El jardнn Celestial no intimidaba tanto en la segunda visita, se asegurу Miles a sн mismo. Esta vez no estaban perdidos en un gran arroyo de enviados galбcticos: eran sуlo un pequeсo grupo de tres. Miles, el embajador Vorob'yev y Mia Maz entraron por una puerta lateral, casi en privado. Un solo servidor los escoltу a su destino.
El trнo ofrecнa una buena imagen. Miles y el embajador llevaban uniformes de gala negros. Maz se habнa puesto unas tъnicas flotantes negras y blancas. Esa combinaciуn le permitнa usar los dos colores del duelo, hacer un homenaje al dolor de Cetaganda sin pasar los lнmites del hautprivilegio. No era casualidad que la ropa tambiйn le resaltara el cabello negro y la tez llena de vida y, de alguna manera, tambiйn a los dos hombres que la acompaсaban. El hoyuelo de la mejilla de la vervani relampagueу con su sonrisa de placer y alegrнa, dirigida, por encima de la cabeza de Miles, al embajador Vorob'yev. Entre los dos, Miles se sentнa como un chiquillo travieso escoltado con firmeza por sus padres. Vorob'yev no pensaba correr el riesgo de otra violaciуn de etiqueta.
La ofrenda de poesнa elegнaca a la emperatriz muerta no era una ceremonia a la que asistieran delegados galбcticos, con excepciуn de unos pocos aliados cetagandanos de alto rango. Miles no contaba en ninguno de estos grupos, y Vorob'yev habнa tenido que mover todos los hilos que tenнa entre manos para conseguirles la invitaciуn. Ivan se habнa disculpado, con la excusa del cansancio por la prбctica de baile de salуn y las fiestas de fuegos del dнa anterior, por no mencionar los planes de cuatro invitaciones mбs para la tarde y la noche siguientes. Era un cansancio sospechosamente selectivo. Miles lo habнa dejado hacer: su deseo sбdico de obligar a su primo a sentarse con йl durante toda la tarde, que prometнa ser interminable, se habнa diluido con la reflexiуn de que su primo no tendrнa mucho que aportar a lo que йl habнa planeado como una expediciуn para la obtenciуn de datos. Y tal vez, sуlo tal vez, Ivan podrнa establecer algunos contactos ъtiles entre los ghem. Vorob'yev lo habнa sustituido por la mujer vervani. Eso habнa encantado a la elegida y favorecнa los planes de Miles.
Para alivio de Miles, la ceremonia no se celebrarнa en la rotonda con sus asociaciones alarmantes y el cuerpo de la emperatriz todavнa a la vista de todos. Y los haut tampoco usaban auditorios, les hubiera parecido grosero y demasiado directo con sus filas eficientes de espectadores. El servidor los condujo a un… valle era la palabra mбs adecuada, supuso Miles, una hondonada llena de flores, plantas y cientos de pequeсos asientos como cajas, todos orientados hacia un conjunto complejo de plataformas y estrados en el fondo. Como correspondнa a su rango, o falta de rango, el servidor colocу a los barrayareses en la ъltima fila, la mбs alta, a tres cuartos de vuelta de la mejor vista. Eso convenнa a Miles: desde ahн, podrнa estudiar al pъblico sin que nadie lo viera. Los bancos del fondo eran de madera pulida a mano hasta conseguir un acabado perfecto. Mia Maz, a la que Vorob'yev acompaсу caballerosamente a un asiento, se arreglу las faldas del vestido y mirу a su alrededor con los ojos brillantes.
Miles tambiйn echу un vistazo, atento pero con los ojos mбs cansados: habнa pasado gran parte del dнa anterior frente a la pantalla de la comuconsola estudiando datos con la esperanza de encontrar un final para ese laberinto. Los haut estaban llegando a sus lugares: hombres con tъnicas abiertas, nevadas, junto a burbujas blancas. El valle empezaba a parecer un gran banco de rosas trepadoras blancas que se abrнan todas al mismo tiempo en un frenesн de floraciуn. Finalmente, Miles descubriу el propуsito de los asientos tipo caja: proporcionaban lugar suficiente para las burbujas. Estarнa Rian entre ellas?
— Las mujeres hablan primero o cуmo lo organizan? — preguntу Miles a Maz.
— Las mujeres no van a hablar hoy — dijo Maz-. Ya realizaron su ceremonia ayer. Hoy empiezan con el hombre de menor rango y van subiendo por las constelaciones.
Los gobernadores de satrapнas al final. Todos ellos. Miles se acomodу con la paciencia de una pantera en un бrbol. Los hombres que habнa venido a ver estaban en el fondo del valle. Si Miles hubiera tenido cola, la habrнa movido constantemente. Como no la tenнa, tuvo que contenerse para no golpear el suelo con la bota.
