7 COMITÉ DE BIENVENIDA

Los visitantes importantes viajaban normalmente a Masaq en una barcaza ceremonial gigante de madera dorada, con gloriosas banderas y un aspecto fabuloso, encajonada en un envoltorio elipsoide de aire perfumado cosido con medio millón de globos vela aromatizados. Para el emisario chelgriano Quilan, el Centro pensó que tan flagrante ostentación podía desencadenar una nota discordante, de excesiva celebración, por lo que decidió enviar un módulo sencillo, pero bien decorado y personalizado, a la cita con el ex buque de guerra La resistencia fortalece el carácter..

El comité de bienvenida estaba formado por uno de los delgados avatares de piel plateada del Centro, por el dron E. H. Tersono, el homomdano Kabe Ischloear y una hembra humana que representaba a la Junta General del orbital, llamada Estray Lassils, que parecía anciana y lo era. Lucía una larga melena blanca, sujeta en un moño, y su tez bronceada estaba llena de arrugas. Para su edad, era alta y delgada, y mantenía una postura bien erguida. Llevaba un vestido negro, formal pero sencillo, al que iba sujeto un único broche. Sus ojos brillaban y Kabe imaginó que la mayor parte de los surcos de su rostro eran líneas de expresión creadas por las risas y sonrisas. Le causó buena impresión desde el primer momento y, dado que la Junta General había sido elegida por la población de drones y humanos del orbital, y la habían designado específicamente para representarla, el embajador homomdano supuso que también había gustado a los demás.

Centro dijo Estray Lassils con voz alegre, tu piel parece más mate de lo habitual.

El avatar del orbital llevaba unos pantalones blancos y una chaqueta ceñida que destacaban sobre su argentada piel que, ciertamente, parecía menos reflectante de lo normal a ojos de Kabe. La criatura asintió.

Hay tribus aborígenes chelgrianas que, tiempo atrás, tenían creencias supersticiosas en lo referente a los espejos respondió el avatar con su incongruente voz profunda. Sus grandes ojos negros parpadearon. Estray Lassils se encontró contemplando dos minúsculas imágenes de sí misma representadas en los párpados de la criatura que, por un momento, se habían vuelto completamente reflectantes. Y he considerado, en pro de la seguridad…

Comprendo.

¿Y qué tal están los otros miembros de la Junta, señora Lassils? le preguntó el dron Tersono. Parecía, más que cualquier cosa, más iridiscente que nunca, con su piel rosada de porcelana y su diáfano petrelumen bien pulido.

La mujer se encogió de hombros.

Como siempre respondió. De hecho, hace un par de meses que no los veo. La próxima asamblea es… se detuvo, con aire pensativo.

Dentro de diez días le sopló el broche.

Gracias, casa contestó ella y le hizo una seña al dron con la cabeza. Ahí lo tienes.

La Junta General debía representar a los habitantes de la Cultura en el Centro a su mayor nivel; pero era un ministerio más bien honorario, puesto que cada individuo podía hablar con el Centro siempre que quisiera. No obstante, como aquello conllevaba una ínfima posibilidad teórica de que un Centro malicioso o enfadado pudiera enfrentar a cualquier habitante de un orbital con otro y crear un entorno hostil, se consideró la sensata posibilidad de formar una junta convenientemente elegida. Eso también significaba que los visitantes de otras sociedades más autocráticas o estratificadas podían recurrir a alguien que identificasen como una representación oficial de toda la población.

La principal razón por la que Kabe decidió que le gustaba Estray Lassils era que, pese a encontrarse allí en un consecuente papel poco menos que ceremonial al fin y al cabo, representaba a casi cincuenta mil millones de personas había invitado, aparentemente a su antojo, a una de sus sobrinas, una pequeña de seis años llamada Chomba.

Era delgada y de cabello rubio, y permaneció sentada y tranquila en el borde acolchado de la piscina central de la sala principal del módulo de personal, mientras este se dirigía a su encuentro con la nave La resistencia fortalece el carácter. Vestía unos pantalones cortos de color morado y una chaqueta amplia amarillo limón. Balanceaba los pies en el agua, donde unos grandes peces rojos nadaban entre rocas perfectamente dispuestas y lechos de gravilla. Los animales miraban los deditos de Chomba con una curiosidad recelosa y se acercaban a ellos poco a poco.

