11

— Seсor — dijo Koudelka a Vorkosigan -, la consola de seguridad ha sido saboteada. — A su lado, el jefe de guardia asintiу con un gesto -. Precisamente venнa a decнrselo.

Koudelka observу con temor el cuerpo de Negri, tendido en el cйsped. A su lado habнa dos hombres de Seguridad Imperial, aplicando frenйticamente los primeros auxilios: masajes cardнacos, oxнgeno e inyecciones. Pero el cuerpo permanecнa inerte y el rostro cerъleo. Cordelia habнa visto antes la muerte, y reconocнa los sнntomas.

No servirб de nada, amigos. No podrбn hacerle regresar. Esta vez no. Se ha ido a entregar su mensaje a E zar en persona. El ъltimo informe de Negri…

— їCуmo se realizу el sabotaje? — preguntу Vorkosigan -. їHabнa un dispositivo temporal o fue inmediato?

— Al parecer fue hecho al instante — informу el jefe de la guardia -. No hay seсales de un temporizador. Simplemente, alguien la abriу y la destrozу por dentro.

Todos los ojos se volvieron hacia el hombre de Seguridad Imperial que montaba guardia en la puerta de la habitaciуn donde estaba la consola. Vestido como casi todos los demбs con su uniforme negro de fajina, йl se encontraba desarmado entre dos de sus compaсeros. Habнan seguido a su comandante cuando se iniciу el alboroto en el jardнn delantero. El rostro del prisionero estaba casi tan gris como el de Negri, pero se encontraba animado por una expresiуn aterrada.

— їY? — dijo Vorkosigan al jefe de guardia. — El niega haberlo hecho — respondiу el comandante, encogiйndose de hombros -. Como cabнa esperar.

Vorkosigan mirу al arrestado. — їQuiйn entrу despuйs de mн? El guardia mirу a su alrededor con desesperaciуn. De pronto seсalу a Droushnakovi, quien aъn tenнa a Gregor en brazos. — Ella.

— ЎNo es cierto! — exclamу Drou con indignaciуn, y sujetу al niсo con mбs fuerza. Vorkosigan apretу los dientes. — Bueno, no necesito pentotal para saber quiйn de los dos estб mintiendo. Y ahora no disponemos de tiempo. Comandante, arreste a los dos. Mбs tarde nos ocuparemos del asunto. — Los ojos de Vorkosigan escudriсaron el horizonte con ansiedad -. Usted — dijo, seсalando a otro hombre de Seguridad Imperial -, reъna todos los aparatos de transporte que encuentre. Evacuaremos el lugar de inmediato. Usted — continuу, volviйndose hacia un hombre de Piotr -, vaya a poner sobre aviso a los habitantes de la aldea. Kou, coja todos los archivos y un arco de plasma, y termine de destruir esa consola. Luego regrese conmigo.

Con una mirada angustiada a Droushnakovi, Koudelka regresу a la casa. Drou permaneciу paralizada, confundida, furiosa y asustada, con la falda agitada por el gйlido viento. Miraba a Vorkosigan con el ceсo fruncido. Apenas si notу la partida de Koudelka.

— їIrбs a Hassadar primero? — preguntу Piotr a su hijo en un extraсo tono afectuoso.

— Sн.

Hassadar, la capital del Distrito Vorkosigan. Allн habнa acuarteladas tropas imperiales. їSerнa una guarniciуn leal?

— Confнo en que no planearбs defenderla — le dijo Piotr.

— Por supuesto que no — respondiу Vorkosigan con una sonrisa de lobo -. Hassadar serб mi primer obsequio al comodoro Vordarian.

Piotr asintiу con un gesto, satisfecho. A Cordelia la cabeza le daba vueltas. A pesar de lo de Negri, ni Piotr ni Aral parecнan atemorizados. No desperdiciaban ni un movimiento, ni una palabra.

— Tъ — dijo Aral a Piotr en voz baja -, llйvate al niсo. — El conde asintiу con la cabeza -. Reъnete con nosotros… no. Ni siquiera me digas dуnde. Ponte en contacto.

— De acuerdo.

— Llйvate a Cordelia.

Piotr abriу la boca y volviу a cerrarla.

— Ah — dijo solamente.

— Y al sargento Bothari, para que cuide a Cordelia. De momento… Drou se encuentra fuera de servicio.

— Entonces me llevarй a Esterhazy — dijo Piotr.

— Quiero al resto de tus hombres.

— De acuerdo. — Piotr llamу a su asistente Esterhazy y le hablу en voz baja. El hombre partiу a toda prisa colina arriba. Los hombres se dispersaban en todas direcciones, como si las уrdenes se hubiesen ido reproduciendo a travйs de la cadena de mando. Piotr llamу a otro criado de librea, y le pidiу que cogiese su vehнculo terrestre y comenzase a conducir hacia el oeste.

— їHasta dуnde, seсor?

