11

Miles aъn no habнa pisado el sagrado recinto de las oficinas de SegImp en la embajada de Barrayar. Por discreciуn, se habнa quedado arriba, en la zona destinada al cuerpo diplomбtico. Como habнa supuesto, las oficinas estaban en el segundo sуtano, el nivel mбs bajo del edificio. Un cabo uniformado lo rastreу con aparatos de seguridad y lo guiу hasta la oficina del coronel Vorreedi.

No era tan austera como Miles habнa esperado: estaba decorada con pequeсas piezas de arte cetagandano; las esculturas que utilizaban energнa estaban apagadas. Tal vez algunas eran recuerdos, pero el resto sugerнa que el oficial de protocolo como lo llamaban oficialmente era un coleccionista de gusto excelente y medios limitados.

El hombre estaba sentado ante una mesa desnuda y utilitaria. Llevaba las habituales tъnicas y la malla que correspondнan a un ghemlord de rango medio y preferencias dolorosamente sobrias. En una multitud de ghem, Vorreedi pasarнa prбcticamente desapercibido, aunque detrбs de una comuconsola de SegImp de Barrayar el efecto del conjunto resultaba ligeramente sorprendente.

Miles se humedeciу los labios.

— Buenos dнas, seсor. El embajador Vorob'yev me dijo que deseaba usted verme.

— Sн, gracias, lord Vorkosigan. — Vorreedi despidiу al cabo con un gesto y el hombre se alejу en silencio. Las puertas se cerraron tras йl con un golpe pesado y definitivo-. Por favor, siйntese.

Miles se acomodу en la silla que habнa ante el escritorio y sonriу; esperaba que la sonrisa hubiera sugerido un gesto de alegre inocencia. Vorreedi lo miraba con atenciуn penetrante, directa, constante. Mala seсal. Vorreedi era el segundo a bordo; sуlo Vorob'yev lo aventajaba en rango. Como a Vorob'yev, lo habнan elegido como jefe en uno de los puestos mбs conflictivos del cuerpo diplomбtico de Barrayar. Tal vez se podнa contar con que fuera un hombre muy ocupado, pero nunca con que fuera estъpido. Miles se preguntу si las meditaciones del jefe de SegImp habнan sido tan intensas como las suyas la noche anterior. Se preparу para un comienzo al estilo Illyan; por ejemplo: En quй diablos estб metido usted, Vorkosigan? Estб tratando de provocar una jodida guerra usted solo?

En lugar de eso, el coronel Vorreedi lo favoreciу con una mirada pensativa, larga, antes de decir en tono tranquilo:

— Teniente lord Vorkosigan. Por nombramiento, usted es correo oficial de SegImp.

— Sн, seсor, cuando estoy de servicio.

— Interesante raza de hombres, los correos. De absoluta confianza y lealtad. Van de un lado a otro, llevan lo que les piden sin comentarios ni preguntas. Y sin fracasar jamбs, a menos que se les cruce la muerte en el camino.

— Generalmente no es tan dramбtico, seсor. Pasamos mucho tiempo en naves de salto. Tenemos mucho tiempo para leer.

— Mmmm. Y excepto en un caso, estos glorificados correos dependen del comodoro Boothe, jefe de Comunicaciones de SegImp, en Komarr. La excepciуn es interesante. — La mirada de Vorreedi se intensificу-. Usted aparece en la lista como subordinado de Simon Illyan en persona. Que a su vez depende directamente del emperador Gregor. La ъnica persona que conozco en una cadena de mando tan corta es el jefe de Personal del Servicio Imperial. Una situaciуn reveladora. Cуmo la explica usted?

— Que cуmo la explico yo? — repitiу Miles, tratando de ganar tiempo. Pensу en contestar Yo nunca explico nada, pero eso 1) era evidente y 2) claramente no era la respuesta esperada-. Bueno… en ocasiones, el emperador Gregor tiene alguna necesidad que resulta demasiado trivial, o demasiado personal, para confiarla a los militares de carrera. Por ejemplo, digamos que quiere… que le traigan un arbusto ornamental del planeta Pol para el jardнn de la Residencia Imperial. Entonces, me mandan a mн.

— Esa es una buena explicaciуn — aceptу Vorreedi sin presionar. Se produjo un corto silencio-. Y podrнa darme una explicaciуn igualmente satisfactoria para la forma en que ha obtenido usted un trabajo tan agradable?

— Nepotismo, por supuesto. — La sonrisa de Miles se hizo mбs corta y mбs amarga—. Como ya habrб descubierto a simple vista, no soy fнsicamente apto para el servicio habitual. Crearon el puesto especialmente para mн. Tengo parientes…

— Mmmm. — Vorreedi se sentу y se frotу el mentуn. — Digamos — aсadiу en tono intrascendente— que usted es un agente de operaciones secretas y ha venido en una misiуn diseсada por Dios (es decir, Simon Illyan, Dios para el personal de SegImp), en ese caso, deberнa haber llegado con una orden del tipo Prйstesele toda la asistencia necesaria. Con esa orden, un pobre hombre de la oficina local de SegImp podrнa saber cuбl es su posiciуn con respecto a usted.

