16

Miles se despertу de un sueсo tardнo y agitado, y descubriу que Ivan estaba a su lado, sacudiйndole el hombro con cuidado.

Cerrу los ojos otra vez: querнa bloquear la poca claridad de la habitaciуn, bloquear la imagen de su primo.

— Fuera, fuera… — tratу de volver a taparse la cabeza con las colchas.

Ivan volviу a intentarlo con mбs energнa.

— Ahora sй que era una misiуn — comentу-. Es el mal humor crуnico… que tienes siempre despuйs de las misiones.

— No estoy de mal humor. Estoy cansado.

— Estбs fantбstico… sabes? Con la mancha en el costado de la cara que te dejу ese bestia con la picana. Hasta el ojo. Se ve a la legua. Deberнas levantarte y mirarte en el espejo.

— Odio a la gente que se encuentra bien por la maсana. Quй hora es? Por quй estбs levantado? Por quй estбs aquн? ЎMierda! — Miles perdiу las colchas. Ivan se las arrancу de las manos.

— El ghemcoronel Benin viene a recogerte. En un crucero imperial de media manzana de largo. Los cetagandanos quieren que llegues a la ceremonia de cremaciуn una hora antes.

— Cуmo? Por quй? No me pueden arrestar en la embajada, tengo inmunidad diplomбtica. Asesinarme? Ejecutarme? No es demasiado tarde para eso?

— El embajador Vorob'yev tambiйn quiere saberlo. Me dijo que te levantara lo mбs pronto posible. — Ivan empujу a Miles hacia el baсo-. Empieza a depilarte. Te he traнdo las botas y el uniforme de la lavanderнa de la embajada. Si los cetagandanos quieren asesinarte, no creo que lo hagan aquн. Te van a meter algo sutil bajo la piel, algo que surtirб efecto dentro de seis meses y entonces, puf, te derrumbarбs para siempre donde quiera que estйs.

— Una idea muy alentadora. — Miles se frotу la nuca, buscando disimuladamente golpes y chichones-. Te apuesto lo que quieras a que el Criadero Estrella tiene varias enfermedades terminales muy convenientes. Pero estoy casi seguro de no haber ofendido al Criadero… no a ellas…

Miles dejу que Ivan fuera su ayuda de cбmara, aunque le costу bastante porque el trabajo de su primo venнa acompaсado de comentarios constantes y directos. Pero cuando Ivan le trajo una taza de cafй, Miles le perdonу todos sus pecados pasados, presentes y futuros. Se tragу la bebida caliente y examinу con cuidado la cara que le devolvнa el espejo por encima de la guerrera negra sin abrochar. La contusiуn que le cruzaba la mejilla izquierda se estaba convirtiendo en un dibujo policromado espectacular, dominado por un cнrculo negro bajo los ojos. Los otros dos golpes de picana no eran tan terribles porque la ropa lo habнa protegido un tanto. De todos modos, hubiera preferido pasar el dнa en cama. En el camarote de la nave de salto de SegImp, en un viaje a casa tan directo y rбpido como lo permitieran las leyes de la fнsica.

Cuando llegaron al vestнbulo de la embajada, se encontraron no con Benin, sino con Mнa Maz, muy elegante en la ropa formal de duelo blanca y negra. Se habнa quedado con el embajador Vorob'yev hasta tarde, seguнa con йl cuando todos volvieron a la embajada en medio de la noche — bueno, mбs bien a principios de la maсana— y era evidente que no habнa dormido mбs que Miles. Pero parecнa muy fresca, hasta alegre. Les sonriу a los dos. Ivan le devolviу la sonrisa.

Miles abriу los ojos lo mбs que pudo.

— Vorob'yev no ha llegado?

— Piensa bajar en cuanto termine de vestirse — le asegurу Maz.

— Usted… usted nos acompaсarб? — preguntу Miles, esperanzado-. Bueno… no… supongo que tiene que estar con su delegaciуn. Como йste es el gran final…

— Pienso acompaсar al embajador Vorob'yev. — La sonrisa de Maz se convirtiу en algo franco, alegre, con hoyuelos por todas partes-. Para siempre. Me ha pedido que me case con йl. Anoche. Creo que eso prueba lo preocupado que estaba. En medio del espнritu de locura que reinaba en el ambiente, aceptй.

Si no puedes conseguir ayuda con dinero… Bueno, eso solucionarнa el problema de Vorob'yev:, que siempre habнa querido tener una experta femenina en el personal de la embajada. Por no mencionar una justificaciуn para tantos bombones e invitaciones.

— Felicidades — dijo Miles. Aunque tal vez hubiera debido decir Felicidades a Vorob'yev y Buena suerte a Maz.