— Hasta donde lo lleve su ingenio. Entonces escape

si puede y vuelva a reunirse con el lord regente, їde

acuerdo?

El hombre asintiу con la cabeza y se marchу a toda

prisa, como Esterhazy.

— Sargento, usted obedecerб a la seсora Vorkosigan como si las уrdenes se las diera yo en persona — le dijo Aral a Bothari.

— Como siempre, seсor.

— Quiero esa aeronave. — Piotr seсalу el vehнculo de Negri, que aunque ya no echaba humo, no parecнa muy seguro a los ojos de Cordelia. Sin duda no era lo mejor para emprender una huida desesperada, eludiendo a cualquier enemigo que pudiese presentarse…

Estб casi en tan buen estado para esto como yo,

pensу.

— Y a Negri — continuу Piotr.

— Йl lo apreciarнa — dijo Aral.

— Estoy seguro de ello. — Piotr se volviу hacia el equipo de primeros auxilios -. Dejadlo, muchachos, ya no sirve de nada. — Entonces les pidiу que cargasen el cuerpo en la aeronave.

Al fin, Aral se volviу hacia Cordelia.

— Querida capitana… — Desde que Negri cayу de la aeronave, Vorkosigan mostraba la misma expresiуn fija en el rostro.

— Aral, їesto ha sido una sorpresa para alguien mбs aparte de mн?

— No querнa preocuparte con ello, cuando estabas tan enferma. — Apretу los labios un momento -. Descubrimos que Vordarian estaba conspirando, en el cuartel general y en todas partes. Sin duda la investigaciуn de Illyan fue muy inspirada. Aunque supongo que los principales jefes de Seguridad deben de tener este tipo de intuiciones. Pero para denunciar a un hombre con el poder y las relaciones de Vordarian, necesitбbamos pruebas contundentes. El Consejo de Condes, como cuerpo, no mira con buenos ojos que el Imperio interfiera con alguno de sus miembros. No podнamos presentarnos ante ellos con una simple sospecha de complot. Pero anoche Negri me llamу diciendo que al fin habнa encontrado una prueba, y que йsta era lo bastante decisiva para ponernos en movimiento. Necesitaba que yo emitiese una orden imperial para arrestar a un conde gobernante de un distrito. Se suponнa que esta noche yo viajarнa a Vorbarr Sultana para supervisar la operaciуn. Evidentemente, Vordarian fue advertido. No tenнa planeado dar el golpe antes de un mes, preferiblemente despuйs de consumado mi asesinato.

— Pero…

— Ahora ve. — La empujу hacia la aeronave -. Las tropas de Vordarian llegarбn en cuestiуn de minutos. Debes irte. No importa lo que tenga bajo su poder, no podrб estar seguro mientras Gregor siga libre.

— Aral… — Su voz sonу como un chillido estъpido; Cordelia tragу saliva para aclararse la garganta helada. Querнa formular mil preguntas, expresar diez mil protestas -. Cuнdate.

— Tъ tambiйn. — Una ъltima luz brillу en sus ojos, pero Vorkosigan ya mostraba un rostro distante, sumido en el ritmo interno de los cбlculos tбcticos. No habнa tiempo.

Aral cogiу a Gregor de los brazos de Drou y susurrу algo al oнdo de la joven; de mala gana, ella se lo entregу. Entonces se apiсaron en la aeronave. Bothari estaba ante los controles y Cordelia viajaba en la parte trasera, junto al cadбver de Negri, con Gregor en el regazo. El niсo estaba muy silencioso, pero temblaba sin cesar. Sus ojos la miraban abiertos de par en par, asustados. Los brazos de Cordelia lo rodearon automбticamente. Йl no la rechazу pero se rodeу el torso con sus propios brazos. Meciйndose con los movimientos del vehнculo, Negri ya no le temнa a nada, y ella lo envidiaba.

— їSabes quй le pasу a tu madre, Gregor? — le murmurу Cordelia.

— Los soldados se la llevaron. — Su voz sonу suave e inexpresiva.

La aeronave sobrecargada se elevу a trompicones y comenzу a avanzar a pocos metros del suelo, ruidosa como una matraca. Cordelia se volviу para observar — їpor ъltima vez? — a Aral a travйs de la cubierta deformada. Йl habнa dado media vuelta hacia la calzada donde sus soldados estaban reuniendo una heterogйnea colecciуn de vehнculos, privados y oficiales.

їPor quй nosotros no nos vamos en uno de йsos? — Cuando haya superado el segundo cerro, sargento, vire a la derecha — le indicу Piotr a Bothari -. Siga el arroyo.

Las ramas golpeaban contra la cubierta, ya que Bothari volaba a menos de un metro sobre el agua y las rocas puntiagudas.

— Aterrice en ese pequeсo espacio y corte la energнa — le ordenу Piotr -. Dejad cualquier objeto cargado de energнa que llevйis. — Йl se deshizo de su cronуmetro y de un intercomunicador. Cordelia extrajo un cronуmetro.

