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17 de noviembre de 2218. Un delicado rastro de nieve, traída por el viento, cubre el terreno alrededor de la torre de Krug. Más allá de la zona de construcción, la nieve es una capa espesa, dura como el hierro. Un viento frío azota la torre. Ha alcanzado los quinientos metros de altura mucho antes de lo previsto, y ahora su esplendor cristalino es impresionante.

La base de ocho caras da paso imperceptiblemente a los cuatro lados del tronco. Un halo de luz rodea a torre: los rayos del sol se reflejan en sus caras, iluminan la nieve de los alrededores y vuelven a subir para besar de nuevo las paredes cristalinas. Luego, son reflejados una vez más. Aquí reina el albedo. El brillo lo es todo.

Los dos tercios inferiores de la estructura existente ya están divididos en pisos, y, mientras los androides ensamblan los bloques de cristal que forman la capa exterior de la torre, los responsables del trabajo interior los siguen hacia arriba.

Ya ha comenzado la instalación del sistema del rayo de taquiones. Cinco varas gigantescas de brillante cobre rojo, con un grosor de sesenta centímetros y un largo de cientos de metros, formarán una quíntuple columna vertebral que se elevará dentro de los centros de servicio verticales. Las secciones inferiores de estas grandes columnas ya están siendo situadas en su lugar. Una envoltura circular de cristástico, con un metro de diámetro, protege cada barra. Los trabajadores deslizan cuarenta metros de cobre dentro de estas envolturas, y luego las funden con precisión, extremo con extremo, con láseres soldadores. En todos los puntos de la construcción, cientos de electricistas supervisan la conexión de filamentos.conductores en las brillantes paredes interiores de la torre, y escuadras enteras de mecánicos instalan conductos portacables, guías de ondas, conversores de frecuencias, flujómetros, accesorios de guía óptica, localizadores de plano focal, panes activadores de neutrones, absorbedores Mossbauer, analizadores de impulsos multicanal, amplificadores nucleares, conversores de voltaje, criostatos, radiofaros de respuesta, puentes de resistencia, prismas, comprobadores de torsión, sensores, desimantadores, colimadores, células de resonancia magnética, amplificadores de pilas termoeléctricas, y muchas cosas más, todo cuidadosamente situado por computadora según su nivel con respecto al suelo y su ubicación en los planos del diseño. Enviar mensajes a las estrellas con un rayo de taquiones no es cosa fácil.

La torre es ya una construcción de esplendor sin igual, una lanza espectacular y deslumbrante que se clava en el cielo. Los visitantes conducen muchos kilómetros por la tundra para verla bien, porque no se puede apreciar de cerca. Pero Krug disfruta recordando a sus invitados que lo que ven es sólo la tercera parte de lo que será la estructura una vez finalizada. Para visualizar la edificación terminada, uno debe imaginar una segunda torre del mismo tamaño colocada sobre esta aguja de noviembre, y luego una tercera encima. La mente se rebela. Nadie consigue imaginarla. En vez de eso, uno puede visualizar la imagen de una aguja de cristal, esbelta, imposiblemente delgada, terriblemente frágil, que cuelga del cielo intentando echar raíces, no lo consigue, y se tambalea, se tambalea, se tambalea para caer como Lucifer a través de un largo día, destrozándose con un leve tintineo en el aire gélido.

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