— Parece raro… — le confiу Maz-. Quiero decir, lady Vorob'yev. Cуmo se las arreglу su madre, lord Vorkosigan?

— Quiere decir siendo igualitaria, betanesa y demбs? No tuvo problema. Siempre dice que los igualitarios se ajustan bien a las aristocracias, siempre que vivan en ellas como aristуcratas, claro estб.

— Espero conocerla algъn dнa.

— Se llevarбn muy bien — predijo Miles con confianza.

En ese momento apareciу Vorob'yev, abrochбndose la guerrera negra. En el mismo instante entrу el ghemcoronel Benin, escoltado por guardias de la embajada. Correcciуn: el ghemgeneral Benin. Miles sonriу entre dientes mirando el brillo del nuevo galуn sobre el uniforme rojo sangre de Benin. Ve? Ya se lo habнa dicho.

Puedo preguntar de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — Vorob'yev no habнa pasado por alto el nuevo rango.

Benin se inclinу.

— Mi Seсor Celestial solicita la presencia de lord Vorkosigan. Ah… bueno, se lo vamos a devolver…

— Me da usted su palabra? Para la embajada, serнa una terrible vergьenza si lo… perdiйramos de nuevo. — Vorob'yev se las arreglу para mirar a Benin con severidad y al mismo tiempo capturar la mano de Maz y acariciarla con cariсo.

— Tiene usted mi palabra, embajador — prometiу Benin.

Vorob'yev hizo un gesto de permiso no del todo decidido y el ghemgeneral se llevу a Miles. Miles echу una mirada atrбs. Se sentнa solo. Hubiera querido que Maz o Ivan o cualquier otra persona lo acompaсara.

El auto de superficie no tenнa media manzana de largo pero en un vehнculo maravilloso, civil, no militar. Los soldados cetagandanos saludaron a Benin respetuosamente y lo acomodaron junto a Miles en el compartimiento posterior. El vehнculo arrancу y se alejу de la embajada: la sensaciуn era la de estar viajando en una casa.

— Puedo preguntarle de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — preguntу Miles.

La expresiуn de Benin era casi… la de un cocodrilo. Totalmente vacнa. Nula.

— Me han ordenado que no le cuente nada hasta que lleguemos al jardнn Celestial. No le retendremos mucho tiempo, lord Vorkosigan, apenas unos minutos. Primero pensй que se sentirнa feliz con lo que vamos a hacer, pero despuйs reflexionй un poco y ahora he cambiado de opiniуn. Me parece que le va a resultar insoportable. En cualquier caso, se lo merece.

— Tenga cuidado, ghemgeneral — gruсу Miles-, me parece que su creciente reputaciуn de sutileza se le estб subiendo a la cabeza. — Benin se limitу a sonreнr.

A pesar de que era una sala pequeсa y no una enorme habitaciуn para reuniones como la de la noche anterior, no cabнa duda de que se trataba de una sala de audiencias imperiales. Sуlo tenнa un asiento y Fletchir Giaja ya se habнa acomodado en йl. La ropa blanca que lo cubrнa esa maсana era elaborada y pomposa y le impedнa algunos movimientos. Tenнa a dos servidores ba a su lado para ayudarle cuando se pusiera de pie. Ahora parecнa otra vez un icono y el maquillaje facial le daba expresiуn de porcelana. Tres burbujas blancas flotaban en silencio a su izquierda. De pronto, dos ba pusieron una cajita plana en manos de Benin, de pie a la derecha del Emperador.

— Puede usted acercarse al Seсor Celestial, lord Vorkosigan — informу Benin.

Miles avanzу dos o tres pasos, decidido a no arrodillarse. Йl y el haut Fletchir Giaja estaban frente a frente, aunque йl estuviera de pie y el Emperador, sentado.

Benin entregу la caja al Emperador, que la abriу inmediatamente.

— Sabe lo que es esto, lord Vorkosigan? — preguntу Giaja.

Miles se quedу mirando el medallуn de la Orden del Mйrito, colgado de su cinta de colores, brillante y limpio sobre una cama de terciopelo oscuro.

— Sн, seсor. Piensa usted meterme en una bolsa de seda con eso antes de tirarme por la borda?

Giaja echу una mirada a Benin, que respondiу con un movimiento de hombros que parecнa decir Ya se lo advertн.

— Incline usted la cabeza, lord Vorkosigan — Instruyу Giaja con firmeza-. Aunque no estй muy acostumbrado…

Estarнa Rian en alguna de esas burbujas? Miles se mirу rбpidamente las botas bien lustradas mientras Giaj a le deslizaba la cinta sobre la cabeza. Retrocediу medio paso y no consiguiу detenerse: puso la mano sobre el metal frнo. No iba a hacer el saludo militar. No.

— Creo… creo que me niego a recibir este honor, seсor.