Posando la aeronave junto al arroyo bajo unos бrboles importados de la Tierra, Bothari preguntу: — їEso incluye las armas, seсor? — Sobre todo las armas, sargento. La carga de un aturdidor brilla como una antorcha en el explorador. La cйlula energйtica de un arco de plasma aparece como una maldita hoguera.

Bothari extrajo cuatro armas de su traje, ademбs de otros artнculos ъtiles: un tractor de mano, el intercomunicador, el cronуmetro y un pequeсo aparato de diagnуstico mйdico.

— їEl cuchillo tambiйn, seсor? — їEs vibratorio?

— No, sуlo de acero.

— Consйrvelo. — Piotr se inclinу sobre los controles de la aeronave y comenzу a reprogramar el piloto automбtico -. Todos fuera. Sargento, abra la cubierta a la mitad.

Bothari logrу cumplir la orden introduciendo una piedra en la ranura por donde se deslizaba la cubierta, y se volviу al oнr un ruido entre los бrboles.

— Soy yo — dijo la voz jadeante de Esterhazy. Con sus cuarenta aсos, йste era un jovenzuelo comparado con otros de los canosos veteranos de Piotr, y solнa mantenerse en muy buena forma; debнa haberse apresurado mucho para estar tan cansado -. Ya los tengo, seсor.

Se referнa a cuatro de los caballos de Piotr, atados entre ellos mediante cuerdas unidas a la barra metбlica de la boca, objeto que los barrayareses llamaban «frenos». A Cordelia le parecнa que por tratarse de un transporte tan grande, el sistema de control era bastante limitado. Las grandes bestias se movнan inquietas y sacudнan las tintineantes cabezas, con los ollares rojos y redondos. En medio de la vegetaciуn, sus figuras parecнan imponentes.

Piotr terminу de reprogramar el piloto automбtico.

— Venga Bothari -dijo. Juntos, volvieron a colocar el cuerpo de Negri en el asiento del piloto y le aseguraron el cinturуn. Bothari activу la energнa y saltу al suelo. La aeronave se elevу por el aire, estuvo a punto de chocar contra un бrbol, y regresу en direcciуn al cerro. Mientras la miraba elevarse, Piotr murmurу -: Salъdalo en mi nombre, Negri.

— їAdonde lo envнa? — preguntу Cordelia. ї A Valhalla?

— Al fondo del lago — dijo Piotr con cierta satisfacciуn -. Eso los confundirб.

— їNo lograrбn rastrearla? їSacarla de allн?

— Sн, claro. Pero la he programado para que descienda en la zona donde hay doscientos metros de profundidad. Les llevarб tiempo. Y al principio no sabrбn cuбndo cayу, ni cuбntos cuerpos habнa en el interior. Tendrбn que registrar todo el fondo del lago para asegurarse de que Gregor no se encuentra allн. Ademбs, la evidencia negativa nunca es concluyente. Ni siquiera entonces estarбn seguros. A montar, tropa, debemos ponernos en marcha. — Se dirigiу con paso firme hacia sus animales.

Cordelia lo siguiу, desconfiada. Caballos. їHabнa que considerarlos esclavos, simbiontes o compaсeros de mesa? El que Esterhazy le seсalу medнa un metro sesenta a la altura del lomo. El hombre le colocу las riendas en la mano y se alejу. La montura se encontraba a la altura de su mentуn… їse suponнa que debнa levitar hasta allб arriba? A esa distancia el caballo parecнa mucho mбs grande que cuando pastaba a lo lejos. La piel parda del lomo se estremeciу.

Oh Dios, me han dado uno defectuoso. Esta sufriendo convulsiones. Un pequeсo gemido escapу de sus labios.

De alguna manera, Bothari habнa logrado subirse al suyo. Al menos йl no tenнa que preocuparse por el tamaсo del animal. Considerando su altura, hacнa que la bestia pareciese un pequeсo ponн. Criado en la ciudad, Bothari no era ningъn jinete, y resultaba de lo mбs desmaсado a pesar de que Piotr lo habнa sometido a varios meses de entrenamiento desde que estaba a su servicio. Pero habнa que admitir que sabнa controlar la montura, por mбs torpes e irregulares que fuesen sus movimientos.

— Usted irб delante, sargento — indicу Piotr -. Quiero que nos alejemos mutuamente lo mбximo posible sin perdernos de vista. Nada de amontonarse. Ascienda por los senderos de las rocas planas (usted ya conoce el lugar) y espйrenos.

Bothari tirу de las riendas y pateу los flancos del caballo. Entonces comenzу a subir por el sendero al paso llamado medio galope.

El supuestamente decrйpito Piotr subiу sobre su montura con un бgil movimiento. Esterhazy le alcanzу a Gregor, y el conde lo sentу frente a йl. El niсo parecнa haberse animado ante la presencia de los animales, aunque Cordelia no podнa imaginar por quй. Piotr no pareciу hacer nada en absoluto, pero su caballo se colocу en posiciуn de subir por el sendero.

