CAPITULO 16

Eve olió el café y las masas en el momento en que el elevador abrió las puertas en su oficina. Ambos eran consumidos con notorio entusiasmo por su equipo. Roarke parecía haberse contentado con café.

– Tienes una conferencia vía enlace a las nueve en punto. -le recordó ella.

– Mi administrador se ocupará de eso. -El le puso en la mano su taza de café. -Las novedades están organizadas en tu escritorio. Toma un muffin. -Le elegió uno, relleno con frambuesas, de una bandeja.

– Lo que sea que hayas organizado, yo podía hacerlo. Tengo mi propio sistema.

– En el cual yo tengo un interés personal. Presióname en esto -agregó, bajando la voz- y te haré retroceder. Dudo que estés suficientemente recuperada para ser un desafío.

– No me des la lata con eso. Pero si quieres perder tu tiempo sentado en esta reunión, no tengo problemas.

– Es una suerte para ambos. -El fue a buscarse otra taza de café.

Para evitarse de decir algo desagradable que podía no ser capaz de respaldar, se llenó la boca con el muffin, y luego se sentó en el borde del escritorio. -Necesito enfocarme enseguida en el tipo que me noqueó ayer, y en el chico del aero patín.

– Lo tengo. -Feeney apartó un pastel, y sacó su libro de memo para referencias. -Un durmiente de la calle llamado Emmet Farmer, con licencia de mendigo. Pesca en el sector alrededor de la Central, se cuelga en las intersecciones y hace el truco del parabrisas para levantar algo de cambio. Un montón de uniformados lo conocen, y reportaron que él es excitable pero básicamente pacífico.

Levantó la vista hacia Eve, frunciendo los labios cuando dio un vistazo al rostro de ella. -Supongo que no estás de acuerdo con la parte de pacífico bajo estas circunstancias. Su declaración es que la rubia le dio cinco dólares y le dijo que debía esperar por tu vehículo, hacer lo del parabrisas, y tú la darías otros cinco. Le dijo que tenía que mantenerte junto al vehículo o no iba a conseguir el pago. Farmer tiende a ser realmente insistente sobre el pago.

– Entonces ella lo levantó específicamente. Ensuciar el parabrisas por lo que mi vehículo quedaría ciego y no podría perseguirla de esa forma. Me mandó a chocar contra Gibraltar, entonces le compró suficiente tiempo para sacarme una buena ventaja.

Feeney asintió. -Y si resultabas pateada en el proceso, mucho mejor. La declaración del chico del aeropatín, Michael Yardley, te da una puesta en escena que el debía seguir. Dada su edad, el hecho de que nunca se metió en problemas, eso se sostiene. Ella declaró ser una productora de videos, armó la escena para él. El chico se deleitó. Tiene miedo de ir a la cárcel por haberte derribado.

– Un montón de fallos en el plan. -Eve frunció el ceño mientras bebía su café. -Fuera de coordinación, sólo un poquito, si alguno de sus ayudantes no hubiera seguido el plan, o no hubieran sido lo bastante duros para inmovilizarme, ella hubiera comido pavimento.

Y oh, pensó mientras hacía girar su hombro dolorido, que glorioso día hubiera sido.

– Pero ella tomó el riesgo, -continuó Eve. -Lo que me dice que la entrevista con Nadine se le metió bajo la piel.

– Quería herirte a ti. -Peabody podía ver todavía la enorme mano de Farmer volando, sorprendentemente, levantando limpiamente a Eve del suelo.

– Si, pero más aún, quería joderme la psiquis. Sacudir mi confianza. Es personal.

Ociosamente tomó la estatua de alabastro que Phoebe le había dado, girándola en su mano. -Todo es personal con Julianna. Ella me la armó, y lo hizo rápido. Entonces, como supo cuando iba a salir de la Central? No podía permitirse mantener al durmiente y al chico colgados por mucho tiempo. Si ellos se aburrían, los perdía. No podía permitirse estar rondando la Comisaría Central, o algún uniformado podía reconocerla.

