52

Varias veces estuve a punto de abordar el tema con ella. Me contuve. No me atrevía a ir hacia ella. Si quieres, puedes medir mi sinceridad por mi vacilación; ¿era de veras tan puro mi nuevo credo de apertura — te preguntarás — si sentía que mi hermana vincular estaría por encima de tal comunión? Pero no pretendo que haya habido entonces coherencia en mi modo de pensar. Mi liberación de los tabúes de la exhibición era un acto de voluntad, no una evolución natural, y constantemente debía luchar contra los antiguos hábitos de nuestra costumbre. Aunque hablaba en «yo» y «mí» con Schweiz y con algunos de los otros que habían compartido conmigo la droga, nunca me sentía cómodo al hacerlo. Vestigios de mis ataduras rotas seguían uniéndose furtivamente para sujetarme. Miraba a Halum y sabía que la amaba, y me decía que el único modo de realizar ese amor era mediante la fusión de su alma y la mía, y en mi mano estaba el polvo que nos uniría. Y no me atrevía. Y no me atrevía.

Загрузка...