3 Marea estival menos treinta y tres

Hans Rebka había llegado a Dobelle desorientado y furioso. En su camino subluminal, tres días después de abandonar el último Punto de Transición Bose hacia la estación de Ópalo, Darya Lang no tenía espacio para la ira.

Estaba nerviosa; más que nerviosa, estaba asustada.

Durante más de la mitad de su vida, había sido una investigadora científica, una arqueóloga cuya mente se sentía de lo más cómoda siete millones de años en el pasado. Había llevado a cabo el estudio más completo sobre los artefactos de los Constructores, ubicando, escuchando, comparando y catalogando cada uno de los que habían sido descubiertos en territorio de la Cuarta Alianza, al tiempo que registraba los momentos precisos de los cambios en sus apariciones históricas o en sus aparentes funciones. Pero había hecho todo eso de forma pasiva, desde el puerto tranquilo que era su oficina en Puerta Centinela. Ella conocía de memoria las coordenadas de los mil doscientos extraordinarios artefactos esparcidos por todo el brazo espiral y podía explicar todo lo que sabía hasta el momento sobre cada uno de ellos. Pero aparte de Centinela, cuya figura brillante era visible desde su planeta natal, nunca había visto ninguno de ellos.

—¿Por qué no iba a ir? —preguntó cuando el Comité de la Cuarta Alianza en Miranda le envió a su representante. Estaba temblando de tensión y fastidio—. Si la anomalía es de alguien, me pertenece a mí. Fui yo quien la descubrió.

—Eso es cierto. —La delegada Pereira era una mujer pequeña y paciente, con la piel oscura y los ojos dorados. Aunque no parecía intimidatoria, a Darya Lang le resultaba difícil enfrentarla—. Y, después de recibir su informe, lo hemos confirmado con cada artefacto. Nadie trata de negarle el mérito por su descubrimiento. Todos admitimos que es nuestra experta en lo que se refiere a los Constructores y que está sumamente informada sobre su tecnología…

—¡Nadie comprende la tecnología de los Constructores! —Aun en medio de su irritación, Darya no podía dejar pasar eso.

—Me refería a que nadie en la Alianza sabe más. Y repito, como está sumamente informada sobre la tecnología de los Constructores, resulta evidente que es la persona más calificada para investigar la significación de la anomalía. —La voz de la mujer se tornó más suave—. Pero al mismo tiempo, profesora Lang, debe admitir que tiene poca experiencia en viajes interestelares.

—No tengo ninguna, y usted lo sabe. Pero todos, desde usted hasta mi tío Matra, me han dicho que los viajes interestelares ofrecen un riesgo insignificante.

—Profesora, no es el viaje lo que nos preocupa —replicó la delegada suspirando—. Mire a su alrededor. ¿Qué es lo que ve?

Darya alzó la cabeza y observó el jardín. Flores, enredaderas, árboles, el arrullar de los pájaros, los últimos rayos del sol proyectando haces de luz entre el enrejado de la parra… Todo estaba normal. ¿Qué se suponía que debía ver?

—Todo se ve bien.

—Está bien. A eso me refiero. Ha vivido toda su vida en Puerta Centinela. Este mundo es un jardín. Uno de los planetas más ricos y hermosos que conocemos…, mucho más bello que Miranda, donde vivo yo. Pero usted solicita ir a Sismo, a un mundo sucio, deprimente y peligroso, con la loca esperanza de encontrar allí nuevas evidencias sobre los Constructores. ¿Puede darme una sola razón para pensar que Sismo tiene un potencial semejante?

—Usted conoce la respuesta. Mi descubrimiento proporciona esa razón.

—Una anomalía estadística. ¿Quiere soportar la miseria y la incomodidad por consideración a las estadísticas?

—Por supuesto que no. —Darya sentía que la otra mujer la menospreciaba, y eso era algo que no podía soportar—. Nadie quiere estar incómodo. Delegada Pereira, usted admite que en la Cuarta Alianza no hay nadie que sepa más sobre los Constructores que yo. Supongamos que no voy y lo hace alguna otra persona, y que quienquiera que vaya en mi lugar fracasa por falta de conocimientos cuando yo podría haberlo logrado. ¿Cree que alguna vez podría perdonarme a mí misma?

En lugar de responder, Pereira fue hasta la ventana y llamó a Darya Lang con una seña. Entonces señaló el cielo cada vez más oscuro. Centinela brillaba cerca del horizonte, una esfera fulgurante y estriada a doscientos millones de kilómetros de distancia.

