Capítulo 22

Cuando el sol se fue, O ojeaba los bosquejos del edificio que cubrían la mesa de la cocina de U. Él marcó uno.

– Esto es lo que quiero. ¿Cuan rápido podemos levantarlo?

– Rápido. El sitio está en medio de ninguna parte, y la instalación no estará sujeta a cualquier dificultad municipal, así no hay ninguna necesidad de tener el permiso de construcción. Reuniendo los apoyos de la pared y lanzando algunas tablillas exteriores sobre un espacio 140 metros cuadrados no nos llevará demasiado tiempo. La instalación de las zonas de almacenaje de los cautivos no debería ser un problema. En cuanto a la ducha, podemos desviar la corriente cercana fácilmente e instalar una bomba para proporcionar el agua corriente. Las provisiones de hardware y herramientas son todas genéricas y he seguido el tamaño estándar de longitudes aconsejadas reduciendo la cantidad de recorte. El generador impulsado por gas sobre el lugar proveerá de la electricidad para las sierras y las pistolas de clavos. También nos proveerá de luz si queremos mantenernos aquí a largo plazo.

– Dame un número de días.

– Con un equipo de cinco tipos, puedo tener un techo sobre tu cabeza en cuarenta y ocho horas. A condición de que pueda trabajar en el suelo y las provisiones lleguen a tiempo.

– Entonces, te aguantaré dos días.

– Empezaré a conseguir lo que necesitamos en Home Depot y Lowe esta mañana. Repartiré las órdenes de los suministros entre dos. Y vamos a necesitar una pequeña excavadora, una de esas Toro Dingos con cubas intercambiables y sistema de azada. Sé dónde podemos alquilar una.

– Bien. Todo está bien.

O se inclinó hacia atrás para estirar los brazos y ociosamente los separó cubriéndose. La casa de U era un anónimo profundo bajo en el territorio de clase media. Esta parte de Cadwell con calles llamadas Elmwood, Spruce Knoll y Pine Notch, dónde los niños montaban con sus bicis sobre las aceras y la cena estaba sobre la mesa a las seis de la tarde.

Toda la feliz-feliz, alegría-alegría hacía que la piel de O se erizara. Quería prender fuego a la casa. Echar sal al césped. Talar los árboles. El impulso se volvió tan profundo que lo sorprendió. No tenía ningún problema con la destrucción de la propiedad, pero él era un asesino, no un vándalo. No podía creer por qué le importaba una mierda.

– Quiero utilizar su camión. -Le dijo U. -Alquilaré un remolque con enganche. Entre los dos, seremos capaces de coger la entrega en la pasarela y las provisiones de materiales utilizados para techar de sus lotes. No hay ninguna razón para la gente de Home Depot sepa de dónde estamos.

– ¿Y el material para las unidades de almacenaje?

– Sé exactamente lo que está buscando y dónde encontrarlo.

Se oyó un sonido electrónico.

– ¿Qué infiernos es eso? -Preguntó O.

– Un recordatorio sobre el registro de las 9 de la mañana. -U sacó una BlackBerry, sus embotados dedos volaron sobre el pequeño teclado. -¿Quiere que envíe su estado por correo electrónico?

– Sí. O se concentró en U. El lesser había estado en la sociedad durante 175 años. Era tan pálido como el papel. Tranquilo y agudo como una tachuela. No tan agresivo como otros, pero estable.

– Eres un miembro valioso, U.

U ladeó una sonrisa y levantó la vista de la BlackBerry. -Lo sé. Y me gusta que me utilicen. Hablando de, ¿a quién va a darme para el equipo?

– Vamos a utilizar las dos escuadrillas principales.

– ¿Nos tendrá dos noches fuera de línea?

– Y días. Dormiremos por turnos en el sitio.

– Bien.-U miró hacia abajo hacia la cosa que había en su mano, tocando una pequeña rueda sobre el lado derecho de ello. -Ah,…mierda. Al Sr. X no le va a gustar esto.

O estrechó los ojos. -Oh, ¿si?