Si no controlo a este tipo, me va a encerrar en la embajada por el resto del viaje (podrнa hacerlo, tiene poder suficiente) y el plan barroco de caos de lord X seguirб adelante sin obstбculos ni problemas.

— Sн, seсor. — Miles respirу hondo-. Y todos los que vieran la orden tambiйn.

Vorreedi levantу la vista, asustado.

— El comando de SegImp sospecha que hay filtraciones en mis comunicaciones?

— No tengo informaciуn al respecto, seсor. Supongo que no. Pero como correo inferior… no puedo hacer demasiadas preguntas, comprende?

Vorreedi abriу un poco mбs los ojos. Entendнa la broma. Un hombre sutil, sн.

— He sabido que, desde el mismo instante en que puso un pie en Eta Ceta, lord Vorkosigan, no ha dejado usted de hacer preguntas.

— Una debilidad personal, seсor.

— Y… tiene alguna prueba que apoye su explicaciуn de sн mismo?

— Claro. — Miles mirу al aire, pensativo, como si estuviera sacando las palabras de la parte mбs leve de la atmуsfera-. Piйnselo, seсor. A todos los demбs oficiales de correo se les implanta alergia a la pentarrбpida para que no puedan someterlos a interrogatorios y preguntas ilegales. El precio, claro, es fatal. Debido a mi rango y mis relaciones particulares, se decidiу que ese procedimiento era demasiado peligroso para mн. Por lo tanto, sуlo pueden destinarme a las misiones de seguridad de nivel mбs bajo. Nepotismo, ya se lo he dicho.

— Muy… muy convincente.

— Si no fuera convincente, no servirнa, seсor.

— Cierto. — Otra larga pausa-. Hay alguna otra cosa que quiera usted decirme, teniente?

— Cuando vuelva a Barrayar presentarй un informe completo de mi… mi excursiуn a Simon Illyan. Me temo que deberб dirigir las preguntas a mi superior. Definitivamente, no estб dentro de mis atribuciones tratar de adivinar lo que йl quiere que yo le diga.

Ahн estaba… listo. Tйcnicamente hablando, no habнa mentido. Ni siquiera por implicaciуn. Sн… claro… Tienes que acordarte de lo que has dicho cuando pasen una transcripciуn de esta conversaciуn en el consejo de guerra. Pero si Vorreedi decidнa que Miles era un agente de operaciones secretas que trabajaba en los niveles mбs altos, no dejaba de ser cierto. El hecho de que la misiуn fuera autodesignada y no decidida en un nivel superior era… otro aspecto del problema. Una cosa nada tenla que ver con la otra.

— Podrнa… podrнa agregar una observaciуn filosуfica…

— Por favor, milord.

— Si se contrata a un genio para resolver un problema imposible, serнa una tonterнa limitarlo con reglas o bien ordenarle que se limite a investigar en el corto espacio de dos semanas de tiempo… Lo lуgico es dejar que actъe a su antojo. Si lo que hace falta es alguien que siga las reglas, siempre se puede contratar a un idiota. En realidad, el idiota serб mucho mбs capaz de seguir las reglas que un genio.

Vorreedi tamborileу sobre el escritorio de la comuconsola. Miles tuvo la sensaciуn de que tal vez ese hombre habнa resuelto uno o dos problemas imposibles en su vida. Vorreedi alzу las cejas.

— Usted se considera un genio, lord Vorkosigan? — preguntу con suavidad. Para Miles aquel tono de voz resultaba casi doloroso: le recordу muchнsimo el que empleaba su padre cuando estaba a punto de soltar una de sus trampas verbales.

— Las evaluaciones de mi inteligencia estбn en mi expediente, seсor.

— Ya las he leнdo. Por eso estamos conversando, lord Vorkosigan. — Vorreedi parpadeу, despacio, como una lagartija-. Entonces, para usted no hay reglas? Ninguna regla?

— Bueno, en realidad existe una: o tienes йxito, o lo pagas con tu cabeza.

— Usted estб en su puesto desde hace tres aсos. Ya veo, lord Vorkosigan… Su cabeza sigue intacta, no es cierto?

— La ъltima vez que la controlй estaba ahн, seсor. — Tal vez siga ahн cinco dнas mбs, coronel… Despuйs, ya no sй.

— Eso sugiere que tiene usted una autoridad y una autonomнa sorprendentes, seсor.

— No tengo autoridad. Sуlo responsabilidad.

— Ah, ah. — Vorreedi se mordiу los labios, cada vez mбs pensativo-. Tiene usted mis simpatнas entonces, seсor Vorkosigan.

— Gracias, seсor. Lo necesitarй. — En silencio demasiado meditado que siguiу, Miles agregу-: Sabemos si lord Yenaro sobreviviу a la noche?

— Desapareciу, asн que suponemos que sн. Lo vieron a la salida del Salуn del jardнn de la Luna con un rollo de alfombra en el hombro. — Vorreedi mirу a Miles con aire interrogativo-. No tengo explicaciуn para lo de la alfombra.

Miles ignorу la indirecta.