—Supongamos que le digo que conozco una forma para atravesar el escudo protector de Centinela y explorar la Pirámide en el centro. ¿Querría ir conmigo?

—Por supuesto. He estudiado a Centinela desde que era una niña. Si estoy en lo cierto, la Pirámide podría contener una biblioteca sobre las ciencias de los Constructores… y tal vez también sobre su historia. Pero nadie sabe cómo atravesar el escudo. Lo hemos estado intentando durante mil años.

—Pero supongamos que podemos hacerlo.

—Entonces querría ir.

—Supongamos que el viaje entrañase peligros y molestias.

—De todos modos querría ir.

La delegada asintió con la cabeza y se sentó. Durante varios segundos guardó silencio mientras la oscuridad continuaba cayendo.

—Muy bien —dijo al fin—. Se dice que usted es una persona lógica, profesora Lang, y me agrada pensar que yo también lo soy. Si está dispuesta a correr los riesgos del escudo de Centinela, y ésos son riesgos desconocidos, tiene derecho a afrontar los peligros menores de Sismo. En cuanto al viaje hacia el sistema Dobelle, los humanos hemos creado el Propulsor Bose y sabemos exactamente cómo funciona. Sabemos cómo utilizar el Sistema Bose. La experiencia es atemorizante en un principio, pero existen pocos peligros. Y tal vez, si puede utilizar ese sistema para explorar la anomalía estadística que usted sola descubrió, logre obtener los medios necesarios para desvelar el secreto de Centinela. No puedo negar esa secuencia lógica. Usted tiene derecho a realizar el viaje. Aprobaré su solicitud.

—Gracias, delegada Pereira.

Con la victoria, Darya sintió un escalofrío que no fue causado por el aire nocturno. Estaba pasando de la agradable teoría al compromiso.

—Pero hay otra cosa. —La voz de Pereira se tornó más dura—. Confío en que no habrá hablado con nadie fuera de la Alianza sobre su descubrimiento de la anomalía.

—No. Con nadie. Sólo lo envié por los conductos normales de información. A nadie más le importaría saberlo. Yo quería…

—Bien. Asegúrese de que eso no se modifique. Para su información, ahora la anomalía está siendo tratada como un secreto oficial de la Cuarta Alianza.

—¡Un secreto! ¡Si cualquiera podría efectuar el mismo análisis que hice yo! ¿Por qué…?

Lang se calmó. Si decía que cualquiera era capaz de hacer el trabajo, podía perder su derecho de propiedad sobre la anomalía… y el viaje a Sismo.

La delegada la miró con el rostro serio y finalmente asintió.

—Recuérdelo, está a punto de embarcarse en un viaje de más de setecientos años luz, en el que traspasará las fronteras de la Alianza. En cierto sentido la envidio. Yo nunca he realizado una travesía semejante. No tengo nada más que decir, excepto desearle el mejor de los viajes y todos los éxitos en su misión.

Darya apenas si podía creer que había ganado después de semanas de papeleos y vacilaciones por parte de la Cuarta Alianza. Una vez que estuvo en marcha y hubo dado su paso inicial a través del Sistema, todos los peligros del Propulsor Bose parecieron desvanecerse. La primera Transición fue desconcertante, no por los sentimientos que ésta le produjo sino por su ausencia. La Transición fue instantánea e imperceptible, lo que no parecía bien. El cerebro humano debía darse por enterado de que tanto él como la nave que lo llevaba habían sido transportados a través de cien años luz o más. Tal vez una ligera conmoción, pensó Darya, un poco de náusea o algún sentimiento de desorientación.

Pero en la segunda y tercera Transición esa inquietud se desvaneció, tal como le había prometido la delegada Pereira. Darya pudo aceptar como un hecho los misterios del Propulsor Bose.

Lo que no disminuyó fue su propia sensación de ineficiencia. Era muy mala mintiendo; siempre lo había sido. El sistema Dobelle no contenía más que una estructura que se remontaba a los Constructores: el Umbilical. Y éste era un artefacto menor, con una forma de operar evidente aunque los controles que lo gobernaban permanecían en el misterio. Ella nunca hubiese hecho un viaje tan largo sólo para ver el Umbilical. Nadie lo haría. Sin embargo, ése era el motivo oficial que la Alianza había presentado para su visita.

