yo, no Nimrod —volvió a golpear el pecho—. Tienes serrín en la cabeza. ¿Te sentiste menos tú cuando estuviste fusionado?

Chan meneó lentamente la cabeza en la oscuridad. Era Leah quien estaba junto a él, de eso no cabía duda. Le golpeaba igual que en los viejos tiempos.

—Menos no. Diferente.

—Diferente, y más —ella se incorporó—. Recuerda esto, Chan. Te amo, y sigo siendo todo lo que era. Hay otra cosa que tienes que saber. Los humanos somos el elemento más difícil. Somos el factor que crea el ritmo en todo. Así que cuando suceda, relájate. Ahora estás a medio camino gracias a lo que ha sucedido aquí.

—¿A medio camino de dónde?

—Ya lo verás. Todo fue necesario —hubo un último beso en su mejilla—. Y fue divertido también. Tan bueno como lo había soñado.

Chan oyó alejarse unos pasos en la suave alfombra del bosque. Antes de que pudiera moverse, una luz se acercó, ondulando entre las enredaderas. Era S'greela. La Tubo-Rilla se movía con rapidez, transportando al Ángel entre dos de sus brazos. La oscura nube de Shikari venía detrás.

—¿Estás bien? —preguntó la Tubo-Rilla.

Chan estuvo a punto de replicar. Aparentemente, el hecho de que estuviera arañado, mojado, con los ojos desencajados y casi desnudo era un hecho indiferente para los otros. Pero entonces advirtió algo nuevo: una instrucción que Nimrod había deslizado en su mente, junto con el flujo de información. La orden estaba allí, una bomba de tiempo a punto de explotar. Y era la pieza necesaria. Sabía lo que tenía que hacer.

Se tumbó y esperó, mientras Shikari los envolvía y los conectaba. Chan examinó su interior, en busca de la primera sacudida de interacción. Ahí estaba. Los otros estaban listos, lo habían estado desde hacía mucho tiempo. Leah tenía razón. Los humanos eran el elemento más difícil. En el momento adecuado, Chan cerró los ojos. Y abrió la mente.

Contacto... poderoso e inmediato. Chan sintió como si una corriente eléctrica surcara todas y cada una de las células de su cuerpo. Notó una oleada de placer y satisfacción. Era la sensación que había experimentado algunas noches cuando el equipo perseguidor se sentaba junto, amplificada un millón de veces.

Su mente se reorientó, mezclada con las otras tres, para crear una mentalidad colectiva total. El primer contacto estaba completo.

La transmisión de datos no requirió mucho tiempo. Los contenidos de los archivos primarios, secundarios y terciarios que habían pasado de Nimrod a Chan ocuparon la nueva mentalidad por menos de veinte segundos. Al final, la Mentalidad sabía tanto como Nimrod acerca de su propio origen y naturaleza.

La corriente de datos cuaternarios era la más pequeña en volumen. Nimrod la había etiquetado como digna de atención especial. La mentalidad la almacenó en los bancos de datos del Ángel y empezó a revisarlos. La corriente de datos era un registro completo de las primeras horas siguientes a la formación de Nimrod. Completa, con los análisis de situación de Nimrod, fue percibida por la nueva mentalidad como un flujo de múltiples canales, una mezcla de hechos, conjeturas y conclusiones.


SITUACIÓN.

El equipo Alfa, lleno de excitación y temor ante el milagro de la creación. Hubo un primer nombre entre los nombres: Nimrod, la fusión de voluntad, información, deseo y comprensión. Entonces la Criatura de Morgan fue preparada para una larga inmovilización, hasta que la fuente y causa de su enfermedad pudiera ser comprendida y remediada. Finalmente, Nimrod dio el paso más difícil: disolverse para volver a los miembros individuales del equipo. Leah, S'glya, Ismael y el Ángel permanecieron en silencio, mirándose mutuamente. Por fin, regresaron a los niveles superiores del bosque de Travancore. Como los componentes de un Compuesto Remiendo, cada parte de la Mentalidad tenía sus necesidades de comida, descanso y movimiento.

ACCIÓN.

Nimrod se reunió en la tienda. Se creó un mensaje complejo y completo para transmitirlo a través del Enlace a los Cuarteles de la Anabasis. Su tono era quizás un poco autocomplacido, y asumía que la noticia de la existencia de Nimrod sería recibida con el mismo entusiasmo. Nimrod pidió que le llevaran de nuevo a la Nave junto con la Criatura de Morgan, ahora inofensiva.

RESPUESTA.