— Estб usted tan seguro de que su desapariciуn significa que ha salido con vida? Y el hombre que lo seguнa?

— Mmm… — Vorreedi sonriу-. Cuando lo dejamos, lo interceptу la Policнa Civil de Cetaganda. Todavнa lo tienen en custodia.

— Y lo hicieron por su propia cuenta?

— Digamos que recibieron una llamada anуnima. Me pareciу que tenнa la obligaciуn moral de ponerlos sobre aviso. Pero debo admitir que los de la Civil respondieron con admirable eficiencia. Yo dirнa que tienen interйs… por alguno de sus trabajos anteriores.

— Tuvo tiempo de informar a quien lo contratу?

— No.

Bien: esa maсana lord X estaba en medio de una laguna de informaciуn. Miles no creнa que eso le resultara cуmodo. El complot fracasado de la tarde anterior debнa haberlo frustrado. Seguramente no sabнa quй habнa salido mal, no sabнa si Yenaro se habнa enterado del destino que le habнa deparado, aunque la desapariciуn del ghemlord era una importante pista al respecto. Ahora, Yenaro era un cabo suelto, lo mismo que Miles e Ivan. Cuбl serнa el primero en la lista de lord X? Acaso Yenaro buscarнa la protecciуn de alguna autoridad, o el rumor de la traiciуn lo asustarнa demasiado?

Y quй mйtodo elegirнa lord X para acabar con los enviados de Barrayar? Quй mйtodo podнa igualar a Yenaro en barroquismo y perfecciуn? Yenaro era una obra maestra en el arte del asesinato, una obra coreografiada en tres movimientos, una obra que iba en crescendo. Ahora que ese esfuerzo se habнa perdido, seguramente lord X estarнa tan enfurecido por el fracaso de su hermoso plan como por el del complot en sн. Miles estaba seguro de eso. Lord X era el tipo de artista que no puede dejar su obra inacabada y sigue agregando toques inteligentes. El tipo de persona que, como un chiquillo al que entregan su primer huerto, se pone a cavar para comprobar si las semillas ya han echado raнces. Miles sintiу algo parecido a una corriente de simpatнa por su enemigo. Sн, sн, lord X, el hombre que jugaba por grandes sumas y perdнa tiempo e inhibiciones con el curso de los dнas, estaba en situaciуn de cometer un tremendo error.

Por quй no estoy tan seguro de eso como de lo demбs?

— Tiene algo mбs que agregar, lord Vorkosigan? — preguntу Vorreedi.

— Mmmm? No. Estoy… estoy pensando… — Ademбs, sуlo lo pondrнa nervioso, coronel

— Como oficial de la embajada responsable de su seguridad personal, le pedirнa que se abstuviese de relacionarse con un hombre que parece involucrado en una vendetta cetagandana a muerte. Lo digo por usted… y por lord Vorpatril, por supuesto.

— Yenaro ya no me interesa. No le deseo ningъn mal. Mi prioridad es identificar al hombre que le proporcionу la escultura.

Las cejas de Vorreedi se elevaron en un gesto de reproche.

— Podrнa habйrmelo dicho antes…

— Siempre se entiende mбs cuando se contemplan los hechos con cierta perspectiva.

— Eso es cierto — suspirу Vorreedi, con la voz de la experiencia. Se rascу la nariz y volviу a sentarse-. Hay otra razуn por la que le pedн que viniera, lord Vorkosigan. El ghemcoronel Benin ha solicitado otra entrevista con usted.

— En serio? Igual que la anterior? — Miles mantuvo la firmeza de su voz, lo cual le resultу bastante difнcil.

— No del todo. Pidiу especнficamente la presencia de lord Vorpatril. En estos momentos estб en camino. Usted puede negarse, si lo desea.

— No… estб… estб bien. En realidad, tengo interйs en volver a hablar con Benin. Voy a buscar a Ivan, seсor? — Miles se puso de pie. Mala idea que los dos sospechosos se consultaran antes del interrogatorio, pero claro, el caso no era de Vorreedi, sino de Benin. Miles se preguntу hasta quй punto habrнa convencido a Vorreedi de que estaba cumpliendo una misiуn secreta.

— Adelante — dijo Vorreedi con amabilidad-. Aunque tengo que decirle…

Vorreedi hizo una pausa.

— No veo cуmo puede estar involucrado lord Vorpatril. No es correo. Y su expediente es tan claro como el agua…

— Mucha gente se confunde con Ivan, seсor… Pero a veces, hasta un genio necesita a alguien que cumpla уrdenes.

Miles contuvo su impaciencia mientras se dirigнa a las habitaciones de Ivan. El lujo de intimidad que les habнa proporcionado su rango de funcionarios iba a terminar muy pronto, sospechaba

Miles. Si Vorreedi no activaba los micrуfonos de las habitaciones es que el hombre tenнa un control sobrenatural sobre sн mismo o sufrнa algъn tipo de daсo cerebral agudo. El oficial de protocolo era del tipo curioso y voraz: deformaciуn profesional.

Ivan abriу la puerta.

