EPILOGO

La música cesó y me quedé quieto,

y me encontré frente a la colina.

24

No podía ocurrir de nuevo, pero ocurrió. Tem Grad y Alfeo Masti fueron escogidos para montar guardia en Cara Oculta. Los dos hombres aterrizaron cerca del grupo de cúpulas con el vehículo que los había llevado desde Cara Visible. Caminaron despacio hasta la entrada principal. Entraron y miraron alrededor con abatimiento.

—¿Sabes cuál es el problema, Tem? —dijo Alfeo, atravesando la sala principal para dirigirse al dormitorio—. Este horrendo lugar empieza a parecerme un hogar. Otros dos turnos de trabajo aquí y tendré miedo de regresar a Cara Visible.

—Lo sé. —Tem echó su maletín en la litera y le dio una palmada—. Bien, esta vez estoy preparado para cualquier cosa. Traje una lista de objetos naturales para complementar el registro de Lloyd’s. Si alguien le pone un motor a Júpiter y lo trae hasta aquí, podré identificarlo.

—Ahí llega tu oportunidad —dijo Alfeo—. ¿Ves el monitor de comunicaciones de la sala principal? Alguien trata de llamarnos. ¿Quieres recibirla?

Grad corrió hasta la sala de comunicaciones y estuvo allí unos minutos. Cuando regresó parecía desconcertado.

—¿Júpiter? —preguntó Alfeo.

—No tuve esa suerte. Era una nave estándar. Pero venía de un largo viaje. Volaba desde la órbita de Saturno. Era una de las naves de la flota Melford, y solicitaba una órbita de aproximación a la Tierra.

—Parece bastante rutinario. ¿Por qué frunces el ceño?

—Hay una cosa que no he entendido. No en la nave, sino en el piloto. Después de recibir la identificación de la nave, le pedí su identificación personal para nuestros registros.

—¿Era alguien especial?

—No, nunca oí hablar de él. Pero el modo de decirlo parecía una broma.

—Tú nunca tuviste un gran sentido del humor, Tem. ¿Parecía contento?

—En absoluto. Parecía triste, en todo caso.

—¿Pero qué te ha dicho?

—Ha dicho: «Aquí el verdadero Behrooz Wolf, regresando a su puesto en la Tierra.»

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