— Ah, no, usted no se niega — dijo Giaja en tono tajante, mirбndolo fijamente-. Me han dicho los observadores que necesita reconocimiento. Es una… — debilidad que puede explotarse…— cualidad comprensible que me recuerda mucho a nuestros ghem.

Bueno, eso era mejor que una comparaciуn con otros descendientes de los haut, Ba Lura por ejemplo. Que al parecer no eran los eunucos del palacio, sino algo asн como un proyecto cientнfico interno de enorme valor; Miles no estaba seguro, pero por lo que sabнa, tal vez Ba Lura era pariente cercano de Giaja. Sesenta y ocho por ciento de material cromosуmico en comъn. O algo semejante. Miles decidiу que habнa que respetar mбs el silencio y la eficiencia de la raza ba. Respetarla y tambiйn tenerla en cuenta, cuidarse de ella. Todos estaban juntos en los negocios de los haut, servidores y amos. Con razуn el Emperador se habнa tomado tan en serio la muerte de Ba Lura.

— Si estamos hablando de reconocimiento, seсor, esto no es algo que vaya a poder mostrar demasiado en casa… Mбs bien, supongo que lo guardarй en el cajуn mбs secreto que tenga.

— Bien — dijo Fletchir Giaja en tono tranquilo-. Mientras guarde ahн tambiйn todo lo que se relacione con el incidente…

Ah. Entonces, йsa era la explicaciуn: un soborno por su silencio.

— Hay muy pocas cosas de las ъltimas dos semanas que pueda recordar con agrado, seсor.

— Recuerde todo lo que quiera, pero no lo diga en voz alta.

— Pъblicamente, no. Pero tengo que informar a mis superiores. Es mi deber.

— Los informes militares secretos de Barrayar no son asunto de mi incumbencia.

— Estoy… — Miles dirigiу una mirada a un lado, hacia lo que tal vez era la burbuja blanca de Rian, flotando en el aire a pocos pasos-. Estoy de acuerdo.

Los pбlidos pбrpados de Giaja bajaron un segundo sobre sus ojos en un gesto de aceptaciуn. Miles se sentнa muy raro. Era soborno aceptar un premio por hacer exactamente lo que ya habнa decidido por su cuenta?

Y ahora que lo pensaba… sospecharнan los barrayareses que habнa llegado a alguna especie de acuerdo con el Emperador de Cetaganda? La razуn verdadera por la que lo habнan traнdo a aquella charla sin testigos con el Emperador empezу a brillar por fin en su mente, aturdida por la falta de sueсo. No supondrбn que Giaja puede dominarme con veinte minutos de conversaciуn, o si.

— Usted me acompaсarб en la ceremonia — siguiу diciendo el Emperador-, estarб de pie a mi izquierda. Ha llegado la hora. — Se levantу, ayudado por sus ba, que le recogieron las tъnicas y lo siguieron.

Miles mirу las burbujas que flotaban a su alrededor con desesperaciуn silenciosa. ъltima oportunidad…

— Puedo hablar con usted, haut Rian? — Se dirigiу a ellas en general, inseguro. No sabнa cuбl era la que buscaba.

Giaja mirу por encima de su hombro y abriу la mano de dedos largos en un gesto de aceptaciуn mientras seguнa caminando sin cambiar el ritmo decoroso que le exigнa su atuendo.

Dos de las burbujas se quedaron en la habitaciуn, una siguiу adelante con el Emperador y Benin se quedу de guardia Junto a la puerta abierta. No era exactamente un momento privado. Pero eso no le preocupaba. No eran muchas las cosas que Miles quisiera decir en voz alta.

Echу una mirada a las dos esferas opacas y brillantes, sin saber a cuбl dirigirse. Una desapareciу en el aire y ahн apareciу Rian, sentada, bastante semejante a la dama que йl habнa visto por primera vez, con las tъnicas blancas y almidonadas orladas de cabello radiante. Cada vez que la veнa se quedaba sin aliento.

Ella se acercу flotando y levantу una mano fina para acariciarle la mejilla. Era la primera vez que se tocaban. Pero йl pensaba que estaba dispuesto a morderla si ella le preguntaba Le duele?

Rian no era tonta.

— He recibido mucho de usted — dijo ella en voz tranquila-. Y no le he dado nada a cambio.

— Йse es el comportamiento habitual de los haut, verdad? — dijo Miles con amargura.

— Es el ъnico que conozco.

El dilema del prisionero…

Ella se quitу una espiral oscura y brillante de la manga, una especie de brazalete. Un delgado mechуn de cabello sedoso, muy largo, casi infinito. Se lo tendiу desde lejos.

— Ahн tiene. Es lo ъnico que se me ha ocurrido.

