33. ELI

Hoy por la noche, en esas horas tenebrosas, se me ha ocurrido por primera vez que podría ser yo quien se ofreciera en holocausto para satisfacer las exigencias del Noveno Misterio. Momento de desesperación fugaz que desapareció pronto, pero digno de tenerse en cuenta cuando llegue el gran día. Está a la vista que lo que más me inquieta es el asunto sexual. Mi total jaque en la maestría de la técnica. Fracaso tras fracaso. ¿Cómo reprimirme? Me ofrecen muchachas magníficas y he de despachar a dos o tres en fila. ¡Oh, schmendrick, schmendrick, schmendrick! La escena con Margo volvía a empezar. Me inflamo, me dejo transportar… Lo contrario de la actitud preconizada por los Cráneos. Ni una sola vez he logrado contenerme el tiempo suficiente para llegar a la tercera. No creo que sea humanamente posible, por lo menos para mí. Aunque, desde luego, la clase de longevidad de la que aquí se habla no es humanamente posible tampoco. Es necesario sobrepasar lo humano, convertirse, literalmente, en inhumano, en no humano, si se quiere triunfar sobre la muerte. Pero ni siquiera puedo controlar los traidores espasmos de mi pene. ¿Cómo puedo esperar controlar mi metabolismo, invertir el proceso de degradación orgánica con la simple fuerza del espíritu, adquirir esa clase de control celular del cuerpo que parecen poseer los hermanos? No puedo, veo perfilarse el jaque. El hermano León y el hermano Bernard me han dicho que me harían un entrenamiento especial, que me enseñarían unas cuantas cosas técnicas útiles de desescalada sexual, pero yo no creo en absoluto en ello. El problema está tan profundamente arraigado en mí que es demasiado tarde para cambiar, trátese de lo que se trate. Soy quien soy. Monto a esas chicas, estas silenciosas y dóciles sacerdotisas aztecas, y aunque mi espíritu esté lleno de instrucciones para retener el esperma, mi cuerpo se lanza al galope, corre, explota de pasión y la pasión es precisamente lo que hay que conquistar si se quiere sobrevivir a la prueba. Errar este test, es errar todo. Vuelvo a encontrarme echado al borde del camino, perdida la inmortalidad; no me queda ya más que destruirme puesto que alguien ha de destruirse y así abrir el camino a los otros.

Estos eran más o menos mis pensamientos la noche pasada. Timothy también está condenado al fracaso, me decía, pues es incapaz de adquirir la interioridad necesaria o lo desea muy poco. Está prisionero de sus sarcasmos, tan desdeñosos de la Hermandad y de sus ritos que difícilmente contiene su impaciencia. Tampoco puede abrirse a las disciplinas de base. Nosotros meditamos, él se contenta con mirar. El peligro real es que decida largarse un día de éstos, lo cual comprometería todo y desequilibraría el Receptáculo. Por tanto designo a Timothy para desempeñar la otra obligación del Noveno Misterio. Es imposible que obtenga lo que la Hermandad ofrece: que sea inmolado en beneficio de los demás.

Pensaba así la noche pasada, incapaz de coger el sueño, y me decía que era preferible terminar cuanto antes: robar un cuchillo de la cocina, atravesar con él a Timothy mientras dormía y, a continuación, hacerme el harakiri. El Noveno Misterio encontraría su víctima y Ned y Oliver su pasaporte a la eternidad. Me levanté de la cama. Pero, en aquel momento, dudé. ¿Era el momento adecuado para llevar a cabo lo que proyectaba? Pudiera ser que hubiera un lugar especial dentro del rito de la celebración del Noveno Misterio. Quizá comprometa todo haciéndolo ahora, prematuramente, sin recibir la señal de los hermanos. Si mi sacrificio debía ser inútil, sería mejor abstenerme. Reflexionando permanecí en la cama perdiendo toda posibilidad de actuar. Esta mañana aún me siento deprimido. Me doy cuenta de que no tengo ninguna necesidad de renunciar a la vida. Tengo graves dudas sobre mí, estoy descorazonado por mis flagrantes incapacidades, sí, pero a la vez deseo vivir el mayor tiempo posible. Entretanto, la perspectiva de adquirir los poderes de la longevidad de los hermanos me parece lejana. No creo que ninguno de nosotros lo logre. El Receptáculo se desmorona.

Загрузка...