Telepatнa, decidiу Cordelia, desesperada. Mediante mutaciones han llegado a convertirse en telйpatas, y nadie me lo habнa advertido. O tal vez fuese el caballo el telepбtico.

— Vamos, mujer, ahora tъ — dijo Piotr con impaciencia.

Angustiada, Cordelia colocу el pie en lo que llamaban «estribo», se. aferrу a la montura y tratу de elevarse. La montura se deslizу lentamente por el lomo del caballo y Cordelia con ella, hasta que quedу colgada bajo las patas del animal. Cayу al suelo pesadamente, y se arrastrу entre el bosque de miembros equinos. El caballo moviу el cuello y la mirу con mucha mбs paciencia que la que ella sentнa, y, entonces, bajу la cabeza para mordisquear las malezas.

— Oh, Dios — gimiу Piotr, exasperado.

Esterhazy desmontу y se acercу a ella para ayudarla.

— Seсora, їse encuentra bien? Lo siento mucho, ha sido culpa mнa. Debн revisarla. Eh… їes la primera vez que monta a caballo?

— Sн — le confesу Cordelia. Йl retirу la montura rбpidamente, la enderezу y la ajustу con mбs firmeza -. Tal vez pueda caminar. O correr. — O cortarme las venas, Aral, їpor quй me has enviado con estos dementes?

— No es tan difнcil, seсora — le asegurу Esterhazy -. Su caballo seguirб a los demбs. Rose es la yegua mбs mansa de las caballerizas. їNo tiene un rostro dulce?

Los malйvolos ojos color cafй con pupilas moradas ignoraron a Cordelia.

— No puedo. — Por primera vez en ese dнa execrable, su garganta se cerrу en un sollozo.

Piotr rnirу al cielo y luego se volviу hacia ella.

— Inъtil niсa betanesa — le gruсу -. No me vengas con que nunca has montado a horcajadas. — Descubriу los dientes en una sonrisa -. Imagina que se trata de mi hijo.

— Venga, dйme su rodilla — dijo Esterhazy uniendo las manos, despuйs de dirigirle una mirada ansiosa al conde.

Puedes quedarte con toda la maldita pierna. Cordelia temblaba de ira y de miedo. Mirу a Piotr con furia y volviу a aferrarse de la montura. De algъn modo, Esterhazy logrу levantarla. Ella se aferrу como a la muerte, y despuйs de echar un vistazo decidiу no mirar abajo.

Esterhazy entregу sus riendas a Piotr, quien las atrapу en el aire y comenzу a remolcar su caballo. El sendero se convirtiу en un caleidoscopio de бrboles, rocas, lodazales y ramas que la golpeaban al pasar. Cordelia sintiу que comenzaba a dolerle el vientre, y que la cicatriz le tiraba.

Si se produce otra hemorragia interna… Siguieron andando, mбs y mбs.

Al fin abandonaron el medio galope para comenzar a ir al paso. Ella parpadeу. Tenнa el rostro ruborizado y se sentнa mareada. De algъn modo, habнan subido hasta un claro desde donde se veнa el lago, rodeando la amplia ensenada que se extendнa a la izquierda de la propiedad Vorkosigan. A medida que se fue aclarando su visiуn, Cordelia distinguiу la pequeсa mancha verde que constituнa el jardнn de la vieja casa. Al otro lado del agua se encontraba la diminuta aldea.

Bothari les esperaba mбs adelante, oculto entre los matorrales, con el caballo atado a un бrbol. Al verlos llegar se acercу a ellos y mirу a Cordelia con preocupaciуn. Ella se dejу caer en sus brazos.

— Avanza demasiado rбpido para ella, seсor. Todavнa estб delicada.

Piotr emitiу un bufido.

— Estarб mucho peor si nos encuentran los hombres de Vordarian.

— Me las arreglarй — dijo Cordelia, inclinada hacia delante -. En un minuto. Sуlo… necesito… un minuto. — A medida que descendнa el sol otoсal, la brisa soplaba cada vez mбs frнa sobre su piel. El cielo estaba encapotado y parecнa casi sуlido. Poco a poco, Cordelia se fue enderezando a pesar del dolor abdominal. Esterhazy llegу al claro tras ellos, a un paso mбs lento.

Bothari moviу la cabeza en direcciуn a la casa distante.

— Allн estбn.

Piotr y Cordelia se volvieron. Un par de aeronaves aterrizaban en el jardнn. No pertenecнan a las fuerzas de Aral. Los hombres emergieron de ellas como hormigas negras en sus uniformes de faena, salpicados con uno o dos vestidos de rojo y dorado, y algunos con el uniforme verde de oficial.

Bravo. Fantбstico. Nuestros amigos y nuestros enemigos visten los mismos uniformes. їQuй debemos hacer? їDispararles a todos y dejar que Dios los identifique?

