Capítulo 6 — Información; navegación; observación.

—¿Cuánto adelanto le proporcionará eso, doctor?

Racker contestó sin quitar los ojos de la pantalla.

—Posiblemente el resto de la noche y un poco más… contando lo que tardará en secarse ese río después del amanecer. Faltan unas veinte horas para el amanecer.

—¿No podría ocurrir que las plantas creciesen lo suficiente en ese tiempo para esconder las huellas del robot?

—No tengo la menor idea.

—¿Después de observar la vida de este planeta durante dieciséis años? Realmente, doctor, hubiera supuesto que habría aprendido algo en ese tiempo.

—En dieciséis años no he tenido oportunidad de notar qué tipo de vegetación hay en la parte norte de este río —contestó Raeker con un poco de impaciencia—, y por lo que sé de Swift, gracias a Nick, aquél es un excelente rastreador; pero carezco de información cuantitativa sobre ello. Realmente, canciller, sé que ha estado viviendo un infierno estas últimas semanas, pero si sólo puede hacer críticas destructivas he de decirle que no va a ayudar mucho. Comienza a parecerse a Aminadabarlee.

—Me alegro que mencione eso —Rich no parecía ofendido en absoluto—. Sé, doctor, que no puede hacerse a la forma de ser del drommiano; son una raza muy impulsiva, y aunque son muy corteses de acuerdo con sus normas, estas normas no son idénticas a las nuestras. Aminadabarlee es un miembro extraordinariamente comedido de esa raza y por eso tiene esa posición; pero debo sugerirle vehementemente que aplaque su impulso natural a responder agudamente cuando él se dedica a insultar, cosa que hace ocasionalmente. No hay motivo para someter a tensión su capacidad de resonancia. Le aseguro que si pierde su autocontrol hasta el punto de enviar un informe emocional a Dromm, cada palabra que diga sobra la Tierra será literalmente cumplida. No habría una guerra, por supuesto, pero el resultado de cortar en un noventa por ciento —o aunque fuera en un cincuenta— el comercio interestelar de la Tierra, sería tan desastroso como cualquier guerra. Debe recordar que para la mayor parte de razas que conocemos, los drommianos y los terrestres somos igual de extraños, por lo que cualquier cosa que una raza dijera sobre la otra tendría un gran efecto. Esto puede parecerle un poco exagerado, pero esta pequeña situación es, en potencia, el asunto político y diplomático más espinoso que me ha ocurrido en toda mi vida.

Aquello logró apartar los ojos de Raeker de la pantalla durante unos momentos.

—No lo comprendo —dijo—. Pero he de admitir que no producirá ninguna diferencia en mis esfuerzos por rescatar a Mina y a Easy; haré todo lo que pueda.

—Le creo y le quedo agradecido; pero he de decirle otra cosa; si Aminadabarlee no estuviera aquí no sería necesario, pero dado que no puede evitar el verle, es necesario que lo comprenda. Cualquier cosa que diga, por intolerante, impaciente o insultante que le parezca, usted debe mantener el control. Le aseguro que no tomará su calma como una señal de miedo; su pueblo no piensa de esa forma. La respetará mucho más por ello…, al igual que yo.

—Haré lo que pueda —prometió Raeker—, pero ahora me sentiría mejor si no apareciese en unas cuantas horas. Estoy muy ocupado haciendo juegos de manos con Nick a través del río, y si usted quiere mirar a Nick como a mi hijo no andará muy descaminado. No me importa hablar mientras todo marche bien, pero no se sorprenda sí me detengo en medio de una frase. ¿Ha hablado con los niños?

—Sí. Se están portando muy bien. Es una suerte que el drommiano esté allí; creo que Easy no se habría comportado así si no se hubiera sentido responsable de Mina. Parece sentir que todo depende de ella, así que por el momento no hay problema de moral. ¿Le dije que mister Sakiiro descubrió que alguna de las puertas de inspección habían sido dejadas abiertas y que en consecuencia los cables de la electrólisis habían sido corroídos por la atmósfera exterior? Tiene la idea de utilizar a la gente de Nick para realizar el trabajo de reparación.