Los demás estaban de pie o flotando, en el caso de Tersono formando un grupo frente a la zona de monitores de la sala principal. Un gran monitor se extendía por toda la pared circular, de manera que, cuando estaba activado, les daba la impresión de que estaban viajando por el espacio sobre un enorme disco, y con otro suspendido encima de sus cabezas (el techo también podía funcionar como pantalla, lo mismo que el suelo, aunque algunos consideraban algo inquietante aquel efecto).

La parte más alta y profunda de la pantalla estaba enfocada directamente hacia el frente, y allí era hacia donde Kabe miraba de cuando en cuando, aunque lo único que mostraba era un campo estelar, con un anillo rojo que parpadeaba lentamente para indicar la dirección desde donde se acercaba la nave. Dos amplias bandas del orbital de Masaq cruzaban la imagen desde el suelo hasta el techo, y también había un gran sistema tormentoso de nubes enroscadas que solo se veía sobre una plataforma mayoritariamente oceánica, pero Kabe se distraía más con el sinuoso movimiento de los peces y la niña humana sentada al borde del agua.

Uno de los efectos de vivir en una sociedad donde la gente acostumbraba a perdurar cuatro siglos y tenía un promedio de un hijo por habitante era la escasa ocasión de ver a algún pequeño y dado que a estos se los solía mantener juntos en grupos en lugar de dispersarlos por toda la sociedad aún parecían ser menos de los que realmente eran. En algunas zonas, se aceptaba más o menos que la conducta civilizacional de la Cultura procediese del hecho de que todo humano perteneciente a la sociedad había sido minuciosa, exhaustiva, e imaginativamente consentido y mimado de niño, por casi todos quienes lo rodeaban.

No pasa nada dijo la niña a Kabe cuando lo vio observándola. Señaló con la cabeza a los peces. No muerden.

¿Estás segura? le preguntó Kabe, agachándose sobre sus tres extremidades para acercarse a la pequeña. Ella contempló la maniobra con unos ojos aparentemente fascinados, pero prefirió no decir nada al respecto.

repuso en lugar de eso. No comen carne.

Pero tus deditos parecen sabrosos dijo Kabe con intención de hacerla reír, aunque inmediatamente, temió haberla asustado.

Ella frunció el ceño durante un segundo, y luego se encogió de hombros y soltó una risilla.

Tú no comes personas, ¿verdad?

No, a menos que tenga un hambre terrible contestó Kabe con seriedad, tras lo que se maldijo de nuevo para sus adentros. Empezó a recordar que tampoco se le habían dado bien nunca los pequeños de su propia especie.

Ella adoptó una expresión de incertidumbre, y después tras uno de esos semblantes ausentes a los que uno se acostumbra cuando la gente consulta un lazo neural u otro dispositivo implantado sonrió.

Los homomdanos sois vegetarianos. Lo acabo de consultar.

Ah dijo él, sorprendido. ¿Llevas un implante neural?

Tenía entendido que los niños no acostumbraban a utilizarlos; como norma general, tenían juguetes o avatares de compañía que cumplían con ese rol. La colocación del primer implante era lo más parecido a un ritual formal de iniciación a la vida adulta en la Cultura. Y otra tradición era ir ascendiendo gradualmente desde un juguete hablador, pasando por otros dispositivos cada vez menos infantiles a un terminal en forma de bolígrafo, broche o pendiente.

Sí, tengo un lazo respondió la niña, con orgullo. Se lo he preguntado.

Está dando la lata dijo Estray Lassils, acercándose a la piscina. La niña asintió.

Bastante más allá del límite establecido por el que cualquier niño razonable y normal se habría rendido hace rato contestó la pequeña, con una voz áspera que probablemente quería imitar a la de un hombre.

Chomba es la viva imagen de la redefinición del término «precocidad» aclaró Estray Lassils a Kabe, acariciando los rizos rubios de la niña. Con un éxito considerable, hasta la fecha.

La pequeña se encogió bajo la mano de Estray y chasqueó la lengua. Siguió chapoteando en la piscina, pero con más fuerza, alejando el banco de peces.

Espero que hayas saludado correctamente al embajador Kabe Ischloear dijo Estray a Chomba. Antes, cuando te he presentado, te has mostrado extrañamente tímida.

La pequeña emitió un suspiro teatral y se puso en pie, apoyando una de sus minúsculas manos sobre la gigantesca que Kabe le ofreció como ayuda. Acto seguido, hizo una reverencia.

