XXII — Tierra y estrellas



Primavera. Las ventanas abiertas. El viento vespertino huele a abedul tierno. Terminé la página del manuscrito y miré por la ventana. Como si estuviera enfilada en la aguja del edificio del Almirantazgo, se ve la Luna llena. Se oyen los sonidos de un violín a través del receptor de radio. Todo igual que entonces, muchos años atrás… Pero ahora yo miro a la Luna con otros ojos. Esto ya no es el lejano e inaccesible satélite de la Tierra. En su superficie quedaron huellas de mis pies. Ellas ahora serán tan frescas como si acabara de pasar por ellas, por aquel suelo cubierto de cenizas y polvo cósmico milenarios.

Algunas veces me parece todo un sueño…

Al lado de mi gabinete está el de Tonia. Ella, al igual que yo, tiene ya título académico.

Desde el comedor llega hasta mí el canturreo de nuestro hijo.

En la alfombra cerca de mi sillón está tumbado mi perro preferido, un negro perro de aguas llamado «Dgipsi». Lo llamé así en recuerdo de aquel otro «Dgipsi» que dejé en la Estrella. ¡Cuán conmovedora fue nuestra separación!

Yo no he roto los lazos con mis amigos de Ketz. Todos están vivos y con buena salud. Zorina se ha casado con el director Parjomenko. Kramer, que ya sanó, lo tomó tal como corresponde a una persona normal, no con mucha alegría, pero sin hacer de esto un drama. Paley-Evgenev trabaja como ingeniero jefe, constructor y «probador» de cohetes. Tiurin prepara un viaje fuera de los límites del Sistema Solar. Él se niega categóricamente a envejecer.

Hace un mes que terminé un voluminoso libro: «Experimentos biológicos en la Estrella Ketz». Como material para esta obra, utilicé los trabajos de Shlikov, Kramer y míos. Ha resultado un libro interesantísimo. Está ya preparada su edición. Terminado este libro, quise de nuevo revivir todas las aventuras relacionadas con mi singular matrimonio. Y he aquí que ya termino este libro.

…Mi hijo está cantando la «Marcha de la Estrella Ketz». ¡Cuántas veces le he contado mis extraordinarias aventuras! Ahora sólo sueña en cómo volará hacia la Estrella cuando sea un hombre. Y él, seguramente, será uno de los habitantes de las estrellas.


FIN



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