Espacio, tiempo

[…] miedo y un repentino dolor desgarrador, la enorme cara de pelo blanco llenó de repente su visión; la desesperación, el terror y la ira al verse traicionado cuando despertó e intentó (tarde, demasiado tarde) levantar las manos en un gesto que de todos modos habría sido inútil, y después el golpe seco y feroz cuando las inmensas mandíbulas de la criatura se le clavaron en el cuello, y la agonía de aquel cepo que parecía de acero, el estrangulamiento instantáneo, el corte del suministro de aire, y las sacudidas; el cuello que se partía, el cerebro que vibraba y lo privaba del sentido y la vida…

Algo le raspó el cuello, allá se iba el collar de la tía Silder. Las sacudidas continuaron. Algo fino y roto le azotó apenas el cuello cuando brotó la sangre y le cortaron la respiración. Cabrón, pensó, desmayándose otra vez por culpa de aquella paliza salvaje que lo llevaba de un sitio a otro.

El dolor continuó, desvaneciéndose, mientras lo arrastraban, sujeto por el cuello, por la nave alienígena. Las extremidades le colgaban inertes, desconectadas del cerebro. Era un simple trapo, una marioneta rota. Los pasillos seguían oliendo a fruta podrida. Tenía los ojos pegados por su propia sangre. Nada que hacer, nada que esperar.

Ruidos mecánicos. Después la sensación de que lo tiraban. Una superficie bajo él. Lo soltaron; la cabeza, apenas unida al cuerpo, rodó hacia un lado.

Sonidos de gruñidos, desgarros y cuchilladas, sonidos que pensó que debería conectar con el dolor, con alguna sensación al menos, pero que no significaban nada. Y luego silencio, y oscuridad, y la incapacidad de hacer nada salvo presenciar aquella lenta sensación de irse apagando. Y otro pequeño dolor cerca de la nuca; un pinchazo final, diminuto, como por si acaso, casi cómico.

Había fracasado. No había vuelto. No había advertido a nadie. No se había convertido en el héroe. Se suponía que no tenía que terminar así, con una muerte solitaria y dolorosa, consciente solo de la traición, el miedo y la desesperanza.

Un siseo. Se desvanecía. Frío. Movimiento; algo lo arañaba, una repentina brisa gélida.

Y luego un silencio absoluto, un frío absoluto y una falta total de gravedad.

Ungen Zlepe, erudito, se sintió engañado al notar que los ojos que tenía pegados por la sangre le impedían verlas estrellas lejanas en su estado puro, en el vacío, al morir.


* * *

Gran Yoleusenive, esto es lo que encontraron en el exterior los sirvientes del Hiarankebine, seis mil trescientos latidos a popa. Se trajo al interior del mundo para que lo inspeccionara el Hiarankebine, que envía estos restos con su aprecio y sus saludos, y con la creencia de que vos podríais añadir a la suma de conocimientos con vuestra venerada evaluación.

Es posible que esta forma la hubiese conocido aquel al que dirigís vuestros comentarios. Su apariencia trae asociaciones, recuerdos. Son antiguos, no obstante. Comienza ahora un registro en profundidad de nuestra capacidad de almacenaje de archivos en la memoria a largo plazo. Lo que llevará algún tiempo completar. Hablemos un poco más sobre el sujeto que tenemos ante nos mientras tiene lugar el dicho registro.

Muy bien. Es interesante observar que el análisis del juego de instrucciones celulares de la criatura indica que la forma con la que aparece aquí no es aquella con la que nació en un principio. Aquí se muestra una representación de la forma que tendría según el juego de instrucciones celulares original.

Esa forma nos fue en otro tiempo conocida, estamos seguros, al igual que esta podría habernos sido conocida en un tiempo. La representación que habéis mostrado aquí corresponde a la forma que es, o era, conocida como humano. Adjuntada al registro profundo de nuestros archivos de memoria que se han mencionado estará la imagen que estáis mostrando aquí. Este registro no ha descubierto nada destacado hasta el momento. Llevará un poco más de tiempo completarla tras adjuntarle la imagen visual de la forma humana.

Humano. Eso nos resulta interesante, aunque la naturaleza del interés es histórica.

La criatura en cuestión parece haber acumulado lesiones que no son las que se asociarían con la exposición a las condiciones que prevalecen en el exterior, que es ante todo la falta de medio, una ausencia que por lo común se denomina vacío, y la carencia asociada de toda temperatura, salvo la más insignificante.