– Es un correo electrónico de las escuadrillas Beta. Adivino que a estoy en la lista.

– ¿Y?

– Un grupo de Betas cazaba anoche y corrió contra un de la Hermandad en el parque. De cinco de ellos, tres faltan. Óigalo bien, el guerrero estaba con una mujer humana.

– A veces tienen sexo con ellas.

– Sí. Bastardos con suerte.


******

Mary estuvo de pie en la cocina pensando en la manera que Rhage la miraba. No podía entender por qué ofrecerse a hacerle el desayuno era semejante gran cosa, pero él había actuado como si ella le hubiera hecho un gran regalo.

Echó la tortilla y se dirigió a la nevera. Sacando un contenedor de plástico con fruta cortada, sacó la mezcla con una cuchara. Esto no le pareció bastante, entonces ella agarró un plátano y lo cortó echándolo por encima.

Cuando dejó el cuchillo, se tocó los labios. No hubo nada sexual en el beso que le había dado en el diván; había sido de gratitud. Y la acción de boca-sobre-boca en el parque había sido más profunda, pero la distancia por su lado había sido la misma. La pasión había sido unilateral. La suya.

– ¿Los vampiros dormían con humanos? Tal era por esto por lo que él se contenía, en vez de ser una especie de juego de poder.

– ¿Pero que pasaba con la anfitriona del TGI Friday? Definitivamente él había valorado a aquella mujer, y no porque hubiera querido comprarle un vestido. Entonces claramente su raza no tenía ningún problema para estar con otra especie. Lo que pasaba era que él no tenía ningún interés en ella.

Amigos. Solo amigos.

Cuando terminó la tortilla y untó la tostada, enrolló un tenedor en una servilleta, metiéndola bajo su codo y cogió el plato y el tazón y lo llevó a la sala de estar. Rápidamente cerró la puerta detrás de ella y se dirigió hacia el diván.

– ¡Para!

Rhage se había quitado la camisa y se inclinaba contra la pared, inspeccionando sus quemaduras. Al brillo de la luz de la vela, ella consiguió una mirada seria de sus pesados hombros, sus poderosos brazos, su pecho. La piel sobre todo ese músculo era dorada, sin pelo.

Intentando mantenerlo junto, puso lo que llevaba sobre el suelo al lado de él y sentándose a pocos centímetros. Para evitar mirar fijamente su cuerpo, echó un vistazo a su cara. Él no miraba la comida, ningún movimiento, ninguna conversación.

– No estaba segura de lo que te gustaba. -Le dijo ella.

Sus ojos se movieron rápidamente sobre los suyos y cambió de posición para quedar enfrente a ella. Su vista frontal era aún más espectacular que su perfil. Sus hombros eran bastante amplios para llenar el espacio entre el diván y la pared. Y la cicatriz en forma de estrella sobre su pectoral izquierdo era infernalmente atractiva, como una especie de marca sobre su piel.

Después de un latido o dos él solamente la estaba mirando fijamente, ella cogió el plato. -Te conseguiré algo más…

Extendió su mano y le agarró la muñeca. Acariciándole la piel con el pulgar. -Lo amo.

– No has probado la…

– Tú lo hiciste. Eso es suficiente. -Él cogió el tenedor de la servilleta, los músculos y tendones de su antebrazo trabajaron. -¿Mary?

– ¿Um?

– Me gustaría alimentarte. -Cuando él habló, su estómago soltó un aullido.

– No te preocupes. Conseguiré algo para mi…Ah, ¿por qué frunces el ceño así?

El acarició sus cejas, como si quisiera planchar su expresión. -Lo siento. No puedes saberlo.

– ¿Saber el qué?

– De dónde yo vengo, cuando un hombre se ofrece a alimentar a una mujer de su mano, es una manera de mostrar respeto y…afecto.

– Pero tú tienes hambre.

Él atrajo el plato un poco más cerca y arrancó una esquina a la tostada. Entonces cortó un cuadrado perfecto de la tortilla y lo colocó encima.

– Mary, come de mi mano. Toma de mí.

