EPÍLOGO

En el año 1955, un arqueólogo caribiano, que dirigía una excavación cerca del lugar tradicional del desembarco de Cristóbal Colón, observó que el cráneo casi perfecto hallado ese día era más pesado de lo que debería ser. Anotó la anomalía, y unas cuantas semanas más tarde, cuando tuvo ocasión de regresar a la Universidad de Ankuash, los rayos X mostraron una placa de metal dentro del cráneo.

¿Dentro del cráneo? Imposible. Sólo tras examinarlo de cerca encontró las finísimas marcas de cirugía que habían hecho posible el implante. Pero los huesos no sueldan tan bien. ¿Qué clase de cirugía era ésta, que dejaba tan poco daño? No era posible hacer un trabajo como aquél en 1955, mucho menos a finales del siglo quince.

Fotografiando cada paso del proceso, y con varios ayudantes como testigos, cortó el cráneo y retiró la placa. Era una aleación que nunca había visto antes; pruebas posteriores demostraron que se trataba de una aleación que no existía. Pero el metal apenas era importante. Pues una vez retirado del cráneo se descubrió que se separaba en cuatro finas hojas, en las cuales había gran cantidad de escritura… toda ella microscópica. Estaba en cuatro idiomas: español, ruso, chino y árabe. Estaba lleno de circunloquios, pues hablaba de conceptos que no podrían expresarse con el vocabulario de ninguna de aquellas lenguas en 1500. Pero el mensaje, una vez descifrado, fue bastante claro. Indicaba en qué frecuencia de radio emitir, y en qué pauta, para disparar una respuesta de un archivo enterrado.

Se hizo la emisión. Se encontró el archivo. La historia que contaba era increíble y sin embargo no cabía duda de su veracidad, pues el archivo mismo era claramente producto de una tecnología que nunca había existido en la Tierra. Cuando todo se aclaró, se inició la búsqueda de otros dos archivos. Juntos, relataban con detalle, no sólo los siglos y milenios de la vida humana anterior a 1492, sino también una extraña y aterradora historia que no había sucedido, de los años que se extendían entre 1492 y la creación de los archivos. Si hubiera habido alguna duda respecto a la autenticidad del descubrimiento, todo quedó anulado cuando las excavaciones realizadas en los lugares indicados en los archivos condujeron a espectaculares hallazgos arqueológicos que confirmaban todo lo que podía confirmarse.

¿Había habido una vez una historia diferente? No, dos historias diferentes… ¿ambas anuladas por intervenciones en el pasado?

De repente las leyendas y rumores sobre Diko, la esposa de Colón, y Un-Hunahpu, el mentor de Yax, empezaron a tener sentido. Las oscuras historias de un turco que supuestamente saboteó la Pinta y fue asesinado por la tripulación de Colón fueron revividas y comparadas con los planes de los que se hablaba en los archivos. Obviamente, los viajeros habían conseguido viajar al pasado, los tres. Obviamente, habían tenido éxito.

Dos de los viajeros tenían ya tumbas y monumentos. Lo que quedaba era construir una tercera tumba en la playa haitiana, poner el cráneo dentro, e inscribir en el exterior el nombre de Kemal, una fecha de nacimiento que no se produciría hasta dentro de siglos y como fecha de la muerte, 1492.

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