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A principios de septiembre llovió cuatro días seguidos, un acontecimiento casi desconocido en esa parte de Arizona. La señorita Elliot dijo que los indios Hopi, bailando sus bailes de serpiente en la meseta, lejos, al norte, se habían excedido este año y habían mandado nubes de lluvia por todo el Estado. Staunt, con horror del personal, salió todos los días a quedarse bajo la lluvia, dejando que las frescas gotas le mojaran la fina bata y mirando lo rápidamente que penetraba el agua en la roja tierra sedienta.

—Usted va a coger un catarro de muerte —le dijo el señor Falkenbridge firmemente. Staunt se rió.

Pidió otra copia impresa con amplios márgenes de La nueva posada e intentó esbozar la escena de apertura. No le vino nada. No pudo encontrar la línea vocal conveniente, ni tampoco pudo captar de nuevo el extraño color de la anterior aria. Los tonos y las texturas de Ben Jonson se habían escapado de su mente. Abandonó el proyecto sin pesar.

Hubo tres ceremonias de Despedida en ocho días. Staunt asistió a todas y habló en dos.

Arbitrariamente, escogió el 19 de septiembre como el día de su propia Ida. Pero no le contó a nadie su decisión y el 19 de septiembre vino y pasó, dejando a Staunt inalterado.

Al fin del mes le dijo a Martín Bollinger:

—Soy un impostor. No me he movido ni un centímetro más cerca de la Ida en todo el tiempo que llevo aquí. Nunca siquiera he querido Irme. Todavía quiero vivir, ver y hacer cosas, tener experiencias. Vine aquí por desesperación, porque estaba estancado, aburrido, me hacía falta novedad. Jugar con la muerte, vivir un pequeño libreto del morir. Eso es lo que buscaba. Emociones. Un acontecimiento en una vida sin notables acontecimientos: Henry Staunt se prepara para Morir. Os he estado usando a todos como actores en una cínica charada.

Bollinger dijo con calma:

—¿Lo arreglo para que vayas a casa, entonces, Henry?

—No. No. Llámame al Dr. James. Y avisa a mi familia que tendrá lugar mi ceremonia de Despedida de hoy en ocho días. Es hora de que me Vaya.

—Pero si todavía quieres vivir...

—Y ¿qué hora mejor que ésta para Ir? —preguntó Staunt.

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