Una larga demora. La inescrutable cara de Mondrian. Nimrod pidió disculpas por la inadecuación de pensamiento de especies singulares. La mentalidad esperó. La respuesta de la Anabasis llegó por fin: Dejar a la Criatura de Morgan en animación suspendida en Travancore, y volver de inmediato a la nave de cuarentena.

Nimrod poseía la empatia de una Tubo-Rilla, la viva lógica de un Remiendo, la capacidad analítica de un Ángel., y las irracionales sospechas de un humano. El mensaje chocó con la percepción de Nimrod sobre la respuesta posible. Nimrod envió la cápsula al encuentro de la Nave en órbita. Cuando la cápsula se encontraba a cuarenta kilómetros de distancia, fue desintegrada por una salva de máxima intensidad.

Pero Nimrod estaba aún en la tienda, vigilando. La cápsula había sido enviada por control remoto. Nimrod se había quedado en la superficie de Travancore. Y ahora había mucho para ocupar los poderes del intelecto de la Mentalidad.

PREGUNTA. (La corriente de datos añadió un campo para indicar el cambio del informe de hechos probados al análisis de probabilidades.)

La Anabasis no quería capturar a Nimrod, solamente destruirlo. ¿Por qué no conseguir ese efecto simplemente apartando la Nave de la órbita en torno a Travancore, y borrando todas las coordenadas del Enlace de los archivos centrales?

CONJETURA.

Travancore seguía interesando a la Anabasis. Y como Nimrod y el equipo perseguidor no eran la fuente de interés, éste debía derivarse de la Criatura de Morgan. La Anabasis está interesada en la existencia continuada de la Criatura de Morgan.

CONTRADICCIÓN.

El equipo perseguidor, supuestamente, había sido enviado a Travancore para destruir a la Criatura fabricada por Morgan.

HECHO.

En Barján, el Equipo Alfa no había destruido a su Simulacro. Igual que el equipo de Chan, lo habían neutralizado y habían tratado de ocultar la evidencia.

PREGUNTA.

¿Había tenido éxito el intento de esconder el Simulacro?

CONJETURA.

La Anabasis sabía que el Equipo Alfa no había destruido el Simulacro. Creía, con más de un nivel de 0,83 de probabilidad, que el Equipo Alfa también sería incapaz de destruir a la Criatura fabricada por Morgan.

ALTERNATIVAS PERCIBIDAS POR LA ANABASIS.

El equipo Alfa había sido enviado a Travancore por la Anabasis en anticipación de sólo tres alternativas posibles:

(1) La Criatura destruiría al Equipo Alfa.

(2) El Equipo Alfa destruiría a la Criatura.

(3) El Equipo Alfa neutralizaría a la Criatura, pero no la destruiría.

ANÁLISIS DE SITUACIÓN ADSCRITO A LA ANABASIS.

En el caso (1), un segundo grupo perseguidor podría ser enviado a Travancore para intentarlo de nuevo. No habría peligro para la Anabasis.

En el caso (2), el Equipo Alfa volvería desarmado a la Nave. Se enviaría un equipo perseguidor distinto y menos feroz cuando se descubriera a la siguiente Criatura de Morgan. No habría peligro para la Anabasis.

En el caso (3), el Equipo Alfa y la Criatura de Morgan ahora controlada regresarían a la Nave. El primer objetivo de la Anabasis se habría conseguido.

CONCLUSIÓN DE NIMROD

La Anabasis no había estado amenazada por ninguna de las operaciones previstas en Travancore. Pero la creación de Nimrod había introducido una nueva variable. Nimrod fue considerado una amenaza por la Anabasis... tanto que tenía que ser destruido. Salvar la Criatura de Morgan incapacitada era sólo de importancia secundaria.

ACCIONES ANTICIPADAS DE LA ANABASIS.

Un segundo grupo perseguidor sería empleado en Travancore, con instrucciones explícitas de destruir a Nimrod apenas verlo.

ACCIÓN DE NIMROD.

Ya que Nimrod no tiene forma de escapar de la superficie del planeta, debe esperar la llegada del segundo equipo.

FIN DEL ARCHIVO DE DATOS.


La revisión ocupó a la mentalidad un minuto, llevándola a las tres siguientes conclusiones. Si la Anabasis llegaba a saber que los dos grupos perseguidores se habían unido para formar mentes grupales, haría nuevos planes. La Criatura de Morgan incapacitada sería abandonada, y las armas de la Nave serían lanzadas contra Travancore. Tanto Nimrod como la nueva mentalidad serían igualmente vulnerables al ataque.