Él se inclinó más cerca, alargando su largo brazo. Sus ojos eran hipnóticos, llamándola, inclinándola, abriendo su boca. Cuando ella puso sus labios alrededor del alimento que había cocinado para él, él gruñó con aprobación. Y después de que ella tragara, él volvió hacia ella otra vez, otro trozo de pan tostado suspendido entre las yemas de sus dedos.

– ¿No deberías tomar algo? -Le dijo ella.

– No antes de que estés llena.

– ¿Y si me lo como todo?

– Nada me complacería más que saber que tú estás bien alimentada.

Amigos, ella se dijo. Solo amigos.

– Mary, come para mí. -Su insistencia consiguió que abriera la boca otra vez. Sus ojos se quedaron sobre sus labios después de que ella los cerrara.

Jesús. Esto no parecía de amigos.

Cuando ella masticó, Rhage escogió un trozo del tazón de fruta con las yemas de los dedos. Él finalmente escogió una rebanada de melón y se lo presentó. Ella tomó el pedazo, un poco de jugo resbaló por la comisura de su boca. Ella fue a limpiarse con el dorso de la mano, pero él la paró, levantando la servilleta, acariciando su piel.

– He terminado.

– No, no lo has hecho. Puedo sentir tu hambre. -Esta vez media fresa fue hacia ella. -Ábrela para mí.

Él la alimentó con bocados selectos, mirándola con primordial satisfacción que era la diferencia que ella había visto antes.

Cuando ella no pudo tomar otro bocado, él hizo un trabajo rápido de lo que había dejado y cuando terminó, ella recogió el plato y se dirigió a la cocina. Le hizo otra tortilla, llenó el tazón con cereales, y le dio la última de sus bananas.

Su sonrisa fue brillante cuando lo puso todo delante de él. -Como me honras con todo esto.

Cuando él comió de aquel modo metódico, tan ordenado, ella cerró los ojos y dejó que su cabeza se recostara contra la pared. Ella cada vez se cansaba más fácilmente y sintió una puñalada de de frío terror ahora que sabía el por qué. Dios, temía averiguar que los médicos iban a averiguar después de todas las pruebas.

Cuando ella abrió los ojos, la cara de Rhage estaba frente a ella.

Ella se echó hacia atrás, golpeándose contra la pared. -Yo, ah, no te oí moverte.

Agachado a cuatro patas como un animal preparado para saltar, él puso un brazo entre sus piernas, sus macizos hombros aguantando el peso de su torso. Al final, era enorme. Enseñaba mucha piel. Y olía realmente bien, como a oscuras especias.

– Mary, te agradecería, si tú me permitieras.

– ¿Cómo? Ella susurró.

Él inclinó su cabeza de lado y puso sus labios sobre los de ella. Cuando ella jadeó, su lengua penetró su boca y la acarició. Cuando él se retiró para evaluar su reacción, sus ojos brillaban con la promesa del éxtasis, del tipo que hervía la médula ósea.

Ella se aclaró la garganta. -De nada.

– Volvería a hacerlo otra vez, Mary. ¿Me dejarás?

– Un simple agradecimiento estaría bien. Realmente yo…

Sus labios la cortaron y luego su lengua asumió otra vez, invadiéndola, tomándola, acariciándola. Cuando el calor rugió en su cuerpo, Mary dejó de luchar y saboreó la loca lujuria, la palpitación de su pecho, el dolor de sus pechos y entre las piernas.

Oh, Dios. Esto había sido tan largo. Y nunca se había parecido a esto.

Rhage soltó un ronroneo bajo, como si él hubiese sentido su excitación. Ella sintió como su lengua se retraía y luego tomó su labio inferior entre su…

Colmillos. Aquellos colmillos pellizcaban su carne.

El miedo se coló por su pasión y lo espesó, agregando un borde peligroso que la abrió hasta más allá. Puso sus manos sobre sus brazos. Dios, era tan duro, tan fuerte. Él se sentiría tan pesado encima de ella.

– ¿Me dejarás yacer contigo? Le preguntó él.