Sabía que alguien le preguntaría por qué había hecho algo tan extraño. En todos sus años como investigadora no había habido nada que le enseñase a simular las cosas. Su rostro la delataría.

La imagen de Dobelle calmó un poco su inquietud. En un universo que para ella estaba poblado por los milagros de los Constructores, aquí había una maravilla natural que rivalizaba con ellos. Cuarenta o cincuenta millones de años atrás, el doblete planetario de Sismo y Ópalo había orbitado a la estrella Mandel en un curso casi circular. Esa órbita había permanecido estable durante miles de millones de años, resistiendo a la fuerza gravitatoria del pequeño y remoto compañero de Mandel, Amaranto, junto con las de sus dos gigantescos planetas gaseosos, que se movían en sus órbitas excéntricas a quinientos y setecientos millones de kilómetros de él. El ambiente había estado tranquilo para ambos miembros del doblete planetario Dobelle, hasta que un encuentro de los dos gigantes gaseosos arrojó a uno de ellos hacia Mandel. Ese extraño sin nombre había emergido de su trayectoria con un curso modificado que lo alejaba del sistema estelar para arrojarlo hacia el vacío.

Ese hubiese sido el fin de la historia…, de no haber sido porque Dobelle estaba en la ruta de salida del extraño. El gigante gaseoso había efectuado una danza compleja alrededor del doblete planetario, acercando a Sismo y a Ópalo entre sí mientras cambiaba sus órbitas combinadas a una con un periastro que se aproximaba mucho más a Mandel. Entonces el extraño se había desvanecido en la historia. Sólo Dobelle y el gigante gaseoso permanecieron allí; sus elementos orbitales todavía cambiantes permitían una reconstrucción exacta de los eventos pasados.

Sólo faltaban un par de semanas para la Marea Estival, el momento en que Dobelle se encontraba más cerca de Mandel. Si el análisis de Darya Lang era correcto, sería un momento de gran importancia en el brazo espiral. Y también en su propia vida. Finalmente se demostraría que sus teorías eran verdaderas. O falsas.

Darya fue hasta la portilla y observó cómo la nave se acercaba a Dobelle. Ópalo y Sismo giraban uno alrededor del otro en una danza enloquecida, efectuando tres giros completos en un día oficial. Ella alcanzaba a ver su movimiento. Sin embargo, la velocidad era algo relativo. El encuentro de la nave con la pista de aterrizaje en Ópalo parecía difícil, pero era un problema trivial para los ordenadores de navegación que llevarían a cabo ese encuentro.

Los problemas no provendrían de allí, sino de los humanos que aguardaban para recibirla. El tono del mensaje con que le permitían llegar a Ópalo sonaba ominoso: «Proporcione identificación completa de su patrocinador. Declare duración de su permanencia. Especifique detalles de descubrimientos esperados. Explique por qué ha solicitado visita en momento crítico. Diga por qué desea visitar Sismo. Proporcione información acreditada o pago por adelantado no reembolsable. Firma: Maxwell Perry, comandante.»

¿Los funcionarios de inmigración de Ópalo serían igualmente hostiles con todos los visitantes de otros mundos? ¿O su propia paranoia no sería tal, sino una inquietud con buenos fundamentos?

Aún se encontraba junto a la portilla cuando la nave comenzó su descenso final. Como se acercaba desde la dirección de Mandel, Darya tuvo una buena vista del doblete, iluminado por el sol. Sabía que Ópalo sólo era un poco más grande que Sismo —5.600 kilómetros de radio, comparado con los 5.100 de Sismo—, aunque el ojo humano se empecinaba en ver una diferencia mucho mayor. La bola iridiscente de Ópalo con su forma algo ovoide, con su eje que siempre señalaba hacia su planeta gemelo, cobraba gran importancia. El ovoide más pequeño y oscuro de Sismo se cernía a su lado, un heliotrope bruñido contra la gema brillante que era su compañero. Ópalo era monótono, pero la superficie de Sismo estaba llena de texturas, sembrada de manchas color morado intenso y verde oscuro. Trató de distinguir el hilo del Umbilical, pero desde aquella distancia resultaba invisible.

La entrada en el sistema Dobelle no ofrecía ninguna opción. Sólo había un espaciopuerto, ubicado en el centro del hemisferio Estrellado de Ópalo. No había ninguna pista en Sismo. Según sus textos, la única vía segura para acceder a Sismo pasaba por Ópalo.