—Lo sé. Por el momento es la única solución que veo; pero eso significa que tenemos que encontrarlos y que ellos tienen que encontrar el batiscafo. Es una suerte que los niños puedan estar casi indefinidamente allí; la máquina les suministrará aire, comida y agua.

—Eso es cierto, pero Easy no podrá aguantar siempre sometida a tres gravedades.

Raeker frunció el ceño.

—No había pensado en ello. ¿Tiene alguna información médica de cuánto tiempo podrá aguantarlo?

—En absoluto. El problema nunca se ha presentado en un adolescente, pero sé que los adultos lo han soportado varios meses.

—Ya veo. Creo que tiene una buena excusa para ser más desagradable que Aminadabarlee. La gravedad no le hace ningún daño a su hijo.

—No, pero hay otra cosa que sí. Los sintetizadores del batiscafo producen comida humana.

—¿Y qué importa? ¿No es como el nuestro el metabolismo de los drommianos? Respiran oxígeno y les he visto comer nuestros alimentos aquí en el Vindemiatrix.

—En general su metabolismo sí es como el nuestro, pero no ocurre así si entramos en detalles. Sus necesidades vitamínicas son diferentes, aunque utilicen grasas, hidrocarbonos y proteínas como nosotros. Mina comenzará a sufrir enfermedades originadas en insuficiencia vitamínica con casi total seguridad si permanece ahí mucho tiempo, y, al igual que en mi caso, su padre carece de información médica.

Racker frunció el ceño. Rich pensó durante un momento que por las pantallas había visto algo que había ocurrido en Tenebra y que le preocupaba. La corriente debía tener una milla de ancha, a juzgar por el tiempo que estaban tardando en cruzarla. El diplomático permaneció en silencio y observó al robot mientras éste acababa de cruzar el río y llegaba a la otra orilla.

Todavía estaba lloviendo y, sin la antorcha de Nick, se necesitaba un foco para poder localizar las gotas que caían. Nick, a los diez minutos de estar sometido a un aire normal, comenzó a revivir; cuando volvió en sí, encontró y encendió una antorcha, el viaje volvió a ser como antes, excepto por la falta de ansiedad por Swift.

Al poco rato apareció el relevo. Raeker no quería dejar los controles, pues la situación en el planeta era muy espinosa, pero sabía que no tenía elección. Ningún ser humano podía mantenerse alerta durante toda una noche de Tenebra. Puso a su relevo al corriente de la situación, con varias referencias a lo pasado, y dejó la habitación de observación.

—No creo que pueda dormir durante un rato —comentó con Rich—. Vamos a la sala de comunicaciones y veamos cómo se las arregla Easy.

—Hace un par de horas que está dormida —contestó el padre—. Por eso vine a verle. Pero nada se pierde con probar —y añadió tras unos segundos de silencio—. Me gustaría estar allí cuando despertara —Raeker no hizo ningún comentario.

Nada nuevo había sucedido, según el oficial de vigilancia, pero ambos se pusieron a mirar a la pantalla del batiscafo. Ninguno tenía mucho que decir.

Raeker estaba bastante dormido cuando se oyó la voz de Easy.

—¡Papá! ¿Estás ahí? —Rich debía estar tan soñoliento como Raeker, pero respondió al instante.

—Sí, querida. ¿Qué ocurre?

—Nos estamos moviendo. Mina todavía está durmiendo y no quiero despertarle, pero pensé que sería mejor decírtelo.

—Dile todo lo que quieras a mister Racker, está aquí y conoce Tenebra mejor que cualquier otro.

—¿Recuerda que la primera noche cuando aterrizamos yo pensé que estábamos sobre tierra sólida y el lago se estaba haciendo más profundo?

—Sí, Easy. Decidimos que la lluvia estaba diluyendo el ácido en el que habíais caído, por lo que su densidad estaba desapareciendo y flotabais tan alto.

—Así es. Al cabo de cierto tiempo las ventanas laterales estaban tan cubiertas que ni siquiera podíamos ver la lluvia, y cada noche, antes de amanecer, la parte superior también está cubierta; estamos completamente bajo el agua.