Los ocho gobernadores de satrapнas, ayudados por los ghemoficiales de mбs alto rango de cada satrapнa, se hundieron en sus asientos junto a los estrados. Miles entornу los ojos y deseу haber llevado un larga vistas de gran alcance… aunque en realidad, no habrнa podido pasarlo por el rastreo de Seguridad. Con una mueca de simpatнa, se preguntу quй estarнa haciendo el ghemcoronel Benin y si, entre bastidores, Seguridad de Cetaganda se ponнa tan frenйtica como Seguridad de Barrayar en las ceremonias que incluнan al emperador Gregor. No le costaba imaginбrselos.
Pero йl tenнa lo que habнa venido a buscar: a sus ocho sospechosos artнsticamente colocados uno junto a otro para el anбlisis. Estudiу a los cuatro primeros de la lista con mбs atenciуn que a los demбs.
El gobernador de Mu Ceta era de la constelaciуn Degtiar, tнo del Emperador, aunque no tнo directo, hermanastro de la antigua emperatriz. Maz tambiйn lo estudiу con atenciуn cuando acomodу su viejo cuerpo en el asiento y alejу a sus ayudantes con movimientos temblorosos, irritados. Hacнa dos aсos que estaba en su puesto, sustituyendo al gobernador anterior que ahora estaba retirado en el exilio despuйs del fracaso de la invasiуn vervani. El hombre era muy viejo, tenнa mucha experiencia y lo habнan elegido explнcitamente para apaciguar los temores vervanнes de que se repitiera el intento. No era del tipo traidor, pensу Miles. Sin embargo, segъn el testimonio de la haut Rian, todos aquellos hombres habнan dado por lo menos un paso hacia la traiciуn, al recibir los bancos genйticos no autorizados.
El gobernador de Rho Ceta, el vecino mбs cercano de Barrayar, preocupaba mucho mбs a Miles. Haut Este Rond era de edad madura, vigoroso, hautalto aunque extraсamente pesado. Su ghemoficial se mantenнa bien lejos de los amplios movimientos del gobernador. El efecto general que daba Rond era de autoritarismo. Y era tenazmente autoritario en sus esfuerzos, diplomбticos y de cualquier otro tipo: en ese momento sus esfuerzos estaban dedicados a mejorar el acceso comercial a Cetaganda a travйs de los saltos de agujero de gusano de Komarr, controlados por Barrayar. Rond era una de las constelaciones mбs jуvenes, una constelaciуn que necesitaba expandirse. El haut Este Rond era un punto caliente, de eso no cabнa duda alguna.
Poco despuйs entrу el gobernador de Xi Ceta, vecino de Marilac, con la cabeza erguida. Haut Slyke Giaja era lo que Miles denominaba un tнpico hautlord, alto, delgado y vagamente afeminado. Arrogante, como correspondнa al hermanastro menor del Emperador. Y peligroso. Lo bastante joven como para tenerlo en cuenta, aunque era mayor que Este Rond.
El sospechoso mбs joven, haut Ilsum Kety, gobernador de Sigma Ceta, era un muchachito de apenas cuarenta y cinco aсos. Tenнa una complexiуn muy parecida a la de Slyke Giaja, que en realidad era su primo por lнnea materna, y las dos madres eran hermanastras, aunque de diferentes constelaciones. Los бrboles genealуgicos de las hautfamilias eran todavнa mбs confusos que los de los Vor. Para rastrear a todos los hijastros y hermanastros habrнa hecho falta recurrir a un tйcnico en genйtica que investigara el asunto con dedicaciуn exclusiva.
Ocho burbujas blancas flotaron hacia el valle y ocuparon un arco hacia la izquierda. Los ghemoficiales se colocaron en un arco similar a la derecha. Los oficiales se quedarнan de pie durante toda la ceremonia de la tarde, comprendiу Miles de pronto. Al parecer, ser ghemgeneral no era ninguna bicoca. Pero… alguna de esas burbujas serнa…?
— Quiйnes son esas damas? — preguntу Miles a Maz, seсalando hacia el octeto.
— Son las consortes de los gobernadores de satrapнas.
— Pero… pensй que los haut no se casaban.
— No hay nada personal en el tнtulo. Se las designa centralmente, como a los gobernadores.
— No las nombran los gobernadores? Y quй funciуn cumplen? Secretarias sociales?
— No. Las elige la emperatriz. La representan en los asuntos relacionados con el Criadero Estrella. Los haut que viven en las satrapнas mandan sus contratos genйticos a travйs de las consortes al banco genйtico central en el Jardнn Celestial, donde se realizan las fertilizaciones y alteraciones genйticas. Las consortes tambiйn supervisan la devoluciуn de los replicadores uterinos con los fetos vivos a sus padres. Estoy segura de que es el envнo mбs poco frecuente de todo el imperio cetagandano… un envнo anual para cada planeta.