– No es que sea difícil averiguar tus turnos. -apuntó McNab.

– No, pero que tan a menudo alguno de nosotros entre o sale en turnos programados? No lo hice ayer. Entonces, ella me estaba observando. Me estuvo observando, y así pudo establecer una pauta. Obtener pautas es uno de sus mejores puntos.

Ella depositó nuevamente la estatua. -McNab, consígueme los edificios que enfrentan mi oficina en la Central. Consigueme una vista.

– Crees que ha estado vigilándote? -preguntó Peabody mientras McNab saltaba para cumplir el encargo.

– Ella observa a sus víctimas, aprende todo lo que puede sobre ellas. Sus rutinas, sus hábitos. Donde van, que hacen. Con quien están. -Eve miró a Roarke. Cuanto, pensó, podía Julianna Dunne encontrar sobre Roarke?

Como mucho, decidió, lo que él permitía a algunos del público conocer. Y la mitad de eso era ficción.

– Ella ve como una ventaja mantener mi oficina bajo vigilancia. -Eve se volvió hacia la pantalla cuando el trazado de las calles empezó a aparecer.

– Como un juego? -preguntó Peabody.

– No, esto no es un juego, no para ella. La primera vez era sobre negocios. Ahora, es la guerra. Y por lo tanto, ella se ocupará de todas las batallas importantes. -Levantó un puntero láser de sobre su escritorio, y corrió el punto de luz sobre la pantalla. -Estos tres edificios le darían el mejor acceso a la ventana de mi oficina. Necesitamos una lista de inquilinos.

Atrapó la mirada que pasó entre Feeney y Roarke, por lo que le envío a Feeney una de las propias cuando Roarke se deslizó en su propia oficina.

– El la a conseguir más rápido. -Feeney levantó su taza de café, pero no alcanzó para esconder su sonrisa.

Ella lo dejó pasar. -Vamos a buscar un lugar alquilado, de corto término. De mes a mes, probablemente. Ella no pasaría mucho tiempo ahí. Debe haber instalado un equipo de vigilancia, alimentado desde otro lugar donde haría un cómodo estudio y valoración. Pero estaba allí ayer, personalmente, porque decidió moverse hacia mi.

Eve se vió a si misma, parada ante la ventana de su oficina, mirando hacia afuera. Retrocedió hasta ahí, detrás del estrecho vidrio, y estudió los edificios y ventanas del otro lado de la calle.

– Este tiene mi voto. -Señaló con la luz uno de los edificios. -O si no hubiera espacio disponible en uno de esos niveles… -hizo correr una línea de luz cruzando cinco pisos. -Este edificio. Esos son sus mejores ángulos. Espera un minuto.

Entró en la oficina de Roarke, donde él estaba sentado al escritorio mientras su equipo zumbaba con eficiencia. -Tengo una ubicación prioritaria. -le dijo- Quiero que hagas una lista de uno para poder correr una probabilidad.

– Ya estoy corriendo probabilidades, en los tres. Creo que ésta es tu ubicación.

Ella miró a la pantalla donde él tenía la misma vista, y el edificio que ella había señalado.

– Presumido.

– Ven a sentarte en mi regazo y dilo. Tú buscarías alquileres a corto plazo, me imagino, y podrías querer el detalle de mudanzas desde el último alquiler. Como lo estoy haciendo?

– Te estás animando a hacer de consultor experto, civil, en forma permanente?

– No sería divertido? -El palmeó sus rodillas, pero ella lo ignoró. -Ah, bueno, no hay ventajas adicionales. Tus probabilidades están llegando. Hice esto desde la línea de visión. Fue bastante fácil meter sus datos desde tus archivos en la mezcla y reducirlo considerablemente.

– Espera. -Revisó la lista de nombres que él había dispuesto en pantalla. -Bam! Daily enterprises. Justine Daily, propietaria. Es nuestra chica.

Ella quería moverse, rápido y duro, pero se contuvo. -Vamos a asegurarnos primero. Manda estos datos a mi unidad, quieres? Vamos a tratar de mantener esta investigación razonablamente oficial.