—Usas esa palabra un poco a la ligera, pero entiendo lo que quieres decir. Me imagino que en ese caso no podrás ver nada. ¿Cómo sabes que os estáis moviendo?

—Podemos verlo con las luces encendidas; estamos en el fondo de un lago o un océano o lo que quiera que sea, y las luces iluminan rocas y cosas extrañas que imagino serán plantas. Pasamos por encima de ellas lentamente, como si botáramos, y la nave se golpea un poco de cuando en cuando. Puedo oír los golpes cada vez que chocamos.

—Muy bien, creo que no es nada que pueda preocuparnos, aunque me gustaría saber a qué se debe el cambio con las cinco últimas noches. Cuando venga la luz del día el agua extra se evaporará y flotaréis de nuevo como de costumbre, suponiendo que estéis todavía en un lago u océano. Si, como parece más probable, vais por un río, encallaréis en tierra firme cuando el agua se evapore. Si ése es el caso, al menos mañana tendréis un paisaje más interesante.

»El único problema que tenemos es cómo localizaros. Si vais a iniciar un viaje por los alrededores todas las noches, el dirigir a nuestra gente hacia vosotros no va a resultar fácil. Tendréis que darnos toda la información que podáis sobre los alrededores para que podamos pasársela a Nick y a sus amigos. Has sido muy gentil al llamarnos en el mismo momento en que descubriste que os estabais moviendo.

—Gracias, doctor. Mantendremos nuestros ojos abiertos. Quiero conocer a su amigo Nick.

—Estamos haciendo todo lo que podemos para que lo logres. Si, tal como supusimos, aterrizasteis a unas cuantas docenas de millas del robot, hay muchas posibilidades de que seáis arrastrados al mismo océano que les causó problemas a mis amigos hace un par de noches; tenemos buenas razones para sospechar que los océanos no son muy grandes en Tenebra, al menos según los estándares de la Tierra, así que el poneros en contacto no nos llevará mucho tiempo.

—Quizá sea mejor que me quede despierta durante un rato para poderle informar si sucede algo especial, y luego dejaré a Mina de vigilancia mientras yo duermo.

—Me parece muy bien. Nosotros siempre tenemos a alguien aquí a la escucha —Raeker cortó el micrófono y miró a Rich. El diplomático lo miraba con intensidad.

—¿En qué proporción dijo eso para animar a Easy y en qué otra para animarme a mí?

—Procuré que sonara lo mejor posible —admitió Raeker—, principalmente por los niños. Sin embargo, no mentía. Estoy bastante seguro de que podré conducir a mi gente hasta el batiscafo pronto; aunque admito que estoy menos seguro de lo que podrán hacer una vez que lo hayan encontrado. Recuerde que no tenemos la más ligera idea de las condiciones exteriores de esa máquina; tendremos que esperar el informe de Nick antes de decidir las instrucciones que le daremos.

Rich miró duramente al biólogo durante un momento, pero luego se relajó.

—Parece razonable —dijo. Si había pensado decir algo más se lo cayó.

—¡Pero no me parece razonable a mí —la voz aguda no necesitaba identificación—. Todos los seres humanos de este lugar están diciendo un montón de sinsentidos con eso de enseñar a un puñado de salvajes a arreglar una máquina que se encuentra a dos mil años por delante de su cultura, arriesgando así no sólo una vida humana sino otra drommiana. Es el mayor sinsentido que he oído en mi vida. Nadie que tenga tres años de edad dejará de comprender que sólo otro batiscafo tiene la mínima oportunidad de conseguir llevar a cabo el rescate, pero no he oído una sola palabra de esa actividad. Imagino que los hombres pondrán los gastos por delante de las vidas.

—No he oído ningún mensaje proponiendo una actividad por parte de los drommianos —le espetó Racker—. Había oído decir que tienen una capacidad industrial por lo menos igual a la de la Tierra, y no está ni a un paseo de Altair. Pero imagino que los drommianos no se molestan en arreglar una situación que piensan que ha sido causada por otro, aunque haya vidas implicadas en ello.