Sí. Se supone que el cuello de la criatura no tiene la apariencia que se puede ver aquí, ya sea en la forma física que se muestra ante nosotros o en la forma que se ha recreado en la imagen visual de la matriz de asignación biológica. De modo similar, parece que le han abierto el torso por la fuerza y para causar lesiones, mientras que estas superficies parecen haber sido laceradas.

La criatura ha sido mordida, destripada y acuchillada.

Tales son los actos que se asociarían por lo general con las alteraciones de la fisiología de la criatura.

¿Qué se sabe de estas lesiones, y en concreto qué se sabe del momento en que se produjeron con respecto a la recuperación del objeto del exterior?

Se cree que el daño se provocó muy poco antes de que la criatura fuera expulsada del artefacto, medio o recipiente, que habitara antes de la dicha expulsión. Las varias lesiones indican que la criatura se encontraba en un estado no compatible con la continuación de su vida (salvo por una asistencia médica inmediata y altamente capacitada) antes de su expulsión al exterior, donde, como es natural, moriría. El fluido circulatorio ha salido a chorro aquí, aquí y aquí y con posterioridad se ha congelado como resultado de las bajas temperaturas encontradas en el exterior.

La naturaleza congelada de la criatura tal y como la encontramos aquí es idéntica a la que tenía cuando se encontró en un principio, entonces.

Así es. La burbuja repelente del medio en la que se puede ver que reside fue colocada antes de su inducción desde el exterior. Solo se han recuperado partículas muy pequeñas de su cuerpo y se han almacenado en condiciones ambiente para permitir el análisis referido a lo que ya hemos comunicado.

Estos daños pequeños y extendidos de los tejidos indicarían que la criatura contaba al menos con una temperatura parecida a su estado de funcionamiento normal y sano, y es posible que todavía se encontrara con vida cuando fue expulsada al exterior. ¿Podría ser el caso que el Hiarankebine estuviera de acuerdo?

Es el caso.

Este nivel de daños, en su mayor parte pequeños, indicaría que los restos de la criatura han estado expuestos al exterior durante mucho tiempo; un intervalo que podría ser del orden de una proporción significativa de un Gran Ciclo, aunque no en el orden de muchos de esos intervalos.

El Hiarankebine comparte esa creencia.

¿Es el caso que se hayan documentado la dirección y velocidad de los restos de la criatura en el momento de su descubrimiento?

Lo es. Los restos de la criatura estaban estáticos en el exterior según la definición aceptada número tres, a algo menos de la velocidad aproximada de una respiración lenta, a temperatura y presión estándar. Tal vectorial era de una orientación similar a la del mundo, con un margen de un cuarto de reducción.

El registro profundo que según se dio a entender había comenzado sigue realizándose, pero todavía no ha podido descubrir nada de interés. ¿Qué otros resultados de las partículas que se han colocado en condiciones ambiente se han añadido al depósito de conocimientos?

Parte del líquido congelado extraído de los bordes de la herida que la criatura sufrió en la región del cuello ha proporcionado información del juego de instrucciones biológicas que tienden a indicar que el agente que infligió la herida fue un individuo de la especie conocida como los Injuriados Menores.

Qué interesante. Su nombre fue con anterioridad los chelgrianos, o los Chel, antes de que ocurriera la atrocidad que le aconteció al Sansemin. ¿Hasta qué nivel de refinamiento se llevó a cabo el análisis de la forma humana que se encontró y que según se halló estaba implícita en la criatura que tenemos ante nos?

Suficiente para proporcionar la imagen que se ve aquí.

Es el caso que una imagen más completa de la criatura, quizá hasta el punto de recrear la corporeidad biológica, podría refinar todavía más y centrar el conocimiento del lugar que la especie de la criatura ocupaba en el gran mundo de la vida.

Eso lo podría lograr con igual honor y habilidad el Hiarankebine o aquel al que estos comentarios se dirigen con todo respeto.

Es una tarea que estamos encantados de asumir. Se observa que la criatura sigue vestida y que tiene alrededor del cuello una joya, o los restos de una joya. ¿Es el caso, por ventura, que se haya llevado a cabo un análisis de cierta profundidad con respecto a estos objetos externos?

No lo es, poderoso Yoleusenive.

El registro en profundidad de nuestras funciones de recuerdos almacenados, no volátiles y externos al sistema, que según se insinuó comenzó hace un tiempo ya ha concluido. La criatura que se encuentra ante nos tenía por nombre Uagen Zlepe, un erudito que vino a estudiar la encarnación del ser al que vos habláis procedente de la civilización que en otro tiempo se conoció como la Cultura.

Esos nombres no nos son conocidos.