– Por supuesto. Teniente? Voy a ir contigo. Espera, -dijo cuando ella abrió la boca. -Aún si se reduce la chance de que la encuentres ahí, voy a ser parte de esto. Ella me la debe.

– No puedes explotar cada vez que termino golpeada en el trabajo.

– No puedo? – El tono tranquilo había cambiado en su voz, enfriándose. -Ella tiene en mente venir después por nosotros, por ambos, así que estoy en esto. Voy a estar ahí cuando la atrapes. Cuando sea, donde sea que pase.

– Sólo recuerda quien la va a encerrar. -Volvió hacia su oficina. -Feeney, tenemos a Justine Daily en el edificio primario. Los datos están en mi unidad. Busca los antecedentes de ella y su Daily Enterprises.

– Parece coincidir con sus propias iniciales. -Tomó el lugar de McNab en el escritorio de Eve. -Esas son las pequeñas manías que estampan a los tipos malos contra la pared.

– Yo voy a ser la manía que la estampe a ella. -Eve sacó su enlace y requirió la orden de búsqueda y captura y los refuerzos para hacerla cumplir.


En menos de una hora, se estaba moviendo por el pasillo hacia la oficina de Daily Enterprises. Las escaleras estaban bloqueadas, los elevadores retenidos abajo. Todas las salidas estaban cubiertas.

Y ella supo en su interior que no encontraría a Julianna Dunne.

Aun así, vería el lugar, y acomodó a su equipo en el sitio con señales de mano. Sacó su arma, y luego el código maestro para abrir los cerrojos.

Retrocedió.

– Espera. Debe haber pensado en ésto. Contaba con ésto. -Miró con dureza la puerta barata, las cerraduras baratas, y se agachó para estudiarla de cerca. -Necesito algún microanteojo. Un escáner de bombas.

– Piensas que puso una trampa para bobos en la puerta. -Feeney frunció los labios, agachándose con ella. -Ella no había usado explosivos antes.

– Aprendes un montón de cosas para trabajos manuales en prisión.

Feeney asintió. -Sí, lo haces.

– Ves que es todo ordinario?

– Cerraduras viejas. Una mierda débil. Alarma común por la pinta del panel. Quieres llamar a los olfateadores de bombas?

– Tal vez. Estoy tratando pensar como ella, pero no quiero los pedazos de mi equipo desparramados sobre todo este pasillo. -alzó la vista. Roarke estaba moviéndose detrás de ella.

– Porque no me dejas darle una mirada. -El ya lo hacía, acercándose y haciendo bailar los hábiles dedos sobre el panel, el marco de la puerta. Sacó su PPC de un bolsillo, programó un código de tareas, y luego lo conectó al panel con un cable fino como un cabello.

– Está caliente. -confirmó.

– Atrás. Retrocedan. -Eve le hizo gestos al equipo mientras sacaba su comunicador. -Limpien de civiles este piso, los que están directamente arriba y abajo.

– Eso no va a ser necesario, teniente, si me das un minuto aquí. -Roarke ya tenía el panel abierto para el momento en que ella volvió.

– Deja esa mierda en paz. -Dio dos zancadas hacia él y se detuvo. Ya lo había visto desactivar dispositivos mucho más destructivos que una puerta explosiva.

– Aquí. -El le habló calmo a Feeney mientras trabajaba con relucientes herramientas plateadas. -Puedes verlo?

– Sip, lo veo. No es mi campo, pero he visto algunos trabajos caseros en mis tiempos.

– Aficionado, pero efectivo. Lo hubiera hecho mejor de tener más tiempo, agregando un par de secundarios, o un seguro falso al final. Esto es poner una zancadilla cuando la puerta se abriera. Muy elemental. Ella tiene un desvío, por supuesto, no se hubiera arriesgado a arruinar su manicura si sus dedos salían volando.

Susn manos estaban firmes como rocas. Se detuvo sólo una vez, para sacudir su cabello fuera de su cara. Cuando lo hizo, Eve vió el frío brillo de concentración en él.