Mary cerró los ojos, imaginándoselos yendo más allá de los besos a un lugar dónde ellos estarían desnudos juntos. No había estado con un hombre desde mucho antes de su enfermedad. Y mucho de su cuerpo había cambiado desde entonces.

Ella tampoco sabía de dónde venía su deseo de estar con ella. Los amigos no tenían sexo. No en su libro, de todas formas.

Ella negó con su cabeza. -No estoy segura.

La boca de Rhage cayó sobre la suya otra vez, brevemente. -Solo quiero acostarme a tu lado ¿Vale?

Traducción literal…de acuerdo. Excepto como lo miraba fijamente, ella no podía hacer caso a las diferencias entre ellos. Ella estaba sin aliento. Él estaba tranquilo. Ella mareada. Él estaba lúcido.

Ella tenía calor. Él…no.

Bruscamente él sentó contra la pared y tiró de la manta que colgaba del diván hasta su regazo. Ella se preguntó durante una fracción de segundo si él estaba ocultando una erección.

Sí, de acuerdo. Probablemente él tenía frío por que estaba medio desnudo.

– ¿De repente recordaste quien soy? -Le preguntó él.

– ¿Perdón?

– ¿Qué te quitó las ganas?

Ella recordó aquellos colmillos sobre sus labios. La idea de que él era un vampiro volvió. -No.

– ¿Entonces por qué te cerraste? ¿Mary? Sus ojos manteniéndolos en los suyos. -Mary, ¿me dirás que sucede?

Su confusión cuando él la miró era espantosa. ¿Pensaba que a ella no le importaría ser una jodida compasión?

– Rhage, aprecio hasta dónde estás dispuesto a llegar en nombre de la amistad, pero no me hagas ningún favor, ¿vale?

– Te gusta lo que te hago. Puedo sentirlo. Puedo olerlo.

– Por todos los santos, ¿te excita hacer que resienta avergonzada? Porque te diré, que tener un hombre que me moleste y me encienda mientras él bien podría estar leyendo un periódico no se siente bien sobre mi final. Dios…estás realmente enfermo, ¿sabes?

Aquella mirada fija de neón se estrechó ofendida. -Piensas que no te quiero.

– Oh, lo siento. Me imagino que me perdí toda tu lujuria. Sí, realmente estás caliente por mí.

Ella no podía creer lo rápido que él se movió. En un minuto él estaba recostado contra la pared, mirándola. Al siguiente él la tenía sobre el suelo, debajo de él. Su muslo abriéndole las piernas y luego sus caderas se condujeron a su centro. Lo qué llegó contra ella fue dura y gruesa longitud.

Su mano enredada en su pelo y tiró, arqueándola sobre él. Él dejó caer su boca sobre su oído.

– ¿Lo sientes Mary? Él frotó su excitación en apretados círculos, acariciándola, haciéndola florecer para él. -¿Me sientes? ¿Sabes lo que significa?

Ella jadeaba por aire. Ahora estaba muy mojada, su cuerpo listo para conducirlo profundamente a su interior.

– Dime lo que significa, Mary. -Cuando ella no contestó, él aspiró su cuello hasta que le empezó a doler y luego tomó el lóbulo de su oído entre sus dientes. Pequeños castigos. -Quiero que lo digas. Entonces sabré que te queda claro lo que siento.

Su mano libre bajó hasta su culo, acercándola más y luego la empujó contra su erección, golpeando el lugar correcto. Ella podía sentir la cabeza de él sondeando a través de sus pantalones y su pijama.

– Dilo, Mary.

Él surgió hacia delante otra vez y ella gimió. -Me deseas…

– Y vamos a asegurarnos de que lo recuerdas, ¿verdad?

Él liberó su pelo y tomó sus labios con un crudo filo. Él estaba por todas partes, dentro de su boca, sobre su cuerpo, su calor, su masculino olor y su enorme erección que le prometía un infernal paseo salvaje, erótico.

Pero entonces él se separó de ella y se volvió al lugar donde había estado contra la pared. Así como así, él volvía a estar controlado otra vez. Incluso su respiración. Su cuerpo también.