Embajador Kabe Ischloear, mi nombre es Chomba Lassils dam Palacope de Sintriersa de Masaq. ¿Cómo está usted?

Muy bien, gracias respondió Kabe con una inclinación de cabeza. ¿Cómo estás tú, Chomba?

Como quiere, básicamente intervino Estray Lassils. La niña adoptó una expresión de aburrimiento.

O mucho me equivoco prosiguió Kabe o tu precocidad aún no ha avanzado hasta la designación de un segundo nombre.

Chomba sonrió con una expresión pretendidamente astuta. Kabe se preguntó si había utilizado palabras demasiado largas.

Nos informa de que lo tiene aclaró Estray, mirando a la niña fijamente. Pero todavía no piensa decirnos cuál es.

La pequeña alzó la cabeza y miró hacia otro lado, con aires de suficiencia. Acto seguido, miró a Kabe a los ojos y le preguntó:

¿Tiene usted hijos, embajador?

Por desgracia, no.

Entonces, ¿no tiene a nadie aquí?

Efectivamente.

¿Y no se siente solo?

¡Chomba! reprendió Estray Lassils.

No pasa nada. No, no me siento solo, Chomba. Conozco a mucha gente como para eso. Además, tengo mucho que hacer.

¿A qué se dedica?

Estudio, aprendo e informo.

¿Sobre qué? ¿Sobre nosotros?

Sí. Hace muchos años empecé a intentar comprender a los humanos y tal vez, en consecuencia, al resto de la gente en general. Kabe extendió las manos lentamente e intentó esbozar una sonrisa. Y mi investigación continúa. Escribo artículos, ensayos, prosa y poesía, que envío a mi hogar original, y que intentan, en la medida en que me lo permite mi modesto talento, explicar la Cultura y a su pueblo de una forma más completa a los míos. Por supuesto, nuestras dos sociedades se conocen bien en lo que respecta a datos fuente, pero a veces es necesario cierto grado de interpretación para extraerle sentido a esa información. Lo que yo intento es aportar ese toque personal.

Pero, ¿no es divertido estar rodeado por todos nosotros?

Cuando se canse de esta conversación, no dude en decírmelo, embajador dijo Estray Lassils, en tono de disculpa.

No, está bien. A veces sí es divertido, Chomba, a veces desconcertante, y a veces muy gratificante.

Pero somos completamente diferentes, ¿no? Nosotros tenemos dos piernas. Ustedes tienen tres. ¿No echa de menos a otros homomdanos?

Solo a una.

¿A quién?

A alguien a quien amé una vez. Pero, por desgracia, ella no me quería.

¿Por eso decidió venir aquí?

Chomba…

Es posible, Chomba. La distancia y la diferencia pueden curar. Al menos aquí, rodeado por humanos, nunca tendré que ver a alguien a quien confunda con ella, aunque solo sea un instante.

Vaya. Debió de quererla mucho.

Supongo que sí.

Aquí están dijo el avatar del Centro. Se volvió a mirar al fondo de la sala. En la pantalla de la pared curvada, el grueso cilindro de La resistencia fortalece el carácter, se deslizaba a través de la oscuridad. Apenas se apreciaban partes del complejo campo de la nave, que se hacía visible progresivamente, como si el módulo estuviese atravesando capas de gasa mientras se acercaba a la aeronave mayor.

El módulo llegó a la popa, flotando hacia la unidad de alojamiento situada en la parte frontal de la antigua nave de guerra, donde una serie de luces pequeñas identificaban un rectángulo del casco. Se oyó un ruido sordo, apenas perceptible, cuando las dos naves se conectaron. Kabe miró el agua de la piscina. Ni siquiera se onduló. El avatar se dirigió al fondo de la sala, con el dron flotando tras su hombro izquierdo. La vista de popa desapareció para dejar paso a las grandes puertas traseras del módulo.

Sécate los pies ordenó Estray Lassils a su sobrina.

¿Por qué?

Las puertas del módulo se abrieron, revelando un vestíbulo revestido con plantas y a un chelgriano de gran estatura, ataviado con un traje religioso oficial. Algo parecido a una gran bandeja flotaba a su lado, con dos modestas maletas encima.

Comandante Quilan saludó el avatar de piel plateada mientras se acercaba a él e inclinaba la cabeza a modo de reverencia. Represento al Centro de Masaq. Sea usted bienvenido.