– No es particularmente poderoso. No hubiera matado a nadie que estuviera a cinco o seis pies atrás. Eso es todo. -Guardó sus herramientas, levantándose.

Eve no le preguntó si estaba seguro. El siempre estaba seguro. Ella dio la señal de todo despejado al equipo, y luego se consintió a si misma dejando su código en el bolsillo. Y pateó la puerta.

Barrió desde la puerta con su arma, y luego le hizo gestos a Feeney de ocuparse del baño adjunto.

Había un par de sillas raídas, un escritorio abollado. Y un perfume en el aire que era femenino y caro. Ella había dejado un centro de comunicaciones y un pequeño y exótico arreglo floral fresco.

Eve fue hacia la ventana, miró afuera, a través de la calle, y dentro de su propia oficina. -Habrá necesitado equipos. Puedes ver bastante desde aquí a ojo desnudo. A un buen equipo no lo iba a dejar atrás. Empiecen a golpear puertas, -ordenó sin volverse. -Hablen con los otros inquilinos, vean quien la conocía. Encuentren al administrador del edificio, y triáganlo aquí. Todos los discos de seguridad del edificio. Feeney, revisa el enlace y el centro de datos.

– Señor. -Peabody se aclaró la garganta. -Esto estaba en las flores.

Le alcanzó a Eve un pequeño envoltorio marcado “eve dallas”. Dentro había una tarjeta escrita a mano y un disco de datos. La tarjeta rezaba:

Con mis mejores deseos por tu rápida recuperación. Julianna.

– Puta. -gruñó Eve, dando vueltas al disco en su mano. -Feeney, dispersa a los hombres. No la vamos a encontrar hoy. Peabody, llama a los barredores.

Giró el disco en su mano otra vez, y luego lo metió en la unidad del escritorio. -Correr datos. -ordenó.

El rostro de Julianna nadó en la pantalla, con ojos azules y rubia, y el parecido con su propio y estilo que era uno de sus aspectos desde que había empezado su último despliegue de muerte.

– Buenos días, teniente. -Hablaba con el perezoso y un tanto arrastrado acento de Texas que Eve recordaba. -Estoy asumiendo que este saludo es correcto. Dudo que hayas logrado dejar atrás esta pasada noche, pero tengo tanta confianza en tus habilidades que estoy segura de que vas a estar jugando después de esta tarde. Sintiéndote mejor, espero. Y si estás viendo esto, has detectado y desactivado mi pequeño regalo de bienvenida. En verdad era sólo una diversión.

Inclinó su cabeza y continuó sonriendo. Pero eran sus ojos lo que Eve estudiaba. Ojos que eran como hielo sobre un profundo y vacío agujero.

– Tengo que decirte que agradable es verte otra vez. He pensado mucho sobre ti durante mi… rehabilitación. Estaba tan orgullosa cuando me enteré de tu promoción a teniente. Y la de Feeney a capitán, por supuesto. Pero nunca sentí totalmente la misma conexión con él como lo hice contigo. Hay algo aquí, no?

Se echó hacia atrás, con determinación en el rostro. -Algo profundo y extraño entre nosotras. Un verdadero lazo. Un reconocimiento. Si tú crees en la reencarnación, tal vez fuimos hermanas en otra vida. O amantes. Piensas sobre esas coasa? Probablemente no -dijo con un gesto de la mano. -Tú eres más una mujer de mente práctica. Es atractivo, en cierta forma. Tu nuevo esposo pudo encontrar esa parte de tu atractivo? Oh, mis tardíos mejores deseos en cuanto a eso. Ya hace casi un año, no? Desde el feliz evento. Bueno… el tiempo pasa.

– Pasa lentamente en una celda. -El acento se endureció como el polvo de una pradera bajo el cielo ardiente. -Me debes todos estos años, Eve. Tu comprendes sobre devoluciones. Nunca entendiste realmente lo que yo hice, porque lo hice, nunca lo respetaste. Pero entiendes sobre devoluciones.

