31

Le dije a Lilith: “Prometiste contármelo. Por qué esos gammas usaban el nombre de mi padre. La paz de Krug. Ve con Krug. Krug sea contigo. No me lo contaste”.

“Lo haré”

“¿Cuándo?”

“Tendrás que volver a disfrazarte de alfa. Es más fácil enseñártelo que explicártelo.”

“¿Tenemos que volver a Ciudad Gamma?”

“No —respondió ella—, esta vez no. Podemos arreglárnoslas con betas. No te llevaré a la capilla de Valhallavagen porque…”

“¿Dónde?”

“A la capilla de Valhallavagen. Es donde adoran la mayoría de los alfas de la zona. A ellos no podrías engañarlos, Manuel. Pero supongo que, a unos betas, sí. Si guardas silencio y ofreces un aspecto digno.”

“Una capilla. Adorar. Entonces, ¿es una religión?”

“Sí.”

“¿Y cómo se llama? ¿Krugolatría?”

“No tiene nombre. Al referirnos a ella, la llamamos la comunión. Es muy importante para nosotros, Manuel. Creo que es lo más importante de nuestras vidas.”

“¿Puedes describirme…?”

“Luego. Quítate la ropa, te pondré pulverizador en la piel. Podemos ir en seguida.”

“¿Será muy largo?”

“Una hora —respondió ella—. Volverás a tu casa a tiempo, no te preocupes. Si es eso lo que te preocupa.”

“Quiero ser justo con Clissa —le explicó—. Ella me da libertad. No quiero abusar.”

“Muy bien. Muy bien.”

Me quité la ropa. Una vez más, Lilith me disfrazó de Alfa Levítico Saltador. Había guardado las ropas de la otra ocasión. Me sorprendió que no las hubiera devuelto a Thor Vigilante, como si supiera que volveríamos a representar esta mascarada.

“Antes de ir, tienes que saber algunas cosas —me dijo—. La primera es que está completamente prohibido que los humanos entren en una capilla. Es como lo de que los no musulmanes no pueden entrar en La Meca. Por lo que sé, puedes ser el primer nacido del Vientre que vea una por dentro.”

“¿El primer qué?”

“Nacido del Vientre. Tú eres un Hijo del Vientre. Nosotros somos Hijos de la Cuba. ¿Comprendes?”

“Oh. Oh. Si es un sacrilegio meterme a escondidas en una capilla, ¿por qué lo haces? ¿No te tomas en serio las normas?”

“Muy en serio.”

“Entonces, ¿por qué?”

“Porque creo que puedo hacer una excepción contigo, Manuel. Eres diferente. Ya te lo dije una vez, ¿recuerdas? No crees que los androides sean una raza inferior a la humanidad. Creo que, en tu interior, siempre has estado de nuestra parte, aunque no fueras consciente de ello. Así que no será un sacrilegio dejar que comprendas un poco nuestra religión.”

“Bueno, quizá.”

“Además, eres el hijo de Krug.”

“¿Qué tiene que ver eso?”

“Ya lo verás”, me dijo.

Me sentí adulado, fascinado, emocionado. Hasta un poco asustado. ¿De verdad simpatizo tanto con las aspiraciones de los androides? ¿Se puede confiar en mí? ¿Por qué Lilith viola el mandamiento? ¿Qué intenta conseguir de mí? Una idea indigna. Una idea indigna. Lo hace porque me quiere. Desea compartirlo conmigo. Su mundo.

Ella dijo: “De todos modos, recuerda que sería muy grave que te descubrieran. Por tanto, finge que estás en tu lugar, no te muestres nervioso ni inseguro. En Ciudad Gamma lo hiciste estupendamente. Hazlo igual.”

“Pero ¿no hay ciertos ritos que debería conocer? ¿Genuflexiones o algo así?”

“Ya voy a eso —dijo Lilith—. Sólo necesitas un par de gestos. Uno de ellos ya lo conoces. Éste.”

Mano izquierda a la entrepierna, al pecho, a la frente, uno dos tres.