Era el momento de hacer un cambio. La mentalidad se apiñó un momento, vibrando en una afinidad de sentimiento. Entonces la unión terminó y empezó la disolución. Chan descubrió que estaba sentado en el suelo del bosque, medio desnudo y exhausto. Las imágenes de Nimrod habían sido tan claras y tan ricas en detalles que había sentido que estaba con ellos en la tienda, en plena jungla de Travancore.

Los otros tres esperaron en silencio mientras Chan se vestía y se incorporaba. Con S'greela abriendo la marcha, volvieron a subir lentamente por los túneles en espiral. Después de su lazo intenso y total, el habla parecía inadecuada. Solamente Shikari hablaba mientras ascendían hasta las capas superiores de vegetación. El Remiendo charloteaba por todos, mencionando todo tipo de trivialidades.

Naturalmente —pensó Chan, cansado—. Mezclar unidades no es nada del otro mundo para un Remiendo. Lo hace todos los días. Shikari probablemente se pregunta por qué le darnos tanta importancia.

Por fin llegaron a la tienda cuando los últimos rayos del sol cortaban el bosque ondulante. Sorprendentemente, habían estado fuera menos de un día. Cada uno se dirigió a su lugar de descanso favorito. Chan no tenía apetito, pero se obligó a engullir un bloque de grumo... y de pronto se sintió hambriento. Vio son sorpresa que devoraba masas de compuestos sintéticos ricos en proteínas y bebía dos litros de dulce líquido. La demanda de energía de la fusión debía ser formidable.

—Por fin simpatizo con Vayvay —dijo de pronto S'greela. La Tubo-Rilla había estado comiendo con atención concentrada y total—. Creo que siente un hambre así todo el tiempo. Tenemos que volver con él.

—Mañana —dijo el Ángel—. Tiene comida de sobra. Le agradará esperarnos.

Hubo otro largo silencio.

—Y debemos decidir nuestro propio nombre —dijo finalmente Shikari, mientras Chan, exhausto, estaba a punto de sumirse en un profundo sueño.

—Eso es fácil —dijo el Ángel—. Se suponía que teníamos que cazar a las Criaturas. Si ellos son Nimrod, nosotros seremos Bahram, otro gran cazador de los primeros días de la Tierra. Dejadme que os cuente su historia...

La historia de la Tierra. Ángel era el narrador más aburrido del universo en ese tema. Chan debería aprender más... pero no hoy. El Ángel continuaba hablando, pero Chan no le oía. Había caído en el sueño más profundo de su vida. Su último pensamiento fue para la Nave, que se encontraba en algún lugar, allá arriba. Mañana, también tendrían que decidir qué hacer sobre eso... o pasarían el resto de su vida en Travancore...

Chan despertó unas horas antes del amanecer. Un cálido cuerpo se deslizó bajo la sábana que le cubría, y se apretó junto a él. Se despertó lleno de terror ante la suave presión de unos dedos sobre sus labios.

—Sshh —susurró una voz en su oído—. Soy yo, Leah. No podía dormir. Fue magnífico cuando era parte de Nimrod, pero tenía que venir para tranquilizarte. No dejarás de disfrutar de tu propia vida cuando tu equipo forme una unión.

—Lo sé. Ya ha sucedido —Chan aún estaba medio dormido. Miró a Leah, pero la oscuridad era casi total y no pudo ver nada más que una mancha pálida y difusa. Suspiró y la rodeó con los brazos—. Todo este tiempo he esperado para verte la cara... y sigues siendo invisible.

—No he cambiado nada —rió ella—. Me verás mañana a la luz del día. Las dos mentalidades tendrán su primer encuentro completo. Ya nos hemos trasladado cerca de aquí —se acomodó junto a él—. Esa unión tendrá lugar muy pronto. Pero ahora, esta unión es sólo para nosotros.

Su abrazo fue lento y cálido, sin ninguna urgencia. Fue la tranquila culminación de veinte años de amor y afecto. Después, Leah se quedó dormida rápidamente, acunada sobre el pecho de Chan. Él permaneció largo rato despierto, convencido de que no volvería a dormirse antes del amanecer.

Una nueva preocupación le asaltaba. Desde Horus se había preguntado por su identidad. ¿Quién era? ¿Qué era? Ahora, pese a lo que Leah asegurase, se preguntaba si Chan Dalton, el individuo, desaparecería para siempre antes de que descubriera las respuestas.

