15

Hora de almorzar. Es un par de horas más tarde de lo que originalmente había planeado hacerlo. Hubiera sido más sensible y probablemente más seguro quedarme en la oficina, pero tenía que salir. He recibido otra llamada de Lizzie. Su día encerrada en casa con los niños ha ido empeorando. Necesitamos pan y leche pero los chicos están descontrolados y ella no se siente con fuerzas para llevarlos a ningún lado. Le he dicho que iré a comprar mientras esté por aquí. Iba a esperar hasta después del trabajo pero me alegro de no haberlo hecho. Las estanterías del supermercado estaban casi vacías. Esta noche ya no quedará nada.

Sin pensarlo ya estoy de vuelta en Millennium Square. No está tan concurrida como de costumbre pero hay un montón de gente y…

¿Qué demonios ha sido eso?

Estoy parado en el centro de la plaza, al lado de la fuente, y todo el mundo se ha vuelto loco. Todos se dejan caer al suelo y yo hago lo mismo. Se ha oído un ruido, un sonoro estallido, como si fuera un disparo. Pero no puede ser, ¿o no? Lentamente alzo la cabeza del suelo. La gente ha empezado a levantarse. Algunos ya están corriendo en todas direcciones y es imposible ver qué ha ocurrido. Otros permanecen quietos como yo, intentando averiguar qué está pasando y dónde está el peligro. Me tengo que mover. Tengo que salir de aquí. Me levanto y empiezo a correr hacia la oficina, pero es difícil avanzar con todo el mundo zigzagueando de repente a mi alrededor. Me paro y me agacho cuando vuelvo a oír el sonido. Era un disparo. No puede haber sido nada más.

Justo a mi izquierda un grupo de personas está gritando y chillando de pánico. En el suelo, justo en el centro del grupo, hay un cuerpo. No estoy lo suficientemente cerca para ver los detalles pero puedo ver que alrededor de la cabeza de la persona se está formando un charco de sangre. La gente ha empezado a moverse de nuevo, pisoteando el cadáver. Quizá ya está. Quizá ya ha acabado. Quizás es el cuerpo de un Hostil que yace muerto en el suelo y las cosas van a empezar a…

¿Ahora qué? La gente pasa a mi lado corriendo. ¿Han visto algo que se me ha pasado por alto? Tengo que salir de aquí antes de que me vea… demasiado tarde: un tercer disparo llega desde mi izquierda y envía a la multitud en dirección contraria como palomas asustadas. Tengo que seguir moviéndome pero mis piernas parecen de plomo. Estoy desorientado. Miro los edificios alrededor de la plaza, intentando orientarme y decidir en qué dirección correr. Cuando finalmente creo saber la dirección avanzo unos pasos, sorteo unas cuantas personas aterrorizadas y me quedo clavado en el sitio.

La multitud se ha dispersado delante de mí. A no más de diez metros por delante hay un agente de policía, armado como los que he visto esta mañana. Está vigilando la plaza, moviendo lentamente la cabeza de un lado a otro. Ahora se ha parado y alza de nuevo el arma. Mierda, está apuntando en mi dirección. ¡Me cago en la puta, me está apuntando a mí! Le miro directamente a la cara y él me devuelve la mirada. ¿Me debo dejar caer al suelo? ¿Debo darme la vuelta y correr o…?

El cuarto disparo.

El policía dispara y, Virgen santa, casi puedo sentir como la bala silba junto a mi cara. Despacio, miro por encima del hombro y veo otro cuerpo en el suelo, no muy lejos de mí, con un agujero sangriento en la cara, donde debía estar el pómulo. Temblando, me doy la vuelta y corro. Voy en dirección opuesta a donde quiero ir, pero no importa. Sólo tengo que salir de aquí.

¿Y si soy el siguiente? ¿Y si me está apuntando en este preciso instante? En cualquier momento puedo oír la detonación del próximo disparo y puedo estar en el suelo con una bala en la espalda. No tengo ni una jodida posibilidad. Sólo seguir moviéndome y esperar que alguien se interponga entre el pistolero y yo. «Muévete más deprisa. Muévete más deprisa -me digo a mí mismo-. Sigue corriendo. Ponte fuera de su alcance. Sigue adelante hasta…»

Quinto disparo.

Nada. No me ha dado.

Sexto, séptimo y octavo disparo en rápida sucesión. Parece como si esta vez hubieran llegado desde otra dirección. Miro hacia atrás, al centro de la plaza.

El policía armado está en el suelo. Otro policía está encima de él y descerraja los disparos nueve, diez y once en el cuerpo, preso de espasmos, de su antiguo compañero.

Sigo corriendo. Mientras me muevo, un solo pensamiento devastador me cruza por la cabeza. ¿Era ese policía un Hostil? Jesús, si hay gente en las fuerzas de policía capaces de desencadenar este tipo de violencia a sangre fría y sin emociones, ¿qué demonios se supone que tenemos que hacer? Las implicaciones son terroríficas. ¿Quién va a mantener el control? ¿Qué demonios ocurrirá ahora?

Tengo que volver a casa. Jodido trabajo. Olvida el empleo. Cambio de dirección y corro lo más rápido que puedo hacia la estación. Tengo que volver con Lizzie y con los niños.


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