– Si. -dijo Eve en voz alta, fortando incoscientemente sus dedos sobre su mejilla lastimada. -Malditamente cierto.

– Te estuve observando, sentada en tu oficina trabajando duro, parada en la ventana viendo hacia afuera como si el peso y las preocupaciones de la ciudad entera estuviera en tus hombros. Paseando en ese pequeño y horrible espacio tuyo. Creo que un teniente debería permitirse un área de trabajo mejor. Tomas demasiado café, de paso.

– Tenía un equipo apuntando hacia ahí. Ahora lo sabes. Pensé que era mejor no dejarlo atrás. Mi propia vena práctica. Tengo muchas horas tuyas en disco. Vistes mejor en estos días. Descuidado aún, pero con un estilo del que carecías. La influencia de Roarke, seguro. Es bueno que sea rico, no? Mucho mejor que… no serlo. Eso te ha corrompido, imagino, en alguna secreta parte de ti? Vamos, dulce Eve. -Ella rió suavemente. -Puedes decirmelo. Después de todo, quien comprendería mejor?

Estás hablando demasiado, pensó Eve, bien solitaria, no, Julianna, con nadie para hablar de lo que sientes en em mismo nivel?

– Seguro que él es excelente en la cama, si te importan esas cosas. -Se echó hacia atrás, haciendo un movimiento que hizo que Eve la imaginara cruzando las piernas.

Poniéndose cómoda. Una charla de amigas.

– Siempre sentí que follar estaba sobrevalorado y era tan degradante para ambas partes. Lo que es, realmente, que una mujer se permita a sí misma ser saqueada, penetrada. Invadida. Y que un hombre se hunda de esa forma como si su vida dependiera de ello. Y como sabemos, con los hombres que yo follé, sus vidas dependieron de eso. Por un corto tiempo, de todas formas. Matar es mucho más excitante que el sexo. Tú has matado, así que lo sabes. En el fondo lo sabes. Deseo que tengamos el tiempo y la oportunidad de hablar, realmente hablar, pero no creo que eso vaya a suceder. Tú quieres pararme, ponerme en una celda. Recuerdas lo que me dijiste? Recuerdas lo que dijiste? Me hubieras dejado ahí si hubiera sido por ti. Dejarme pasar el resto de mi vida enjaulada como un animal. Luego me diste la espalda como si yo fuera nada. Tú no dejaste tu camino, no? Pero yo hice el mío. Siempre hago el mío. Mejor que recuerdes eso. Mejor que respetes eso.

Su voz se había elevado, su aliento se había acelerado. Tomó un largo trago de aire, pasó la mano por su cabello como si se recompusiera. -Pensé en ti cuando maté a Pettibone y Mouton. Estuve pensando en ti por un muy, muy largo tiempo. Como te hace sentir esto, saber que ellos murieron por ti? Eso te molesta, Eve? Te hace enojar?

Julianna echó la cabeza atrás y rió. -La devolución es una mierda, y ni siquiera he empezado. Quiero lo que siempre he querido. Hacer lo que gusta y vivir muy, muy bien. Me sacaste ocho años, siete meses y ocho días, Eve. Voy a balancear las escalas. Yo puedo y lo haré, lanzar los cuerpos de estúpidos viejos a tus pies. Como sabes lo sencillo que es para mí, ahí va una muestra. El hotel Mile High, Denver. Suite 4020. El hombre es Spencer Campbell. Te veré pronto. Muy pronto.

– Sí, lo harás. -replicó Eve cuando la pantalla se puso blanca. -Peabody, consígueme ese hotel por enlace. Quiero asegurarme.


La suite había sido reservada a nombre de Juliet Darcy, quien se había registrado la noche anterior, pagando la habitación por dos noches con efectivo.