Eso es porque su cabello es lo ъnico que le pertenece realmente, milady. Todo lo demбs es un regalo de su Constelaciуn o del Criadero Estrella o de los haut o del Emperador. Usted vive en los intersticios de un mundo comunitario con una riqueza que estб mбs allб de los sueсos mбs ambiciosos de la avaricia, y sin embargo, personalmente, no tiene… nada. Ni siquiera sus propios cromosomas le pertenecen.

Miles recibiу la espiral. Le pareciу suave y fresca cuando la tocу con los dedos.

— Quй significa? Para usted…

— A decir verdad no lo sй — confesу ella.

Sincera hasta el final… Esta mujer no sabe mentir, por desgracia.

— Entonces, me lo guardo, milady. Como recuerdo. En mi interior, lejos de todas las miradas.

— Sн. Por favor.

— Y cуmo piensa recordarme, milady? — Miles no tenнa absolutamente nada que darle, nada excepto la pelusa que le habнa dejado la lavanderнa de la embajada en los bolsillos. O prefiere olvidar?

Los ojos azules de ella brillaron como el sol sobre un glaciar

— No hay peligro de eso. Ya lo verб usted. — Rian se alejу lentamente. La pantalla de fuerza se levantу despacio a su alrededor y ella se desvaneciу como un perfume. Las dos burbujas flotaron tras los pasos del Emperador.

El valle se parecнa al lugar donde habнan organizado las ofrendas poйticas, pero mбs espacioso, un gran cuenco abierto al cielo artificial de la cъpula. Los costados estaban atestados de haut y ghemlores vestidos de blanco acompaсados por las burbujas de las hautladies. Los mil delegados de la galaxia ocupaban la parte exterior, como un marco variado y colorido. En el centro, rodeada de una banda respetuosamente vacнa de cйsped y flores, habнa otra pantalla de fuerza redonda de unos doce metros de diбmetro. A travйs de la superficie translъcida, neblinosa, Miles veнa una gran cantidad de objetos apilados alrededor de una Plataforma, sobre la que descansaba la figura pбlida y frбgil de la haut Lisbet Degtiar. Miles se esforzу para distinguir la caja de madera pulida de la delegaciуn de Barrayar, pero la espada de Dorcas estaba enterrada en algъn lugar alejado, mбs abajo. En realidad, no tenнa importancia.

Le habнan destinado un asiento en el cнrculo, una vista casi imperial de la ceremonia. El desfile final, que se realizarнa por un pasillo hacia el centro, respetaba un orden inverso: las ocho Consortes planetarias y la Doncella en sus nueve burbujas blancas; los siete — contadlos bien, muchachos, siete— hautgobernadores; luego el Emperador mismo y su guardia de honor Benin se colocу rбpidamente en el lugar del ghemgeneral Naru sin provocar ni una onda en el paisaje. Miles cojeу tras el sйquito de Giaja, intensamente consciente de sн mismo. Sin duda su figura resultaba extraordinaria en ese lugar: menudo, de poca estatura, siniestro, la cara de alguien que acaba de perder una pelea en un bar espacial. La Orden del Mйrito cetagandana resaltaba sobre el uniforme negro de la Casa Vorkosigan… casi nadie la pasarнa por alto.

Miles supuso que Giaja lo estaba usando para enviar una seсal a sus hautgobernadores. No era una seсal muy amable. Evidentemente, Giaja no pensaba divulgar los hechos de las ъltimas dos semanas, asн que Miles tenнa que suponer que se trataba de una de esas expresiones del tipo entiйndelo si puedes, pensada para infundir no tanto una idea o un conocimiento como una sensaciуn de miedo. Una especie de terrorismo delicado y sutil.

Sн… sн… Que traten de entender… Bueno, no se referнa a ellos. Miles pasу frente a la delegaciуn de Barrayar, ubicada bastante cerca del frente de la multitud galбctica. Vorob'yev le clavу los ojos, atуnito. Maz parecнa sorprendida pero contenta y seсalу el cuello de Miles mientras le decнa algo a su novio. Vorreedi tenнa la mirada torva, llena de sospechas. Ivan parecнa… en blanco… Gracias por tu voto de confianza, primito…

Despuйs le tocу el turno a Miles: йl tambiйn se quedу de una pieza cuando vio a lord Yenaro en la ъltima fila de ghemlores. Llevaba puesta la ropa blanca y pъrpura de un ghemlord de compaснa de dйcimo rango en el jardнn Celestial, es decir el rango mбs bajo. Parece que finalmente ha conseguido el trabajo de perfumista ayudante… Y asн, el haut Fletchir Giaja habнa controlado a otra bala perdida. Excelente.