— Entra — dijo con voz muy lenta, una voz que la impaciente llamada de Miles no conmoviу en absoluto.

Miles descubriу a su primo sentado en la cama, a medio vestir con unos pantalones verdes y camisa color crema, hojeando distraнdamente una pila de papeles de colores manuscritos. No parecнa especialmente satisfecho.

— Ivan. Levбntate. Vнstete. Vamos a entrevistarnos con el coronel Vorreedi y el ghemcoronel Benin.

— ЎConfesiуn, por fin! ЎGracias a Dios! — Ivan tirу los papeles al aire y se dejу caer sobre la cama con un suspiro de alivio.

— No. No exactamente. Pero necesito que me dejes hablar a mн y que confirmes mis palabras.

— Mierda. — Ivan frunciу el ceсo y mirу el techo-. Quй pasa ahora?

— Seguramente, Benin ha investigado los movimientos que realizу Ba Lura el dнa anterior a su muerte. Supongo que ya estarб al corriente de nuestro pequeсo encuentro en el vehivaina. No quiero joderle la investigaciуn. En realidad, me gustarнa ayudarle, por lo menos en lo referente a la identificaciуn del asesino o asesina. Asн que pienso darle tantos hechos reales como sea posible.

— Hechos reales. Quй quieres decir? Reales, opuestos a quй otra clase de hechos?

— No podemos decir absolutamente nada que tenga que ver con la Gran Llave o la haut Rian. Supongo que podemos soltar el resto de la informaciуn, pero no mencionemos ese pequeсo detalle en ningъn momento.

— Supones…? Por lo visto estбs usando una matemбtica muy distinta de la que usa el resto del universo. Te das cuenta de lo furiosos que se pondrбn Vorreedi y el embajador cuando averigьen que les ocultamos ese pequeсo incidente?

— Tengo a Vorreedi bajo control; al menos por el momento. Cree que estoy bajo las уrdenes de Simon Illyan.

— Cree… quiere decir que no es cierto. ЎLo sabнa, lo sabнa! — gruсу Ivan, se puso una almohada sobre la cara y la apretу fuertemente con las manos.

Miles se la arrebatу de un tirуn.

— Ahora tengo una misiуn. La tendrнa si Illyan estuviera al corriente de todo. Coge el destructor nervioso. Pero no lo saques a menos que yo te lo diga.

— No pienso disparar a tu superior.

— No vas a dispararle a nadie. Y ademбs, Vorreedi no es mi superior. — Ese serнa un punto legal importante cuando llegara el momento-. Tal vez lo necesite como prueba. Pero no a menos que surja el tema en la conversaciуn. No vamos a dar informaciуn voluntariamente.

— ЎClaro, claro, el truco es no dar informaciуn voluntariamente… eso jamбs! ЎPor fin lo entiendes, primito!

— Cбllate y vнstete. — Miles le tirу el uniforme de fajina-. ЎEsto es importante! Pero tienes que estar sereno. Muy sereno. Tal vez me estoy preocupando sin motivo. A lo mejor no hay razуn para tener miedo.

— No lo creo. Me parece que, en tu caso, el pбnico llega demasiado tarde… En realidad, si esperaras un poco mбs, el miedo te llegarнa posmortem… Yo ya hace dнas que estoy aterrorizado.

Miles le tirу las botas bajas con un gesto terminante. Ivan meneу la cabeza, se sentу y empezу a ponйrselas.

— Te acuerdas aquella vez en el jardнn de la Casa Vorkosigan — suspirу— cuando te pusiste a leer todas esas historias militares sobre los campos de prisioneros de Cetaganda durante la invasiуn y decidiste que tenнamos que cavar un tъnel de escape? Pero claro: tъ te encargaste del diseсo; en cambio yo y Elena tuvimos que cavarlo…

— Tenнamos ocho aсos — objetу Miles, a la defensiva-. En aquella йpoca estaba sometiйndome a un tratamiento mйdico para los huesos. Me encontraba bastante mal.

— … te acuerdas de que se me derrumbу el tъnel en la cabeza? — siguiу diciendo Ivan con la voz perdida en el recuerdo-. Y que me quedй sepultado durante horas…?

— No fueron horas. Sуlo unos cuantos minutos. El sargento Bothari te sacу enseguida.

— A mн me parecieron horas. Todavнa siento el gusto de la tierra en la boca. Tambiйn se me metнa por la nariz. — Ivan se la frotу al recordarlo-. Mamб todavнa estarнa en pleno ataque de nervios si tнa Cordelia no se hubiera sentado con ella.

— Йramos niсos… unos niсos estъpidos. Quй tiene que ver eso con lo que estб pasando ahora?

— Nada. Nada. No sй por quй me he despertado con ese recuerdo. — Ivan se puso de pie y se ajustу la guerrera-. Nunca creн que pudiera echar de menos al sargento Bothari, pero me parece que en este momento desearнa que estuviera conmigo. Quiйn me va a sacar del tъnel esta vez?

