31 Después

Los vientos y las nieves invernales redujeron el tránsito del comercio terrestre, cuando no lo interrumpieron por completo hasta la primavera, y por cada tres palomas enviadas por mercaderes, dos cayeron presa de los halcones o del mal tiempo, pero allí donde el hielo no cubría los ríos, los barcos siguieron navegando y los rumores se extendieron más deprisa que relámpagos. Cientos, miles de rumores, cada cual plantando miles de semillas que germinaron y crecieron en nieve y hielo como si fuera suelo fértil.

En Tar Valon, decían algunos, se habían enfrentado grandes ejércitos, la sangre había corrido a raudales por las calles y las Aes Sedai rebeldes habían clavado la cabeza de Elaida a’Roihan en una pica. No; Elaida había ganado la batalla, y las rebeldes que sobrevivieron se arrastraban a sus pies. No había habido rebeldes ni división en la Torre Blanca. Era la Torre Negra la que se había destruido y escindido, por designio Aes Sedai y poder Aes Sedai, y Asha’man perseguían Asha’man por todos los países. La Torre Blanca había destrozado el Palacio del Sol de Cairhien, y el propio Dragón Renacido estaba ahora atado a la Sede Amyrlin, como una marioneta a su servicio. Algunos rumores decían que eran Aes Sedai las que estaban atadas a él, a los Asha’man, pero eran pocos los que daban crédito a tal rumor, y esos pocos eran la risión de todo el mundo.

Los ejércitos de Artur Hawkwing habían regresado para reclamar su imperio, destruido mucho tiempo antes, y los seanchan arrasaban todo a su paso, incluso habían rechazado al Dragón Renacido en Altara, derrotándolo y haciéndolo retroceder. Los seanchan habían ido a servirle. No; él había arrojado al mar a los seanchan, destruyendo sus ejércitos completamente. No; se habían llevado al Dragón Renacido, para que se postrara de rodillas ante la emperatriz. El Dragón Renacido había muerto, y hubo tanta celebración como duelo, tantas lágrimas como gritos de alegría.

Los rumores se extendieron por las naciones como telarañas superpuestas, y hombres y mujeres planearon el futuro creyendo que sabían la verdad. Hicieron planes y el Entramado los absorbió, tejiéndolos hacia el futuro profetizado.

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