Apéndice Nota sobre la administración provincial

La breve relación que hace Severian de su carrera en Thrax es la mejor (aunque no la única) evidencia que tenemos sobre los asuntos de gobierno en la era de la Mancomunidad, tal como se daban fuera de los brillantes pasillos de la Casa Absoluta y las rebosantes calles de Nessus. Está claro que nuestras distinciones entre ramas legislativa, ejecutiva y judicial no son aplicables: no cabe duda de que administradores como Abdiesus se reirían de la noción de que las leyes deben ser hechas por un grupo de personas, aplicadas por otro y juzgadas por un tercero. Considerarían que semejante sistema es impracticable, como por cierto se está demostrando.

En el período de los manuscritos, arcontes y tetrarcas son elegidos por el Autarca, que como representante del pueblo tiene en sus manos todo el poder. (Véase, no obstante, la observación que sobre este punto hace Famulimus a Severian.) Se espera de estos oficiales que hagan valer las órdenes del Autarca y administren justicia en concordancia con los usos heredados de las poblaciones que gobiernan. También están autorizados para hacer leyes locales —válidas únicamente en el área gobernada por el legislador y sólo por el término de su mandato— e imponerlas bajo amenaza de muerte. Como en la Casa Absoluta o en la Ciudadela, en Thrax parece desconocerse la prisión por tiempo determinado, nuestra forma más común de castigo. Se mantiene a los prisioneros en la Vincula en espera de la tortura o la ejecución, o como rehenes para la buena conducta de amigos y familiares.

Según muestra claramente el manuscrito, la supervisión de la Vincula («la casa de las cadenas») es sólo uno de los deberes del lictor («el que ata»). Este oficial es el principal subordinado del arconte en la administración de justicia criminal. En ciertas ocasiones ceremoniales desfila delante de su señor llevando una espada desnuda, poderoso recordatorio de la autoridad del arconte. Durante las sesiones del tribunal, se le exige que permanezca de pie (como Severian se lamenta) a la izquierda del banco. Lleva a cabo personalmente las ejecuciones y otros actos mayores de castigo judicial, y supervisa la actividad de los clavígeros («los de las llaves»).

Esos clavígeros no sólo son los guardias de la Vincula sino que actúan además como policía de investigación, función para la que cuentan con la ventaja de poder arrancar a sus prisioneros información por la fuerza. Las llaves que portan parecen lo bastante grandes como para ser utilizadas como porras, y son así tanto sus herramientas como sus emblemas de autoridad.

Los dimarchi («los que combaten de dos maneras») son tanto la policía uniformada como las tropas del arconte. No obstante, el título no parece referirse a esta doble función, sino a un equipo y un entrenamiento que les permite desempeñarse como caballería o infantería según las necesidades. Sus filas están integradas, al parecer, por soldados profesionales, veteranos de las campañas del norte y no nativos de la zona.

La propia Thrax es, claramente, una ciudad fortaleza. De un lugar tal no podría esperarse que resistiera más de un día, a lo sumo, contra el enemigo ascio; parece más bien ideada para rechazar las incursiones de bandoleros y rebeldes de los exultantes y armígeros locales. (El marido de Cyriaca, que debía de haber sido una persona casi desconocida en la Casa Absoluta, en las cercanías de Thrax tiene claramente alguna importancia, y hasta representa algún peligro.) Si bien parece prohibirse a exultantes y armígeros que mantengan ejércitos privados, no hay duda de que muchos de sus seguidores, se los llame monteros, lacayos o como sea, son en lo fundamental combatientes. Presumiblemente son esenciales para proteger las villas de saqueadores y cobrar los impuestos, pero en caso de disturbios pueden convertirse en poderosa fuente de peligros para gentes como Abdiesus. En ocasión de un conflicto así, la ciudad fortificada, montada sobre las nacientes del río, le daría a este personaje una ventaja casi insalvable.

La ruta escogida por Severian para su fuga indica hasta qué grado puede vigilarse el egreso de la ciudad. La propia fortaleza del arconte, el castillo de Acies («el campamento armado de la punta») defiende el extremo norte del valle. Parece ser totalmente independiente del palacio situado en la ciudad propiamente dicha. El extremo sur está cerrado por el Capulus («la guarda de la espada»), aparentemente un intrincado muro fortificado, imitación a pequeña escala de la Muralla de Nessus. Hasta las cimas de los acantilados están protegidas por fuertes con muros entre ellos. Puesto que cuenta con una provisión inagotable de agua limpia, la ciudad parece capaz de soportar un prolongado asedio de cualquier fuerza que no disponga de armamento pesado.

FIN
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