Interludio

Permanecieron un tiempo de pie en un terreno alto sobre la Ciudad de los Demonios en ruinas. El día era uniformemente brillante, pero el cielo estaba lleno de estrellas.

—¿Y ahora qué? —preguntó Guilford.

—Esperaremos —dijo el piquete, infinitamente paciente.

Guilford vio a más hombres ascender la ladera de la colina. La Ciudad estaba en silencio ahora, vacía de nuevo. Guilford reconoció a los Hombres Viejos, Tom y Erasmus entre ellos, completos y sonrientes. Le sorprendió poder ver sus rostros tan claramente a través de la distancia.

—¿Esperar qué?

—El final de todas las batallas —dijo el piquete.

Guilford sacudió enérgicamente la cabeza.

—No.

—¿No?

—No. No es eso lo que deseo. Quiero lo que no se me permitió tener. —Miró fijamente al piquete—. Quiero una vida.

—Toda la vida que quieras…, durante todo el tiempo que quieras.

—Me refiero a una vida humana. Quiero caminar como un hombre completo, envejecer antes de morir. Simplemente… una vida humana.

El piquete guardó silencio durante largo tiempo.

He sorprendido a un dios, pensó Guilford.

Finalmente el piquete dijo:

—Puede que esté dentro de mis poderes. ¿Estás seguro de que es eso lo que deseas?

—Es todo lo que siempre he deseado.

El antiguo Guilford asintió. Comprendía…, la parte más antigua de él, al menos, comprendía. Dijo:

—Pero el dolor…

—Sí —dijo Guilford llanamente—. El dolor. Eso también.

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