Gracias contestó el chelgriano. Kabe percibió un olor ácido en el ambiente cuando las atmósferas de la nave y del módulo se mezclaron.

Se hicieron las pertinentes presentaciones. Kabe pensó que el chelgriano parecía amable pero reservado. Hablaba marain, al menos igual de bien que Ziller, y con el mismo acento. Y, lo mismo que Ziller, había aprendido el idioma en lugar de recurrir a un dispositivo de traducción.

La última en ser presentada fue Chomba, que recitó su casi completo nombre al chelgriano, buscó en uno de los bolsillos de su chaqueta y le entregó un pequeño ramillete de flores.

Son de nuestro jardín le explicó. Siento que estén un poco aplastadas, es que las llevaba en el bolsillo. Por eso no se preocupe, solo es polvo. ¿Quiere ver unos peces?

Comandante, nos complace mucho su visita dijo el dron Tersono, que flotaba entre el chelgriano y la niña. Sé que no hablo solo en nuestro nombre, sino en el de cada uno de los habitantes del orbital de Masaq, cuando digo que nos sentimos verdaderamente honrados con su llegada.

Kabe pensó que aquella sería la oportunidad ideal para el comandante Quilan de mencionar a Ziller, si era de los que no compartían aquella imagen poco realista de la cortesía. Pero el chelgriano se limitó a sonreír.

Chomba miró al dron con los ojos llenos de furia. Quilan inclinó la cabeza para ver más allá del cuerpo de Tersono y observarla, mientras este, extendiendo un campo arqueado azul y rosado hacia los hombros de Quilan, lo invitó a seguirlo. La plataforma flotante que transportaba las maletas del chelgriano fue detrás de ellos hacia el módulo. Las puertas se cerraron y se convirtieron de nuevo en una gran pantalla.

Todos los presentes nos encontramos aquí para darle la bienvenida, evidentemente, pero también para poner en su conocimiento que estamos a su entera disposición durante toda su estancia, que se prolongará el tiempo que usted desee.

Yo no. Tengo cosas que hacer.

Ja, ja, ja repuso el dron. Bueno, todos los adultos, en todo caso. ¿Cómo le ha ido el viaje? Espero que se haya sentido cómodo y satisfecho.

Ha resultado muy satisfactorio, gracias.

Por favor, tome asiento.

Se acomodaron en unos sofás mientras el módulo se ponía en marcha. Chomba volvió a sumergir los pies en la piscina. Detrás, La resistencia fortalece el carácter, efectuó una maniobra equivalente a una voltereta hacia atrás, se convirtió en un punto, y desapareció.

Kabe se puso a reflexionar sobre las diferencias entre Quilan y Ziller. Eran los dos únicos chelgrianos a los que había conocido en persona, aunque había estudiado minuciosamente a la especie desde que Tersono le pidió ayuda el día del recital en la barcaza Soliton. Sabía que el comandante era más joven que el compositor, y le pareció que su figura y su forma física eran mejores. Su pelo, de color marrón pálido, se veía más brillante y cuidado, y su musculatura más prominente. Incluso tenía una expresión algo más inquieta en los ojos y en el rostro. Tal vez aquello no era tan sorprendente. Kabe sabía mucho sobre el comandante Quilan.

El chelgriano se volvió hacia él.

¿Representa usted aquí oficialmente a Homomda, embajador Ischloear?

No, comandante… empezó Kabe.

El embajador Ischloear se encuentra aquí por petición de Contacto aclaró Tersono.

Me pidieron que actuase como anfitrión durante su estancia explicó Kabe al chelgriano. Me sentí humildemente honrado ante semejante halago y acepté de inmediato, pese a no ostentar ninguna formación diplomática real. Para ser sincero, soy más un cruce entre periodista, turista y estudiante que cualquier otra cosa. Espero que no le molesten mis palabras. Solo le digo esto por si cometo algún fallo en el protocolo. En caso de ser así, no quisiera que se reflejase en mis compañeros. Kabe hizo un leve gesto con la cabeza a Tersono, que le respondió con una inclinación a modo de reverencia.

¿Hay muchos homomdanos en Masaq? preguntó Quilan.

No. Yo soy el único repuso Kabe.

El comandante asintió lentamente.