Miles tuvo ganas de ladrarle, pero en lugar de eso se puso a temblar. Yo tambiйn echo de menos a Bothari. Casi habнa olvidado cuбnto lo echaba de menos hasta que las palabras de Ivan despertaron el dolor de antiguas cicatrices, ese pequeсo espacio secreto de angustia que nunca se agotaba. Errores fundamentales… Mierda, un hombre que camina sobre la cuerda floja no necesita que alguien le grite desde abajo lo lejos que estб del suelo o lo precario que es su equilibrio en un momento dado. Eso йl lo sabнa a la perfecciуn: lo que necesitaba era olvidarlo. En esa situaciуn de inercia y velocidad, cualquier pйrdida de concentraciуn o de confianza en sн mismo, aunque fuera mнnima, podнa resultar fatal.

— Hazme un favor, Ivan. No trates de pensar. Serнa peor para ti. Sigue mis уrdenes. Con eso basta.

Ivan mostrу los dientes sin sonreнr y lo siguiу hacia el pasillo.

Se encontraron con el ghemicoronel Benin en la misma habitaciуn que la vez anterior, pero en esta ocasiуn Vorreedi prefiriу oficiar personalmente de guardia. Cuando entraron Miles e Ivan, los dos coroneles estaban ultimando los saludos de rigor y se estaban sentando. Miles esperaba que eso significara que no habнan tenido tiempo de comparar notas, por lo menos no mбs tiempo que йl e Ivan. Benin llevaba su habitual uniforme rojo, con la terrible pintura facial renovada y perfecta, reciйn aplicada. Para cuando terminaron de saludarse amablemente y todo el mundo volviу a sentarse, Miles tenнa el aliento y el corazуn bajo control. Ivan disimulу sus nervios bajo una expresiуn de benevolencia ausente que, segъn Miles, le daba aspecto de idiota.

— Lord Vorkosigan — empezу diciendo el ghemcoronel Benin—. Entiendo que usted es oficial correo.

— Cuando estoy de servicio. — Miles decidiу repetir la lнnea oficial para beneficio de Benin-. Es una tarea honorable que no me exige demasiado desde el punto de vista fнsico.

— Y le gusta su trabajo?

Miles se encogiу de hombros.

— Me gusta viajar. Y… bueno… me permite pasar mucho tiempo en el extranjero, lo cual es una ventaja… relativamente. Ya conoce usted la reaccionaria actitud de los barrayareses hacia los mutantes… — Miles pensу en el deseo de Yenaro: tener un puesto en la capital-. Por otra parte, me da una posiciуn oficial, me transforma en alguien.

— Eso sн que lo entiendo — aceptу Benin.

— Sн, claro, estaba seguro de que lo entenderнa usted, ghemcoronel…

— Pero ahora no estб de servicio?

— No en este viaje. Nos dijeron que dedicбramos nuestro tiempo a tareas diplomбticas y que, de paso, adquiriйramos un poquito de mundo…

— Lord Vorpatril es oficial de operaciones, verdad?

— Trabajo de oficina — suspirу Ivan-. Sigo esperando un destino en una nave.

No es cierto, pensу Miles. A Ivan le encantaba el cuartel general de la capital, donde podнa tener su propio apartamento y una vida social que era la envidia de los demбs oficiales. Lo que sн hubiera querido es que alguien destinara a su madre, lady Vorpatril, a una nave. A ser posible, a una nave que la llevara muy lejos…

— Mmm. — Las manos de Benin se retorcieron como si estuvieran mezclando pilas de hojas de plбstico. Respirу hondo y mirу a Miles directamente a los ojos-. Entonces, lord Vorkosigan… la rotonda del funeral no fue el primer lugar donde vio usted a Ba Lura?

Benin estaba intentando un disparo directo para poner nerviosa a su presa.

— Asн es — contestу Miles, con una sonrisa.

Benin esperaba que lo desmintiera y ya tenнa la boca abierta para el siguiente ataque, seguramente la presentaciуn de alguna evidencia oral que pondrнa al barrayarйs a la defensiva. Tuvo que cerrarla de nuevo y pensar un poco.

— Si… si usted deseaba que fuera un secreto, por quй me dijo que buscara en el lugar donde sabнa que iba a encontrar sus huellas? Y… — El tono se llenу de curiosidad insatisfecha e irritaciуn-. Y si no querнa que fuera un secreto, por quй no me lo dijo directamente?

— Fue una manera de probar sus habilidades, lord Benin. Querнa saber si valdrнa la pena convencerlo de que compartiera sus resultados conmigo. Crйame, mi primer encuentro con Ba Lura es tan misterioso para mн como para usted.

Incluso debajo de la pintura, la mirada de Benin hizo que Miles pensara inmediatamente en la que le dedicaban con frecuencia sus superiores barrayareses. La Mirada. Era extraсo y retorcido, pero de alguna manera lo tranquilizу. La sonrisa que habнa en su cara se tiсу de alegrнa.

— Y… cуmo conociу a Ba Lura? — dijo Benin.