“Es el signo de Alabado-sea-Krug —dijo ella—. Es una señal de reverencia. Haces el signo cuando entras en la capilla y cuando te unes a la plegaria, en silencio o en voz alta. También es bueno hacer el signo cuando se menciona el nombre de Krug. De hecho, el signo de Alabado-sea-Krug es apropiado casi en cualquier momento del servicio, o cuando dos androides de la comunión se encuentran fuera de la capilla. A ver cómo lo haces. Venga.”

“Uno dos tres. Alabado-sea-Krug.”

“Más de prisa. Uno-dos-tres.”

“Uno-dos-tres.”

“Bien. Bien. Mira, éste es otro signo importante. Significa Krug-nos-guarde, y es una plegaria que se utiliza en momentos de tensión o duda. Como decir “Dios nos ayude”. Lo usarás cuando el texto del servicio pida que Krug tenga piedad de nosotros, o que Krug nos ayude de alguna manera. Cuando estemos implorando a Krug.”

“Krug es un auténtico dios para vosotros”, dije maravillado.

“Éste es el signo.”

Me enseñó cómo hacerlo. Una mano sobre cada pecho; luego, muestra las palmas hacia fuera. Un acto de contrición: ¡mira mi alma, Krug! Mi corazón está desnudo ante ti. Hizo el signo muchas veces, y yo lo repetí.

“Uno más —ordenó Lilith—. El signo de sumisión a la Voluntad de Krug. Sólo lo harás una vez, cuando estés frente al altar. Así. Una rodilla en el suelo y los brazos extendidos hacia adelante, con las palmas hacia arriba.”

“¿No importa qué rodilla?”

“Cualquiera. Hazlo.”

Hice el signo de sumisión a la Voluntad de Krug. Me alegró aprenderlo De alguna manera, siento que me he pasado la vida aceptando la Voluntad de Krug, aun sin saberlo.

“Vamos a asegurarnos de que lo hayas entendido todo —dijo Lilith—. Cuando entres en la capilla, ¿qué?”

“Uno-dos-tres. Alabado-sea-Krug.”

“Bien. ¿Luego?”

“Cuando vea el altar, hago la sumisión a la Voluntad. Una rodilla en el suelo, brazos estirados, palmas hacia arriba.”

“Sí. ¿Y?”

“Cuando se pidan mercedes a Krug, hago el Krug-nos-guarde. Manos cruzadas al pecho, luego extenderlas. También hago el Alabado-sea-Krug de cuando en cuando, si se menciona el nombre de Krug.”

“Bien. Bien. No tendrás ningún problema, Manuel.”

“Hay otro gesto que te vi hacer en Ciudad Gamma”, dije.

“Enséñamelo.”

Alcé las manos, con las palmas una frente a otra, a cosa de medio metro de distancia, contorsioné las caderas y flexioné las rodillas, trazando una especie de espiral.

“Lo hiciste en Ciudad Gamma —le digo—, cuando la multitud se estaba poniendo agresiva.”

Lilith se echó a reír.

“Se llama Bendición de la Cuba —dijo—. Es un signo de paz y una señal de adiós. Lo hacemos sobre una persona muerta, en la última plegaria, y también cuando nos despedimos de alguien en una situación tensa. Es uno de los signos más sagrados. Y no lo has hecho demasiado bien. Verás, se basa en la doble hélice del ácido nucleico en la molécula… genética, ¿entiendes? Así es como están enlazadas las moléculas. Intentamos reproducirlo con nuestros cuerpos. Así.”

Lo hizo. La imité, y se rió.

“Lo siento —dije—. Es que mi cuerpo no parece capaz de curvarse así.”

“Hace falta práctica. Pero no tendrás que hacerlo. Quédate con el Alabado-sea-Krug y Krug-nos-guarde, con eso te bastará. Ahora, vámonos.”

Me llevó a una parte pobre de la ciudad, me pareció que había sido la zona comercial en el pasado. No era tan chillona como Ciudad Gamma, ni tenía el elegante aspecto antiguo de la parte donde vivían los alfas. Era, sencillamente, pobre.

“La capilla está ahí”, me dijo.

Vi la parte delantera de un almacén, con las ventanas tapadas. Había un par de betas en la puerta, sin hacer nada concreto. Empezamos a cruzar la calle. Estaba nervioso. ¿Y si me descubrían? ¿Qué me harían? ¿Y a Lilith?