— Es decir que las consortes viajan a Eta Ceta una vez al aсo personalmente para supervisar los envнos?
— Sн.
— Ah… — Miles se acomodу en la silla, con una mirada fija. Ahora se daba cuenta de cуmo habнa funcionado el plan de la emperatriz Lisbet, ahora veнa los canales vivientes que habнa usado la emperatriz para comunicarse con los gobernadores. Si cada una de esas consortes no estaba involucrada hasta las cejas en el complot, йl era capaz de comerse las botas. Diecisйis, tengo diecisйis sospechosos, no ocho. Ay, Dios… Y йl que habнa venido a la ceremonia con la esperanza de reducir la lista… Pero la conclusiуn lуgica era que la persona que hubiera asesinado a Ba Lura tal vez no habнa tenido que robar ni pedir prestada una de las burbujas de hautlady. Tal vez tenнa una-. Y las consortes trabajan junto a los gobernadores de satrapнas?
Maz se encogiу de hombros.
— A decir verdad, no lo sй. No necesariamente, supongo. Sus бreas de responsabilidad son muy distintas.
Apareciу un mayordomo en el centro del escenario. Hizo un gesto. Todas las voces del valle se acallaron. Todos los hautlores se dejaron caer de rodillas sobre almohadones que habнan dispuesto frente a los bancos. Todas las burbujas blancas se movieron en el aire hacia arriba y hacia abajo. Miles todavнa estaba preguntбndose cuбntas de las hautladies hacнan trampa y se saltaban las reglas de las ceremonias. Despuйs de un momento de silencio expectante, llegу el Emperador, escoltado por guardias vestidos de blanco y rojo sangre, con la cara pintada como el cuerpo de una cebra, un aspecto terrible si se consideraba frнamente. Miles los contemplу con ese espнritu no por el maquillaje sino porque sabнa los nervios y la ansiedad que recorrнan el нndice apoyado en el gatillo de los hombres que tenнan la terrible responsabilidad de la vida del Emperador en sus manos.
Era la primera vez en su vida que Miles veнa al Emperador cetagandano en persona. Estudiу al hombre con la avidez con que habнa estudiado a los gobernadores de las satrapнas. El emperador haut Fletchir Giaja era alto, delgado, con la cara de halcуn que tambiйn tenнan sus primos, el cabello sin rasgos de gris a pesar de sus setenta y tantos aсos. Un superviviente: habнa llegado a su rango a una edad fantбsticamente temprana para un cetagandano, menos de treinta aсos y habнa pasado de una juventud titubeante a una madurez aparentemente sуlida como el hierro. Se sentу con movimientos seguros y armoniosos, serenos y confiados. Rodeado por traidores que le hacнan reverencias. A Miles se le escapу un resoplido y respirу hondo, aturdido por la ironнa. El mayordomo hizo otra seсal y todo el mundo volviу a su asiento guardando un silencio sorprendente.
La presentaciуn de los poemas elegнacos en honor de la difunta haut Lisbet Degtiar empezaba con las voces de los jefes de las constelaciones menores. Los poemas estaba compuestos en media docena de tipos formales, todos cortos, por suerte. Miles quedу muy impresionado con la elegancia, la belleza y la aparente profundidad de sentimiento de las primeras tres ofrendas. El recitado tenнa que ser una especie de tortura formal, como hacer un juramento o casarse, uno de esos momentos en el que los preparativos son mucho mбs prolongados que la ocasiуn final. Se habнan tomado todas las precauciones posibles para cada uno de los movimientos, voces y variaciones imperceptibles de lo que para el ojo inexperto de Miles eran sуlo conjuntos idйnticos de tъnicas blancas. Pero gradualmente, empezу a darse cuenta de que habнa frases repetidas y estereotipadas, ideas viejas y para cuando llegaron al poema nъmero trece, se le estaba empezando a empaсar la vista. Su mayor deseo era que Ivan estuviera a su lado, sufriendo con йl.
De vez en cuando, Maz le susurraba al oнdo una interpretaciуn, una crнtica y eso le ayudaba a controlar el sueсo. No habнa dormido bien la noche anterior. Los gobernadores de satrapнas estaban imitando bien a hombres de cera o momias, excepto el anciano gobernador de Mu Ceta, que se habнa dejado caer en un bulto de aburrimiento y miraba, con ojos sardуnicos y entornados, cуmo sus colegas jуvenes, es decir todos los demбs de la sala, se entregaban a la funciуn con varios grados de sudor y gracia. Cuando les tocaba el turno a los hombres mayores y mбs experimentados, cumplнan mejor que los jуvenes aunque los poemas que presentaran no fueran necesariamente los mejores.