— Quй sabe usted? — le contestу Miles. Sabнa que Benin no se lo contarнa todo. Tenнa que guardarse algo para comprobar la historia del enviado de Barrayar. Pero eso le parecнa bien, porque Miles se proponнa contar la verdad, casi toda la verdad…

— Ba Lura estaba en la estaciуn de transferencia el dнa que usted llegу. Saliу de la estaciуn por lo menos dos veces. Una vez desde un compartimiento de embarque donde se desactivaron los monitores durante cuarenta minutos, perнodo en el que no hubo nadie controlбndolos. El compartimiento y el perнodo coinciden con su llegada, lord Vorkosigan.

— Nuestra primera llegada, quiere usted decir.

— … Sн…

Vorreedi abrнa unos ojos como platos mientras se le afinaban los labios. Miles lo ignorу, aunque la mirada de Ivan cambiу de foco con cautela y pasу revista a la cara del comandante.

— Desactivados? No. Los habнan arrancado de la pared, ghemcoronel. Pero dнgame, el encuentro en el compartimiento, fue la primera vez que Ba Lura saliу de la estaciуn? O la segunda?

— Segunda — dijo Benin, con una intensa mirada.

— Puede probarlo?

— Sн.

— Bien. Tal vez eso sea muy importante.

— Ja, Benin no era el ъnico que podнa dar vueltas para comprobar la veracidad de la informaciуn. Hasta el momento, el ghemcomandante no le habнa mentido. Miles no sabнa la razуn, pero no importaba mucho. Vueltas y mбs vueltas-. Bueno, йsta es nuestra versiуn…

En tono inexpresivo, con muchos detalles fнsicos que corroboraban la historia, Miles describiу el confuso encuentro con Ba Lura. Sуlo silenciу el momento en que habнa visto la mano de Ba Lura en su bolsillo al principio del encuentro. Llevу los hechos hasta el momento de la heroica pelea de Ivan y su recuperaciуn del destructor nervioso y en ese punto dejу todo en manos de Ivan. Ivan lo mirу furioso pero retomу el relato en el mismo tono y ofreciу una descripciуn clara y concisa de la retirada de Ba Lura.

Como Vorreedi no llevaba maquillaje facial, Miles vio cуmo su expresiуn se oscurecнa lentamente. El hombre ejercнa un fйrreo control sobre sн mismo, asн que no se ruborizу ni nada por el estilo, pero Miles hubiera apostado cualquier cosa a que el salto de presiуn sanguнnea del coronel en ese momento habrнa hecho sonar la alarma de cualquier monitor mйdico.

— Y por quй no me informу en nuestra primera entrevista, lord Vorkosigan? — preguntу Benin de nuevo, despuйs de una larga pausa, como para asimilar los datos.

— Yo podrнa hacerle a usted la misma pregunta, teniente — intervino Vorreedi en una voz levemente tensa por debajo de una superficie suave y tranquila.

Benin le dirigiу una mirada y levantу una ceja. El maquillaje quedу casi en peligro.

Teniente, no milord. Miles captу aquel detalle.

— El piloto del vehivaina redactу un informe para el capitбn, quien seguramente lo pasу a su superior. — Es decir, a Illyan; en realidad, si navegaba por canales normales, el informe estarнa llegando al escritorio de Illyan en ese mismo instante. Tres dнas mбs y aparecerнa un interrogatorio de emergencia en el escritorio de Vorreedi, seis mбs para contestar y seguir adelante con la conversaciуn. Asн que todo habrнa terminado antes de que Illyan pudiera mover un dedo-. Sin embargo, con mi autoridad de enviado superior, suprimн el incidente por razones diplomбticas. Nos enviaron con instrucciones especнficas: no llamar la atenciуn y comportarnos con la mбxima cortesнa. Para mi gobierno, esta ocasiуn solemne es una importante oportunidad para transmitir el mensaje de que nos sentirнamos satisfechos si se estrecharan los lazos entre los dos imperios. No me pareciу conveniente empezar la visita con acusaciones de un ataque armado sin motivo perpetrado por un esclavo imperial contra los representantes especiales de Barrayar.

La amenaza era obvia: a pesar del maquillaje, Miles se daba cuenta de que el ghemcoronel la habнa captado. Y Vorreedi lo estaba pensando.

— Puede usted… probar sus palabras, lord Vorkosigan? — preguntу Benin con cautela.

— Tenernos todavнa el destructor nervioso, Ivan? — Miles hizo un gesto hacia su primo.

Ivan sacу el arma del bolsillo y la colocу sobre la mesa despacio, con cuidado, tocбndola apenas con las yemas de los dedos. Despuйs, volviу a poner las manos sobre las piernas. Evitу la mirada furiosa de Vorreedi. El coronel y Benin alargaron la mano hacia el destructor al mismo tiempo y se detuvieron, con el ceсo fruncido y una mirada desafiante.

— Disculpe usted — dijo Yorreedi-. No lo habнa visto antes.

— En serio? — preguntу Benin. El tono implicaba: Que extraordinario-. Adelante. — La mano cayу a su lado con amabilidad.

Vorreedi levantу el arma y la examinу con cuidado: entre otras cosas, se fijу que el dispositivo de seguridad estaba puesto antes de entregarla con gesto amable a Benin.