Ninguno de los seres humanos presentes podía decir cómo reaccionaria Aminadabarlee ante esto; pero Rich no le dio tiempo a decir nada.

—Doctor Raeker, se está olvidando de su trabajo —dijo agudamente—. Si el canciller Aminadabarlee tiene a bien acompañarme discutiré con él cualquier cosa valiosa que pueda estar oculta en sus palabras, así como la valiosa sugerencia que ha hecho. Si usted tiene algún otro pensamiento cortés que decir, dígamelo a mí. Por favor, señor, venga conmigo —los diplomáticos salieron y el oficial de vigilancia miró con inquietud a Raeker.

—No debe hablar al drommiano de esa forma —se atrevió a decir al fin.

—Lo sé —contestó Raeker—. Rich me lo acababa de decir hace unos momentos. No me gusta hacerlo, pero me pareció que Rich necesitaba que algo le distrajese su atención de su hija.

—Ha sido muy arriesgado. Podría convertir fácilmente a toda su raza en tan antiterrestre que todo ser humano que fuera comerciante fuera del sistema solar tendría que abandonar sus negocios.

—Todo el mundo parece sentir eso —contestó el biólogo con cierta inquietud—. No puedo creer que las cosas sean realmente tan críticas. Puede ser que yo fuera un poco desagradable. De cualquier forma, Rich y el drommiano estarán ocupados durante un rato; vamos a concentrarnos en sacar a esos niños del apuro. Después mantendré mi nariz fuera de los asuntos interraciales.

—Francamente, eso me alivia. ¿Qué hay de la sugerencia de construir un nuevo batiscafo?

—No soy ingeniero —replicó Racker—, pero aun así sé cuanto se puede tardar a pesar de que nos ayude la experiencia del primero. Soy biólogo, y mi opinión es que esos jóvenes habrán muerto antes de que se pueda tener preparado otro batiscafo. Si Rich y el drommiano quieren intentarlo, no les descorazonaré; la nueva máquina será útil de todas formas y, además, yo puedo estar equivocado en mis cálculos. Sin embargo, creo seriamente que tendremos que enfrentarnos a ese rescate según las líneas ya planeadas.

—¿Y el drommiano está en lo cierto al decir eso?

—¿Se refiere al plan de que la gente de Nick efectúe la reparación? Sí, no es tan ridículo como Aminadabarlee quiere hacerlo parecer. Ha estado educando a esa gente durante casi dieciséis años; son tan inteligentes como los seres humanos, a juzgar por su velocidad de aprendizaje, y pueden empalmar perfectamente unos hilos.

El oficial le miró dudoso.

—Siempre que empalmen los hilos correctos —murmuró—. ¿Qué usarán como aislamiento?

—Fabrican una cola, yo les enseñé, tras unos experimentos, con escamas de animales. Tendremos que asegurarnos que no es conductor, pero eso no me preocupa demasiado.

—¿A pesar de que piensa que hay ácido sulfúrico?

—Dije no demasiado —admitió Raeker—. El principal problema que tenernos ahora es que los dos grupos se encuentren. ¿Está seguro que no puede trazarme una coordenada más exacta del robot y el batiscafo?

—Así es. Lanzan distintas longitudes de ondas y no tengo medios para encontrar el factor de dispersión de la atmósfera del planeta en esa parte del espectro, no digamos el conseguir la profundidad precisa de la atmósfera o acabar con las incertidumbres inherentes a las mediciones direccionales de la radio. Tal como le dije, las posibilidades son cincuenta a cincuenta de que están a unas cuarenta millas uno del otro, y de nueve sobre diez de que no están a más de cien millas. No puedo hacerlo mejor sin las radiaciones que ninguna de la máquina puede transmitir.

—De acuerdo. Obtendré alguna información de Easy y trataré de armonizarla con los mapas de Nick. Por lo menos no tendrán que seguir muy de cerca nuestras orientaciones, pues Nick será capaz de ver las luces del batiscafo desde millas.