El sйquito de Giaja tomу asiento casi en el centro. Una procesiуn de jуvenes ghemladies colocу una ъltima ofrenda floral alrededor de la pantalla de fuerza de la emperatriz. Un coro cantу una hermosa melodнa. Miles se descubriу calculando el precio de la mano de obra que se habнa empleado en las ceremonias del mes, con el salarlo mнnimo como ъnico costo de todos los involucrados. La suma era… desorbitada. Mientras hacнa el cбlculo, le pesaba cada vez mбs la falta de desayuno. Un solo cafй no era suficiente. No me voy a desmayar. No me voy a rascar la nariz. Ni el culo. No…

Una burbuja blanca se deslizу hacia el Emperador. Su servidor ba — Miles lo reconociу— caminaba a su lado con una bandeja dividida en compartimientos. La voz de Rian repitiу las palabras rituales desde la burbuja: la ofrenda quedу a los pies de Giaja. Miles, sentado a la izquierda del Emperador, mirу los compartimientos y sonriу con amargura. La Gran Llave, el Gran Sello y los otros objetos ceremoniales de Lisbet volvнan al lugar que les correspondнa. La burbuja y su acompaсante se retiraron. Miles esperу, aburrido, que Giaja llamara a la nueva Emperatriz, la mujer que esperaba el nombramiento en algъn lugar en medio de la multitud de hautburbujas flotantes.

El Emperador hizo un gesto para que Rian y su ba volvieran a aproximarse. Mбs frases formales, tan complejas que Miles tardу un instante en comprender el sentido. Rian hizo un gesto, su ba se inclinу y recogiу otra vez la bandeja. El aburrimiento de Miles se evaporу; de pronto, se sintiу ahogado por la intensidad de la sorpresa. Por una vez, hubiera querido ser todavнa mбs bajo o tener el talento de Ivan para desaparecer por completo o un aparato que pudiera teletransportarlo a alguna parte, a cualquier parte… Un movimiento de interйs, hasta de asombro, recorriу el pъblico ghem y haut. Los miembros de la Constelaciуn Degtiar parecнan felices. Los miembros de otras Constelaciones… miraban con correcciуn y modales perfectos.

La haut Rian Degtiar tomу posesiуn del Criadero Estrella; esta vez como nueva Emperatriz de Cetaganda, cuarta Madre Imperial elegida por Fletchir Giaja, y ahora primera en importancia por virtud de su responsabilidad con respecto al genoma. Su primera obligaciуn genйtica serнa diseсar su propio hijo, el prнncipe imperial. Dios. Serнa feliz dentro de la burbuja?

Tal vez su nuevo… no esposo, compaсero, pareja, el Emperador… no la tocara nunca. Tal vez terminaran siendo amantes. Tal vez Giaja quisiera enfatizar su posesiуn de ese modo. Aunque para ser justos, Rian seguramente sabнa lo que iba a pasar, no parecнa oponerse. Miles tragу saliva, descompuesto sъbitamente presa de un horrible cansancio. Le habнa bajado el nivel de glucosa. Tenнa que ser eso.

Buena suerte, milady. Buena suerte… y adiуs.

Y el control de Giaja se extendнa… suave y persistente… como la niebla.

El Emperador levantу la mano y los ingenieros imperiales que lo esperaban pusieron en funcionamiento la central de energнa. Dentro de la pantalla de fuerza central empezу a surgir un brillo color naranja oscuro que se volviу rojo, despuйs amarillo, despuйs azul blanco. Los objetos de interior se movieron, cayeron, rodaron, las formas se desintegraron hasta convertirse en plasma molecular. Los ingenieros imperiales y los hombres y mujeres de Seguridad Imperial habнan tenido una noche tensa y difнcil, de eso no cabнa duda: habнan tenido que arreglar la pira de la emperatriz Lisbet con sumo cuidado. Si la burbuja estallaba, los efectos del calor se parecerнan bastante a los de una pequeсa bomba de fusiуn.

No fue largo, tal vez diez minutos en total. Se abriу un cнrculo en la cъpula gris llena de nubes y apareciу el cielo azul del mundo exterior. El efecto era muy extraсo, como una visiуn de otra dimensiуn. Un agujero mucho menor se abriу en la pantalla de fuerza del centro del valle. Un fuego blanco se disparу hacia el cielo y la burbuja se ventilу. Miles supuso que el espacio aйreo sobre la ciudad estaba libre de trбnsito aunque la corriente de aire dispersу el humo con mucha rapidez.

Entonces, la cъpula se cerrу otra vez, las nubes artificiales se alejaron con la brisa artificial, la luz brillу con mбs fuerza y alegrнa. La burbuja se desvaneciу en la nada, dejando sуlo un cнrculo de cйsped incуlume. Ni siquiera habнa cenizas.