“Soy Alfa Levítico Saltador.”

Los betas se apartaron a un lado, haciendo la señal de Alabado-sea-Krug, mientras nos acercábamos a ellos. Ojos fijos en el suelo, aire de respeto. Las distancias sociales. Lilith lo habría tenido mucho más difícil si yo no tuviera una constitución esbelta de alfa. Mi confianza creció. Incluso hice la señal de Alabado-sea-Krug a uno de los betas.

Entramos en la capilla.

Era una gran habitación circular, sin asientos. Una gruesa alfombra de suave pseudovida, obviamente muchas rodillas la habían gastado. Luces matizadas. Me acuerdo de hacer el signo de Alabado-sea-Krug al entrar. Uno-dos-tres.

Un pequeño vestíbulo. Dos pasos más adelante, vi el altar por primera vez. Lilith dobló la rodilla, sumisión a la Voluntad. Yo casi no necesité arrodillarme. Casi me caí de asombro.

El altar: una gran masa cuadrada de lo que parecía carne viviente, asentada sobre una bañera de plástico muy ornamentada. Un fluido púrpura en la bañera, girando y bañando ocasionalmente el bloque de carne rosada, que medía al menos tres metros de largo y dos de ancho por uno de alto.

Detrás del altar: un holograma de mi padre. Un parecido perfecto. Una réplica a tamaño natural, que nos miraba de frente, con expresión severa, ojos brillantes, labios fruncidos. No era exactamente un dios de amor. Fuerte. Hombre de acero. Era un holograma, de manera que los ojos te seguían. Estés donde estés en la capilla, Krug te vigila.

Me arrodillo. Extiendo los brazos. Palmas hacia arriba.

¡Sumisión a la Voluntad de Krug!

Me trastorna. Aunque ya venía preparado, sigo conmocionado. “¿Es así en todo el mundo?—pregunto—. ¿Androides haciendo reverencias a mi padre?” Un susurro apenas audible. “Sí —me dice—, sí.” Le reverenciamos. Alabado-sea-Krug.

Este hombre al que he conocido toda mi vida. Este constructor de torres, este inventor de androides. ¿Un dios? Casi me río. ¿Soy el hijo de Dios? No encajo en el papel. Obviamente, aquí nadie me adora. Soy una ocurrencia de última hora. Estoy al margen de la teología.

Nos ponemos de pie. Con un leve gesto de la cabeza, Lilith me guía hacia un lugar al fondo de la capilla, donde nos arrodillamos. La oscuridad me reconforta. Debe de haber diez o doce androides en la capilla, todos betas, a excepción de un varón alfa arrodillado ante el altar, de espaldas a nosotros. Me siento menos llamativo con el alfa allí. Entran unos cuantos betas más, haciendo los gestos apropiados. Nadie nos presta atención. Las distancias sociales.

Todo el mundo parece rezar para sus adentros.

“¿Esto es el servicio, Lilith?”

“No, aún no. Hemos llegado un poco pronto. Ya lo verás.”

Los ojos de Krug me taladran. Ahí arriba, casi tiene aspecto de dios. Le devuelvo la mirada. ¿Qué diría él si lo supiera? Se reiría. Golpearía su escritorio. Se alegraría. ¡Krug el dios! ¡Jehová Krug! ¡Simeon Alá! ¡Por Cristo, ésa sí que es buena! ¿Por qué demonios no iban a adorarme? Yo los creé, ¿no?

Cuando mis ojos se acostumbran a la semioscuridad, examino más detenidamente el dibujo de la pared. No es, como pensé en un principio, un diseño ornamental abstracto. No: ahora veo las letras del alfabeto, repetidas una y otra vez, cubriendo hasta el último centímetro del muro. No todas las letras. Repaso las líneas, y sólo encuentro la A, la U, la G y la C en diversas combinaciones como:


AUA AUG AUC AUU GAA GAG GAC GAU GGA GGG GGC GGU

GCA GCG GCC GCU GUA GUG GUC GUU CAA CAG CAC CAU


Una y otra vez. “¿Qué es eso, Lilith? Las letras.”