El oficial asintió y los dos permanecieron en silencio mirando a la pantalla. Nada podía verse en ella; si Easy estaba despierta, tal como ella misma dijo, no estaba en la sala de control. Ocasionalmente podían oír alguna raspadura o choque; posiblemente la nave seguía siendo arrastrada por la corriente, pues ningún paisaje había atraído lo suficiente la atención de la niña como para ser digno de ser informado.

Raeker acabó por dormirse en su silla. El oficial permaneció despierto, pero sólo recibió el mensaje de que Easy se iba a dormir y Aminadorneldo ocupaba su puesto. Nada le sobresaltó, pues el altavoz permaneció en silencio desde que la niña se despidió.

Hora tras hora el batiscafo continuó chocando. A veces se detenía un momento, a veces varios minutos; pero siempre reasumía el viaje, pues las variaciones de la corriente deshacían la barrera interpuesta en su camino. Easy despertó y atendió al problema del desayuno. Luego preparó una poco apetitosa comida, según dijo ella misma. Aminadorneldo se mostró cortés, acusando a los sintetizadores como culpables de las deficiencias. No se puede hacer mucho con aminoácidos, grasas y dextrosa, aunque se utilicen polvos vitamínicos para sazonarlos. La larga noche de Tenebra continuaba y Raeker echó otra ojeada a la sala de control del robot, cuando Nick y Fagin estaban en un punto que creía muy cercano al del resto del grupo. Una sola noche en un planeta que tarda casi cien horas en rotar puede ser muy aburrida… aunque no tenía por qué serlo, pensó Raeker con ironía al recordar la del ataque de Swift.

Las cosas cambiaron al amanecer…, desafortunadamente para Raeker, que se estaba durmiendo de nuevo. Nick acabó por reconocer la tierra por la que habían pasado y pensó que se encontraría con sus amigos en unas dos horas; llegó el relevo de Raeker y se le dio un resumen extremadamente detallado; de la sala de comunicaciones llegó un mensaje que decía que el batiscafo parecía haberse detenido.

—Por favor. ¿Puede preguntarle al teniente Wallenbach si puede establecer una comunicación visual entre su despacho y esta habitación? —preguntó Raeker al mensajero que trajo la información—. Creo que en un futuro próximo tendré que hablar con el batiscafo y con mis pupilos simultáneamente.

—Por supuesto, señor —replicó el mensajero—. Estoy seguro de que no habrá ninguna dificultad.

—De acuerdo, voy a la sala de comunicaciones a oír el informe de Easy; regresaré aquí cuando se haya establecido la comunicación.

—¿No cree que debería dormir algo, doctor? —preguntó su relevo.

—Así es, pero no puedo hacerlo de momento. Permanezca aquí hasta que regrese y deténgame si comienzo a hacer alguna tontería.

—Muy bien.

El graduado se encogió de hombros. Raeker sabía que no estaba siendo sensato, pero no podía abandonar el curso de los acontecimientos en ese momento. Se dirigió a toda prisa a la sala de comunicaciones.

Allí estaban Rich y Aminadabarlee. El diplomático humano parecía haber calmado a su colega drommiano, pues la entrada de Raeker no produjo efecto especial. Easy estaba hablando cuando entró el biólogo y éste no dijo nada hasta que ella terminó.

—…minutos desde que nos movimos por última vez. No hay más luz en el exterior, pero no parece que nos golpeemos con tanta fuerza; creo que la corriente es más débil. Si he estado guardando adecuadamente el control del tiempo hace poco que debe haber amanecido, por lo que sospecho que el agua debe estar desapareciendo —se detuvo y Raeker dio a conocer su presencia.

—Imagino, Easy, que ni Mina ni tú habéis visto ninguna criatura viviente en el agua mientras erais arrastrados.

—Sólo plantas, o lo que yo creo que son plantas.

—¿Y ahora?

—Todavía nada.

—Entonces tengo la sospecha de que habéis llegado al océano. De acuerdo con lo que dijo Nick debe haber animales allí, aunque supongo que se habrán asustado por vuestras luces. ¿Podrías apagarlas por cinco minutos y luego encenderlas de golpe para ver si algo se había aproximado?

—Es posible si no te refieres a las de la sala de control. No hay ventanas aquí, así que no importará mucho. Me daría miedo el momento de encender las luces, pues podría dar a otro conmutador al encenderlas.

