16

Habían trasladado la capilla a una cúpula cercana al perímetro exterior del área de servicios, en la sección donde se reparaban las herramientas. En menos de dos horas, un transferidor impecable fue sacado al exterior; dentro, la nueva capilla no se distinguía en nada de la anterior. Vigilante encontró a una docena de betas en tiempo libre, que celebraban un ritual de consagración, mientras un grupo de gammas observaba. Nadie le habló, ni siquiera le miraron de forma directa. En presencia de un alfa, obedecían escrupulosamente el código de las distancias sociales. Vigilante rezó con brevedad ante el holograma de Krug. Tras un rato, su alma se tranquilizó un poco, aunque las tensiones del largo diálogo con Sigfrido Archivista no le abandonaron. Su fe no se había tambaleado ante los bruscos argumentos pragmáticos de Archivista, pero por unos momentos, mientras discutían junto al cadáver de Casandra Núcleo, Vigilante sintió desesperación. Archivista le había golpeado en un lugar vulnerable: la actitud de Krug ante el asesinato de la alfa.

¡Krug no había parecido conmovido en absoluto! Molesto, sí, pero… ¿no sería simplemente el despilfarro, la incomodidad del pleito, lo que le molestaba? Vigilante había respondido con los argumentos metafísicos de siempre, pero se sentía inquieto. ¡Por qué el asesinato no había parecido afectar a Krug? ¿Dónde estaba su piedad? ¿Dónde la esperanza de redención? ¿Dónde estaba la misericordia del Hacedor?

La nevada cedía cuando Vigilante salió de la capilla. Había anochecido, una noche sin luna, con estrellas insoportablemente brillantes. Vientos desencadenados cortaban el emplazamiento liso y sin árboles de la construcción. Sigfrido Archivista había desaparecido, así como el cadáver de Casandra Núcleo.

Largas colas de trabajadores se formaban ante las hileras de transmats, ya que era la hora del cambio de turno. Euclides Proyectista, su relevo, estaba allí.

—Ya he llegado —dijo Proyectista—. Vete. Esta noche te has quedado hasta muy tarde.

—Un día difícil. ¿Sabes ya lo de la muerte?

—Por supuesto. Transmat de Labrador reclamó el cadáver. Hay abogados por todas partes. —Proyectista se acomodó en el asiento de enlace—. Además, tengo entendido que habéis trasladado la capilla.

—Tuvimos que hacerlo. Así fue como empezó todo: Spaulding se empeñaba en entrar. Es una historia larga.

—Ya la he oído —asintió Euclides Proyectista. Se disponía a conectarse con la computadora—. Habrá problemas con esto. Como si no tuviéramos suficientes. Ve con Krug, Thor.

—Ve con Krug —murmuró Vigilante, y se marchó.

Los trabajadores en la cola del transmat le abrieron paso. Entró en el cubículo y dejó que la luz verde le enviara a su piso de tres habitaciones de Estocolmo, en el sector del distrito androide habitado por los alfas. Un transmat privado era un auténtico privilegio, una muestra de la estima en que le tenía Krug. No conocía a ningún otro androide que lo tuviera; pero Krug había insistido en que era necesario para Vigilante que pudiera dejar su apartamento en el momento de recibir un aviso, e hizo que le instalaran el cubículo.

Se sentía cansado, agotado. Se marcó dos horas de sueño, se desnudó y se acostó.

Cuando despertó estaba tan cansado como antes. Aquello no era habitual. Decidió concederse otra hora de sueño, y cerró los ojos. Pero, poco después, el sonido del teléfono le hizo incorporarse. Al volverse hacia la pantalla, vio a Lilith Meson. Adormilado, le hizo el signo de Alabado-sea-Krug.

Ella parecía sombría.

—¿Puedes venir a la capilla de Valhallavagen, Thor?

—¿Ahora?

—Ahora, si es posible. Aquí hay mucha tensión. El asunto de Casandra Núcleo… No sabemos qué pensar, Thor.

—Espera —dijo—. Voy en seguida.

Se puso una túnica, fijó las coordenadas transmat del cubículo de Valhallavagen, y saltó. Había un paseo de cincuenta metros desde el cubículo al interior de la capilla; nunca se instalaban transmats dentro de las capillas. Despuntaba un amanecer débil y escaso. Allí también había nevado un poco por la noche, según advirtió Vigilante: aún se advertían los restos en las profundas cornisas de las ventanas de los antiguos edificios.

