Luz suave. Porcelana, cubiertos de plata y vidrio de calidad. No sé si Ernie’s es el mejor restaurante de San Francisco eso es cuestión de gustos— pero ciertamente está entre los diez primeros. Menos para Manse, que me dijo que le gustaría llevarme a los años setenta, antes de que se retirasen los dueños de Mingei-Ya. Levanta su copa de jerez.
—Por el futuro —dice. Hago lo mismo.
—Y por el pasado.
Chin, chin. Magnífico.
—Ahora podemos hablar. —Cuando sonríe la cara se le llena de arrugas y ya no parece familiar—. Siento que no hayamos podido hacerlo antes, aparte de llamarte para decirte que tu tío estaba bien y para invitarte a cenar, pero he estado dando saltos como una pulga en una plancha, intentado dejarlo todo bien atado.
Le pincho un poco.
—¿No podías haberlo hecho y luego retroceder un par de horas para quitarme la angustia?
Se pone serio. Oh, hay mucho pesar no expresado en su voz.
—No. Eso hubiese sido demasiado ajustado. En la Patrulla se nos permiten nuestros saltos de placer, pero no cuando pueden complicar las cosas.
—Eh, Manse, bromeaba. —Tiendo la mano y toco la suya—. Voy a conseguir una gran comida, ¿no? —Y un vestido ceñido, y el pelo bien arreglado.
—Te la has ganado —dice, más aliviado de lo que debiera estar un tipo duro que va de un lado a otro del espacio-tiempo.
Basta por ahora. Hay demasiadas cosas que preguntar.
—¿Qué hay de tío Steve? Me contaste cómo se liberó, pero ¿dónde está?
Manse ríe.
—Eso no importa, ¿verdad? Un centro de información en algún lugar y en algún tiempo. Pasará un largo permiso con su esposa en Londres antes de volver al servicio. Estoy seguro de que te visitará, así como al resto de sus parientes. Ten paciencia.
—Y… ¿después?
—Bien, tenemos que terminar el asunto de una forma que deje intacta la estructura del tiempo. Pondremos a fray Esteban Tanaquil y a don Luis Castelar en ese palacio del tesoro de Cajamarca, en 1533, un minuto o dos después de que los exaltacionistas se los llevasen. Saldrán a pie y eso será todo.
Frunció el ceño.
—Ah, mencionaste antes que los guardias se habían sentido preocupados y habían mirado dentro, para no encontrar a nadie. Produjo toda una conmoción. ¿Podéis cambiar eso?
Él sonríe.
—¡Dama lista! Excelente pregunta. Sí, en tales casos, cuando el pasado ha sido deformado, la Patrulla anula los acontecimientos que fluyen de ese punto. Digamos que restauramos la historia «original». En todo lo posible.
Preocupación, que produce un extraño dolor.
—Pero Luis. Después de lo que ha pasado.
Manse toma un trago, hace girar el vaso entre los dedos y mira el líquido ámbar que contiene.
—Pensamos en invitarlo a unirse a la Patrulla, pero sus valores son incompatibles con los nuestros. Se le condicionará para guardar el secreto. El condicionamiento es inofensivo en sí mismo, pero hace que una persona sea incapaz de revelar la existencia del viaje en el tiempo. Si lo intenta, y lo hará, la garganta se le agarrotará y la lengua se le inmovilizará. Pronto dejará de intentarlo.
Agitó la cabeza.
—Para él será terrible.
Manse mantiene la calma. Es como una montaña, tímidas florecillas dispersas por la superficie, pero por debajo una masa rocosa.
—¿Preferirías que lo hubiésemos matado, o le hubiésemos borrado la memoria para dejarlo sin mente? A pesar de los problemas que nos dio no tenemos nada contra él.
—¡Pero él sí!