— Le devuelvo el arma con sumo gusto, ghemcoronel — siguiу diciendo Miles-, a cambio de la informaciуn que usted pueda deducir de ella. Si al final resulta proceder del Jardнn Celestial, no serнa de gran ayuda, pero si Ba Lura la consiguiу en su viaje… tal vez eso nos revele mucho. Usted puede investigar algo asн mucho mбs que yo. — Miles hizo una pausa y agregу-: A quiйn visitу Ba Lura cuando abandonу la estaciуn por primera vez?

Benin levantу la vista, que tenнa fija en el destructor nervioso. — Fue a una nave anclada fuera de la estaciуn.

— Podrнa ser mбs concreto?

— No.

— Discъlpeme. Me gustarнa volver a formular la pregunta. Podrнa usted ser mбs concreto si quisiera?

Benin dejу el destructor sobre la mesa y se reclinу; aunque resultara imposible de creer, su expresiуn de interйs y atenciуn se intensificу. Se quedу callado durante un largo instante, mirando a Miles; despuйs contestу:

— No, desgraciadamente, no.

Mierda. Las tres naves de hautgobernadores ancladas fuera de la estaciуn de transferencia eran las de Ilsum Kety, Slyke Giaja y Este Rond. Йse podrнa haber sido el final de la triangulaciуn, pero Benin no tenнa el dato. Todavнa.

— Me interesarнa particularmente entender la forma en que control de trбnsito o lo que se hizo pasar por control de trбnsito nos dirigiу al compartimiento errуneo… al compartimiento en el que atracamos en primer lugar.

— Por quй entrу Ba Lura en su vehivaina? Cуmo lo explica usted? — preguntу Benin a su vez.

— Fue un encuentro muy confuso, ghemcoronel. No podemos descartar que se tratara de un accidente. Al contrario, si el encuentro fue intencional, no hay duda de que algo les saliу muy mal.

Chъpate йsa, decнa la cara silenciosa de Ivan. Miles lo ignorу.

— De todos modos, ghemcoronel, espero que esto lo ayude a organizar sus investigaciones — siguiу diciendo Miles en tono terminante. Seguramente Benin estaba impaciente por correr tras su nueva pista: el destructor nervioso.

Benin no se moviу.

— Y quй fue lo que realmente discutieron usted y la haut Rian, lord Vorkosigan?

— Si desea usted una respuesta, tendrб que formularle la pregunta a la haut Rian, ghemcoronel. Ella es tan cetagandana como el departamento que usted dirige. — Lбstima-. Pero a mi entender, el dolor de la haut Rian por la muerte de Ba Lura es bastante autйntico.

Benin parpadeу una vez.

— No entiendo cуmo puede usted juzgar la profundidad de su sufrimiento… La ha visto usted muchas veces?

— Es una deducciуn… — Y si no terminaba con todo eso en ese mismo instante, meterнa la pata tan hasta el fondo que iban a necesitar una grъa para sacarla. A Vorreedi tenнa que tratarlo con la mayor delicadeza; pero a Benin, no…-. Todo esto es fascinante, ghemcoronel, pero por desgracia esta maсana no dispongo de mucho tiempo. Sin embargo, si llega a descubrir de dуnde procede el destructor nervioso y adуnde fue Ba Lura, le agradecerнa profundamente la oportunidad de seguir con esta conversaciуn. — Se sentу, cruzу los brazos y le ofreciу una cordial sonrisa.

Lo que deberнa haber hecho Vorreedi era anunciar en voz bien alta que tenнan todo el tiempo del mundo y dejar que Benin se ocupara de todo. Eso habrнa hecho Miles en su lugar. Pero no cabнa duda de que Vorreedi estaba impaciente por hablar con Miles a solas, y en lugar de permitir una conversaciуn mбs larga, se levantу para seсalar el final de la entrevista. Benin, huйsped de la embajada en territorio ajeno, accediу con gesto amargo — no era su modo normal de proceder, de eso Miles estaba seguro— y se levantу sin comentarios.

— Tenemos una conversaciуn pendiente, lord Vorkosigan. Esto no se termina aquн. Se lo aseguro — afirmу en tono oscuro.

— Eso espero, seсor. Eli,… ha seguido usted mi consejo? Sobre bloqueo de interferencias?

Benin hizo una pausa, con una expresiуn que de pronto se habнa vuelto un poco abstracta.

— Sн, sн.

— Y cуmo le fue?

— Mejor de lo que esperaba.

— Me alegro.

A Miles le pareciу que la despedida de Benin, casi un saludo militar, era evidentemente irуnica pero no del todo hostil.

Vorreedi escoltу a su invitado hasta la puerta, pero lo entregу al guardia y volviу a la pequeсa habitaciуn antes de que Miles e Ivan tuvieran tiempo de escapar.

El coronel mirу a Miles a los ojos, y йste lamentу que su inmunidad diplomбtica no incluyera tambiйn al oficial de protocolo. Pensaba Vorreedi separarlo de Ivan y conseguir la informaciуn por su primo? Ivan estaba practicando el arte de la invisibilidad, deporte para el que le sobraba habilidad, por cierto.