El Emperador recibiу una tъnica colorida de manos de su ba y la cambiу por la ъltima tъnica blanca de su vestido de ceremonias. Levantу un dedo y la guardia de honor se acercу a йl. El desfile imperial saliу del valle siguiendo un orden inverso al de la entrada. Cuando la ъltima figura saliу del anillo, los ghem y los haut exhalaron un murmullo de alivio; el silencio y la rigidez se quebraron en el murmullo de voces y crujidos de la retirada.

Un gran auto de superficie abierto esperaba en la parte superior del valle para llevarse al Emperador… adonde quiera que se fueran los emperadores cetagandanos cuando terminaba la fiesta. A tomar un buen baсo y tirar los zapatos a un rincуn? Seguramente no. Sus ba habнan arreglado las ropas en el auto y se sentaban ahora en los controles.

Miles se encontrу de pie junto al vehнculo, solo. Mientras el auto se elevaba, Giaja le dirigiу una mirada y lo favoreciу con un microscуpico movimiento de cabeza.

— Adiуs, lord Vorkosigan.

Miles se inclinу.

— Hasta la prуxima.

— Espero que no sea pronto — murmurу Giaja con sequedad y se alejу flotando, seguido por una multitud de burbujas de fuerza que ahora reflejaban todos los colores del arco iris. Ninguna se detuvo junto a Miles para despedirse.

El ghemgeneral Benin, de pie junto al hombro de Miles, hizo un esfuerzo evidente para ahogar una expresiуn no definida. Risa?

— Vamos, lord Vorkosigan. Le escoltarй hasta su delegaciуn. He dado mi palabra de honor a su embajador y quiero devolverle allн en persona… tengo que recuperar mi palabra, como dicen ustedes, los barrayareses. Curiosa expresiуn. Tiene un sentido religioso, o se usa como en el caso de un objeto empeсado?

— Mmin… Yo dirнa que la idea estб relacionada con el sentido mйdico del tйrmino. Como cuando se dona un уrgano. — Promesas y corazones recuperados en ese dнa.

— Ah.

Llegaron junto al embajador Vorob'yev. El grupo estaba esperando a Miles mientras los otros delegados galбcticos subнan a los autos rumbo a un ъltimo banquete. Los asientos de seda blanca de los vehнculos habнan desaparecido, reemplazados a ъltima hora por tapizados de colores. Era el fin del perнodo de luto. No hubo una seсal visible, pero uno de los autos se acercу rбpidamente a Benin. Los barrayareses no iban a esperar en la cola como los demбs.

— Si nos vamos ahora — hizo notar Miles a su primo Ivan-, podemos estar en уrbita dentro de una hora.

— Pero… tal vez las ghemladies estйn en ese comedor — protestу Ivan-. A las mujeres les gusta la comida.

Miles se morнa de hambre.

— Entonces, vбmonos ahora mismo — dijo con firmeza.

Benin, que tal vez estaba considerando las ъltimas palabras de su Amo Celestial, lo apoyу con una frase tranquila:

— Eso parece una buena idea, lord Vorkosigan.

Vorob'yev se mordiу los labios. Los hombros de Ivan bajaron perceptiblemente.

Vorreedi hizo un gesto hacia el cuello de Miles, con los ojos brillantes de sospecha y curiosidad.

— Quй es eso que tiene usted ahн… teniente?

Miles tocу el collar de seda con la Orden del Mйrito cetagandana que le colgaba sobre el pecho.

— Mi recompensa. Y mi castigo. Por lo visto el haut Fletchir Giaja muestra cierta tendencia a la ironнa de altos vuelos.

Maz, que obviamente no habнa captado la segunda lectura de la situaciуn, protestу por su falta de entusiasmo.

— ЎPero si es un honor increнble, lord Vorkosigan! ЎHay ghemoficiales de Cetaganda que morirнan por eso!

Vorob'yev le contestу con frialdad:

— Pero los rumores de un honor como йste no van a hacer popular a lord Vorkosigan en casa, querida. Sobre todo si no circulan con una explicaciуn adecuada. Y ten en cuenta que lord Vorkosigan trabaja en Seguridad Imperial de Barrayar. Desde el punto de vista de Barrayar esa Orden resulta… bueno, sumamente extraсa.

Miles suspirу. Le estaba volviendo el dolor de cabeza.

— Lo sй. Tal vez consiga que Illyan la clasifique como asunto secreto.

— ЎPero si acaban de verla mil personas por lo menos! — dijo Ivan.

Miles se revolviу como un animal atrapado.

— Bueno, eso es culpa tuya.

— ЎMнa!