¿Vía segura para acceder a Sismo?

Aunque era una bonita idea, Darya recordó lo que había leído sobre Sismo y la Marea Estival. Tal vez los textos de consulta necesitaban encontrar otras palabras, al menos para esta época del año.


En la Cuarta Alianza, los archivos de referencia hablaban aún peor que la delegada Pereira sobre los mundos controlados por el Círculo Phemus: «Remotos…, empobrecidos…, atrasados…, poco poblados…, bárbaros.»

Las estrellas del Círculo se encontraban en una región controlada por tres especies de importancia en el brazo espiral. Pero con su expansión, la Cuarta Alianza, la Comunión Zardalu y la Federación Cecropia habían mostrado muy poco interés por el Círculo Phemus. Allí no había nada que valiera la pena comprar, negociar o robar. Apenas si había lo suficiente para justificar una visita.

A menos que uno estuviese buscando problemas. Se suponía que los problemas eran algo muy sencillo de encontrar en cualquier mundo controlado por el Círculo.

Darya Lang bajó de la nave y pisó el suelo esponjoso de la pista de Estrellado. Entonces miró a su alrededor con recelo. Los edificios eran bajos y apretados al suelo, construidos con algo que parecía ser caña y lodo seco. Nadie aguardaba para recibir a la nave. Ópalo era descrito como pobre en metales, en madera y en gente. Lo único que tenía era agua; la había en grandes cantidades.

Cuando su pie se hundió uno o dos centímetros en la superficie blanda, Darya se sintió aún más inquieta. Nunca había visitado un mundo acuoso, y sabía que, en lugar de rocas y suelo sólido, bajo sus pies no había más que la frágil e insustancial corteza de la Eslinga. Debajo de ella estaban las aguas salobres, con un par de kilómetros de profundidad. Los edificios tenían una buena razón para aferrarse al suelo. Si eran demasiado altos y pesados, lo atravesaban.

De pronto le sobrevino un extraño pensamiento: ella ni siquiera sabía nadar.

Los tripulantes de la nave que la había traído continuaban ocupados con los procedimientos finales del aterrizaje. Darya comenzó a caminar hacia el edificio más cercano. Finalmente había dos hombres que salían de él para recibirla.

Su presentación en Ópalo no era muy prometedora. Ambos hombres eran bajos y delgados… Darya Lang era diez centímetros más alta que cualquiera de ellos. Estaban vestidos con unos uniformes igualmente sucios, con ropas que compartían su aspecto viejo y remendado; a cierta distancia podían haber parecido hermanos, con unos diez años de diferencia entre uno y otro. Cuando estuvo más cerca, pudo notar sus diferencias.

El hombre mayor tenía un aire amigable e informal, junto con un andar que irradiaba confianza. La descolorida insignia de capitán que lucía en el hombro indicaba que era el mayor de los dos en rango además de serlo en edad.

—¿Darya Lang? —dijo en cuanto estuvieron lo suficientemente cerca. Le sonrió y extendió la mano, pero no para estrechársela—. Yo me ocuparé de sus formularios de ingreso. Soy el capitán Rebka.

Agrega «bruscos» a la lista de palabras que describen a los habitantes del Círculo Phemus, pensó. Agrega también «poco aseado» y «castigado» a la descripción física de Rebka. El rostro del hombre tenía una docena de cicatrices, la más notable de las cuales se extendía en una línea doble desde su sien izquierda hasta la punta de su mentón. Sin embargo, el efecto general no era desagradable…, más bien todo lo contrario. Para su sorpresa, Darya percibió el indescriptible cosquilleo de la atracción mutua.

Le entregó los papeles e internamente lo disculpó por las cicatrices y el uniforme sucio. El polvo era sólo superficial, y tal vez Rebka había sufrido alguna desgracia excepcional.

Aunque el hombre más joven se veía igual de sucio y tenía sus propias cicatrices. En algún momento su cuello y un lado de su rostro habían sufrido una terrible quemadura; mostraba un torpe intento de cirugía plástica que nunca hubiese sido aceptado en Puerta Centinela.