“El código genético —dice—. Los tripletes del ARN”

“Ah, sí. —De pronto, recuerdo Ciudad Gamma, la adicta al ralentizador exclamando letras, G A A G A G G A C. Ahora las veo en la pared—. ¿Una plegaria?”

“El idioma sagrado. Como el latín para los católicos.”

“Ya entiendo ”

En realidad no lo entiendo. Me limito a aceptarlo.

“¿Y de qué está hecho el altar?”, pregunto.

“Carne. Carne sintética.”

“¿Viva?”

“Por supuesto. Salida de la cuba, como tú y como yo. Perdona, como tú, no. Como yo. Un montón de carne androide viva.

“¿Qué la mantiene viva? No tiene órganos, ni nada así.”

“Absorbe nutrientes del tanque. E inyecciones de algo desde debajo. Pero vive. Crece. De vez en cuando, hay que recortarla. Simboliza nuestro origen. No el tuyo. El nuestro. Hay un altar en cada capilla. Sacados a escondidas de las fábricas.”

“Como los productos defectuosos.”

“Como los productos defectuosos, sí.”

“Y yo que pensaba que las medidas de seguridad eran muy estrictas en las plantas de androides”, digo.

Lilith me guiña un ojo. Empiezo a sentirme como un miembro de alguna conspiración.

Ahora entran tres androides por la parte de atrás de la capilla. Dos betas y un alfa, con estolas bordadas en las que está inscritas las letras del código genético. Tienen un aspecto sacerdotal. El servicio está a punto de comenzar. Cuando los tres se arrodillan junto al altar, todo el mundo hace el Alabado-sea-Krug, y el Krug-nos-guarde. Les imito.

“¿Son sacerdotes?”

“Son celebrantes —dice Lilith—. No tenemos lo que se dice una clase sacerdotal. Hay varias castas que desempeñan papeles en ceremonias diferentes, según la estructura y la textura del ritual. El alfa es un Preservador. Entra en un trance que le pone en comunión directa con Krug. Los dos betas son proyectores. Ellos amplifican su estado emocional. En otros momentos se necesitan Absorbedores o Protectores, que cuentan con la ayuda de Entregadores, Sacrificadores o Respondedores.”

“¿A qué casta perteneces tú?”

“¿A la de los Respondedores.”

“¿Y Thor Vigilante?”

“A la de los Preservadores.”

El alfa junto al altar comienza un cántico: CAU, UUC, UCA, CGA, CCG, GCC, GAG, AUC.

“¿Es que todo va a ser en clave?”

“No. Esto es sólo para establecer la textura.”

“¿Qué dice?”

Dos betas, situados un poco más adelante, se vuelven para mirarnos. Sisean pidiendo silencio. Al ver que somos alfas, se muerden los labios.

Lilith susurra, más bajo que antes. Está diciendo: “Krug trae al mundo, y a Krug volvemos”.

GGC GUU, UUC, GAG.

“Krug es nuestro creador, nuestro protector y nuestro libertador.”

UUC, CUG, CUC, UAC.

“Krug, te rogamos que nos guíes hacia la luz.”

No comprendo el código. Los símbolos no están relacionados con el sentido. ¿Qué símbolo representa a Krug? ¿Cómo funciona esta gramática? No puedo preguntárselo a Lilith mientras estemos aquí. Otros androides se vuelven para mirarnos. Esos alfas charlatanes de atrás. ¿Es que no tienen ningún respeto?

Los Proyectores susurran cánticos resonantes. El Preservador sigue recitando el código. Ahora Lilith empieza a funcionar como Respondedora, repitiendo el cántico como un eco. Las luces se hacen más brillantes. El fluido que cubre el altar burbujea. La imagen de Krug parece brillar. Sus ojos me registran el alma.

Ahora empiezo a entender la mitad de las palabras del servicio. Entremezcladas con el código, suplican a Krug que redima a los Hijos de la Cuba, que les dé libertad, que los eleve al nivel de los Hijos del Vientre. Cantan sobre el día en que Vientre y Cuba y Cuba y Vientre sean uno. Con una infinidad de gestos de Krug-nos-guarde, suplican la piedad de Krug. ¡Krug! ¡Krug! ¡Krug! ¡Krug! ¡Aquí todo gira en torno a la idea de un Krug piadoso!