No importa. El cuerpo de esta criatura debe de haber flotado en el exterior durante algo más del periodo que supone un ciclo galáctico completo, y ha esperado aquí con esa deriva casi imperceptible con dirección a popa que ya se ha mencionado, hasta que el sistema completó otra rotación alrededor de la galaxia y entró de nuevo en esta región del espacio. Está bien saberlo. Esta información se ramifica y completa. Contribuye de forma notable a la suma de conocimientos, como se explicará en un informe que se preparará para el Hiarankebine. ¿Es posible que aquel al que estos comentarios se dirigen aguarde a la finalización de dicho informe para así transmitírselo de la forma más pronta al Hiarankebine?

Lo es.

Bien. Es posible entonces que merezca la pena llevar a cabo otras investigaciones, que aquel al que habéis dirigido vuestros comentarios estaría encantado de realizar. Es de esperar que el Hiarankebine comparta el placer que experimenta y anticipa al mismo tiempo el Yoleusenive. Una serie de acontecimientos que antes no tenían conclusión puede que ahora la tengan. Lo que es satisfactorio para nosotros.


* * *

Abrió los ojos con un parpadeo y se quedó mirando al frente. Donde debería haber estado la horrible cara blanca peluda, encima de él, con las mandíbulas abriéndose, o las estrellas frías que giraban poco a poco mientras él daba tumbos, se encontraba una figura conocida, colgada bocabajo de una rama, dentro de un espacio circular grande y bien iluminado.

Estaba sentado en una especie de cruce entre cama y nido gigante. Parpadeó y despejó los ojos. No tenía la sensación de que hubiera habido sangre manteniéndoselos cerrados.

Miró a la criatura que colgaba a unos metros de él. Esta parpadeó y giró la cabeza un poco.

—¿Praf? —dijo con una tos. Tenía la garganta irritada, pero al menos volvía a tenerla conectada al cuerpo como Dios manda.

La pequeña y oscura criatura agitó las alas correosas.

—Uagen Zlepe —dijo—, me han encargado darte la bienvenida. Soy 8827 Praf, hembra, comparto la mayor parte de los recuerdos asociados con la Decisiva de quinto orden de la Tropa Deductora del Decimoprimer Follaje del behemotauro dirigible Yoleus que tú conociste como 974 Praf, incluyendo, según se cree, todos los referentes a ti.

Uagen tosió y expulsó un poco de fluido. Asintió y miró a su alrededor. Se parecía al interior de la Casa de Invitados de Yoleus, una vez quitadas las subdivisiones.

—¿He vuelto al Yoleus? —preguntó.

—Estás a bordo del behemotauro dirigible Yoleusenive.

Uagen se quedó mirando a la criatura colgada que tenía delante. Le costó un momento o dos comprender las implicaciones de lo que acababa de oír. Sintió que se le secaba la boca. Tragó saliva.

—¿El Yoleus ha… evolucionado? —soltó.

—Ese es el caso.

Uagen se llevó la mano a la garganta y sintió la carne dolorida, pero entera. Levantó la cabeza poco a poco y la giró.

—Cómo me —empezó a decir, luego tuvo que parar, tragar saliva y empezar otra vez—. ¿Cómo me han recuperado? ¿Cómo me han rescatado?

Se te encontró en el exterior. Portabas un equipo que albergaba tu personalidad. El Yoleusenive ha reparado y reconstruido tu cuerpo y ha despertado tu vida mental en el interior de dicho cuerpo.

—Pero yo no llevaba… —empezó a decir Uagen, después se fue quedando sin voz cuando bajó los ojos y vio que acariciaba con los dedos la piel del cuello donde, en otro tiempo, había un collar.

—El equipo que almacenaba tu personalidad estaba donde tus dedos están ahora —confirmó 8827 Praf, y chasqueó el pico una vez.

El collar de la tía Silder. Recordó el pequeño pinchazo en la nuca. Uagen sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —susurró.

La cabeza de Praf se inclinó hacia un lado otra vez y parpadeó.

Uagen se aclaró la garganta antes de hablar.

—Desde que dejé el Yoleus, ¿cuánto tiempo ha pasado?

—Casi un Gran Ciclo.

Uagen se encontró incapaz de hablar durante un rato. Al final lo hizo.

—Un… un, esto, un Gran Ciclo, eh, ¿galáctico?

El pico de 8827 Praf chasqueó un par de veces. Se agitó y se volvió a colocar las alas oscuras como si fueran una capa.

—Eso es lo que es un Gran Ciclo —dijo como si le explicara algo obvio a alguien recién eclosionado—. Galáctico.

Uagen tragó saliva con una garganta muy, muy seca. Era como si todavía la tuviera desgarrada y abierta al vacío.

—Ya veo —dijo.

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