Miles meditу sobre el carбcter del lord X, intentando relacionarlo con una de las ocho caras que tenнa frente a йl. El traidor/asesino era algo asн como un genio tбctico. Le habнan ofrecido una oportunidad impensada de conseguir mбs poder, la habнa cazado al vuelo, creado un plan y dado el golpe. Cuбnta rapidez habнa necesitado? El primer gobernador de satrapнa habнa llegado a Eta Ceta sуlo diez dнas antes que Miles e Ivan, que estaban allн hacнa cuatro dнas. Yenaro, segъn informes del oficial de SegImp en la embajada, habнa terminado su escultura en dos dнas a partir de unos diseсos que le habнa entregado una fuente desconocida. Un trabajo contra reloj. El soborno a Ba Lura tenнa que haberse organizado despuйs de la muerte de su ama, hacнa menos de tres semanas.
Los haut de mбs edad solнan elaborar planes que necesitaban dйcadas para madurar, planes con un margen de seguridad inaudito, del tipo no— puede— fallar. La emperatriz era ejemplo mбs que suficiente. A edad avanzada, los haut experimentaban el tiempo de manera diferente, Miles estaba casi seguro de eso. Esa cadena de hechos olнa a… a juventud. Si no fнsica, por lo menos de corazуn.
El oponente de Miles tenнa que estar experimentando un estado de бnimo interesante en ese momento. Era un hombre de acciуn y decisiуn. Pero ahora se veнa obligado a permanecer quieto, agachado, acechando, sin llamar la atenciуn, mientras se hacнa cada vez mбs evidente que la muerte de Ba Lura no iba a pasar por suicidio. Se veнa obligado a quedarse sentado, inmуvil e inquieto sobre su banco genйtico y la Gran Llave hasta que terminara el funeral y йl pudiera deslizarse sin ruido hasta su base planetaria… porque no podнa empezar una revoluciуn desde Eta Ceta; no estaba preparado.
Enviarнa la Llave a su planeta o la retendrнa en su poder? Si la enviaba a su satrapнa, Miles se enfrentaba a graves problemas. Bueno, problemas mбs graves de los que ya tenнa. Se arriesgarнa el gobernador a perder su amuleto? Seguramente no.
Los poetas aficionados con sus voces monуtonas estaban dominando a Miles. Se dio cuenta de que su inconsciente no trabajaba al unнsono con el resto de su mente: sintiу cуmo esa parte de su ser se apartaba en pos de sus propios objetivos. Se le formу en la cabeza un poema en honor de la emperatriz, un poema que йl no habнa pensado en crear:
Una emperatriz Degtiar de nombre Lisbet
atrapу a un sбtrapa en su red.
Tentado a la traiciуn
sin ninguna razуn,
pronto tendrб un choque con su propia sed.
Miles controlу un horrible impulso: habнa sentido la tentaciуn de levantarse y saltar al centro del valle para recitar su ofrenda poйtica a la multitud haut.
Mia Maz le dirigiу una mirada de preocupaciуn al oнr el resoplido ahogado.
— Se encuentra bien?
— Sн, lo lamento — susurrу йl-. No es nada. Ha sido un ataque de rima.
Los ojos de ella se abrieron un poco y se mordiу el labio. Sуlo una arruga en la frente la traicionу.
— Shhhh — dijo, con sentimiento.
La ceremonia prosiguiу sin interrupciones. Por desgracia, habнa mucho tiempo para seguir componiendo versos… con el mismo nivel de mйrito artнstico por supuesto. Miles mirу los bancos que albergaban a las burbujas blancas.
Una hermosa dama llamada Rian
hipnotizу a un joven Vor galбn.
El pequeсo de cuerpo increнble
cree que es un detective,
y no sabe que lo van a castigar.
Cуmo lograban los haut soportar semejante tortura? Les habrнan modificado las vejigas con operaciones de ingenierнa genйtica para conseguir una capacidad inhumana, ademбs de los otros cambios que se rumoreaban?
Por suerte, antes de que Miles hubiera pensado en dos palabras que rimaran con «Vorob'yev», se levantу el primer gobernador sбtrapa para situarse en el estrado de los oradores. De pronto, Miles se despejу por completo.
