EPÍLOGO

Está bien esto de volver a tener un cuerpo. Me gusta sentarme en este pequeño café de esta pintoresca aldea de las colinas, fumar una pipa y beber una copa de vino mientras contemplo la lejana Chelise. El aire está limpio, el paisaje es nítido y el otoño acaba de comenzar. No cabe duda, es un placer estar vivo.

Soy Sholan Hadesh Huyler, almirante general de las Fuerzas Combinadas Chelgrianas, retirado. Yo no sufrí el mismo destino que el que compartieron la Mente Central del orbital Masaq y en el que en otro tiempo fue mi compañero y pupilo, el comandante Tibilo Quilan. El Centro me sacó del mecanismo del Guardián de Almas de Quilan, me salvó y me transmitió a uno de sus VGS guardianes; después, (mucho después) me reuní con mi viejo yo, el que Quilan rescató dos veces, una vez (con su esposa Worosei) del Instituto Militar de la ciudad de Cravinyr, en Aorme, y otra (con el dron de la Armada) de los restos de la nave Tormenta de nieve.

Ahora vuelvo a ser un ciudadano libre de Chel, con una pensión razonable, (de hecho, dos) y el respeto de mis superiores (en realidad tengo dos grupos de superiores, aunque solo uno de ellos sabe de la existencia del otro, y se resistirían a que los llamara mis superiores). Espero que nunca me vuelvan a necesitar, pero si es así, cumpliré con mi obligación, no por mis antiguos señores, sino por mis nuevos iguales. Pues soy, según la definición que yo mismo habría utilizado hasta hace solo unos años, un traidor.

El Alto Mando chelgriano pensó que podrían haberme presionado de algún modo (que incluso podría haberme pasado al otro lado) antes de que se encontraran los restos de la nave; sin embargo, mi personalidad parecía cuadrar y no cabe duda de que todas mis respuestas fueron las adecuadas.

Acertaron y se equivocaron por igual. La Cultura me convirtió cuando todavía me encontraba en el sustrato del Instituto de Aorme. Eso no se les había ocurrido, mucho antes de la guerra de Castas.

La mejor forma de convertir a un individuo (persona o máquina) es no invadirlos para implantarles algún tipo de virus mimético o una de esas tonterías, sino hacerles cambiar de opinión por sí mismos, y eso es lo que hicieron conmigo, o, más bien, lo que me convencieron para que hiciera yo solo.

Me mostraron todo lo que había que ver sobre mi sociedad y la suya y, al final, preferí la suya. En esencia, me convertí en ciudadano de la Cultura al mismo tiempo que en agente de Circunstancias Especiales, que es el inusitado y tímido nombre que emplean para llamar a la organización que combina la recogida de información, el espionaje y el contraespionaje.

Accedí a todo lo demás para mantener a Masaq y su pueblo a salvo, no para garantizar su destrucción. Yo era la póliza de seguros de CE, su cláusula de salida, su paracaídas (he oído muchas analogías pintorescas). Si me lo hubieran ordenado, habría impedido que Quilan hiciera los desplazamientos y no habría tomado el mando ni los hubiera hecho yo si él hubiera puesto reparos. Al final se decidió que se habían colocado suficientes salvaguardas y que los desplazamientos podían seguir adelante; el objetivo era desandar el camino por el enlace de agujero de gusano que se había intentado instalar y descubrir e incluso atacar a los Implicados que estaban detrás del atentado (cosa que fracasó y que yo sepa sigue sin conocerse la identidad de esos misteriosos aliados, aunque estoy seguro de que CE tiene sus sospechas).

En los últimos tiempos me paso la mayor parte del tiempo en Masaq, con frecuencia en compañía de Kabe Ischloear, el papel de ambos es parecido. Regreso a Chel en ocasiones, pero prefiero mi nuevo hogar. Hace muy poco, Kabe señaló que había vivido en la Cultura casi una década antes de darse cuenta de que cuando la Cultura llama a alguien de una sociedad alienígena que vive entre ellos «embajador», lo que quieren decir es que esa persona representa a la Cultura ante su civilización original; el supuesto es que el alienígena en cuestión considerará de forma natural que la Cultura es mejor que su hogar y es por tanto digna de promoción en él.

¡Qué engreimiento!

No obstante.

He conocido a mahrai Ziller. Al principio se mostró muy cauto, pero con el tiempo ha empezado a encontrarme más agradable. Últimamente hemos estado hablando de que quizá regrese un día conmigo aquí, a Chel, para hacer una visita informal, es posible que a principios del año que viene. Así que puede que al final yo logre cumplir la tarea que en su momento solo fue la tapadera de Quilan.

Me han dicho que el Centro y Quilan se adentraron juntos en el olvido total, sin dejar atrás copias de seguridad, ni duplicados, ni estados mentales, ni almas.

Supongo que debía de ser lo que ambos querían. En el caso del comandante, creo que lo entiendo y sigo compadeciéndolo profundamente por los efectos de una pérdida que no podía llorar ni soportar, aunque (como muchos otros, creo yo) me resulta difícil entender que algo tan fabuloso y complicado, y tan capacitado en el plano intelectual, como la Mente, quisiera destruirse también.

La vida nunca deja de sorprender.


FIN
Загрузка...