– La víctima es Spencer Campbell, de Campell Consultores de Inversiones. El jefe. -En la sala de conferencia de la Central, Eve puso la imagen de él en pantalla. -Edad sesenta y uno, divorciado, actualmente separado de su segunda esposa. Tenía un encuentro programado para una consulta personal con Juliet Darcy en su suite del hotel. Desayuno de trabajo, a las ocho hora de Denver. Alrededor del mismo momento, yo estaba pateando la puerta aquí en New York. Está jodidamente engreída en estos días. Campbel llevaba muerto menos de treinta minutos cuando seguridad lo encontró. Julianna no había registrado equipaje, sólo llevaba su bolso de viaje, puso la luz de no molestar en la puerta, y se fue bailando afuera. La autopsia y el laboratorio confirman que Campbell bebió café envenenado.

– Hizo todo el camino hacia Denver para liquidar a este tipo. -Feeney hurgó con una mano en su fibroso cabello. -Cual es el punto?

– Para probar que puede. El no era nadie para ella. Sólo un peón fácilmente sacrificable para demostrarme que puede ensartarlos, cuando y donde quiera, mientras yo doy vueltas tratando de encontrarla. Rompe las pautas otra vez, porque quiere demostrarme que es impredecible.

Y, pensó Eve, no quiere dejarme olfatear que está buscando a Roarke. Por víctimas había elegido lo que ella llamaba estùpidos viejos. Matarlos como señuelos para disfrazar su objetivo final.

Ellos murieron por ti.

Eve bloqueó la voz en su mente, y la culpa. Mayormente la culpa.

– Tenía objetivos potenciales seleccionados antes de caer, y tal vez haya continuado seleccionando e investigando desde adentro.

– Hizo algo de vigilancia electrónica e investigación en Pettibone y Mouton desde las unidades de prisión. -confirmó Feeney. -Sacamos unos pedazos de información de ellas. Nada de este tipo o algún otro hasta ese punto. Nada de negocios financieros personales, patrimonio real, solicitudes de viajes.

– Usó una unidad personal para eso. -El supervisor Miller, pensó ella con disgusto, tendría mucho que responder antes de que ella terminara con él. -Hizo la mayoría del trabajo en las máquinas de la oficina por anticipado, pero se aseguró de tener una personal para los datos que no podía arriesgarse a que se los siguieran.

Ella paseó alrededor de la oficina. -Tiene pasta, y mucha. Mi experto personal en pasta dice que es muy probable que la repartiera en varias cuentas numeradas en varias ubicaciones distintas. No tenemos forma de seguir el dinero. Loopy declaró que Julianna le había dicho que tenía su propio lugar aquí en New York. Insistió con eso durante la entrevista con los policías de Chicago, pero no pudo o no quiso explicar donde. Mi suposición es que no conocía la ubicación. Julianna pudo haber pasado el tiempo charlando con ella, pero no le daría nada rastreable.

– Vamos a revisar residencias privadas a través de DDE. -Feeney sacó un puñado de nueces. -Pero sin una fecha de compra o alquiler, un área, un nombre para alimentarla, probablemente no la pegaremos.

– Ella gasta dinero en si misma. -Eve pensó cuan pulcra y en forma se veía Julianna en persona, en el video. -Pero es bastante lista para usar efectivo. Revisemos tiendas caras, salones de belleza, restaurantes. Pero esto es el maldito New York, el nirvana de las compras sin fin, nos vamos a hundir ahí también.

Ella trataba de aclarar las ideas. -Vamos a seguir con esto. Pon algunos zanganos en los enlaces para las compras. Tal vez podamos enganchar ese traje rojo que tenía. Vamos a pedir su peso y altura a Dockport, trasladarlo a su talle, buscar compras del traje en ese talle.

– Tal vez lo haya comprado en Chicago, o donde sea. -apuntó Peabody. -Y los trajes rojos son legión.

– Sí, es un tiro por elevación. Vamos a seguir golpeando, cada detalle, vamos a encontrar algo finalmente. En tanto, vamos a controlar todos los transportes públicos y privados en Denver. Vamos a encontrar el que ella usó, y cuando lo hagamos, ella habrá volado otra vez. Pero vamos a tener datos.

