PRESENTACIÓN

Hace ya unos años, en 1989, finalizaba mi presentación de la entonces última novela de Vernor Vinge, NAUFRAGIO EN EL TIEMPO REAL (1986, NOVA ciencia ficción, número 11), con una sencilla apostilla al siguiente comentario de Faren Milkr en su reseña aparecida en el famoso fanzine LOCUS:

NAUFRAGIO EN EL TIEMPO REAL combina el estilo amplio de la ciencia ficción honda con la concentrada atención de una historia de detectives y lo completa con un orquestado clímax final. El resultado es excitante: difícilmente puede uno pasar las páginas lo suficientemente deprisa.

Estoy de acuerdo con Miller y tan sólo espero poder leer pronto la próxima novela de Vernor Vinge incluirla en esta colección.

Hemos tenido que esperar cinco años, aunque Vinge dejara transcurrir seis entre NAUFRAGIO EN EL TIEMPO REAL y su última novela, UN FUEGO SOBRE EL ABISMO (1992) que hoy presentamos.

Ha valido la pena.

Es difícil describir todo lo que se encuentra en esta última novela de Vernor Vinge. En mi segunda lectura (al releer la novela en la brillante traducción de Carlos Gardini), he logrado encontrar varias cosas que se me habían escapado en la primera y, estoy seguro, no he agotado todavía los contenidos de UN FUEGO SOBRE EL ABISMO.

Tal vez algún lector pensará, por el anterior comentario, que UN FUEGO SOBRE EL ABISMO es un libro «trascendente» y «pesado». Nada más lejos de la realidad. Vernor Vinge ha logrado con gran efectividad llenar de ideas una novela que se lee, también, al ritmo que impone la acción amenizada por las sorpresas que va desgranando. Un verdadero tour de force que, como no podía ser menos, le ha valido ese premio Hugo que tantas veces había estado a punto de obtener, tras haber sido finalista cuatro veces en los últimos años.

Russell Letson, en su comentario a UN FUEGO SOBRE EL ABISMO (LOCUS, marzo Í992) mencionaba la dificultad de resumir el contenido de esta novela. No me resisto a cederle la palabra:

Cuando, al redactar el borrador de esta crítica, intenté esquematizar tan solo lo más básico de la ambientación y de la trama, me encontré de nuevo como en un ejercicio escolar, contando otra vez toda la historia. Y, entonces, se me ocurrió que una parte importante del placer de leer libros como éste reside en la combinación de indicios y pistas que el autor construye en el texto, y eso es, precisamente, lo que ha tenido que hacer Vinge para evitar diálogos interminables o exposiciones de profesor. Por eso voy a atormentarles dando algunas de las pistas y les dejó la diversión de seguir las migajas que Vinge ha dejado caer con gran habilidad a lo largo de la novela.

Este es, tal vez, uno de los mayores méritos de esta novela. Vinge logra construir, en su mente, un complejo universo y una rica variedad de especies y civilizaciones galácticas, pero lo comunica al lector por medio de la sugerencia inteligente y evita las farragosas explicaciones de tantas malas novelas de la vieja ciencia ficción. Vinge considera adulto e inteligente a su lector y le transmite los contenidos de su universo por sucesivos retazos y pistas que, en su conjunto, maravillan por esa visión global de ese universo en el que los humanos son, tal vez, un simple peón.

En la imaginación de Vinge, dentro de miles de años, son muchas las especies que habitan los más alejados confines del espacio. Desde el Trascenso, donde moran unas entidades superinteligentes, hasta las Honduras Sin Pensamiento donde sólo pueden «funcionar» las criaturas y las tecnologías más simples. Esas «regiones del pensamiento» son un misterio. Al intentar desvelarlo, los científicos humanos del reino de Straumli descubren y liberan un antiguo artefacto Trascendente y, sin querer, desencadenan un Poder terrorífico que destruye millares de mundos y esclaviza a toda inteligencia, natural o artificial.

Tan sólo escapa una nave, a bordo de la cual viaja una pareja de científicos y sus dos hijos. Cuando aterrizan en un planeta de la Zona Lenta, los padres son asesinados y los niños son capturados por los Púas: unos alienígenas de forma canina que sólo tienen inteligencia cuando actúan en grupo. En ese mundo de los Púas, una sociedad medieval enzarzada en una amarga lucha por el poder, se juega el destino de innumerables especies, de mundos enteros y de la mismísima civilización interestelar. Un equipo de humanos y escroditas (otros curiosos alienígenas, vegetales simbiontes con un ordenador) aborda una difícil misión de rescate adentrándose en La Lentitud y encaminándose al mundo de los Púas, buscan un Antídoto que, si llega a ser activado a tiempo, puede frenar la Plaga que amenaza con traer una nueva era oscura en la galaxia.