—Tienes muchísima razón. Nunca pensé en eso.

—Yo he pensado en muchas cosas en estas tres semanas que he pasado aquí.

Por un instante, la máscara de animosidad que se había estado poniendo en beneficio de su joven compañero desapareció y todos pudieron ver a una niña miserable y aterrorizada de doce años de edad que se encontraba al borde de la desesperación. Rich cerró los labios y apretó los puños; los otros seres humanos evitaron el mirarle. Aminadabarlee no mostró ninguna emoción; Raeker se preguntaba si él sentía alguna. Luego la máscara volvió a su lugar y la joven animosa que todos habían visto antes del accidente se dirigió al niño drommiano.

—Mina, ¿quieres ir hasta la ventana del laboratorio grande? Avísame cuando estés allí y apagaré las luces exteriores.

—Muy bien, Easy —el largo cuerpo cruzó por el campo de visión de la pantalla y desapareció de nuevo. Luego se oyó su voz aguda y los dedos de la niña pulsaron los conmutadores de la luz.

—¿El exterior está oscuro ahora, Mina?

—SI, Easy, no puedo ver nada.

—Muy bien. Avísame si lo haces; mantendremos la oscuridad durante un rato. Doctor Raeker, ¿está el padre de Mina ahí?

—Sí, miss Rich —contestó el padre.

—Quizá podría decirme a mí y al doctor Raeker cuánto tardan los ojos de la gente de su raza en acostumbrarse a la oscuridad —como en otras ocasiones anteriores, Raeker se preguntó qué combinación de herencia y educación le habían dado a Rich una hija tan sorprendente. Había conocido a estudiantes diez años mayor que ella cuyas mentes estaban mucho más retrasadas…; pensaba las cosas importantes con mucha mayor rapidez que él mismo, y él no tenía sus preocupaciones…

Trajo su atención al presente cuando ella le llamó.

—Doctor Raeker, Mina no pudo ver nada. Puede ser que cinco minutos no fueran suficiente para que sus animales marinos superasen su miedo.

—Es posible —admitió Raeker—, pero también lo es que no les interese el batiscafo. Sin embargo, creo que es más lógico suponer que no has llegado al mar todavía. Será interesante, cuando la lluvia se evapore, ver si estás en un lago o encallada en tierra alta y seca. En cualquier caso, danos una descripción detallada de los alrededores cuanto antes puedas.

—Lo sé. Haré lo que pueda.

—Estamos haciendo los preparativos para que puedas hablar algo más directamente con Nick cuando estés en posición de darle indicaciones, así no que tendrás que depender de que yo retransmita tus informes. De esta forma todo será más rápido.

—Eso está muy bien. Siempre he querido hablar con él desde que le vi a usted en la sala de control del robot. Me pareció divertido. Pero ¿si él me encuentra no puedo hablar con él si no es a través de usted? ¿No tiene esta nave micrófonos y altavoces exteriores?

—Oh, sí; mister Sakiiro te dirá cómo utilizarlos. Esto es para el momento anterior a que él te encuentre.

—De acuerdo. Le llamaré de nuevo tan pronto como el agua se haya evaporado. Mina y yo estamos hambrientos —Raeker se arrellanó en su sillón y dormitó durante unos minutos; luego se dio cuenta de que él también estaba hambriento y procuró poner remedio a ello. En ese momento ya estaba realmente deseoso de dormir, pero una llamada del sistema interno de la nave le informó de que el equipo de comunicación que había solicitado ya estaba listo para su uso. Adormecido o no, tenía que comprobarlo, por lo que regresé a la sala de control del robot. Pasaron muchas horas antes de que la abandonara de nuevo.

Nick y Fagin acababan de reunirse con sus amigos en el nuevo campamento y Nick les estaba relatando a los otros los acontecimientos. Como era natural, Racker tenía que oírlos cuidadosamente; siempre cabía la posibilidad de que Nick hubiera visto las cosas de forma diferente a como las veía un observador humano. Una educación humana no les había proporcionado a los tenebritas mentes humanas.