— Sн… Sн… Si me hubieras traнdo dos o tres tazas de cafй esta maсana, en lugar de una, tal vez mi cerebro se habrнa conectado mejor con la realidad y habrнa podido agacharme mбs rбpido y esquivarla. Tenнa los reflejos atrofiados… Todavнa estoy asimilando el significado de la cuestiуn. — Por ejemplo, si йl no se hubiera inclinado para recibir el collar de seda de Giaja, cuбnto habrнan aumentado las posibilidades de que la nave de salto de йl y su primo sufriera un desafortunado accidente al salir del Imperio de Cetaganda?

Vorreedi levantу las cejas.

— Sн — dijo-. De quй hablaron usted y los cetagandanos anoche, lord Vorkosigan, cuando lord Vorpatril y yo salimos de la estancia?

— De nada. No me pidieron mi opiniуn sobre esto. — Miles sonriу con pesadumbre-. Y ahн estб la genialidad del asunto, por supuesto. Me gustarнa ver cуmo se negarнa usted, coronel. Intйntelo. Si alguna vez se enfrenta a una situaciуn parecida, quisiera estar ahн para verlo.

Despuйs de una larga pausa, Vorreedi asintiу, despacio.

— Ya veo.

— Gracias, seсor — jadeу Miles.

Benin los escoltу hasta la puerta sur y les dijo adiуs por ъltima vez.

El planeta Eta Ceta se desvanecнa en la distancia, aunque a Miles la velocidad de la nave no le parecнa suficiente. Apagу el monitor de la nave correo de SegImp y se recostу a mordisquear su raciуn de barra y esperar el sueсo. Se habнa puesto un uniforme de fajina negro, arrugado y holgado; pero no llevaba las botas. Moviу los dedos de los pies, contento con esa desacostumbrada libertad. Si jugaba bien sus cartas, tal vez podrнa pasar las tres semanas del viaje a casa totalmente descalzo. La Orden del Mйrito de Cetaganda colgaba sobre su cabeza, balanceбndose sobre la cinta de colores, hermosa y brillante bajo la luz. Miles la mirу, despectivo y burlуn.

Un golpecito doble y familiar en la puerta del camarote. Por un momento, Miles pensу en fingirse dormido. Finalmente, suspirу y se recostу en el codo mientras decнa:

— Adelante, Ivan.

Ivan tambiйn se habнa puesto el uniforme de fajina. Y las sandalias de fricciуn, ja, ja. Tenнa un fajo de papeles de colores en la mano.

— Se me ocurriу que podнamos leerlos juntos — dijo-. El secretario de Vorreedi me los dio cuando salнamos de la embajada. Es todo lo que vamos a perdernos esta noche y la semana que viene. — Encendiу el conducto de basura de Miles sobre la pared. Un papel amarillo-. Lady Benello. — Lo metiу en el conducto; el papel silbу hacia el olvido. Uno verde. Lady Arvin. — Silbido. Uno color turquesa sugerente. Miles oliу el perfume desde la cama-. La inestimable Veda. — Silbido.

— No montes un drama; ya te he entendido, Ivan — gritу Miles.

— Y la comida… — suspirу Ivan-. Por quй estбs comiendo esa barra asquerosa? Hasta las cocinas de las naves de salto tienen algo mejor…

— Querнa algo sencillo.

— Indigestiуn, eh? Otra vez te duele el estуmago? Espero que no estйs perdiendo sangre.

— Sуlo en el cerebro. Bueno, para quй has venido?

— Querнa compartir mi satisfacciуn por haber abandonado el decadente lujo cetagandano — refunfuсу Ivan con furia-. Algo asн como afeitarme la cabeza y convertirme en monje. Por lo menos durante dos semanas. — Mirу de pronto la Orden del Mйrito que colgaba de la cinta y giraba lentamente-. Quieres que tire eso? — Seсalу el medallуn.

Miles saltу de la cama como un tejуn hembra que defiende a sus crнas.

— Por quй no te vas, Ivan?

— ЎJa! Yo sabнa que esa bagatela significaba mбs de lo que le decнas a Vorob'yev y Vorreedi — se burlу Ivan.

Miles metiу la medalla en un lugar oculto, lejos de las manos de su primo, bajo la cama.

— Me la he ganado, hombre. Por cierto…

Ivan hizo una mueca y dejу de dar vueltas y de revolver las posesiones de Miles.

Se sentу con curiosidad en la silla de la comuconsola del pequeсo camarote.

— He estado pensando, sabes? — siguiу diciendo Miles-. Cуmo serб dentro de diez o quince aсos, si alguna vez dejo de operar como agente encubierto y me conceden un puesto de mando en la lнnea de fuego. Tendrй mбs experiencia prбctica que ningъn otro soldado barrayarйs de mi generaciуn, pero mis oficiales no lo sabrбn. Todo secreto. Pensarбn que he pasado la ъltima dйcada saltando en naves correo y comiendo caramelos.

