Capítulo 33

Mary recogió su bolso de noche bajo el vigilante ojo de Fritz. El mayordomo se moría por ayudar, arrastrando los pies de un lado para el otro, doliéndole hacer lo que claramente sentía era su trabajo.

– Estoy preparada. -Dijo ella finalmente, aun cuando no lo estaba.

Fritz sonreía ahora que tenía un objetivo y la conducía hacia un cuarto con balcón desde donde se veían los jardines en la parte posterior de la mansión. Ella tenía que darle crédito: era increíblemente discreto. Si él pensaba que era extraño que se mudara del cuarto de Rhage, no lo demostró y la trató con la misma cortesía que siempre le había tenido.

Cuando estuvo sola, pensó en sus opciones. Quería ir a casa, pero no era estúpida. Las cosas que habían pasado en el parque habían sido mortales y aunque necesitaba su espacio, no quería que la mataran por una oferta de independencia. Además ¿Cuánto tiempo costaría la instalación del sistema de seguridad? Tal vez, el tipo, Vishous estaba trabajando ello ahora mismo.

Pensó en su cita con el doctor al día siguiente por la tarde. Rhage le había dicho que le dejaría ir, y si bien estaba muy enfadado cuando se había ido, sabía que no le impediría ir al hospital. Fritz probablemente la llevaría, pensó. Cuando la había llevado de vuelta a casa, le había explicado que podía salir a la luz del día.

Mary miró su equipaje. Mientras consideraba su marcha para siempre, sabía que no podía alejarse mientras las dificultades fueran tan crudas con Rhage. Tal vez la noche fuera lo calmaría. Ella ciertamente se sentía más racional ahora.

Abrió la puerta del dormitorio lo suficiente para poder enterarse de cuando volviera de casa. Y luego se sentó en la cama y esperó.

No la tomó mucho tiempo sentirse tambaleantemente ansiosa, entonces cogió el teléfono. Cuando Bella contestó, era un alivio escuchar la voz de un amigo. Ellas no hablaron de nada especial durante un rato. Entonces, sintiéndolo, le dijo que volvería a casa cuando el sistema de seguridad estuviera instalado. Le agradeció a Bella que no le exigiese detalles.

Al cabo de un rato, hubo una larga pausa entre ellas. -Ah, Mary ¿puedo preguntarte algo?

– Claro.

– ¿Has visto a los otros guerreros?

– Algunos, sí. Pero no se si los he conocido a todos.

– ¿Te has encontrado con uno que…tiene la cara llena de cicatrices?

– ES Zsadist. Su nombre es Zsadist.

– Oh. Ah, es él…

– ¿Qué?

– Bien, he oído cosas sobre él. Tiene una reputación peligrosa.

– Sí, puedo imaginarlo. Pero sabes, no estoy segura de que sea tan malo. ¿Por qué lo preguntas?

– Oh, por ninguna razón. De verdad.


*****

A la una de la madrugada, John Mattew abandonó el Moe y se dirigió a casa. Tohrment no había venido. Tal vez el hombre no iba a venir. Tal vez la posibilidad de escaparse con él la había perdido.

Caminando por la fría noche, John estaba frenético, su necesidad de abandonar el edificio había llegado a niveles de evacuación máximos.

El miedo era tan malo, estaba acuñado en sus sueños. Había echado una siesta antes de ir a trabajar y sus pesadillas habían sido aterradoras, se habían llenado de hombres canosos que lo perseguían, lo cogían y se lo llevaban a algún sitio oscuro y bajo el suelo.

Cuando se acercó a la puerta de su estudio, tenía la llave en la mano y no fue despacio. Entró rápidamente y se encerró a sí mismo, cerrándolo todo: los dos cerrojos, la cadena. Desearía tener uno de esos postes para las puertas que se sellaban en el suelo.

Sabía que debería comer, pero no tenía energía de tratar con el Ensure entonces se sentó sobre su cama, esperando que su fuerza mágicamente rebotara. Iba a necesitarla. Al día siguiente tenía que salir y comenzar a buscar un nuevo lugar para vivir. Era hora de salvarse.

Pero Dios, desearía haberse ido con Tohrment cuando había tenido la…

Un golpe sonó sobre la puerta. John alzó la vista, esperanzado y con el miedo como una cuerda retorciéndose sobre su pecho.

– ¿Hijo? Soy yo. Tohrment. Abre.

John se precipitó a través de la habitación, abriendo las cerraduras y casi lanzándose sobre el hombre.

Las cejas de Tohrment bajaron sus ojos azul marino. -¿Qué pasa John? ¿Has tenido algún problema?

No estaba muy seguro de cuanto decir sobre el hombre pálido que había encontrado en el hueco de la escalera y al final decidió callarse. No iba a arriesgarse a cambiar el pensamiento de Tohrment sobre el chico por que él pensaba que era un esquizofrénico paranoide.

– ¿Hijo?

Estoy contento por que has venido. Gracias.

Tohrment leyó las palabras. -Sí, tendría que haber venido más pronto, pero anoche tuve un asunto…al que tenía que asistir. Entonces has pensado…

John asintió y garabateó rápidamente. Quiero ir contigo.

Tohrment sonrió un poco. -Está bien, hijo. Es una buena opción.

John suspiró, aliviado.