Los poemas de los gobernadores de satrapнas eran excelentes, todos compuestos segъn los estilos formales mбs difнciles y, tal como informу Maz a Miles en un susurro, escritos por las mejores hautpoetisas del jardнn Celestial, que oficiaban como autores secretos que recibнan un pago por sus servicios. El rango tiene sus privilegios. Pero a pesar de lo mucho que lo intentу, Miles no detectу dobles sentidos siniestros en los poemas: su sospechoso no pensaba aprovechar ese momento para confesar sus crнmenes delante de todos, advertir a sus enemigos sobre sus intenciones ni cualquier otra posibilidad interesante. A Miles casi le sorprendiу. El lugar en que habнa colocado el cuerpo de Ba Lura parecнa sugerir que lord X tendнa al barroquismo, a pesar de que la simpleza hubiera sido mбs ъtil a sus fines. Sentirнa el complot como un arte? Durante toda la ceremonia, el Emperador habнa estado sentado con expresiуn solemne, serena e imperturbable. Como principal afectado por la tragedia, hizo gestos amables de aceptaciуn y agradecimiento a los gobernadores de satrapнas. Miles se preguntу si Benin habrнa seguido su consejo. Sinceramente, esperaba que hubiera hablado con su seсor.
Y entonces, de pronto, la tortura literaria terminу. Miles contuvo el impulso de aplaudir. Por lo visto Eso-No-Se-Hacнa. El mayordomo saliу al escenario, hizo otro gesto enigmбtico y todos se arrodillaron de nuevo; el Emperador y sus guardias se retiraron, seguidos por las burbujas de las consortes, los gobernadores de satrapнas y sus ghemoficiales. Despuйs, todos los demбs quedaron libres… para ir al baсo inmediatamente, supuso Miles.
Tal vez la raza haut se habнa librado de los significados y las funciones de la sexualidad, pero seguнan siendo lo suficientemente humanos para que el momento de la comida fuera parte de las ceremonias bбsicas de la vida. A la manera cetagandana, por supuesto. Las bandejas de carne venнan transformadas en esculturas florales. Las hortalizas parecнan crustбceos y la fruta, pequeсos animales. Miles mirу pensativo el plato de arroz hervido de la mesa principal. Todos y cada uno de los granos estaban convertidos en un elaborado esquema en espiral… un trabajo hecho a mano, evidentemente. La sorpresa lo dejу momentбneamente helado. Controlу la impresiуn y tratу de concentrarse de nuevo en el asunto que tenнa entre manos.
Los refrescos informales — informales, dentro de los niveles del Jardнn Celestial— se sirvieron en un largo pabellуn abierto hacia el jardнn, donde en ese momento lucнa una tibia luz vespertina que invitaba a la relajaciуn. Las hautladies se habнan ido a otra parte con sus burbujas, tal vez a algъn lugar donde pudieran bajar de las sillas y comer. El grupo barrayarйs fue a parar al mбs exclusivo de los sitios de alimentaciуn pospoesнa que se hubiera dispuesto en el Jardнn Celestial. El emperador en persona se alimentaba en alguna parte de ese elegante edificio. Miles no tenнa la menor idea de cуmo habнa conseguido Vorob'yev que los admitieran allн, pero desde luego el hombre se merecнa una recomendaciуn por entrega al servicio mбs allб de lo que dicta el deber. Era evidente que Maz, con los ojos iluminados, la mano sobre el brazo del embajador de Barrayar, se sentнa en alguna especie de paraнso del sociуlogo.
— Allб vamos — murmurу Vorob'yev y Miles levantу la cabeza. El grupo del haut Este Rond entraba en el pabellуn atestado de gente. Los otros haut, que no sabнan cуmo comportarse con esos intrusos extranjeros, habнan tratado de fingir que los barrayareses eran invisibles. Este Rond no podнa hacerlo. El corpulento gobernador, vestido de blanco, con su ghemgeneral maquillado y uniformado a un lado, se detuvo para saludar a sus vecinos de Barrayar.
Detrбs del ghemgeneral de Rond avanzaba una mujer vestida de blanco, extraсa en esa reuniуn masculina. El cabello rubio, casi plateado, le bajaba por la espalda en una cola con vueltas hasta los tobillos y permanecнa de pie con los ojos bajos, sin hablar. Era mucho mбs vieja que Rian pero ciertamente era haut… Dios… quй bien llevaban los aсos… Seguramente era la esposa del ghemgeneral de Rond… cualquier oficial destinado a tan alto rango planetario habrнa esperado ganar a una hautmujer hacнa ya tiempo.
Maz le estaba haciendo a Miles alguna especie de seсal urgente, un temblor leve y un ЎNo, no! formado con los labios, sin voz. Quй le estaba tratando de decir? La hautesposa no hablaba a menos que le hablaran… Miles nunca habнa visto a nadie que expresara con el lenguaje corporal una reserva tan extraordinaria, una contenciуn tan grande, ni siquiera la haut Rian.
El gobernador Rond y Vorob'yev intercambiaron elaborados saludos y Miles supuso que Rond habнa sido la vнa de entrada a la ceremonia. Vorob'yev terminу su golpe diplomбtico presentando a Miles:
— El teniente muestra un interйs gratificante por los principales aspectos de la cultura cetagandana — dijo y lo recomendу a la atenciуn del gobernador.