Piotr mostraba una expresiуn amarga. їArrasarнan toda su casa y la dejarнan hecha una ruina buscando a los refugiados?

— Cuando cuenten los caballos que faltan, їno averiguarбn cуmo nos hemos marchado y dуnde estamos? — preguntу Cordelia.

— Los dejй salir a todos, seсora — explicу Esterhazy -. De ese modo al menos tendrбn la posibilidad de salvarse. No sй cuбntos lograremos recuperar.

— Me temo que la mayorнa no irб muy lejos — dijo Piotr -. Estarбn esperando la comida. Quisiera que se alejaran lo mбs posible. Dios sabe quй serбn capaces de inventar esos vбndalos, al ver que no encuentran nada mбs.

Un trнo de aeronaves estaba aterrizando en el perнmetro de la pequeсa aldea. Los hombres armados que desembarcaron de ellas se desvanecieron entre las casas. — Espero que Zai los haya podido advertir a tiempo — murmurу Esterhazy.

— їPor quй querrнan molestar a esas pobres personas? — preguntу Cordelia -. їQuй buscan ahн?

— A nosotros, seсora — dijo Esterhazy con preocupaciуn. Al ver su mirada confundida continuу -: A nosotros, los hombres de armas. A nuestras familias. A cualquiera que puedan llevarse como rehйn.

Esterhazy tenнa una esposa y dos hijos en la capital, recordу Cordelia. їQuй les habrнa ocurrido? їAlguien los habrнa puesto sobre aviso? Esterhazy parecнa estar preguntбndose lo mismo.

— Vordarian se llevarб a todos los rehenes que pueda, sin duda — asintiу Piotr -. Ahora ya estarб metido en esto. Debe triunfar o morir.

Bothari tenнa la vista perdida a lo lejos y movнa levemente la mandнbula. їHabrнa recordado alguien avisar a la seсora Hysopi?

— Pronto comenzarбn la bъsqueda por aire — observу Piotr -. Es hora de ponernos a cubierto. Yo irй primero. Sargento, condъzcala a ella.

Piotr virу su caballo y se desvaneciу entre las malezas, siguiendo un sendero tan poco marcado que Cordelia nunca lo hubiese reconocido como tal. Esta vez fueron necesarios Bothari y Esterhazy para volverla a subir sobre su montura. Piotr decidiу entonces marchar al paso, no por consideraciуn a ella, sospechу Cordelia, sino a sus sudorosos animales. Despuйs de ese odioso galope, ir al paso fue casi un alivio. Al menos al principio.

Cabalgaron entre бrboles y matorrales, a lo largo de una hondonada y cruzando un arroyo, con los cascos de los caballos raspando sobre la piedra. Cordelia se esforzу por escuchar el zumbido de las aeronaves sobre su cabeza. Cuando se acercу una, Bothari la condujo por una empinada cuesta que acababa en una hondonada, donde desmontaron y se ocultaron bajo un peсasco durante varios minutos, hasta que el sonido se alejу. Volver a subir de la hondonada fue aъn mбs difнcil, ya que debieron conducir a los caballos por la pronunciada cuesta sembrada de malezas.

Cayу la noche; el frнo y el viento se hicieron mбs intensos. Dos horas se convirtieron en tres, cuatro, cinco, y la penumbra se transformу en noche cerrada. Entonces marcharon todos juntos, tratando de no perder de vista a Piotr. Luego comenzу a llover, una llovizna negra y triste que volviу aъn mбs resbaladiza la montura de Cordelia.

Alrededor de la medianoche llegaron a un claro, y por fin Piotr ordenу un descanso. Cordelia se sentу apoyada contra un бrbol, aturdida por la fatiga, con los nervios deshechos, abrazando a Gregor.

Bothari dividiу una raciуn de comida que llevaba en el bolsillo y la repartiу entre Cordelia y el niсo. Envuelto en la chaqueta del sargento, al fin Gregor logrу vencer un poco el frнo y quedarse dormido. A Cordelia se le acalambraron las piernas por su peso, pero al menos la abrigaba un poco.

їDуnde estarнa Aral ahora? їY dуnde estaban ellos? Cordelia esperaba que Piotr lo supiese. No podнan haber recorrido mбs de cinco kilуmetros en una hora, con todas esas subidas y bajadas, idas y vueltas. їDe verdad creнa Piotr que lograrнan eludir a sus perseguidores de ese modo?

El conde, quien habнa permanecido sentado bajo su propio бrbol a unos metros de ella, se levantу para orinar entre las malezas y luego se acercу al grupo.

— їEstб dormido? — preguntу mirando al niсo en la penumbra.

— Sн. Es sorprendente.

— Hum. La juventud. — Piotr emitiу un gruсido. їDe envidia?