Bueno, pues ya está. Ésta es mi versión de los «deberes escolares» de que hablaba Letson. Y, como en su caso, les dejo el placer de averiguar el resto, lo más importante del libro. Como, por ejemplo, esa idea de las «regiones de pensamiento» que hace más libre y potente el pensamiento (y la velocidad de proceso de los ordenadores, dicho sea de paso) cuando más lejos se está del núcleo de la galaxia. O esa curiosa civilización de los Púas y su psicología de seres caninos que, individualmente son, tal vez, como nuestros perros, pero que, asociados en grupos de cuatro o más, muestran inteligencia y habilidad manipulativa. O los mismos escroditas, o los Poderes y la idea del Trascenso, o… O tantos y tantos aspectos que enriquecen esta novela del autor de las famosas «burbujas» uno de los gadgets tecnológicos que, junto al hiperespacio, el ansible o el vidrio lento (idea de Bob Shaw) enriquecen las convenciones internas de un género ya de por sí rico en ideas como es la ciencia ficción.

Hace unos meses, en la sesión de clausura de la HISPACON'93, la convención española de ciencia ficción que se celebró en Gijón, se habló de «la muerte de la ciencia ficción». Alejo Cuervo y Albert Solé se erigieron en defensores de la idea de que la ciencia ficción como género es ya un cadáver. Su argumentación no convenció a los asistentes y provocó un claro rechazo. Afortunadamente los otros miembros de la mesa, César Mallorquí y Julián Díez, colaboraron con el público para restablecer el sentido común. La ciencia ficción de los noventa es distinta de la que se hacía décadas atrás, pero sigue siendo ciencia ficción. Es cierto que la proliferación de títulos no ayuda a mantener la calidad media en la ciencia ficción y que hay cambios de todo tipo, tanto en el contenido como en la forma, pero, afortunadamente, estamos muy lejos de la muerte del género, tan profetizada y, tal vez deseada, por algunos agoreros.

Ya he citado otras veces un interesante artículo de César Mallorquí. Lleva por título «¿Existe la ciencia ficción? o qué hacer cuando tu novia del alma se mete a puta» (revista BEM, núm. 19; pedidos a Grupo Interface Editor, P.O. Box 2061, Andorra), y muestra el desencanto del viejo aficionado ante el mercantilismo de parte de la ciencia ficción más reciente pero, eso sí, sin renunciar al amor al género que define a los buenos aficionados.

El mismo César Mallorquí (uno de los mejores autores de la moderna ciencia ficción española) preguntaba en la HISPACON de Gijón qué otros títulos, además de HYPERION de Dan Simmons (NOVA ciencia ficción, números 41 y 42), eran «importantes y novedosos» en la ciencia ficción de los últimos años. La respuesta, centrándonos sólo en los años ochenta pudo ser, entonces, títulos como CRONOPAISAJE de Gregory Benford (previsto en NOVA ciencia ficción, número 66), MAREA ESTELAR de David Brin (Acervo), NEUROMANTE de William Gibson (Minotauro) o, tal vez, EL JUEGO DE ENDER de Orson Scott Card (NOVA ciencia ficción, número 0). Ahora me atrevería a añadir a la lista esta última novela de Vernor Vinge con sus Púas, sus Poderes, sus «regiones de pensamiento» y con su amena y sugerente construcción.

Aunque esa es, seguro, una opinión a defender en la próxima Convención Española de Ciencia Ficción, la HISPACON'94 que se celebrará el 7, 8 y 9 de octubre en Burjasot (Valencia). Una cita ineludible para los buenos aficionados, un encuentro privilegiado en el que se dan cita, autores, editores y todo el curioso mundillo de la ciencia ficción española. Ahora que el fandom español ha logrado relanzar las convenciones anuales, tal vez Burjasot'94 sea la oportunidad para que muchos lectores participen con sus opiniones y puntos de vista en el devenir de la futura ciencia ficción española. Si están interesados pidan información a la dirección ya apuntada de BEM: P.O. Box 2061, Andorra. Si se lo pueden permitir, asistan a HISPACON'94. Vale la pena.

Y para finalizar esta larga presentación debo comentar el hecho, extraño pero no inédito, de que el premio Hugo de 1993 fuera compartido por dos novelas: la que hoy presentamos y EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL de Connie Willis (también prevista en NOVA ciencia ficción, número 68). No es éste el momento de hablar del interesante libro de Connie Willis (que obtuvo también los premios Nébula y Locus del mismo año) y les remito a mi futura presentación a esa emotiva y sugerente novela.

Sí quiero comentar aquí que el premio Hugo también fue compartido, en 1966, precisamente por las novelas DUNE de Frank Herbert y TÚ, EL INMORTAL de Roger Zelazny.

El sistema de votación de los Hugo hace posible el empate, aunque es, francamente, muy difícil y poco frecuente. En el llamado «procedimiento australiano», adoptado hace ya más de una década, se contabilizan en primer lugar los títulos citados como primeros en cada papeleta de voto y el título que es citado menos veces como primero es eliminado. Posteriormente, los títulos que ocupan la segunda posición en las papeletas eliminadas se convierten en votos para la primera posición y se acumulan a los anteriores. De nuevo el título que obtiene un menor número de votos es eliminado y se repite el proceso hasta que uno de los títulos obtenga la mayoría absoluta o, como en 1993, se produzca un empate.