Es a mi a quien corresponde la tarea de representar al ciudadano medio intervino Estray. El embajador Ischloear no es representativo, pero sí encantador. La mujer dedicó una sonrisa a Kabe, que se percató de que nunca había dado con un gesto traducible para indicar humildad. Pienso prosiguió ella que probablemente le pedimos a Kabe su ayuda como anfitrión para demostrar que, en Masaq, no somos tan terribles como para asustar a nuestros invitados no humanos.

Ciertamente, mahrai Ziller parece haber encontrado irresistible su hospitalidad dijo Quilan.

El compositor Ziller continúa honrándonos con su presencia coincidió Tersono. Su campo de aura se veía muy rosado en contraste con el tono cremoso de la butaca sobre la que reposaba. El Centro se muestra muy modesto al no ensalzar las numerosas virtudes del orbital de Masaq, pero déjeme garantizarle que se trata de un lugar de innumerables placeres. El Gran…

Supongo que mahrai Ziller no sabe que estoy aquí interrumpió Quilan pausadamente, mirando al dron y al avatar alternativamente.

Se le ha mantenido informado de sus avances asintió la criatura de piel plateada. Desgraciadamente, no se encuentra aquí para darle la bienvenida en persona.

Tampoco esperaba que lo hiciera repuso Quilan.

El embajador Ischloear es uno de los mejores amigos del compositor Ziller dijo Tersono. Estoy seguro de que, cuando llegue el momento, tendrán muchos temas sobre los que hablar.

Creo que puedo asegurar que soy el mejor amigo homomdano que tiene en Masaq, sí añadió Kabe.

Imagino que su propia conexión con el compositor Ziller se remonta a mucho más atrás, comandante dijo Estray. A la escuela, ¿verdad?

contestó Quilan. Pero no nos hemos visto ni hemos hablado desde entonces. Más que viejos amigos, somos amigos de la infancia. ¿Cómo se encuentra nuestro genio ausente, embajador? preguntó a Kabe.

Está bien contestó este último. Ocupado con sus composiciones.

¿Echa de menos su hogar? preguntó el chelgriano, mostrando poco más que un atisbo de sonrisa en el rostro.

Según dice, no respondió Kabe, aunque en sus obras de los últimos años me ha parecido detectar una cierta nota de nostalgia y de regreso a los antiguos temas populares chelgrianos, con matices de resolución final en su desarrollo. Por el rabillo del ojo, Kabe vio que el aura de Tersono se ruborizaba de satisfacción tras aquellas palabras. Pero tal vez eso no signifique nada prosiguió. El campo del dron se tornó en un azul glacial.

Ya veo que es usted aficionado a su música, embajador dijo el chelgriano.

Bueno, creo que todos lo somos se apresuró en decir Tersono. Yo…

Yo no lo soy.

Chomba dijo Estray.

La adorable niña aún no tiene la suficiente madurez como para apreciar la música del maestro continuó Tersono. Kabe observó un asomo de color morado en el campo de aura del dron, allanándose y disipándose en dirección a la criatura sentada al borde de la piscina. Vio moverse la boca de Chomba, pero sospechó que Tersono había erigido alguna especie de campo de separación entre ella y el resto del grupo. Apenas pudo oír sus palabras, pero la propia Chomba no se había dado cuenta de nada, o no le había importado. Estaba muy concentrada en los peces.

»Yo me considero uno de los admiradores más fervientes del compositor Ziller decía el dron, en voz muy alta. He visto a la señora Estray Lassils aplaudir con entusiasmo en varios conciertos y recitales de Ziller, y sé que el Centro disfruta en ocasiones recordando a los orbitales vecinos que su compatriota eligió a este como segundo hogar en lugar de a ellos. Todos estamos a la expectativa de escuchar la última sinfonía de Ziller dentro de unas semanas. Estoy seguro de que será espléndida.

Quilan asintió. Extendió las manos.

Bien, como supongo que ya sabrán dijo, me han pedido que intente persuadir a mahrai Ziller de regresar a Chel. Miró a todos uno por uno, y finalmente, fijó sus ojos en Kabe. Imagino que no será tarea fácil. Embajador Ischloear…

Por favor, llámeme Kabe.

Bien, Kabe, ¿qué piensas al respecto? ¿Tengo razón al considerar que será un objetivo difícil?

Kabe pensó.