Ella luchó por volverse a sentar, intentando recordar como utilizar sus brazos y piernas.

– No soy un hombre, Mary, aún cuando mis partes se parezcan. Lo que has tenido no es nada comparado con lo que quiero hacerte. Quiero mi cabeza entre tus piernas lamiéndote hasta que grites mi nombre. También quiero montarte como un animal y mirar tus ojos cuando esté dentro de ti ¿Y después de esto? Quiero tomarte de cada forma. Quiero hacértelo por detrás. Quiero echarte un polvo, contra la pared. Quiero que te sientes sobre mis caderas y me montes hasta que ya no pueda respirar. -La miraba a su nivel, brutal en su honestidad. -Pero nada de esto va a pasar. Si lo sintiera menos, sería diferente, más fácil. Pero tú le haces algo extraño a mi cuerpo por lo que controlarme totalmente que es la única manera que puedo estar contigo. No puedo aflojarlo y lo último que quiero es darte un susto infernal. O peor, hacerte daño.

Las visiones nadaron en su cabeza, visiones de todo lo que él le había descrito y su cuerpo se humedeció de nuevo para él. Él suspiró y gruñó suavemente, él había cogido el olor de su sexo y le había agradado.

– Oh, Mary. ¿Me permitirás que te de placer? ¿Me dejarás tomar tu suave excitación donde quiera que vaya?

Ella quería decirle que sí, pero la lógica de lo que él le sugería era difícil: poniéndose desnuda, delante de él, a la luz de una vela. Nadie excepto los doctores y las enfermeras sabían como había quedado su cuerpo después de que la enfermedad se hubiese retirado. Y ella no podía por menos que pensar en las hermosas mujeres que había visto como iban hacia él.

– No soy a lo que estás acostumbrado. -Dijo ella suavemente. -No soy…hermosa. -El frunció el ceño, pero ella negó con la cabeza. -Confía en mí sobre eso.

Rhage la merodeó, aquellos hombros se movieron como un león. -Permíteme mostrarte lo hermosa que eres. Amablemente. Despacio. Nada violento. Seré un perfecto caballero, te lo prometo.

Sus labios se separaron y tuvo un vistazo de las puntas de sus colmillos. Entonces su boca se posó sobre la suya y Dios, él era fantástico, todo droga barriendo sus labios y su lengua. Con un gemido, ella enrolló sus brazos alrededor de su cuello, clavando sus dedos en su cuero cabelludo.

Cuando él la poso sobre el suelo, ella se preparó para recibir su peso. En cambio él se estiró a su lado y alisó su pelo hacia atrás.

– Despacio. -Murmuró él. -Con cuidado.

Él la besó otra vez y esto fue un rato antes de que sus largos dedos fueran al interior de su camiseta. Cuando subió la camiseta, ella intentó concentrarse sobre lo que le hacía con la boca, obligándose a no pensar en lo que se revelaba. Pero cuando él retiró la tela sobre su cabeza, el aire fresco golpeó sus pechos. Ella se los cubrió con las manos y cerró los ojos, rezando para que estuviera lo suficientemente oscuro entonces él no podría ver la mayor parte de ella.

Una yema del dedo acarició la base del cuello, donde estaba la cicatriz de su traqueotomía. Luego permaneció sobre la piel fruncida de su pecho dónde los catéteres habían sido enchufados. Él le bajó la cinturilla de su pijama hasta dónde estaban las perforaciones de los agujeros de su estómago de los tubos alimenticios. Entonces él encontró el sitio de inserción de su transplante de médula ósea, sobre su cadera.

Ella no podía soportarlo. Se sentó y agarró la camiseta para protegerse.

– Oh, no, Mary. No lo pares. -Él capturó sus manos y las besó. Entonces él tironeó de la camiseta. -¿No vas a dejar que te mire?

Ella giró su cabeza cuando él tomó su cubierta. Sus pechos desnudos se pusieron de punta y elevaron cuando sus ojos la tocaron.

Entonces Rhage besó todas y cada una de las cicatrices.