¿No voy a ser más que una pieza de una unión, como uno de los componentes de Shikari? Esa idea me asusta. Quiero ser yo. No quiero desaparecer. Tal vez debería escribir mi epitafio ahora, mientras todavía existo. Epitafio. ¿Qué diría? Chan Dalton, muerto a los veinte años. ¿O sólo vivió tres meses? ¿Expansión vital mental, o física? Preguntas difíciles.

Su mente recorría círculos. Permanecería despierto para siempre.

Y con este pensamiento, Chan se durmió.


A veinte mil kilómetros sobre él, la impresionante masa de la nave de cuarentena continuaba su vigilia. La energía había sido reducida al mínimo para que los instrumentos funcionaran mejor. Ahora, los sensores enfocaban la parte nocturna de Travancore y todos los sistemas de armas permanecían alerta.

Esro Mondrian y Luther Brachis estaban sentados en la sala de control central de la Nave, cumpliendo un curioso ritual. Cada uno de ellos sostenía un aparato registrador, y cada uno introducía una secuencia de dígitos. Cuando terminaron, intercambiaron los aparatos e inspeccionaron las anotaciones del otro.

—Me parece correcto —dijo Brachis—. ¿Algo más?

—Estamos de acuerdo en todos los dígitos —asintió Mondrian, que recogió los dos aparatos y los miró—. Vamos a conservar esta secuencia en la cabeza el resto de nuestra vida, Luther. Pero seguiremos haciéndolo para asegurarnos. No quiero pasarme aquí el resto de mis días.

—¿Sigues sin querer decirle a Godiva la secuencia? ¿Cómo medida de precaución?

—Tú, Kubo y yo. Nadie más. Y nada en ningún banco de datos. Así lo mantendremos hasta que estemos completamente seguros de que todo, ahí abajo —indicó el oscuro disco de Travancore—, esté bajo control.

—Los informes del equipo de Chan parecían buenos.

—Hasta ahora. Creo que el equipo se las arreglará con Nimrod por nosotros. Pero no estoy seguro. Y Nimrod es demasiado peligroso para correr riesgos. Es una forma de vida extraña de la que nunca nos habíamos tenido que preocupar antes.

—¿Y por qué lo hacemos ahora? —Brachis imitó a Mondrian y miró también a Travancore—. Creo que sabemos dónde está. ¿Por qué no disparamos las armas a toda potencia, enviamos a Nimrod al infierno y acabamos con él?

—No —el tono de Mondrian era firme—. Eso no. No arriesgaré la Criatura de Morgan. No hemos localizado a ninguna otra, y estoy convencido de que nunca volveremos a hacerlo. No me arriesgaré a destruir la única que tenemos. Iremos despacio, presuponiendo que podemos ganar.

Brachis empezó a protestar, pero en seguida se encogió de hombros. Godiva le esperaba. No quería perder el tiempo discutiendo.

Mondrian verificó por última vez la llegada de algún nuevo mensaje. Nada de Kubo Flammarion, excepto las quejas de costumbre de Dougal Macdougal sobre el enorme gasto de energía necesario para mantener abierto el Enlace Anábasis-Travancore. Mondrian lo ignoró. Estaba a más de cincuenta años luz de distancia, y no podía llegar a Travancore.

Después de un momento de duda, Mondrian borró la grabación que tenía en la mano. La secuencia del Enlace desapareció.

En el mapa entrecruzado y multiconectado que proporciona el Enlace Mattin, el espaciotiempo carece de conexiones y métrica. Hay sólo una transformación de punto a punto, con su propia topología discontinua. Mientras el enlace se mantenga entre dos emplazamientos, serán vecinos en un espacioenlace. La Nave en torno a Travancore y la sala de control en el Cuartel General de la Anabasis están cerca, a una distancia infinitesimal. El Enlace sólo proporciona el impulso necesario para mover materia a través de la barrera.

El Enlace Mattin parece cosa de magia, pero no perdona. La transmisión debe ser específicamente correcta dentro de una Constante de Planck; diez a la menos treinta y tres centímetros. Se necesitan cincuenta y tres dígitos decimales para especificar cada coordenada espacial dentro de la esfera de cien años luz del Perímetro; ciento cincuenta y nueve dígitos decimales para almacenar una posición en un banco de datos, o para recordarla, si todas las formas de almacenaje, excepto la memoria humana, son rechazadas.

Día y noche, Luther Brachis y Esro Mondrian se repiten mutuamente la secuencia de 159 dígitos del Enlace Mattin. Es su salvoconducto para regresar al resto del universo. Sin él, quedarían atrapados el resto de sus vidas en la órbita de Travancore.

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