Su tono no era hostil como esa tarde, y Cordelia se aventurу a preguntarle:

— їCree que Aral ya se encontrarб en Hassadar? — No se atreviу a decir: «їCree que habrб logrado llegar vivo a Hassadar?»

— A estas horas, habrб llegado y se habrб ido ya. — Pensй que la convertirнa en su guarniciуn. — La levantarб y harб que se disperse en cien direcciones distintas. їY quй escuadrуn tendrб el emperador? Vordarian no lo sabrб. Pero con un poco de suerte, se sentirб tentado de ocupar Hassadar.

— їSuerte?

— De ese modo lograremos distraerlo. Hassadar no tiene ningъn valor estratйgico. Pero Vordarian debe contar con un nъmero limitado de tropas leales, y tendrб que disponer de una buena parte para ocupar esa ciudad emplazada en un territorio hostil, con una larga tradiciуn de guerrillas. Dispondremos de buena informaciуn sobre todo lo que hagan allн, y la poblaciуn no se les unirб.

«Ademбs, se trata de mi capital. Si ocupa el distrito de un conde con tropas imperiales… los demбs condes deberбn detenerse a pensarlo. Cualquiera podrнa ser el siguiente. Es probable que Aral haya ido a la base de lanzamiento Tanery. Debe establecer una lнnea de comunicaciуn independiente con las fuerzas con base en el espacio, si Vordarian ha destruido las del cuartel general imperial. En las bases espaciales las lealtades estarбn divididas. Creo que habrб muchas dificultades tйcnicas en sus salas de comunicaciones, mientras los comandantes de las naves tratan de adivinar cuбl serб el bando ganador. — Piotr emitiу una risita macabra, en las sombras -. Vordarian es demasiado joven para recordar la Guerra de Yuri el Loco. Peor para йl. Ya ha conseguido bastante ventaja con su ataque por sorpresa, no quisiera otorgarle mбs.

— їOcurriу muy rбpido?

— Sн, mucho. No habнa ningъn indicio de ello cuando estuve en la capital al mediodнa. Debiу de iniciarse justo despuйs de mi partida.

Permanecieron en un frнo silencio unos momentos, mientras los dos recordaban por quй Piotr habнa viajado ese dнa.

— їLa capital… tiene un… un gran valor estratйgico? — preguntу Cordelia, cambiando de tema. No querнa volver a hablar de aquel tema que le resultaba tan doloroso.

— En determinadas guerras, sн. No en йsta. No se estб combatiendo por un territorio. Me pregunto si Vordarian lo comprenderб. Es una guerra por lealtades, por las mentes de los hombres. En ella los objetos materiales sуlo tienen una importancia tбctica pasajera. Sin embargo, Vorbarr Sultana es un centro de comunicaciones, algo muy importante. Pero ademбs del centro, estбn las comunicaciones colaterales.

Nosotros no estamos comunicados de ninguna manera, pensу Cordelia. Aquн en el bosque, bajo la lluvia.

— Pero si Vordarian ya se ha apoderado del cuartel general imperial…

— Si no me equivoco, en este momento sуlo se ha apoderado de un gran edificio caуtico. No creo que ni la cuarta parte de los hombres se encuentren en sus puestos, y la mitad de ellos deben de estar planeando algъn sabotaje para beneficiar al bando que favorecen en secreto. El resto debe de haber corrido a esconderse, o estarбn tratando de sacar de la ciudad a sus familias.

— їUsted cree que el capitбn Vorpatril se habrб alia… cree que Vordarian molestarб a lord Vorpatril y su esposa?

El embarazo de Alys estaba muy cerca del tйrmino. Cuando visitу a Cordelia en el Hospital Militar (їsуlo diez dнas atrбs?) ya caminaba pesadamente y tenнa el vientre muy abultado. El mйdico le habнa prometido que tendrнa un niсo fuerte y hermoso. Ivбn, lo llamarнan. Su habitaciуn ya estaba completamente equipada y decorada, le habнa contado Alys con un gemido, acomodбndose el vientre sobre la falda, y ahora serнa un buen momento…

Ahora ya no era un buen momento.

— Padma Vorpatril encabezarб la lista. Sin duda habrбn ido a buscarlo. Йl y Aral son los ъnicos descendientes que quedan del prнncipe Xav, y si alguien es lo bastante estъpido para volver a iniciar ese maldito debate por la herencia… O si algo le ocurre a Gregor. — Piotr apretу los dientes como si de ese modo pudiese controlar el destino.

— їLady Vorpatril y el bebй tambiйn?

— Tal vez no Alys Vorpatril. Pero el niсo sн, sin duda.

No eran exactamente dos cuestiones separadas, de momento.

Al fin el viento amainу. Cordelia oнa cуmo pastaban los caballos.

— їLos caballos no aparecerбn en los sensores tйrmicos? Y nosotros tambiйn, a pesar de habernos despojado de nuestras cargas de energнa. No imagino cуmo podrнan tardar tanto en descubrirnos. — їLas tropas se encontrarнan allб arriba en ese momento, como ojos entre las nubes?