La capilla estaba en una esquina de la planta baja. Allí había unos quince androides, todos alfa; las clases inferiores rara vez utilizaban la capilla de Valhallavagen, aunque podían hacerlo. Los betas se sentían incómodos en ella, y los gammas preferían adorar en Ciudad Gamma, al otro lado de la urbe.

Vigilante reconoció en el grupo a algunos de los miembros más distinguidos de su clase. Devolvió el saludo a la poetisa Andrómeda Quark, al historiador Mazda Constructor, al teólogo Pontífice Expedidor, al filósofo Krishna Centinela, y a muchos otros que estaban entre la elite de la elite. Todos parecían muy tensos. Cuando Vigilante les hizo el signo de Alabado-sea-Krug, la mayoría se lo devolvió de mala gana, por obligación.

—Perdónanos por interrumpir tu descanso, Thor —dijo Lilith Meson—, pero, como ves, se está celebrando una conferencia muy importante.

—¿En qué puedo ayudar?

—Fuiste testigo de la muerte de Alfa Casandra Núcleo —dijo Pontífice Expedidor.

Era un androide recio, de movimientos lentos, un androide de porte digno e imponente que surgió de uno de los primeros lotes de Krug. Había desempeñado un papel fundamental en la formación de su religión.

—Tenemos una especie de crisis teológica —siguió Expedidor—. En vista de los cargos presentados por Sigfrido Archivista…

—¿Cargos? No lo sabía.

—¿Se lo explicas tú?—pidió Pontífice Expedidor, mirando a Andrómeda Quark.

—Archivista convocó una rueda de prensa anoche, en los cuarteles del PIA —dijo la poetisa, esbelta y vehemente, con una elegante voz aguda—. Insiste en que el asesinato de Alfa Núcleo fue un acto político, instigado por… —apenas podía decirlo— Krug.

—Basura de la Cuba —murmuró Vigilante—. ¡Le supliqué que no lo hiciera! Archivista y yo estuvimos hablando de pie, en medio de la nieve, y le dije…, le dije… —Cerró los puños—. ¿Ha hecho Krug alguna declaración?

—Lo ha desmentido —dijo Mazda Constructor, que llevaba cuatro años compilando en secreto, con ayuda de Vigilante, los anales de los androides, partiendo de los archivos almacenados de Krug—. Fue una respuesta inmediata. Dijo que la muerte fue accidental.

—¿Quién habló por Krug?—preguntó Vigilante.

—Un abogado. Fearon, el hermano del senador.

—No fue Spaulding, ¿eh? Supongo que aún debe de estar conmocionado. Bien, Archivista ha estado proclamando su basura. ¿Y qué?

—En este momento —respondió lentamente Pontífice Expedidor—, las capillas de todo el mundo están abarrotadas. Nuestros hermanos se han reunido para discutir las implicaciones del asesinato, Thor. Las resonancias teológicas son terriblemente complejas. Si es cierto que Krug dio la orden de acabar con la vida de Casandra Núcleo, ¿lo hizo para demostrar Su disgusto ante las actividades del Partido para la Igualdad de los Androides? O sea, ¿prefiere Él nuestro camino al de ellos? O, por el contrario, arrebató su vida para demostrar que desaprueba los objetivos del PIA… que, por supuesto, son a grandes rasgos los mismos que los nuestros? En el primer caso, nuestra fe está justificada. Pero en el segundo, como puedes ver, quizá se nos haya dado un signo de que Krug desaprueba por completo la idea de igualdad para los androides. De ser así, no habría esperanza para nosotros.

—Una perspectiva terrible —aportó Krishna Centinela, cuyas enseñanzas sobre la relación Krug/androide eran reverenciadas por todos—. De cualquier manera, me consuela la idea de que si Krug hizo matar a Alfa Núcleo para demostrar Su disgusto ante el movimiento de igualdad, lo hizo para oponerse a la agitación política en este momento. Se limitaba a decirnos que fuéramos más pacientes y aguardásemos Su misericordia. Pero…

—También deberíamos considerar una posibilidad mucho más sombría —intervino Mazda Constructor—. ¿Puede haber maldad en Krug? ¿Fue malvado el papel que representó en el asesinato? Si es así, quizá deberíamos revisar toda la fundamentación de nuestro credo, e incluso reconstruirlo, porque si Krug puede actuar arbitraria e inmoralmente, de ello se desprende…

—¡Basta! ¡Basta!—exclamó una voz intranquila desde la parte trasera del grupo—. ¡No hables así en una capilla!