El haut Rond asintiу, cordial; por lo visto, cuando Vorob'yev recomendaba a alguien, hasta los hautlores cetagandanos lo tomaban en cuenta.
— Me mandaron a aprender tanto como a servir, seсor. Para mн es un deber y un placer hacerlo… — Miles ofreciу al hautgobernador una ceremoniosa reverencia-. Y debo decir que realmente estoy teniendo experiencias muy educativas. — Procurу que la sonrisa alerta y aguda le diera un doble sentido a sus palabras.
Rond sonriу con frialdad. Pero claro, si Este Rond era lord X, tenнa que ser frнo. Intercambiaron unas palabras mбs sobre la vida diplomбtica, y despuйs, Miles se aventurу a decir:
— Serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Ilsum Kety, haut Rond?
Una sonrisa con el filo de una hoja de afeitar asomу en los labios de Rond mientras recorrнa la habitaciуn con la vista para buscar a su colega gobernador y superior genйtico.
— Claro, claro, lord Vorkosigan. — Ya que estaba obligado a atender a esos extranjeros, supuso Miles, Rond se alegrarнa de compartir la carga de vergьenza con otros.
Lo llevу como un pastor a una oveja. Vorob'yev se quedу hablando con el ghemgeneral de Rho Ceta, que estaba profesionalmente muy interesado en sus potenciales enemigos. Le dirigiу una mirada de advertencia a Miles, no del todo admonitoria, sуlo una arruga entre las cejas. Miles abriу la mano a un costado, en una promesa: Me portarй bien…
Apenas quedaron mбs allб de los oнdos y la vista del embajador, Miles le murmurу a Rond:
— Sabemos lo de Yenaro… espero que usted estй al corriente…
— Cуmo dice? — dijo Rond en un tono de ignorancia bastante realista.
Luego llegaron hasta el grupito del haut Ilsum Kety.
De cerca, Kety parecнa todavнa mбs alto y delgado que desde el escenario, en la lectura de los poemas. Tenнa los rasgos aguzados y frнos tнpicos del molde haut: las narices aguileсas habнan estado de moda desde que Fletchir Giaja subiу al trono. Un poco de plata en las sienes hacнa resaltar el cabello oscuro. Como el hombre no tendrнa mбs de cuarenta aсos y era haut de pies a cabeza… Dios, claro… El toque de escarcha era perfecto, pero tenнa que ser artificial. Miles lo notу y le pareciу divertido, aunque disimulу cuidadosamente ese sentimiento. En un mundo en el que los viejos lo tenнan todo, un aspecto juvenil no tenнa ventajas sociales cuando se era joven de verdad.
Kety tambiйn tenнa un ghemgeneral con una esposa haut a un costado, esperбndolo. Miles tratу de que sus ojos no lo traicionaran. Ella era extraordinaria incluso dentro de los niveles de los haut. Tenнa el cabello de un color chocolate espeso, una melena brillante, separada por una raya en medio y reunida en una trenza gruesa que le bajaba por la espalda hasta tocar el suelo. Su piel tenнa el color de la crema de vainilla. Los ojos, que se abrieron un poco al observar a Miles, eran grandes y lнquidos, de un color canela claro sorprendente. Un aspecto delicioso, casi comestible. No era mayor que Rian. Miles agradeciу en silencio su anterior exposiciуn a Rian, que le permitiу mantenerse de pie y no arrodillarse frente a ella.
Ilsum Kety no tenнa tiempo que perder en un extranjero, eso era evidente, pero por alguna razуn no querнa ofender a Rond, o tal vez no se atrevнa del todo; Miles logrу intercambiar un saludo formal con йl. Rond aprovechу la oportunidad para sacarse de encima al barrayarйs y escapar hacia la mesa donde habнan servido la comida.
El irritado Kety no tuvo mбs remedio que asumir el papel de anfitriуn. Miles tomу el asunto entre sus manos y le hizo una breve reverencia al ghemgeneral de Kety. Por lo menos, el general tenнa la edad que en Cetaganda se consideraba apropiada para su puesto, es decir, una edad avanzada.
— General Chilian, seсor. Lo estudiй a usted en Historia. Es un honor conocerlo en persona. A usted y a su hermosa mujer. Creo que no sй su nombre… — Miles sonriу a la hautmujer, esperanzado.
Las cejas de Chillan, que estaban alzadas, se reunieron ahora en un gesto leve de enojo.
— Lord Vorkosigan — dijo rбpidamente. Pero no se dio por aludido con respecto a la hautlady.