En la votación de 1993 competían UN FUEGO SOBRE EL ABISMO de Vernor Vinge, EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL de Connie Willis, RED MARS de Kim Stanley Robinson (primer volumen de una trilogía, prevista en Minotauro), CHINA MOUNTAIN ZHANG de Maureen F. McHugh (primera novela de esta autora que, me temo, será difícil ver pronto traducida al castellano…) y PLAYA DE ACERO de Fohn Varley (novela con la que se saluda el retorno de un autor emblemático de los años setenta. Está prevista en NOVA ciencia ficción, número 67).

Al final del proceso, tras un dominio claro de UN FUEGO SOBRE EL ABISMO en las nominaciones, previas a la elección final, las votaciones fueron:


Un fuego sobre el abismo 196-196-214-242-311

El libro del día del… 185-186-203-248-311

Red Mars 114-115-132-167

China Mountain Zhang 114-114-130-80

Playa de acero 80

Sin premio 13


Como puede verse, los trece votos que optaron por declarar desierto el premio Hugo en 1993 sólo aportaron un voto a Willis y Robinson, aunque el dominio de la novela de Vinge se manifestó desde el primer momento. Los que habían optado en primer lugar por la novela de Varley repartieron sus segundos votos entre los otros títulos (18 a Vinge, 17 a Willis, 17 a Robinson y 16 para McHugh). Más desequilibrado fue el reparto de los segundos votos de quienes habían optado por McHugh (28 a Vinge, 45 a Willis, 35 a Robinson) que otorgó un provisional primer lugar a la novela de Willis. Y, finalmente, fue de nuevo bastante equilibrado (69 a Vinge y 63 a Willis) el reparto de los votos procedentes de los que, hasta entonces, habían favorecido a Robinson quienes, en definitiva, establecieron el empate final.

Y para finalizar, (esta vez será verdad…) quiero mencionar de nuevo la brillante traducción de Carlos Gardini. Entre otras cosas, Vernor Vinge crea nuevos términos que Gardini ha sabido traducir con acierto. Como ya hiciera en la presentación de REINA DE LOS ÁNGELES de Greg Bear, no me resisto a transcribir aquí las notas que el mismo Gardini escribiera «para facilitar la corrección de estilo» de esta novela de Vinge. Como otras veces, Gardini es capaz de sintetizar en una sola página las principales novedades de vocabulario presentes en la novela y, de la misma forma que nos fueron útiles a la correctora de estilo y a mí mismo para seguir la traducción, tal vez sean de interés para ustedes y puedan servir como un vocabulario o glosario.

El universo está dividido en zonas, según la inteligencia de quienes lo habitan:

–el Trascenso, adonde van los Poderes, seres que han Trascendido, alcanzando la categoría de dioses,

–el Allá (Alto, Medio y Bajo)

–y la Lentitud o Zona Lenta.

Los seres «sapientes» (de inteligencia similar a la humana) son sofontes.

Un dataset es un procesador de datos (una especie de ordenador), un comset es un equipo de comunicaciones. Un escrodo es un aparato utilizado por la especie de los escroditas, seres de origen vegetal cuyas extremidades se llaman frondas. SjK es Sjandra Kei, una de las culturas humanas. Relé es un sistema que presta servicios de relé para una telemática galáctica. Un terrano es un habitáculo artificial.

Los Púas son seres caninos así denominados por las púas que usan en las zarpas. Los siguientes términos se relacionan con el mundo de los púas:

altohabla: lenguaje sónico de las manadas,

cáfila: grupo de miembros no integrados en manadas,

cerdo-kher: animal de tiro,

cubil: estancia, habitación de manada,

decadía: período de tiempo de diez días,

fragmentos: miembros sueltos de una manada,

manada: un individuo púa; cada individuo o personalidad. Está integrado por varios miembros (media docena de cuerpos con una sola «alma»),

noviciado: momento en que una manada acaba de integrarse y la personalidad del novicio aún no está bien definida,

reductorista: integrante de un movimiento (reductorismo) fundado por Reductor,

singular, dúo, terceto, etc.: un miembro único, dos miembros, etc. de una manada,

Tallamadera (sing.): rey/reina de la localidad de Tallamaderas (plural)

tímpanos: membranas naturales que utilizan los púas para comunicarse.

Sólo me resta terminar diciendo que ojalá esta vez Vinge no tarde tanto en publicar una nueva novela. Sólo con que fuera la mitad de buena que UN FUEGO SOBRE EL ABISMO tendrá plaza segura en esta colección. Pero estoy convencido de que Vinge no decepcionará a sus lectores y, si es posible, se superará de nuevo a sí mismo. Al futuro les remito.


MlQUEL BARCELÓ

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