Cуmo voy a mantener la autoridad con un grupo de brutos campesinos como subordinados… gente como tъ? Me van a comer vivo.

— Bueno… — A Ivan le brillaban los ojos-. Supongo que tratarбn de comerte, sн. Y yo espero estar cerca. Me gustarнa verlo… te lo aseguro.

Miles tambiйn esperaba que su primo estuviera allб, pero no pensaba confesarlo.

Hubiera preferido dejarse arrancar las uсas, a la manera de los antiguos interrogatorios de SegImp, los interrogatorios de hacнa dos o tres generaciones.

Ivan suspirу.

— Pero… sigo aсorando a las ghemladies. Y la comida…

— Hay comida y damas en casa, Ivan.

— Cierto. — La cara de su primo se iluminу un poco.

— Quй divertido… — Miles se recostу en la cama y se metiу la almohada bajo los hombros-. Si el Padre Celestial anterior a Fletchir Giaja hubiera mandado a las hautmujeres a conquistar Barrayar en lugar de a los ghemlores, creo que a estas alturas serнan dueсos del planeta.

— Los ghemlores fueron muy brutos — le dijo Ivan-. Y nosotros tambiйn — Mirу al techo-. Cuбntas generaciones serбn necesarias para que los haut ya no sean humanos?

— Creo que la pregunta mбs adecuada es cuбntas generaciones serбn necesarias para que los hautlores ya no nos consideren humanos a nosotros. — Bueno, yo ya estoy acostumbrado a este trato en casa. Digamos que he asistido a una funciуn de preestreno del futuro-. Creo… que Cetaganda serб potencialmente peligrosa para sus vecinos mientras los haut estйn en transiciуn hacia… hacia donde quiera que se dirijan. La emperatriz Lisbet y sus predecesoras — y sus herederas— corren una carrera evolucionista de dos niveles: los haut totalmente controlados, los ghem como depositarlos de posibles variaciones y fuente de naipes inesperados genйticamente hablando. Como una compaснa de semillas que mantiene plantaciones silvestres para desarrollar algo inesperado a pesar de comercializar sуlo un monocultivo elaborado. El mayor peligro serнa que los haut perdieran el control de los ghem. Cuando los ghem estйn al mando… bueno, Barrayar sabe lo que pasa cuando se deja que medio millуn de darwinistas sociales armados ataquen el planeta madre…

Ivan hizo una mueca.

— Claro. Como solнa decir tu estimado abuelo… con detalles francamente desagradables.

— Pero si… si los ghem no consiguen triunfar militarmente en la prуxima generaciуn… en nuestra generaciуn, si sus aventuras expansionistas resultan derrotadas, como la debacle de la invasiуn a Vervain, tal vez los haut decidan emprender otras disciplinas de desarrollo y abandonen el бrea militar como campo experimental para la bъsqueda de la superioridad. Tal vez prefieran бmbitos mбs pacнficos. Tal vez бmbitos que ni siquiera alcanzamos a imaginar.

— Buena suerte — se burlу Ivan.

— La suerte es algo que uno se fabrica… si la quiere. — Y yo quiero mucha…

Con un ojo atento a los movimientos de su primo, Miles volviу a colgar el medallуn.

— Piensas usar eso? Te desafнo a que lo hagas.

— No. No a menos que tenga que ser muy evidente.

— Pero te lo vas a guardar.

— Ah, sн…

Ivan mirу al espacio otra vez, mejor dicho al techo del camarote y al espacio que se extendнa mбs allб.

— El nexo de agujeros de gusano es un lugar muy grande en continua expansiуn. Hasta los haut van a tener problemas para llenarlo, creo yo.

— Eso espero. Los monocultivos son aburridos y vulnerables. Lisbet lo sabнa.

Ivan se riу.

— No te parece que eres un poco canijo para rediseсar el universo?

— Ivan. — Miles dejу que la voz adquiriera un tono inesperadamente frнo-. Por quй razуn el haut Fletchir Giaja decidiу ser amable conmigo? Realmente crees que fue por mi padre? — Tocу el medallуn, lo hizo girar y clavу los ojos en su primo-. No es un hombre convencional. Piensa en las cosas que hay detrбs: soborno, sabotaje y respeto real, todo en un solo paquete extraсo… Giaja y yo volveremos a vernos.

Ivan bajу la vista primero.

— Eres un hombre temible, un loco, lo sabнas?

Despuйs de un minuto de silencio incуmodo, se levantу de la silla de Miles y se alejу, murmurando algo sobre una expediciуn en busca de autйntica comida.

Miles se acomodу de nuevo con los ojos entornados y mirу el cнrculo brillante de la medalla que giraba como un planeta.

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