PRÓLOGO

No voy a emprender aquí la historia del cataclismo, ni la de la conquista de Telus, la cual podéis hallarla detalladamente estudiada en las obras de mi hermana. Yo quiero, simplemente, contar mi propia vida. A todos vosotros, descendientes míos o de mis compañeros, que habitáis este mundo por derecho de nacimiento, os gustará, seguramente, conocer las impresiones y luchas de un hombre, nacido en otro planeta, que fue transportado aquí por un fenómeno sin precedentes, todavía mal explicado, y que casi perdió la esperanza antes de comprender la magnífica aventura que se le ofrecía.

¿Para qué escribir este libro? Sin duda, no todos vais a leerlo. Conocéis ya lo esencial. Escribo principalmente para el futuro. Recuerdo que en aquella Tierra que desconocéis, y que yace en algún rincón ignorado del espacio, la curiosidad de los historiadores se centraba en el testimonio de tiempos remotos. Cuando hayan transcurrido cinco o seiscientos años, este libro tendrá el interés de ser el relato de un testigo ocular del Gran Comienzo.

En la época en que inicio esta narración, no era este anciano encorvado y un poco chocho que soy ahora. Tenía entonces veintitrés años, hace ya sesenta de todo esto. Sesenta años que han pasado como una exhalación. Sé que voy perdiendo facultades: mis movimientos no tienen la precisión de antes, me fatigo pronto, y me atraen pocas cosas; mis hijos y mis nietos, todavía algo de la geología y tomar el sol, es decir, los soles, ya que tenemos dos. Me doy prisa, por tanto, en dictar a mi nieto Pedro — mis manos tiemblan demasiado para escribir—, la historia insubstituible y única de un destino humano. Me ayudo para ello con el diario escrito a lo largo de mi vida y que destruiré acabada esta tarea. Pienso decir todo lo que tenga interés. Por otra parte, no quisiera librar a la curiosidad, a veces un poco sádica de los historiadores, lo que fue de mis modestas alegrías y mis penas.

Al dictar, contemplo por la ventana cómo ondula el trigo bajo el viento, y me parece, por un momento, estar de vuelta en mi Tierra natal, hasta que me doy cuenta de que los árboles tienen dos sombras…

Загрузка...