– Está tomando más chances. -dijo Peabody. -Diciéndote sobre Campbell cuando no estaba segura de la coordinación. Si lo hubiera dejado pasar, hubieran pasado horas antes de que lo hubieran encontrado.

– Los riesgos hacen que ganar la guerra sea más satisfactorio. Esta es una pelea por rencor, y no sirve a menos que el enemigo sangre. Y ella quiere sacudirme. No quiere matarme, pero quiere hacerme pensar que soy un objetivo. Quiere que yo viva, pero con pérdidas. Quiere a Roarke. Y esa es nuestra ventaja. Ella no sabe que estoy al tanto.


En el centro de la ciudad, Roarke terminaba una reunión y se preparaba para otra. Las actividades de la mañana lo habían retrasado en la agenda. Tendría que dedicarle tiempo extra esa tarde, pero encontraría la forma de hacerlo e ir a casa. Intentaba permanecer ten cerca de Eve como sus respectivas agendas de trabajo lo permitieran.

– Caro. -Llamó a su administradora por el enlace. -Cambia la reunión del Rialto para holográfica, desde mi oficina en casa. A las siete y treinta, y vamos a trasladar el almuerzo con Finn y Bowler al comedor de ejecutivos aquí. Mira que la teniente Dallas sea informada de estos cambios.

– Sí, señor. Aquí hay una Dra. Mira para verlo. Usted tiene diez minutos antes de su próxima reunión si quiere recibirla ahora. O puedo organizarle una cita.

– No. -Frunció el ceño, barajando el tiempo en su cabeza. -La veré ahora. Si los representantes de Brinkstone llegan antes de que termine, hágalos esperar.

Cerró la comunicación, y se levantó para recorrer su oficina. Mira no era del del tipo de dejarse caer sin anunciarse, ni de devolver llamadas sociales en la mitad de un día de trabajo. Lo que significaba que tenía cuestiones que consideraba lo bastante importante para agregar una carga más a las agendas de ambos.

Ausente, fue hacia el AutoChef y programó el té que ella prefería.

Cuando Caro tocó la puerta, la abrió él mismo, extendiendo una mano hacia Mira. -Que agradable verte.

– Estoy segura de que no es así. -Ella le apretó la mano. -Pero gracias por hacerme lugar. Estoy abrumada desde la recepción. Tu vista panorámica es asombrosa.

– Les a da mis competidores la oportunidad de pensar en una larga caída antes de alcanzar esta altura. Gracias, Caro. -Hizo entrar a Mira y la empleada cerró suavemente la puerta detrás de ellos.

– Y ésto… -Mira miró alrededor de la oficina el exhuberante mobiliario, el sorprendente arte, el equipamiento ultramoderno. -Ciertamente encaja contigo. Está organizado para ser suntuoso y eficiente todo a la vez. Sé que estás ocupado.

– No tan ocupado para tí. Prefieres té, no es cierto? Jazmín, usualmente?

– Si. -No le sorprendió que él recordara hasta un detalle menor. Tenía la mente como una computadora. Tomó asiento en un sofá sumamente acolchado, esperando que él se sentara a su lado.

– Te agradezco ésto. Te envió Eve?

– No, pero ella sabía que intentaría hablar contigo. No la he visto todavía hoy, espero que esté bien. Se que resultó herida anoche.

– Es resistente. No tanto como como a ella le gusta creer, pero se recupera de alguna forma. El maldito golpe casi le para los pies. Si otro se hubiera golpeado la cabeza como ella, se le hubiera abierto como un huevo. Hubiera pasado, si no la tuviera dura como una roca.

– La cual es una de las razones por las que la amas.

– Bastante cierto.

– Y te mantiene preocupado. Estar casado con un policía es un enorme compromiso de resistencia. Ella lo comprende, y es una de las razones por las que trató de resistirse, o negarse a lo que sentía por ti. Una de ellas. -Mira cubrió la mano de él con la suya. -Y otra razón fue su padre. Ella me dijo que fuiste a Dallas.

– Bueno. Es bueno que ella pueda hablar contigo sobre eso.