Empiezo a captar la imagen. ¡Esto es un movimiento de igualdad! ¡Éste es un frente de liberación androide!

“Krug, nuestro señor, guíanos hacia el lugar que nos corresponde junto a nuestros hermanos de carne.”

“Krug nos traerá redención.”

“Krug terminará con nuestro sufrimiento.”

“Alabado-sea-Krug.”

“Gloria a Krug.”

El servicio empieza a ganar intensidad. Todo el mundo canta, recita, hace signos, incluidos muchos que Lilith no me ha enseñado. La misma Lilith está completamente absorta en la plegaria. Me siento aislado, un infiel, un intruso, mientras les escucho rezar a su Creador, mi padre, que es su dios. Durante largos ratos, el servicio se recita en lenguaje código, pero sigo descubriendo palabras conocidas. Krug, desciende y redímenos. Krug, bendícenos. Krug, termina con este tiempo de prueba. Krug, te necesitamos. Krug Krug Krug Krug Krug. Con cada Krug, me estremezco, siento un cosquilleo entre los omóplatos. Nunca sospeché nada de esto. ¿Cómo han conseguido guardarlo tan en secreto? Krug el dios. Mi padre el dios. Y yo también soy Krug. Si Krug muere, ¿a quién adorarán? ¿Cómo puede morir un dios? ¿Predican la resurrección de Krug? ¿O el Krug de la Tierra es sólo una manifestación del auténtico Krug que está en las alturas? Eso es lo que me parece entender, por algunos versos del servicio.

Ahora cantan juntos, un unísono atronador:

“AAA AAG AAC AAU sea Krug. ”

“AGA AGG AGC AGU sea Krug.”

“ACA ACG ACC ACU sea Krug.”

Le están ofreciendo todo el código genético, verso a verso. Lo sigo por una columna de la pared. De pronto, oigo mi propia voz uniéndose al cántico:

“GAA GAG GAC GAU sea Krug.”

“GGA GGG GGC GGU sea Krug.”

Lilith me mira y me sonríe. Tiene el rostro arrebolado, está exaltada, excitada, hay casi un arrebato sexual en su expresión. Asiente, dándome ánimos.

Canto más fuerte.

“GCA GCG GCC GCU sea Krug.”

“GUA GUG GUC GUU sea Krug.”

Sigue una y otra vez, un tono extraño, nadie canta igual que su compañero, pero es un unísono, todos los androides parecen sintonizados con diferentes intervalos de escalas diferentes. No me cuesta trabajo adaptarme, y sigo con ellos hasta el final.

“UUA UUG UUC UUU sea Krug.”

Nos levantamos. Nos acercamos al altar. Hombro con hombro, Lilith a mi izquierda y un beta contra mi derecha, ponemos las manos sobre ese bloque de carne viviente. Está caliente y resbaladizo. Cuando lo tocamos, se estremece. Las vibraciones pasan a través de nosotros. “Krug —cantamos—, Krug, Krug, Krug, Krug.”

El servicio ha terminado.

Algunos androides salen en fila. Otros se quedan, pues parecen demasiado agotados por la experiencia como para marcharse de inmediato. Yo también me siento así, y eso que apenas he participado. Una intensa comunión religiosa. Se dice que la religión ha muerto, que es una costumbre antigua en desuso, pero no, no entre esta gente. Creen en poderes superiores y en la eficacia de la plegaria. Creen que Krug les escucha. ¿Les escucha Krug? ¿Ha escuchado Krug alguna vez? Pero ellos creen que sí. Si no escucha ahora, lo hará, dicen, escuchará. Y los librará de sus cadenas. El opio para el pueblo, ¿no? Pero los alfas también creen.

“¿Cuánto tiempo lleva esto en marcha, esta religión?”, le pregunto a Lilith.

“Desde antes de que yo naciera.”

“¿Quién la inventó?”

“Empezó aquí, en Estocolmo. Un grupo de alfas. Se difundió rápidamente. Ahora hay creyentes por todo el mundo.”

“¿Todos los androides son creyentes?”

“No todos. La gente del PIA, no. Nosotros pedimos milagros y la gracia divina. Ellos defienden la agitación política directa. Pero somos más que ellos. La mayoría de nosotros somos creyentes. Más de la mitad. Todos los gammas, la mayoría de los betas y muchos alfas.”