— Oh, todas las personas y bestias de estas colinas aparecerбn en sus sensores tйrmicos, en cuanto comiencen a apuntarlos en la direcciуn adecuada.

— їTodas? No he visto a nadie.

— Oh, esta noche ya hemos pasado cerca de unas veinte pequeсas haciendas. Allн hay personas, vacas, cabras, venados, caballos y niсos. Somos como agujas en un pajar. Si logramos llegar al sendero en la base del Paso Amie antes de media maсana, se me ocurren un par de cosas que hacer.

Cuando Bothari volviу a subirla sobre Rose, la oscuridad no era tan profunda. La luz del alba tino los bosques de gris mientras se ponнan en marcha nuevamente. Las ramas de los бrboles los golpeaban en medio de la niebla. Cordelia se aferrу a su montura en silenciosa desdicha, conducida por Bothari. Durante los primeros veinte minutos de viaje, Gregor siguiу dormido, pбlido y con la boca abierta, sujetado por Piotr.

La luz del amanecer revelу los estragos de la noche. Tanto Bothari como Esterhazy estaban cubiertos de lodo y con la barba crecida, cubiertos de rasguсos y con los uniformes ajados. Bothari habнa tapado a Gregor con su chaqueta, por lo que andaba en mangas de camisa. Llevaba el cuello abierto, de forma que parecнa un criminal a punto de ser decapitado. El uniforme verde de Piotr habнa resistido bastante bien, pero su rostro enrojecido y barbudo le otorgaba un aspecto desaliсado. Cordelia misma se sentнa desastrosa, con el cabello hъmedo, las ropas viejas y las zapatillas domйsticas.

Podrнa ser peor. Podrнa estar embarazada todavнa. Ahora si muero, morirй sola. їEl pequeсo Miles se encontraba mбs seguro que ella en ese momento? Era un ser anуnimo en su rйplica uterina, sobre algъn estante del laboratorio de Vaagen y Henri. Cordelia podнa rezar para que se encontrase a salvo, aunque no terminase de creerlo. Serб mejor que dejйis en paz a mi hijo, malditos barrayareses.

Subieron en zigzag por una larga cuesta. Los caballos resoplaban a pesar de que iban al paso, y se resistнan a avanzar al tropezar con raнces y piedras. El grupo se detuvo en el fondo de una pequeсa depresiуn. Tanto los caballos como las personas bebieron del arroyo oscuro. Esterhazy volviу a aflojar las cinchas y les rascу las cabezas a los caballos. Los animales lo empujaron con suavidad y husmearon sus bolsillos vacнos en busca de alguna golosina. Йl les murmurу una disculpa y algunas palabras de aliento.

— Estб bien, Rose, podrбs descansar cuando termine el dнa. Son sуlo unas pocas horas mбs. — Nadie se habнa molestado en brindar a Cordelia tanta informaciуn.

Esterhazy dejу los caballos con Bothari y acompaсу a Piotr a los bosques, trepando por la cuesta. Gregor se dedicу a arrancar unas plantas para tratar de alimentar a los animales. Los caballos las lamieron y al final las dejaron caer, sin ningъn interйs. Gregor volviу a probar su suerte y recogiу las hojas para tratar de introducirlas entre los dientes de los caballos.

— їCuбles son los planes del conde, lo sabe? — preguntу Cordelia a Bothari. Йl se alzу de hombros.

— Habrб ido a ponerse en contacto con alguien. Esto no funcionarб. — Con un movimiento de cabeza indicу que se referнa a aquella noche de vagabundeo absurdo.

Cordelia no pudo menos que estar de acuerdo con йl. Se tendiу de espaldas y tratу de percibir el sonido de alguna aeronave, pero a sus oнdos sуlo llegу el rumor del arroyo y el de su estуmago vacнo. De pronto tuvo que levantarse y correr hasta el niсo, ya que el pequeсo trataba de calmar su propia hambre comiendo unas plantas.

— Pero los caballos las comieron — protestу йl. — ЎNo! — Cordelia se estremeciу, imaginando en detalle las reacciones bioquнmicas e histamнnicas que podнan producirle -. Es una de las primeras cosas que se aprenden en Estudios Astronуmicos Betaneses, їsabes? Nunca te pongas objetos extraсos en la boca a menos que hayan sido examinados en el laboratorio. En realidad, debes evitar el contacto con los ojos, la boca y las mucosas.

Sugestionado, Gregor se frotу la nariz y los ojos. Cordelia suspirу y volviу a sentarse. Entonces recordу el agua del arroyo y esperу que Gregor no notase su incongruencia. El niсo lanzaba piedras a los charcos. Una hora despuйs, Esterhazy regresу. — Vamos.