Tal vez había sido esa quemadura la que dejara la piel de su rostro carente de flexibilidad. Su expresión era muy diferente a la de Rebka. Mientras que el capitán era jovial y agradable, a pesar de su desaliño y falta de finura, el otro hombre parecía reservado y distante. Su rostro era tenso e inexpresivo, y apenas si parecía consciente de su presencia, a pesar de que Darya se encontraba a menos de dos metros de él. Y, mientras que Rebka mostraba una excelente condición física, el otro tenía un aspecto poco saludable; la apariencia de un hombre que no se alimentaba regularmente ni se preocupaba en lo más mínimo por su propia salud.

Sus ojos parecían discrepar con su rostro joven. Muertos y sin interés por nada, eran los ojos de un hombre que se había apartado de todo el universo. A Darya le pareció poco probable que llegase a causarle problemas.

Justo en el momento en que alcanzaba esa agradable conclusión, el rostro que tenía delante se iluminó, y el hombre le espetó:

—Mi nombre es Perry. Comandante Maxwell Perry. ¿Por qué desea visitar Sismo?

La pregunta destruyó por completo su compostura. Al venir sin la tradicional cortesía que nunca faltaba en las presentaciones de la Alianza, Darya Lang se convenció de que esta gente lo subía… Sabía lo de la anomalía, conocía su papel en el descubrimiento y sabía qué había ido a buscar allí. Darya sintió que su rostro se tornaba rojo.

—El… el Umbilical. —Tuvo que esforzarse para encontrar palabras—. He… he hecho un estudio especial sobre los artefactos de los Constructores; ha sido el trabajo de mi vida. —Se detuvo y se aclaró la garganta—. He leído todo lo que he podido encontrar sobre el Umbilical, pero quiero verlo por mí misma y averiguar cómo funcionan las ligaduras en Ópalo y en Sismo. Y descubrir cómo la Estación Intermedia controla el Umbilical en su movimiento al espacio durante la Marea Estival. —Darya se quedó sin aliento.

Perry permaneció inexpresivo, pero el capitán Rebka tenía una pequeña sonrisa en el rostro. Ella estaba segura de que era capaz de ver a través de sus palabras.

—Profesora Lang. —Rebka estaba leyendo sus papeles de admisión—. No desalentamos a los visitantes. Dobelle necesita todas las fuentes de ingresos que pueda obtener. Pero este momento del año es peligroso en Ópalo y en Sismo.

—Lo sé. He leído respecto a las marejadas de Ópalo y los terremotos de Sismo. —Volvió a aclararse la garganta—. Yo no acostumbro buscar el peligro. —Al menos eso era cierto, pensó con ironía—. Me propongo ser muy cautelosa y tomar todas las precauciones.

—Así que ha leído sobre la Marea Estival. —Perry se volvió hacia Rebka, y Darya Lang percibió una tensión entre los dos hombres—. Al igual que usted, capitán Rebka. Pero leer sobre algo no es lo mismo que experimentarlo. Y ninguno de ustedes parece comprender que esta vez la Marea Estival será diferente a todas las demás que hemos visto.

—Cada vez debe de ser diferente —dijo Rebka con calma. Aunque estaba sonriendo, Darya Lang podía percibir el conflicto. Rebka era el de más edad y el de mayor rango, pero en el tema de la Marea Estival el comandante Perry no aceptaba su autoridad.

—Ésta es excepcional —respondió Perry—. Y tomaremos precauciones excepcionales, incluso en Ópalo. En cuanto a lo que puede ocurrir en Sismo, no tengo la menor idea.

—A pesar de que usted ha vivido media docena de mareas estivales.

Rebka había perdido la sonrisa. Los dos hombres estaban enfrentados en silencio mientras Darya los contemplaba. Ella presentía que el destino de su propia misión dependía de la discusión que estaban manteniendo.

—La Gran Conjunción —anunció Perry después de unos segundos. Por fin escuchó Darya una afirmación que tenía sentido para ella como científica.

Mientras trabajaba en el catálogo de artefactos Lang, había estudiado detalladamente la geometría orbital del sistema Mandel. Sabía que Amaranto, la compañera enana de Mandel, solía alejarse tanto de la primaria que la iluminación que proporcionaba a Dobelle era poco más intensa que la de una estrella. Sin embargo, cada tantos milenios, su movimiento la acercaba mucho más, a menos de un billón de kilómetros de Mandel. Gargantúa, el gigantesco planeta gaseoso que quedaba en el sistema y que se movía en el mismo plano orbital, también tenía su propio punto de aproximación con Mandel.