Despuйs de mirar a Miles con disgusto, ella permaneciу de pie como si no estuviera allн, o mбs bien como si no quisiera estar. Los dos hombres la trataban como si fuera invisible.
Si Kety era lord X, quй estarнa pensando en ese momento, acorralado por aquel extranjero que йl querнa convertir en su vнctima? Habнa metido el cilindro en el vehivaina de Barrayar, habнa ordenado a Ba Lura que le dijera a Rian que Miles habнa robado el cilindro, habнa matado a su cуmplice y ahora esperaba los resultados.
Y el resultado era… un silencio sobrecogedor. Aparentemente Rian no habнa hecho nada, no habнa dicho ni una sola palabra a nadie. Se preguntarнa Kety si al fin y al cabo no habrнa sido mejor mantener a Ba Lura con vida un poco mбs de tiempo, hacerlo confesar? Seguramente la situaciуn era muy difнcil de entender para ese hombre. Pero ese rostro haut no revelaba absolutamente nada, no lo perturbaba ni una sola mueca. Claro que tambiйn tendrнa la expresiуn serena si fuera completamente inocente
Miles sonriу con afabilidad
— Entiendo que tenemos una aficiуn en comъn, gobernador — ronroneу.
— Ah, sн? — dijo Kety sin entusiasmo
— Sн, el interйs por objetos reales cetagandanos. Esos artefactos tan… tan fascinantes y evocativos… toda la historia y la cultura de la raza haut esta en ellos, no le parece? Y su futuro tambiйn.
Kety lo mirу sin expresiуn
— No me parece que eso pueda considerarse un pasatiempo… No me parece un pasatiempo adecuado para un extranjero
— Todo oficial debe conocer a sus enemigos
— No tengo comentarios al respecto… Esas tareas son asunto de los ghem.
— Como su amigo lord Yenaro? Un hilo muy frбgil para que usted se apoye en йl, gobernador. Creo que no tardarб en descubrirlo.
La arruga de la frente de Kety se hizo mбs profunda.
— Quiйn?
Miles suspirу y experimentу el incontrolable deseo de inundar todo el pabellуn con pentarrбpida. Los haut se controlaban tanto… daba la impresiуn de que mentнan constantemente.
— Me preguntaba, haut Kety, si serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Slyke Giaja. Como yo tambiйn soy pariente de mi emperador, siento que йl estб en un lugar muy semejante al mнo en Cetaganda.
El haut Kety parpadeу, sorprendido. La sorpresa lo llevу a la honestidad.
— Dudo que Slyke comparta su opiniуn… — Por su mirada parecнa estar calculando el disgusto que sentirнa el prнncipe Slyke Giaja cuando le impusieran la presencia del extranjero y comparбndolo con el alivio que sentirнa йl cuando se librara de Miles. Sus propios intereses inclinaron la balanza. El haut Kety hizo un gesto al ghemgeneral Chilian y lo despachу a conseguir el permiso del prнncipe para la transferencia. Con una despedida amable y un murmullo de agradecimiento, Miles se alejу tras los. pasos del ghemgeneral, con la esperanza de aprovechar cualquier indecisiуn para seguir con su misiуn. Los prнncipes imperiales no eran famosos por ponerse a disposiciуn de todo el mundo. En eso, eran peores que los hautgobernadores.
— General… si el haut Slyke no tiene tiempo para atenderme… le darнa usted un mensaje corto de mi parte? — Miles tratу de mantener la voz tranquila a pesar de los pasos vacilantes y rбpidos que se veнa forzado a hacer para seguir al ghemgeneral; Chilian no se estaba esforzando en caminar despacio en consideraciуn al invitado de Barrayar-. Sуlo tres palabras.
Chillan se encogiу de hombros.
— Supongo que no habrб inconveniente.
— Dнgale: Yenaro es nuestro. Nada mбs.
El general alzу las cejas cuando oyу la enigmбtica frase.
— Muy bien.
El mensaje, por supuesto, pasarнa despuйs a oнdos de Seguridad Imperial Cetagandana. A Miles no le parecнa nada mal que el organismo echara una mirada mбs atenta a lord Yenaro…
El haut Slyke Giaja estaba sentado con un grupito de hombres, ghem y haut, al otro lado del pabellуn. Habнa algo extraсo en el grupo y era que incluнa tambiйn una burbuja blanca, que flotaba cerca del prнncipe. Junto a ella habнa una ghemlady que Miles reconociу enseguida, a pesar del volumen formal de las ropas blancas que tenнa puestas: la mujer que habнa ido a buscarlo a la fiesta de Yenaro. La ghemujer le dirigiу una mirada, fijу la vista un segundo y luego mirу a otro lado con decisiуn. Quiйn estaba en la burbuja? Rian? La consorte de Slyke? Otra persona?