– Y tú no puedes. -Ella podía sentir la tensión creciendo en él como un dolor. -Roarke, tú hablaste francamente conmigo antes. No hay muchos que conozcan la circunstancia de esto. No hay muchos con los que puedas hablar de esto.

– Que quieres que te diga? Esta no es mi pesadilla, sino la de ella.

– Por supuesto que es tuya. Tú la amas.

– Si, la amo, y quiero apoyarla. Voy a hacer todo lo que pueda, incluso sangrar un poco. Sé que hablando contigo de cuando en cuando la tranquiliza. Estoy agradecido por eso.

– Está preocupada por ti.

– No necesita estarlo. -El pudo sentir la furia subiendo por su garganta, mordiendo. Se sintió sangrar. -Ni tú. Pero es por eso que te hiciste tiempo para venir.

Ella vió la calma desaparecer del rostro de él, quedando en un fino velo sobre el calor. Puso su taza de té a un lado, alisó la camisa de su traje azul pálido. -Está bien. Lamento haber interrumpido tu día. No te voy a distraer más.

– Maldito infierno! -Saltó sobre sus pies. – Cual es el punto de sacarme las tripas afuera? Que bien le hace a ella?

Mira se qeudó sentada, y tomó su taza otra vez. -Eso podría darte una pista.

– Como? -El se giró, la furia frustrada viva en su rostro. -Esto no cambia nada. Quieres escuchar como estuve ahí parado viéndola sufrir, viéndola recordar, y sentir como si esto estuviese sucediendo en ese momento? Estaba indefensa, aterrorizada, perdida, y viéndola, yo lo estaba también. Yo recuerdo lo que pasó conmigo, y me he acostumbrado a vivir con ello. Y esto…

– Esto no va a ser superado, no en la forma en tú lo hiciste. -Que difícil para él, pensó ella, este hombre que parecía y pensaba como un guerrero parado con una lanza para proteger lo que él más quería.

– Esto no va a cambiar, -agregó- no va a ser detenido porque ya sucedió. Entonces te angustia, porque le sucedió a ella.

– A veces ella grita en la noche, -él suspiró- A veces sólo gime, como un animalito cuando tiene miedo, o dolor. Y a veces duerme tranquila. No puedo entrar en sus sueños y matarlo por ella.

La objetividad profesional no podía mantenerse firme contra el maremoto de su emoción, o el desborde de los suyos. Las lágrimas subieron por su garganta cuando ella habló. -No, no puedes, pero estás ahí cuando ella despierta. Comprendes la diferencia que haces para ella? Como le has dado el coraje para enfrentar su pasado? Y la compasión para aceptarlo como tuyo.

– Yo sé, en forma realista, que somos lo que somos por lo que hemos sido, y por lo que hicimos con eso. Yo creo en el destino, en el hado, y también en darle al destino un buen giro de brazo cuando no va en tu dirección. -Cuando ella sonrió ante esto, él sintió que sus hombros se relajaban. -Sé que lo que pasó es pasado, pero no va a detener mis deseos de volver atrás y usar éstos en él. -El cerró los puños.

– Yo diría que eso es una actitud muy saludable.

– Lo crees?

– Espero que sí, ya que a menudo yo siento lo mismo. Yo también la amo.

El la miró, ese rostro sereno, esos ojos llenos de tranquila comprensión. -Sí, veo que lo haces.

– Y a tí.

El parpadeó, suavemente, como si escuchara alguna lengua extranjera. Con una risita, ella se puso de pie.

– Ustedes dos siempre siempre parecen tan sorprendidos y con sospecha cuando les ofrecen libre afecto. Eres un buen hombre, Roarke. -dijo y lo besó en la mejilla.

– No tanto.

– Si, tanto. Espero que te sientas cómodo como para venir a mi, hablar conmigo si sientes que lo necesitas. Te voy a dejar volver a tus compromisos. Yo ya estoy llegando tarde a uno de los míos.

El fue hacia la puerta con ella. -Alguien puede resistirse a ti?

Ella le hizo un guiño. -No por mucho tiempo.


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