En Dobelle, la Marea Estival solía ocurrir cuando tanto Gargantúa como Amaranto estaban lejos de Mandel. Pero las tres órbitas se encontraban en un enlace de resonancia. En raras ocasiones, Amaranto y Gargantúa se acercaban juntos a Mandel, en un momento que coincidía con la Marea Estival en Ópalo y Sismo. Y entonces…

—La Gran Conjunción —repitió Perry—. Cuando todo se alinea con el periastro, y en Ópalo y Sismo tanto las marejadas como los terremotos alcanzan su punto máximo. No tenemos idea de cuál será este punto. La Gran Conjunción sólo ocurre una vez cada trescientos cincuenta mil años. La última vez fue mucho antes de que los humanos se establecieran en Dobelle. Para la próxima sólo faltan treinta y tres días…, menos de dos semanas oficiales. Nadie sabe qué ocurrirá con Ópalo y Sismo en esta Marea Estival, pero lo que sí sé es que las fuerzas de las mareas serán devastadoras.

Darya miró el suelo blando bajo sus pies. Tenía la terrible sensación de que la frágil capa de lodo y plantas ya se estaba deshaciendo bajo el asalto de monstruosas mareas. No importaba qué peligros pudiesen aguardar en Sismo; seguramente serían preferibles a permanecer en Ópalo.

—¿Y entonces no estarían más seguros en Sismo? —preguntó.

Perry meneó la cabeza.

—En Ópalo hay una población permanente de más de un millón de personas. Para alguien como usted, que proviene de un mundo de la Alianza, eso puede parecer igual a nada. Pero es mucho para un mundo del Círculo. En mi planeta natal no había ni siquiera un cuarto de esa cifra.

—Y en el mío, menos de un octavo de ella —terció Rebka con suavidad. Nadie permanecía en Teufel si tenía una forma de salir de allí.

—¿Pero conocen la población permanente de Sismo? —Perry los miró a ambos con ira mientras Lang se preguntaba cómo en algún momento lo había considerado tranquilo e impasible—. Es cero —dijo él después de una pausa—. ¡Cero! ¿Les dice eso algo sobre cómo es la vida en Sismo?

—No obstante, existe vida en Sismo. —Ella había estudiado el índice planetario—. Vida estable.

—Es cierto. Pero no se trata de vida humana. No podría serlo. Es vida nativa. Ningún humano lograría sobrevivir en Sismo durante la Marea Estival… Ni siquiera durante una normal.

Perry se volvía cada vez más agresivo. Darya comprendió que no tendría ninguna posibilidad de llevar a cabo su plan de visitar Sismo. El le negaría el acceso, y no lograría acercarse más a Sismo que hasta el espaciopuerto de Estrellado. Mientras decidía esto, recibió ayuda de una dirección inesperada.

Rebka se volvió hacia Max Perry y alzó un dedo flaco para señalar el cielo nublado de Ópalo.

—Es probable que tenga razón, comandante Perry —replicó con suavidad—. Pero supongamos que los viajeros vienen a Dobelle justamente porque se va a producir la Gran Conjunción. No consideramos esa posibilidad cuando examinamos sus solicitudes. —Se volvió para mirar a Darya Lang—. ¿Es ésa su verdadera razón para estar aquí?

—No. Definitivamente no. —Darya se sintió aliviada al poder brindar una respuesta sincera—. No había pensado en la Conjunción hasta que el comandante Perry la mencionó.

—Yo la creo. —Rebka sonrió.

De pronto ella se convenció de que era verdad. Pero entonces recordó las palabras de la delegada Pereira: «No confíe en nadie del Círculo Phemus. Practican técnicas de supervivencia que los de la Alianza nunca nos hemos visto forzados a aprender.»

—Los motivos que tiene la gente para venir aquí no hacen al caso, por supuesto —continuó él—. No convierten a Sismo en un sitio más seguro. —Giró hacia Perry—. Y estoy seguro de que tiene razón sobre los peligros de Sismo durante la Marea Estival. Por otro lado, tengo la responsabilidad de incrementar al máximo los ingresos de Dobelle. Ése es mi trabajo. No es responsabilidad nuestra proteger a los visitantes más allá de nuestro deber de ponerlos sobre aviso. Si ellos deciden proseguir conociendo los riesgos, es su elección. No son niños.

—No tienen noción de cómo es Sismo durante la Marea Estival. —El rostro de Perry tenía manchas blancas y rojas. Estaba invadido por una fuerte emoción—. Usted no tiene idea.