— En caso de que no se haya dado cuenta, teniente Vorkosigan, yo no soy un hongo — dijo en tono firme y peligroso.

Un hongo: algo que crece en la oscuridad y se alimenta con informaciуn podrida, claro. Miles contuvo un suspiro.

— Seсor, dirнjase a mi comandante. — Es decir, Illyan, quien tambiйn era el superior de Vorreedi-. Si йl le da vнa libre, soy todo suyo. Hasta entonces, lo mejor serб seguir adelante como hasta ahora.

— Confiando en su instinto? — citу Vorreedi con sequedad.

— Todavнa no dispongo de conclusiones que pueda compartir con usted, seсor.

— Y su instinto… sugiere alguna conexiуn entre Ba Lura y lord Yenaro?

Vorreedi tambiйn tenнa instinto, sн. Sin ese don no habrнa llegado a ocupar su puesto…

— Ademбs del hecho de que los dos tuvieron un encuentro conmigo? No… ninguna sugerencia en la que se pueda… confiar. Estoy buscando pruebas. Cuando las tenga… bueno, habrй llegado a alguna parte.

— Adуnde exactamente?

Creo que si las cosas siguen asн, voy a estar metido en el secreto mбs grande que usted haya imaginado.

— Cuando llegue lo sabrй, seсor.

— Nosotros dos tambiйn tenemos una conversaciуn pendiente, lord Vorkosigan. Puede contar con ella. — Vorreedi le dedicу un gesto seco con la cabeza y saliу bruscamente. Sin duda iba a contarle las nuevas complicaciones de su vida al embajador Vorob'yev.

En medio del profundo silencio que se apoderу de la habitaciуn, Miles dijo en voz baja:

— Ha salido bastante bien, teniendo en cuenta las circunstancias.

Ivan esbozу una mueca despreciativa.

Subieron en silencio a la habitaciуn de Ivan, donde encontraron otro montуn de papeles de colores sobre el escritorio. Ivan los mirу uno por uno. Ignoraba abiertamente a Miles.

— Tengo que ponerme en contacto con Rian — dijo Miles por fin-. No puedo esperar, no es posible. Se nos estб acabando el tiempo.

— No quiero seguir mezclado en todo esto — dijo Ivan con voz distante.

— Es demasiado tarde para eso, Ivan.

— Sн, lo sй. — La mano de Ivan hizo una pausa-. Ejem… Eso ha llegado ahora. Y tiene tu nombre tambiйn.

— Es de lady Benello? Lamento decir que Vorreedi la va a poner fuera de nuestro alcance por lo de Yenaro.

— No. No es Benello. No conozco este nombre.

Miles se lanzу sobre el papel y lo abriу.

— Lady d'Har. Fiesta de jardнn. Quй cultivarб esta seсora en su jardнn? Podrнa ser un nombre con doble sentido? Una referencia al jardнn Celestial? Mmm… Tal vez sea mi contacto. Dios, odio estar a merced de la haut Rian… No puedo dar ni un paso sin que ella me controle. Bueno, de todos modos, acйptalo por si acaso.

— No es mi primera opciуn para esta tarde — objetу Ivan.

— He dicho algo sobre opciones? Es una oportunidad, no podemos dejarla escapar. — Y agregу con rapidez-: Ademбs, si sigues dejando tus muestras genйticas por toda la ciudad, tu progenie acabarб apareciendo en el prуximo concurso genйtico. Arbustos Ivan.

Ivan temblу de arriba a abajo.

— Tъ crees que…? Serб por eso…? Podrнan hacer eso?

— Claro. Cuando te vayas, pueden recrear las partes de tu cuerpo que les interesen y hacerlas funcionar cuando quieran, en la escala que prefieran… un buen recuerdo. Y tъ que pensabas que el бrbol de gatitos era obsceno.

— Esto es mucho peor que la obscenidad, mбs amplio… — afirmу Ivan con dignidad injuriada. Se le cortу la voz-. De verdad crees que pueden hacer eso?

— No hay pasiуn menos йtica que la de un artista cetagandano en busca de nuevos materiales — afirmу Miles. Y agregуVamos a la fiesta de jardнn. Estoy seguro de que es mi contacto con Rian.

— Fiesta de jardнn — aceptу Ivan con un suspiro. Se quedу mirando el vacнo con los ojos muy abiertos. Tras un instante, comentу en tono indiferente-: Es una lбstima que ella no pueda sacar el banco genйtico de esa nave. Asн nuestro enemigo tendrнa la llave pero no el cofre del tesoro. Y eso sн que lo destruirнa…

Miles se sentу lentamente en la silla del escritorio de Ivan. Cuando consiguiу recuperar el aliento, susurrу:

— Ivan, eso es… magnнfico, genial. Por quй no se me habrб ocurrido a mн?

Ivan lo pensу un poco.

— Porque no es un final que te permita aparecer como el ъnico hйroe a los ojos de la haut Rian?

Intercambiaron miradas agresivas. Por una vez, Miles fue el primero en desviar los ojos.

— Sуlo era una pregunta retуrica — -dijo, tenso. Pero no lo dijo en voz muy alta.

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