No puedo imaginar empezó Tersono que el compositor Ziller pueda ni soñar con dejar pasar la oportunidad de reunirse con el primer chelgriano que…

Pienso que tiene toda la razón, comandante Quilan dijo Kabe.

… ha puesto los pies…

Por favor, llámame Quil.

… en Masaq en…

Francamente, Quil, te han asignado una misión jodida.

… tantos y tantos años.

Eso me temía.


* * *

~ ¿De acuerdo?

~ Sí. Muchas gracias.

~ Sea usted bienvenido —dijo Huyler en la cabeza de Quilan, imitando la profunda voz del avatar del Centro. Estaba casi demasiado ocupado como para pasarte comentarios al respecto.

~ Bueno, tampoco era estrictamente necesario.

Estaban preocupados por si la bienvenida a Quilan resultaba abrumadora, bien por accidente, bien deliberadamente. Su desliz momentáneo, cuando embarcaron en La resistencia fortalece el carácter, de responder en voz alta a un pensamiento transmitido por Huyler los puso en guardia, por lo que acordaron que, durante la primera parte de la recepción de Quilan, Huyler permanecería en silencio a menos que detectase cualquier incidencia alarmante por la que creyese que debía llamar la atención de Quilan.

~ Bien, Huyler. ¿Algo interesante?

~ Un grupo curioso, ¿no crees? Solo una de ellos era humana.

~ ¿Y la niña?

~ Bueno, y la niña. Si es que realmente es una niña.

~ No nos pongamos paranoicos, Huyler.

~ Tampoco seamos condescendientes, Quil. De todas formas, parece que se han decantado por el acercamiento amigable más que por el autoritario.

~ Podría darse el caso de que Estray Lassils fuera Presidenta del Mundo. Y el avatar de piel plateada podría encontrarse bajo el control directo del dios que ostenta el poder de la vida o la muerte sobre el orbital y todos sus habitantes.

~ Sí, y podría darse el caso de que la mujer fuese un testaferro sin poder alguno y el avatar una simple marioneta.

~ ¿Y el dron? ¿Y el homomdano?

~ La máquina afirma que procede de Contacto, con lo que podría pertenecer a Circunstancias Especiales. Pero el tipo grande de tres patas sí parece genuino, y yo le daría el beneficio de la duda por el momento. Posiblemente piensen que es adecuado porque tiene un mayor número de piernas del que acostumbran a ver. Él tiene tres piernas, y nosotros también, si contamos la extremidad media. Podría ser así de simple.

~ Supongo.

~ En cualquier caso, ya estamos aquí.

Así es. Y es un «aquí» que impresiona bastante, ¿no te parece?

~ Todo marcha bien, imagino.

Quilan esbozó una mínima sonrisa. Se apoyó en la barandilla de cubierta y echó un vistazo a su alrededor. El río se estrechaba a lo lejos y el paisaje desfilaba rápidamente a ambos lados.

El Gran Río de Masaq era una simple curva de agua que recorría sin interrupción todo el orbital y fluía lentamente, como resultado de poco más que el efecto coriolis del mundo en rotación.

Alimentado por afluentes y arroyos en toda su extensión, se veía mermado por la evaporación cuando discurría por zonas desérticas o cuando se vaciaba por potentes cascadas y por las escorrentías hacia los mares, los pantanos y los canales de riego, y se veía absorbido por lagos gigantes, extensos océanos y colosales sistemas de canalización, para reaparecer a través de enormes estuarios que se entremezclaban hasta formar de nuevo una sola corriente de agua.

El río fluía por su interminable curso a través de laberintos de cavernas escondidas bajo continentes elevados, cuyas profundidades solo quedaban esporádicamente iluminadas por algún orificio hondo o por inmensas fosas profundas que parecían las raíces de las montañas. Atravesaba el decreciente número de topografías aún no formadas de la plataforma en túneles transparentes que desembocaban en paisajes que todavía se encontraban en proceso de modelación e inscripción por las vulcanologías prefabricadas de las técnicas de formación terrestre del orbital.

Desaparecía bajo las sierras Mamparas en colosales laberintos de agua que danzaban bajo aquellos amplios diques y se deslizaba desbordándose en ocasiones durante estaciones enteras hacia las llanuras que se perdían en el horizonte, antes de sumergirse en sinuosos cañones de varios kilómetros de profundidad y de miles de longitud. Se congelaba desde un extremo de un continente hasta el otro durante el afelio del orbital o en los inviernos locales producidos por un grupo de dispersadas lentes solares del orbital.