Esta vez el informe de Nick no mostró signos de tales diferencias, pero aun así Raeker tenía que saber lo que los otros habían hecho. Dado que eso, según los planes de Nick, implicaba la fabricación de gran número de mapas, pasó varias horas escuchando los diversos informes. Era usual que los mapas se le mostraran al robot para que fueran fotografiados en el Vindemiatrix; luego, cada uno era explicado con detalle por el que lo había trazado, pues no era posible acumular toda la información en aquellas hojas semejantes al papel ni resumirla en los símbolos convencionales de mapas. Estos relatos verbales eran registrados y fijados inmediatamente por los geólogos de la tripulación. Como el área presente era muy peculiar por estar muy cerca del mar y era sumergida en gran parte todas las noches, se empleó mucho tiempo en fijarla en los mapas y cartas de los hombres. Demasiado tiempo, para ser exactos.

El relevo de Swift no había recibido una idea clara del peligro que representaba Swift, y el mismo Raeker no había pensado nada sobre el asunto desde que regresó de la sala de observación. Tampoco se le ocurrió advertir a Nick que dejara a alguien de guardia para que avisara en caso de peligro. Fue una casualidad, por tanto, que el peligro fuera advertido a tiempo.


Jane estaba relatando su informe y todos la estaban escuchando y comparando el mapa de ella con el suyo propio, cuando Betsey vio algo. Por un instante, y a bastante distancia, creyó ver algo entre los matorrales de una colina. Sabía que el profesor no podía haberlo visto; era consciente de que su equipo de visión era más potente que el de él, aunque desconocía la terminología. Su primer impulso fue gritar para advertirlo a los demás, pero, afortunadamente, antes de gritar vio con más claridad lo que había en la colina. Un instante le bastó para identificarlo. Era una criatura como ella y, dado que toda la comunidad de Fagin estaba alrededor del profesor, ello significaba que debía ser uno de los guerreros de Swift. En aquel momento no se preocupó de cómo había podido llegar tan inmediatamente tras la evaporación del agua.

Hablando muy bajo, para no interrumpir a Jane, llamó a Nick y a John, que eran los que tenía más cerca.

—No hagáis ningún movimiento que le permita saber que ha sido visto, pero uno de los habitantes de las cuevas nos está observando desde una colina que se encuentra a tres cuartos de milla al noroeste. ¿Qué podemos hacer?

Nick quedó pensativo por un momento.

—Sólo puedo ver a uno. ¿Y tú?

—Lo mismo.

—Tú conoces estos alrededores, pero yo no. ¿Es posible ir por el lado sur o el este de esa colina y dar un rodeo para llegar al otro lado sin ser visto? —John y Betsey lo pensaron durante unos segundos, reconstruyendo en sus mentes las regiones que habían puesto en los mapas desde hacía día y medio. Hablaron casi a la vez y casi con las mismas palabras.

—Sí, por ambos lados.

—Muy bien, hacedIo. Abandonad el grupo sin que se os note…; será mejor que vayáis juntos; el ganado se halla en el lado sur de la colina y creo que algunos de los animales están en su línea de visión. Podéis bajar y quitarlos de su vista, y esperemos que él piense que os dedicáis al pastoreo como todos los días. Una vez que estéis fuera de su vista prendedIo y traedIo aquí… vivo a ser posible. Me gustaría saber cómo ha llegado aquí tan pronto, y lo mismo le pasará a Fagin.

—¿Vas a decírselo a él o a los otros?

—Todavía no. Actuarán con más naturalidad si no lo saben. Además, todavía faltan un par de informes y a Fagin no le gusta que le interrumpan.

—Ya sé que eso ocurre normalmente, pero creo que este caso es especial.

—Lo sea o no vamos a sorprenderle con vuestro prisionero. Coged hachas; parece ser que les impresionan mucho y puede ser que se entreguen con más facilidad.

—De acuerdo —John y Betsey se incorporaron sobre sus patas de caminar y descendieron con naturalidad por la colina en dirección al ganado. Nadie pareció darse cuenta y Nick procuró imitar la actitud del resto cuando desaparecían de su vista.

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