—Lo decía en sentido figurado —explicó Mazda Constructor—. No pretendía blasfemar. Intentamos exponer a Alfa Vigilante todas las reacciones que ha despertado este asunto en todo el mundo. Desde luego, muchos tememos que las acusaciones de Archivista sean ciertas…, y eso lleva a considerar la posibilidad de que Krug haya actuado de manera impropia. Es lo que ahora mismo se discute en muchas capillas.

—Opino que debemos creer —señaló Krishna Centinela— que todos los actos de Krug son actos buenos por definición, ya que nos conducen hacia la redención definitiva. El problema no es justificar las acciones de Krug, sino acallar las desdichadas sospechas sobre los motivos de Krug que ese tal Archivista, que ni siquiera es miembro de nuestra comunión, ha despertado en los que sí lo son. Nosotros…

—¡Fue un signo de Krug! ¡Fue un signo!

—Archivista dijo que Krug no mostró el menor remordimiento. Según él…

—…llamó a sus abogados. Acción civil…

—…crimen contra la propiedad. Un delito…

—…otra prueba para nuestra fe…

—…en cualquier caso, ella era enemiga nuestra…

—…¿matar a uno de sus hijos para advertirnos a los demás? ¡Eso Le convierte en un monstruo!

—…en el fuego de Su crisol nos fundimos…

—…descubriendo una insospechada capacidad para el crimen…

—…santidad…

—…redención…

—…sangre…

—Escuchadme —exclamó Thor Vigilante, asombrado e impaciente—. Por favor. ¡Por favor, escuchadme!

—Dejadle hablar —ordenó Mazda Constructor—. De todos nosotros, es el más cercano a Krug. Sus palabras tienen peso.

—Yo estaba allí —dijo Vigilante—. Lo vi todo. Antes de que os destruyáis a vosotros mismos con teologías en conflicto, escuchad. Krug no tuvo ninguna responsabilidad en el asesinato. Spaulding, el secretario, el ectógeno, actuó por su cuenta. Es la única verdad.

Con un torrente de palabras, explicó el intento de Spaulding de irrumpir en la capilla de la construcción, la creciente tensión del ectógeno por la resistencia de los guardianes, su propia estratagema por apartar a Spaulding de la capilla, y el triste resultado cuando Spaulding vio a Krug rodeado por los agentes del PIA.

—Eso es muy reconfortante —dijo Mazda Constructor cuando Vigilante hubo terminado—. Las acusaciones de Archivista nos habían confundido. Las acciones de Krug no están en tela de juicio.

—Excepto en el sentido más profundo de que Krug construyó toda la secuencia de hechos —sugirió Krishna Centinela.

—¿De verdad mantienes que Su voluntad subyace incluso a los acontecimientos seculares de…? —empezó Pontífice Expedidor.

Mazda Constructor le interrumpió.

—Podemos discutir las sutilezas sobre Su voluntad en otro momento. Ahora, nuestra obligación es comunicar con todas las demás capillas y transmitir la información de Thor sobre los hechos. Los nuestros están intranquilos. Thor, ¿te importa dictar una declaración para que podamos codificarla y transmitirla?

—Claro que no.

Andrómeda Quark le tendió un cubo de mensajes. Vigilante repitió la historia, después de identificarse, explicar su relación con Krug y jurar la autenticidad de su versión de los hechos. Una fatiga terrible crecía en su interior. ¡Qué ansiosos estaban aquellos geniales alfas por difuminarlo todo en la niebla de una discusión teológica! Y con qué rapidez habían aceptado las mentiras de Archivista. En aquel mismo instante, en miles de capillas, cientos de miles de androides devotos se atormentaban preguntándose por qué Krug había permitido que mataran a una alfa en Sus brazos, mientras que si hubieran esperado a saber la verdad de los que habían estado allí…

Bueno, no era demasiado tarde para reparar los daños. Lo acontecido no había hecho que se tambaleara la fe de nadie en Krug.

Andrómeda Quark y otra hembra, ambas miembros de la casta de los Proyectores, ya estaban trabajando en la codificación de lo que Vigilante había declarado, para transmitirla por la red de comunicaciones que unía cada capilla con todas las demás. Vigilante se quedó hasta oír la emisión de las primeras frases de su declaración codificada:

UAA GCG UCG UAA GGG GGU AAG AAU UAA UAA CUG, CAA CAU AGG CGG GGC GAC ACA ACC ACC CUC…

—¿Puedo irme?—dijo.

Pontífice Expedidor le hizo el signo de la Bendición de la Cuba. Vigilante se lo devolvió y, agotado, se marchó.

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