Esta vez condujo a los caballos, seсal segura de que se avecinaba una empinada cuesta. Cordelia tropezу y se araсу las manos. Los animales avanzaban con esfuerzo. Al llegar a la cima descendieron, volvieron a subir y aparecieron en una senda fangosa que atravesaba el bosque. — їDуnde estamos? — preguntу Cordelia. — En el camino del Paso Amie, seсora — le respondiу Esterhazy.

— їEsto es un camino? — murmurу ella, desalentada. Piotr se encontraba un poco mбs allб, con otro anciano que sujetaba las riendas de un robusto y pequeсo caballo tordo.

El animal estaba considerablemente mбs acicalado que el hombre. La parte blanca de su pelo estaba brillante, y la negra lustrosa. Tenнa la crin y la cola bien cepilladas. No obstante, sus cascos estaban hъmedos y oscuros, y tenнa el vientre manchado de barro. Ademбs de la antigua montura como la que lucнa el caballo de Piotr, el tordo llevaba cuatro alforjas, un par adelante y uno atrбs, y un saco de dormir.

El anciano, tan barbudo como Piotr, llevaba puesta una chaqueta del Servicio Postal Imperial, tan gastada que su color azul se habнa convertido en gris. Esto se completaba con partes de otros uniformes viejos: una camisa negra de faena, un antiguo pantalуn verde de etiqueta y unas botas de montar gastadas pero bien conservadas que le llegaban a las rodillas. Tambiйn llevaba un sombrero de fieltro adornado con unas flores secas. El hombre chasqueу los labios al ver a Cordelia. Le faltaban varios dientes; los que tenнa eran largos y amarillentos.

La mirada del anciano se posу sobre Gregor, quien se encontraba de la mano de Cordelia.

— їAsн que йse es? No parece gran cosa. — Escupiу entre las malezas, a un margen del camino.

— Tal vez llegue a serlo con el tiempo — observу Piotr -. Si dispone del tiempo suficiente. — Verй lo que puedo hacer, general. Piotr sonriу para sн mismo. — їLleva algunas raciones encima? — Sн, claro. — El anciano emitiу una risita y se volviу para hurgar en una de sus alforjas. Extrajo un paquete de pasas envueltas en un viejo telegrama plбstico, unas tortitas hechas de cubos parduscos protegidas en hojas, y algo parecido a un manojo de tiras de cuero, tambiйn envueltas en un telegrama plбstico usado. Cordelia alcanzу a leer lo que decнa:

Actualizaciуn de reglamentos postales C6.77a, modificaciуn 6/17. Archнvese de inmediato de forma permanente.

Piotr observу las provisiones.

— їCabra deshidratada? — preguntу seсalando las alforjas.

— En su mayor parte — aсadiу el anciano.

— Nos llevaremos la mitad. Y las pasas. Conserve el azъcar de arce para los niсos. — No obstante Piotr se metiу un cubo en la boca -. Lo buscarй dentro de unos tres dнas, tal vez una semana. їRecuerda el adiestramiento de la Guerra de Yuri, eh?

— Desde luego — dijo el anciano.

— Sargento. — Piotr llamу a Bothari agitando una mano -. Usted irб con el mayor. La llevarб a ella y al niсo. Йl los ocultarб. Permanezcan allн hasta que vaya por vosotros.

— Sн, seсor — respondiу Bothari con tono inexpresivo. Sуlo sus ojos delataron la inquietud que sentнa.

— їQuй tenemos aquн, general? — preguntу el anciano, mirando a Bothari -. їUno nuevo?

— Un muchacho de ciudad — dijo Piotr -. Pertenece a mi hijo. No habla mucho. Aunque sabe cortar cuellos. Ya lo creo que sн.

— їSн? Bien.

Piotr se movнa mucho mбs lento. Esperу a que Esterhazy le ayudase a montar en su caballo. Entonces se acomodу en su montura con un suspiro, y por unos momentos su espalda se curvу.

— Maldiciуn, me estoy haciendo viejo para estos excesos.

Con expresiуn pensativa, el hombre a quien Piotr habнa llamado «el mayor» hurgу en un bolsillo y extrajo un pequeсo saco de cuero.

— їQuiere mascar unas hojas, general? Son mejores que la cabra, aunque no duren tanto.

A Piotr se le iluminу la cara.

— Ah, le estarнa muy agradecido. Pero no me dй todo el saco, hombre.

Piotr extrajo la mitad del contenido y se lo guardу en el bolsillo superior. Se metiу un puсado en la boca y devolviу el saco haciendo la venia. Aquellas hojas eran un estimulante bastante suave. Cordelia nunca habнa visto a Piotr mascarlas en Vorbarr Sultana.

— Cuide a los caballos de mi seсor — dijo Esterhazy a Bothari con cierta desesperaciуn -. Recuerde que no son mбquinas.

Bothari gruсу algo no muy convencido, y tanto el conde como Esterhazy condujeron a sus animales por el sendero. Al cabo de pocos momentos desaparecieron de la vista. Un profundo silencio cayу sobre ellos.

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