Ella tembló no importaba cuanto intentara quedarse quieta. Su cuerpo había sido bombeado lleno de veneno. Dejó los agujeros y cicatrices a la intemperie. Hecha infértil. Y aquí estaba este hermoso hombre rindiéndole culto como si todo lo que tenía era digno de reverencia.

Cuando la miró y le sonrió, ella se echó a llorar. Los sollozos le salieron con duros como puñetazos, rasgándole el pecho y la garganta, exprimiendo sus costillas. Ella se cubrió la cara con las manos, deseando tener la fuerza para irse a otro cuerpo.

Mientras ella lloraba, Rhage la sostuvo contra su pecho, meciéndola hacia delante y hacia atrás. Ella no tenía ninguna de idea de cuanto tiempo iba a durar antes de que se hiciese pedazos, pero eventualmente el llanto redujo la marcha y ella se dio cuenta de que él se dirigía a ella. Las sílabas y la cadencia le eran completamente desconocidas y las palabras indescifrables. Pero el tono…el tono era encantador.

Y su bondad era una tentación para la que ella no tenía valor.

Ella no podía confiar en él para su confort, no hasta este momento. Su vida dependía de mantenerse entera y allí había una cuesta resbaladiza de lágrimas. Si ella comenzaba a llorar ahora, no pararía en los siguientes días y semanas. Dios lo sabía, el duro interior de su centro había sido la única cosa que la había ayudado todo el tiempo que había estado enferma. Si ella perdía aquella resolución, no tendría ningún poder en absoluto contra la enfermedad.

Mary se limpió los ojos.

No otra vez, pensó ella. No lo perdería delante de él otra vez.

Se aclaró la garganta e intentó sonreír. -Entonces. ¿Cómo es para un temblor asesino?

Él dijo algo en la otra lengua y luego negó con la cabeza y cambió al inglés. -Llora todo lo que quieras.

– No quiero llorar. -Ella miró su pecho desnudo.

No, lo que ella quería ahora mismo era tener sexo con él. Cuando el mar de lágrimas finalizó, su cuerpo comenzó a responder otra vez. Y considerando que él ya había visto lo peor de sus cicatrices y parecía haberse apagado, se sintió más cómoda.

– ¿Hay alguna posibilidad de que quieras besarme después de todo esto? -Preguntó ella.

– Si.

Sin permitirle pensar, ella agarró sus hombros y lo condujo hacia su boca. Él se contuvo durante un momento, como si estuviera sorprendido por su fuerza, pero entonces él la beso profunda y largamente, como si entendiera lo que ella necesitaba de él. En materia de un momento él la tenía totalmente desnuda, el pijama despareció, los calcetines desaparecieron, las bragas la abandonaron.

Él la acarició con las manos desde la cabeza hasta los muslos y se movió con él, se levantaba, se arqueaba, sintiendo la piel desnuda de su pecho contar sus pechos y su estómago mientras la lisa tela de sus pantalones caros se frotaban como aceite corporal sobre sus piernas. Ella estaba dolorida y aturdida cuando él hociqueó su cuello, mordisqueó su clavícula, abriéndose camino hasta sus pechos. Ella levantó la cabeza y miró como la lengua salía y hacía un círculo alrededor se su pezón antes de que él lo tomara en su boca. Mientras se amamantaba de ella, su mano se deslizó por el interior de sus muslos.

Y luego él le tocaba su centro. Ella se elevaba hacia él, su respiración salía rápidamente de sus pulmones.

Él gimió, su pecho vibraba contra el suyo cuando él emitió el sonido.

– Dulce Mary, eres tal como me imaginé. Suave…empapada. -Su áspera voz, con fuerza, le daba una idea de cuanto control utilizaba para mantenerse a sí mismo bajo clausura. -Abre tus piernas para mí. Un poco más. Exacto Mary. Esto es tan…oh, sí.

Él resbaló un dedo y luego dos en su interior.