El ghemgeneral de Kety se inclinу para murmurarle algo en el oнdo. Slyke Giaja echу una mirada a Miles, frunciу el ceсo y meneу la cabeza. Chillan se encogiу de hombros y se inclinу para murmurar de nuevo. Miles, que veнa cуmo se le movнan los labios, distinguiу su mensaje o algo parecido: la palabra Yenaro fue muy clara en esos labios. La cara de Slyke no traicionу ningъn sentimiento. El hautgobernador hizo un gesto al ghemgeneral para que se fuera.
El general Chilian volviу junto a Miles.
— El haut Slyke estб demasiado ocupado para verlo en este momento — informу en un tono de voz tranquilo.
— Gracias de todos modos — entonу Miles, en el mismo tono. El general hizo un gesto y volviу junto a su amo.
Miles mirу a su alrededor, preguntбndose cуmo abordarнa al siguiente gobernador. El de Mu Ceta no estaba presente: probablemente se habнa ido directamente desde el jardнn a dormir la siesta.
Mia Maz se acercу a Miles, navegando por la fiesta con una sonrisa y mucha curiosidad en los ojos.
— Alguna conversaciуn interesante, lord Vorkosigan? — preguntу.
— Por ahora no — admitiу йl con tristeza-. Y usted?
— No quiero presumir. Lo que hice fue escuchar.
— Se aprende mбs escuchando.
— Sн. Escuchar es el golpe conversacional invisible. Me siento bastante inteligente.
— Y quй ha averiguado?
— El tema haut de esta fiesta es la poesнa. Estбn cortando en rebanadas finas la poesнa de los demбs segъn estrictas lнneas de anбlisis. Y quй extraсa coincidencia: todo el mundo dice que las mejores ofrendas son las de los hombres de mayor rango.
— A mн me parecieron todas iguales.
— Ah, pero usted no es haut…
— Quй querнa usted decirme hace un rato? — preguntу Miles.
— Estaba tratando de advertirle sobre un raro punto de la etiqueta cetagandana: la forma de comportarse cuando se conoce a una hautmujer y se la ve fuera de su burbuja.
— Fue la… la primera vez que vi una — mintiу Miles estratйgicamente-. Lo hice bien?
— No del todo. Verб usted, las hautmujeres pierden el privilegio de los campos de fuerza cuando se casan fuera del genoma, entre los ghem. Se convierten en… ghemujeres o algo similar. Pero la pйrdida del campo se considera una vergьenza. Asн que lo mбs amable y considerado es actuar como si la burbuja siguiera estando ahн. Nunca debe usted dirigirse a una hautesposa aunque estй de pie delante de usted. Si quiere hacerle preguntas, tiene que hacйrselas a travйs de su esposo y esperar que йl transmita las respuestas.
— Yo… no le dije nada a ninguna de esas mujeres.
— Claro, muy bien, pero lamento decir que las mirу a la cara, y eso tampoco es correcto.
— Yo creн que los hombres se estaban portando como bestias y que no las incluнan en la conversaciуn por desprecio.
— Claro que no. Eran de lo mбs caballerosos. Al estilo cetagandano.
— Ah. Por la forma en que se comportan, esas mujeres podrнan estar dentro de las burbujas. Burbujas virtuales, dirнa yo.
— Йsa es la idea… sн.
— Y lo mismo es aplicable a las hautmujeres que sн tienen burbujas… cuando no las llevan?
— No tengo ni idea. No puedo imaginarme a una hautmujer hablando cara a cara con un extranjero.
Miles notу una presencia fantasmal junto a su codo y, tratу de no saltar por el aire. Era ba como-se-llamara, ayudante de Rian Degtiar, que habнa recorrido la habitaciуn sin causar una sola onda de interйs entre los invitados. El corazуn de Miles se acelerу inmediatamente, reacciуn que tratу de disimular con un asentimiento de cabeza.
— Lord Vorkosigan. Mi seсora quiere hablar con usted — — dijo la voz baja y tranquila.
Maz abriу mucho los ojos en un gesto de asombro.
— Gracias, serб un placer — contestу Miles-. Eh… — Mirу a su alrededor buscando al embajador Vorob'yev, que seguнa acorralado por el ghemgeneral. de Rho Ceta. Quй bien. Si no le pedнa permiso, tampoco podrнa negбrselo-. Maz, podrнa usted decirle al embajador que he ido a encontrarme con una dama? Mmm… Tal vez tarde un rato. Vбyanse sin mн. Nos veremos en la embajada si es necesario.
— No creo… — empezу a decir Maz, con muchas dudas, pero Miles ya se alejaba. Le echу una mirada sobre el hombro y le dirigiу un gesto de buen humor mientras seguнa al ba hacia el jardнn.