– Aquí está lo que vamos a hacer. Volveré mañana por la noche y te recogeré. No puedo llevarte ahora a casa porque estaré en el campo hasta el alba.

John tragó con renovado pánico. Pero regresaría, se dijo así mismo. ¿Qué era un día más?


*****

Dos horas antes del alba, Rhage y Vishous fueron a la entrada de la Tomb. Rhage esperó en el bosque mientras V llevaba dentro el tarro que habían encontrado en el lugar del lesser en LaCrosse.

La otra dirección había resultado ser un centro de tortura abandonado. En el sótano mal ventilado de dos pisos alquilados, habían encontrado instrumental cubierto de polvo así como una mesa y cadenas. El lugar era un testimonio de los horrores de cambio de estrategia que la Sociedad utilizaba para luchar contra los hermanos, arrebatando y lastimando a los civiles. Tanto él como Vishous se atragantaron con las venganzas cuando se marcharon.

De regreso al recinto, pararon en la casa de Mary para que V pudiera estudiar las habitaciones y calcular lo que tendría que alambrar el lugar para que estuviera bien y cerrado. Estar allí había sido un infierno. Ver sus cosas. Recordar la primera noche que fue a buscarla. No había sido capaz de mirar en absoluto el diván por que le recordaba lo que le había hecho a su cuerpo en el suelo detrás de ello.

Todo era como si hubiera pasado toda una vida.

Rhage maldijo y volvió a la exploración del bosque alrededor de la boca de la caverna. Cuando V salió, los dos se desmaterializaron en el patio principal de la casa.

– Hey, Hollywood, Butch y yo iremos al One Eye para un último trago. ¿Quieres venir?

Rhage miró hacia las oscuras ventanas de su dormitorio.

Aunque un viaje al One Eye lo dejara frío, sabía que no debería quedarse solo. De la forma en que se sentía, corría el riesgo de de ir a buscar a Mary y arrastrar su culo suplicándole. Lo que sólo sería una humillación malgastada. Ella le había dejado bien claro en dónde se encontraban y no era la clase de mujer a la que pudiera persuadir. Además, estaba acabado jugando al idiota enfermo de amor.

En la mayoría de los casos.

– Sí. Me colgaré de vosotros chicos.

Los ojos de V llamearon como si le hubiera hecho la oferta por ser cortés y no esperando un sí. -Bien. Vale. Nos vamos en quince. Necesito una ducha.

– Yo, también. -Quería quitarse la sangre del lesser de encima.

Mientras caminaba a través del vestíbulo de la mansión y lo pasaba, Fritz salió del comedor.

El mayordomo se inclinó profundamente. -Buenas noches, sire. Su invitada está aquí.

– ¿Invitada?

Directrix Elegida. Ella indicó que la había llamado.

Mierda. Se había olvidado de la petición y no era como si no fuera a requerir más sus servicios. Si Mary no estuviera en su vida, no requeriría ninguna disposición especial de alimentación. Era libre para mamar y joder con quien quisiera. Oh, alegría.

Dios, la idea de estar con cualquiera que no fuera Mary, hacía que se le arrugara dentro de los pantalones.

– ¿Sire? ¿La recibirá?

Estuvo a punto de decir que no, pero calculó que no solucionaría los problemas. Considerando su pasada historia con la Scribe Virgen, no era sabio ofender a las mujeres especiales de su raza.

– Dile que estaré con ella en unos momentos.

Corrió hacia su habitación, abrió la ducha para que se fuera calentando y llamó a V. El hermano no pareció sorprendido al saber que se achicaba por el viaje al bar.

Demasiado mal era la razón que Vishous obviamente había asumido.


****

Mary se despertó cuando escuchó voces amontonándose desde el vestíbulo. Era la voz de Rhage. Reconocería aquel profundo estruendo en todas partes.

Resbalándose de la cama, fue hacia el hueco que había dejado en la puerta.

Rhage subía por la escalera. Su pelo estaba húmedo como si se hubiera dado una ducha y estaba vestido con una camisa amplia negra y pantalones holgados negros. Ella estuvo a punto de dar un paso hacia el pasillo cuando vio que no estaba solo. La mujer que iba con él era alta y tenía una larga trenza rubia que le caía por la espalda. Iba vestida con un traje de noche blanco transparente y juntos parecían pertenecer a algún tipo de boda de godos, él todo de negro y ella cubierta con esa tela de telaraña. Cuando llegaron a lo alto de la escalera, la mujer hizo una pausa, como si no supiera dónde tenía que ir. Rhage le colocó la mano bajo el codo y la miró solícitamente, como si fuera tan frágil que se le pudiera romper algún hueso si conseguía llegar al segundo piso.

Mary los miró entrar en la habitación. La puerta se cerró tras ellos.

Ella regresó a la cama. Las imágenes regresaron a su cabeza. Rhage por todas las partes de su cuerpo con su boca y sus manos. Rhage agradeciéndole que lo alimentara. Rhage Mirándola mientras le decía que la amaba.

Sí, él la amaba, de acuerdo. Tanto que él había pasado a través del pasillo con otra mujer.

Al instante de que el pensamiento pasó por su mente, supo que era irrazonable. Ella lo había apartado. Se había dado por aludido. No tenía ningún derecho de culparlo por tener sexo con alguien más.

Ella había obtenido exactamente lo que le había pedido.

Que la dejara marchar.

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