Había pasado mucho tiempo, pero su cuerpo sabía dónde se dirigía. Jadeando, agarrándose a sus hombros con las uñas, Mary lo miró lamer su pecho cuando él movió su mano sobre su cuerpo, su pulgar rozando el lugar correcto en la carera ascendente. En un destello de un relámpago ella explotó, la fuerza de la liberación la lanzó precipitadamente a un vacío donde solo latir y blanco calor existían.

Cuando ella se echó hacia atrás, los pesados ojos de Rhage eran graves, su cara tensa y oscura. Parecía un completo extraño, completamente fuera de ella.

Ella intentó coger la manta para cubrirse, calculando que con la camisa no haría ni la mitad del trabajo. El movimiento la hizo consciente de que sus dedos todavía la penetraban.

– Eres muy hermosa. -Le dijo él bruscamente.

La palabra hermosa la hizo sentir incómoda. -Permíteme levantarme.

– Mary…

– Esto es demasiado incómodo. -Ella luchó y su cuerpo solo hizo que lo sintiera más.

– Mary, mírame.

Ella lo fulminó con la mirada, frustrada.

En el lento movimiento, él retiró su mano de en medio de sus piernas y se llevó sus dos dedos brillantes a la boca. Sus labios se separaron, saboreándola mientras el los chupaba con simple pasión. Cuando él tragó, cerró sus encendidos ojos.

– Eres increíblemente hermosa.

Su respiración se congeló. Y luego se redobló cuando él se deslizó hacia abajo por su cuerpo, poniendo sus manos en el interior de sus muslos. Ella se tensó cuando él intentó separarle las piernas.

– No me detengas, Mary. -Él besó su ombligo y luego su cadera, esparciéndose ampliamente. -Necesito más de ti en mi boca, a través de mi garganta.

– Rhage, yo…Oh, Dios.

Su lengua le dio un golpe caliente sobre su centro, produciéndole estragos sobre su sistema nervioso. Él levantó su cabeza y la miró. Y luego bajó hacia abajo y la lamió otra vez.

– Me matas. -Dijo él, acariciándola con su aliento dónde le dolía. Él frotó su cara sobre ella, su crecida barba le produjo una suave raspadura cuando él se bañó en su centro.

Ella cerró los ojos, pareciendo que iba a volar.

Rhage hociqueó y luego capturó su caliente carne con sus labios, chupando, entonces tirando, incluso moviendo rápidamente su lengua. Cuando ella se arqueó sobre el suelo, una de sus manos fue al pequeño trasero de ella, ya otra se colocó sobre su vientre inferior. Él la sostuvo mientras la trabajaba, impidiendo a su cuerpo que se separara de su boca cuando ella se movía.

– Mírame, Mary. Mira lo que te hago.

Cuando ella lo hizo, ella tuvo una visión momentáneamente de su rosada lengua lamiéndola por encima de su hendidura y eso fue todo. La liberación la rompió, pero él solo continuó. Parecía que no había ningún final en su concentración o su técnica.

Finalmente ella tendió la mano, necesitando la gruesa longitud llenándola. Él se resistió y luego hizo algo pecaminoso con sus colmillos. Cuando ella se desató otra vez, él miró su orgasmo, sus brillantes ojos azules que la miraban desde el medio de sus piernas, ensombrecidos, muy brillantes. Después de que todo hubiese terminado, ella dijo su nombre como una ronca pregunta.

En un fluido movimiento él se puso de pie y se alejó de ella. Cuando se giró, su aliento salió en un silbido.

Un magnífico tatuaje, multicolor cubría toda su espalda. El diseño era el de un dragón, una temible criatura con cinco garras y un cuerpo, poderoso cuerpo. Desde su lugar de descanso, la bestia la miraba fijamente, como si en realidad la viera a través de sus ojos blancos. Y mientras Rhage se paseaba, la cosa se movía con las ondulaciones de sus músculos y piel, cambiando de posición, hirviendo.

Como si quisiera salir, pensó ella.

Sintiendo una obligación, Mary tiró la manta por encima de su cuerpo. Cuando ella levantó la vista, Rhage caminaba por la habitación.

Y todavía, aquel tatuaje la miraba fijamente.

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