“¿Y pensáis que, si seguís pidiendo a Krug que os redima, lo hará?”

Lilith sonríe.

“¿Qué otra cosa podemos esperar?”

“¿Os habéis acercado directamente a Krug alguna vez?”

“Nunca. Verás, distinguimos entre Krug el hombre y Krug el Creador, y pensamos… —Sacude la cabeza—. Será mejor que no hablemos aquí. Podrían oírnos.”

Nos dirigimos a la salida. A medio camino, se detiene, retrocede y coge algo de una caja en la base del altar. Me lo tiende. Un cubo de datos. Lo enciende y leo las palabras que aparecen:

En el principio era Krug, y Él dijo: “Que haya Cubas”, y hubo Cubas.

Y Krug miró las Cubas, y vio que eran buenas.

Y Krug dijo: “Que haya nucleótidos de alta energía en las Cubas”. Y fueron vertidos los nucleótidos, y Krug los mezcló hasta que quedaron unidos unos a otros.

Y los nucleótidos formaron las grandes moléculas, y Krug dijo: “Que haya padre y madre en las Cubas, y que las células se dividan, y que de las Cubas brote vida”.

Y hubo vida, porque había Reproducción.

Y Krug presidió la Reproducción, y tocó los fluidos con Sus propias manos, y les dio forma y esencia.

Y dijo Krug: “Que de las Cubas salgan hombres, y que salgan mujeres de las Cubas, y que vivan entre nosotros y sean robustos y útiles, y los llamaremos Androides”.

Giro el cubo. Más de lo mismo. Mucho más. Una Biblia androide. Bueno, ¿y por qué no?

“Fascinante —le digo a Lilith—. ¿Cuándo fue escrito?”

“Empezaron a trabajar hace años. Todavía se siguen añadiendo secciones nuevas. Sobre la naturaleza de Krug y la relación del hombre con Krug.”

“La relación del hombre con Krug. Estupendo.”

“Si te interesa, quédatelo —me dice—. Es para ti.”

Salimos de la capilla. Escondo la Biblia androide bajo mi ropa. Hace bulto.

Otra vez en el piso de Lilith.

“Ahora ya lo sabes —me dijo—. Nuestro gran secreto. Nuestra gran esperanza. ”

“¿Qué es exactamente lo que esperáis que mi padre haga por vosotros?”

“Algún día —dijo ella—, hablará para todo el mundo y revelará lo que siente por nosotros. Dirá: “Estos androides han sido tratados injustamente, es hora de hacer enmiendas. Concedámosles ciudadanía. Concedámosles plenos derechos. Dejemos de tratarlos como artículos de propiedad”. Y porque es Krug, porque es el que dio androides al mundo, la gente le escuchará. Él solo los cambiará a todos. Y las cosas serán diferentes para nosotros.”

“¿De verdad creéis que eso sucederá?”

“Eso espero y por eso rezo”, me contestó.

“¿Cuándo? ¿Pronto?”

“Eso no puedo decirlo. Cinco años…, veinte…, cuarenta…, quizá el mes que viene. Lee el cubo que te he dado. Explica por qué creemos que Krug nos está probando, quiere ver lo resistentes que somos. Algún día, la prueba terminará.”

“Ojalá compartiera tu optimismo —le contesté—. Pero me temo que tendréis que esperar mucho, mucho tiempo.”

“¿Por qué lo dices?”

“Mi padre no es tan humanitario como creéis. No es ningún malvado, no, pero no piensa demasiado en los demás y en sus problemas. Está completamente absorto en sus propios proyectos.”

“Pero, en el fondo, es una persona honrada —dijo Lilith—. Me refiero a Krug el hombre. No a la figura divina a la que rezamos. Sólo a tu padre.”

“Sí, es honrado.”

“Entonces, comprenderá la justicia de nuestra causa.”

“Quizá. Aunque quizá no. —La cogí entre mis brazos—. ¡Ojalá pudiera hacer algo para ayudaros, Lilith!”

“Puedes hacerlo.”

“¿El qué?”

“Háblale a tu padre de nosotros”, me respondió.

Загрузка...