Su curso atravesaba varias ciudades bien delimitadas o de expansión incontrolada y, al llegar a plataformas como la de Osinorsi, cuyo nivel mediano se hallaba por debajo de la elevación de la corriente, el río discurría por encima de llanuras, sabanas, desiertos o pantanos situados sobre montañas o cordilleras trenzadas que dominaban el suelo a cientos o a miles de metros de altura; elevadas cintas de tierra coronadas por nubes, bordeadas por cascadas, forradas por vegetación colgante y ciudades verticales, perforadas por cuevas y, como allí, con artísticos arcos esculpidos que convertían a las monumentales montañas en una imagen más precisa de lo que eran exactamente: enormes acueductos sobre un curso de agua de diez millones de kilómetros de largo.

El parapeto que los separaba del sistema montañoso, a poca distancia de los acantilados y las llanuras que marcaban el inicio de Xaravve, era un banco de hierba, con flores esporádicas, de menos de diez metros de anchura.

Desde su posición de ventaja, desde un camarote de proa elevado de la barcaza ceremonial Bariatricista, Quilan podía contemplar, a través de la neblina, las colinas y los ríos que crecían a través de brumosos bosques, a dos kilómetros por debajo de él.

Le habían preguntado si deseaba dirigirse directamente a la casa que habían habilitado para su estancia, o si prefería pasear por el Gran Río de Masaq, en una de sus famosas embarcaciones, donde habían preparado una pequeña recepción. Él respondió que aceptaba encantado el ofrecimiento. El avatar del Centro se mostró complacido ante ello, y el dron Tersono brilló con su aprobación de color rosado.

El módulo de personal había descendido lentamente hacia la atmósfera del orbital. El techo de la nave también se había convertido en una pantalla, que mostraba el arco flotante del atardecer y el lado lejano del orbital, mientras el buque se sumergía en el cálido aire matinal de la plataforma de Osinorsi. El módulo había sobrevolado la alongada forma de ese de la cordillera central que transportaba el río por el nivel inferior de la plataforma. Ambas naves se reunieron con la barcaza Bariatricista junto a la delimitación con Xaravve.

A unos cuatrocientos metros, la barcaza era casi el doble de larga que la anchura del río en aquel lugar; era una embarcación alta, iluminada, con dos niveles de cubiertas y tachonada de mástiles, algunos de los cuales ostentaban velas ornadas, aunque de la mayoría colgaban banderas de varios colores.

Quilan había visto a mucha gente, aunque el barco no estaba ni mucho menos lleno.

Todo esto no será por mí, ¿verdad? había preguntado al dron Tersono mientras el módulo se acercaba a la popa de una de las cubiertas.

Bueno… había respondido de forma algo incierta. No. ¿Por qué? ¿Preferiría una nave privada?

No. Solo sentía curiosidad.

Hay otras recepciones de distinta índole, fiestas y distintos eventos que se están celebrando en estos momentos en la barcaza le había aclarado el avatar. Además, hay mucha gente para quien este barco es un hogar temporal o permanente.

¿Cuánta gente ha venido a verme a mí?

Unos setenta repuso el avatar.

Comandante Quilan había dicho el dron. Si ha cambiado de idea…

No. Yo…

Comandante, ¿me permite una sugerencia? había preguntado Estray Lassils.

Por favor.


* * *

Así, el módulo se posicionó de forma que Quilan pudiese entrar directamente en el camarote de proa elevado de la barcaza; Estray Lassils desembarcó al mismo tiempo que él y le mostró el camino, quedándose rezagada mientras él se abría paso de un extremo al otro de una especie de armazón que atravesaba una bulliciosa fiesta, para llegar finalmente a una de las cubiertas traseras del barco.

Allí había un reducido grupo de humanos, parejas en su mayor parte. Quilan recordó un nebuloso y caluroso día, en un barco mucho más pequeño que navegaba sobre un río más ancho, pero infinitamente menor, a miles de años luz de aquel preciso momento. Su tacto, su aroma, el peso de su mano sobre su hombro…

Los humanos lo miraron con curiosidad, pero no le dijeron nada. Él miró hacia el exterior y contempló las vistas. El día era claro, pero fresco. El gran río y aquel enorme y asombroso mundo se extendían y giraban por debajo de él, llevándoselo con ellos.

Загрузка...