—Ajá. No ataca a tu tío en la cámara del tesoro, porque fray Tanaquil abre la puerta y dice a los guardias que ha terminado. Sin embargo, no sería inteligente mantener allí a fray Tanaquil. Por la mañana se aleja, como si fuese a dar un paseo mientras medita y nadie vuelve a verlo. Los soldados lo echan de menos, era un tipo tan encantador, y buscan, sin éxito, y deciden que debió de tener algún accidente. Don Luis dice que no sabe nada. —Manse suspira—. Tendremos que dejar el proyecto holográfico. Bien, quizá alguien pueda llegar hasta esos objetos cuando se encontraban en su emplazamiento original. Plantaremos nuevos agentes para seguir el resto de la carrera de Pizarro. Tu tío tendrá otra misión. Quizá decida pasar a la administración, como su esposa desea.
Tomo un trago de mi copa.
—¿Qué pasará… pasó con Luis?
Me mira de cerca.
—Te preocupas por él, ¿no?
Siento calor en las mejillas.
—No de, ya sabes, ninguna forma romántica. No lo tendría en el árbol de Navidad. Pero es una persona que he conocido.
Él vuelve a sonreír.
—Comprendo. Bien, ésa es otra de las cosas que he estado comprobando hoy. Vigilamos a don Luis Castelar el resto de su vida, por si acaso. Se adapta con rapidez. Continúa como oficial de Pizarro, distinguiéndose en Cuzco y en la lucha contra Almagro. —¿Con qué tristeza interior?—. Al fin, cuando el país esté dividido entre los conquistadores, se convierte en un gran terrateniente. Por cierto, es uno de los pocos españoles que intentaron que los indios tuviesen un trato justo.
Más tarde, cuando su mujer haya muerto, toma los hábitos y se convierte en monje. Habrá tenido hijos, cuyos descendientes prosperarán. Entre ellos hay una mujer que se casa con un capitán de Norteamérica. Sí, Wanda, ese hombre con el que te encontraste era tu antepasado.
¡Caray! Me recupero al cabo de un minuto.
—Viaje en el tiempo. —Todas las épocas a disposición de uno.
Deberíamos examinar el menú. Pero…
Cálmate, corazón, o como sea la estúpida frase. Me inclino. De alguna forma no tengo miedo, no cuando me mira así. Sólo que las palabras salen entrecortadas, con pequeños escalofríos por la espalda.
—¿Q-qué hay de mí, Manse? También conozco el secreto.
—Ah, sí —dice. Qué amable—. Es típico de ti, creo, preguntar primero por los otros. Bien, tienes también un papel que representar. Te devolveremos a las islas Galápagos, vestida con la misma ropa de entonces, unos pocos minutos después. Te reunirás con tus amigos, terminarás el viaje, volarás desde Baltra a ese manicomio conocido como Aeropuerto Internacional de Guayaquil, y de vuelta a casa, a California.
—¿Y luego? ¿Luego?
—Lo que suceda después lo decides tú —prosigue—. Puedes aceptar el condicionamiento. No es que no confiemos en ti, pero la regla es estricta. Repito que es indoloro y no provoca ningún daño y, como estoy convencido de que jamás nos delatarías, para ti no representará ninguna diferencia. Podrás seguir con tu vida del siglo XX. Cuando tú y tu tío Steve estéis en privado, podrás hablar libremente con él.
Tensó los tendones, acumuló valor.
—¿Tengo otra elección?
—Claro. Puedes convertirte en viajera del tiempo.
Increíble. ¿Yo? Y sin embargo lo esperaba. Pero:
—Yo, yo, yo me pregunto si seré una buena policía.
—No muy buena, probablemente. —Oigo al otro lado de la luz—. Eres demasiado independiente. Pero la Patrulla es responsable tanto de las eras prehistóricas como de las históricas. Eso requiere conocimiento del ambiente, lo que exige científicos de campo. ¿Te gustaría estudiar paleontología con animales vivos?
Vale, vale, me pongo en evidencia. Me pongo en pie de un salto y violo la paz de Ernie’s con un grito de guerra. Manse ríe.
Mamuts, osos de las cavernas y dodos, ¡genial!