—Todavía no. Pero la tendré. —La actitud de Rebka volvió a cambiar. Se convirtió en un jefe que dictaba órdenes—. Estoy de acuerdo con usted, comandante. Sería irresponsable que la profesora Lang visitara Sismo… hasta que estemos seguros de los riesgos. Pero, una vez que los hayamos comprendido… y podamos explicarlos…, no tenemos por qué ser excesivamente solícitos. Por lo tanto, usted y yo iremos a Sismo, mientras la profesora Lang permanece aquí, en Ópalo. —Se volvió hacia Darya—. Y cuando regresemos… Bueno, entonces tomaré mi decisión, profesora Lang.


ARTEFACTO: CENTINELA

UAC #: 863

Coordenadas galácticas: 27.712,863/16.311,031/761,157

Nombre: Centinela

Asociación estrella/planeta: Ryders-M/Puerta Centinela

Nodo de Acceso Bose: G-232

Antigüedad estimada: 5,64 ± 0,07 Megaaños


Historia de su exploración: Centinela fue descubierto en el Año Expansión 2649 por colonos humanos de la región trans-Oriónica. Primer intento de entrar, E.2674, efectuado por Bernardo Gullemas y los tripulantes de la nave exploradora D-33 de la clase Cíclope. No hubo supervivientes. Subsiguientes intentos en E.2682, E.2695, E.2755, E.2803 y E.2991. No hubo supervivientes.

Faro de advertencia colocado en E.2755; puesto de control establecido en el planeta más cercano (Puerta Centinela) en E.2762.


Descripción física: Centinela es una región casi esférica e inaccesible. No posee fuentes de energía visibles, pero resplandece suavemente con una luz propia (magnitud absoluta +25) y puede verse desde cada punto del sistema Ryders-M. La impenetrable superficie de Centinela permite el paso de luz en los dos sentidos y el de las radiaciones en cualquier longitud de onda, pero refleja todos los objetos materiales incluyendo partículas atómicas y subatómicas. Existe flujo fotónico sólo desde el interior, sin emisión de partículas. La iluminación láser del interior es posible, y revela una diversidad de estructuras en el centro de la esfera. La más destacada de ellas es «la Pirámide», una estructura tetraédrica regular que absorbe toda la luz que cae sobre ella. Si las distancias internas de Centinela tienen significado (existen evidencias de que no es así; véase más adelante), entonces la Pirámide tendría aproximadamente noventa kilómetros de lado. No se han detectado aumentos en la temperatura de la Pirámide, ni siquiera cuando la radiación absorbida incidente alcanza el nivel de gigavatios.

Mediciones de trayectoria utilizando láser han mostrado que el interior de Centinela no se encuentra conectado de forma simple; la duración mínima de un viaje a velocidad de la luz es de 4,221 minutos, comparada con un tiempo en la geodésica de 3,274 segundos, para una distancia equivalente en el espacio vacío y alejada de la materia. Para la luz incidente en el «ecuador» de Centinela, los tiempos de tránsito transversales son infinitos, o al menos exceden los mil años. La incidencia rasante de rayos láser indica la inexistencia de masa en el interior de Centinela, resultado que es incongruente con la estructura interior observada.

Centinela se encuentra a la distancia precisa de 22,34 u.a. de la estrella primaria Ryders-M, pero no órbita a su alrededor. Las fuerzas gravitatorias y la presión radiactiva o bien están exactamente compensadas por algún mecanismo desconocido en Centinela o no actúan en absoluto sobre la estructura.


Naturaleza física de Centinela: Según Wollaski’i y Drews, Centinela aprovecha y está construido en torno a una anomalía natural del espacio-tiempo y sólo posee un acoplamiento físico frágil con el resto del universo. De ser así, es uno de los treinta y dos artefactos que los Constructores crearon utilizando peculiaridades naturales y preexistentes.

La topología de Centinela parece ser la de un nudo Ricci-Cartan-Penrose en espacio-7.


Objetivo propuesto: Desconocido. Sin embargo, se conjetura (por analogía con otros artefactos de los Constructores, véanse Registros 311, 465 y 1.223) que la Pirámide posee una capacidad de almacenar información y una duración tendentes a infinito. Por ese motivo se ha sugerido (Lang, E.4130) que la Pirámide, y posiblemente todo Centinela, conforman una biblioteca de los Constructores.


Del Catálogo Universal de Artefactos Lang, cuarta edición.

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