Tristezas de Bay City
Raymond Chandler

EL SUICIDIO DE CENICIENTA

Debia de ser viernes porque el olor a pescado de Mansion House, la cafeteria de al lado, era abrumador. Al margen del olor, se trataba de un bonito y calido dia de primavera, a ultima hora de la tarde, y desde hacia una semana no tenia un solo cliente. Habia apoyado los tacones de los zapatos en el borde del escritorio y me bronceaba los tobillos con un fragmento de sol cuando sono el telefono. Me quite el sombrero y bostece a traves del microfono del telefono.

– Te he oido -respondio una voz-. Johnny Dalmas, deberia darte verguenza.?Has oido hablar del caso Austrian?

Era Violets M’Gee, un detective de la brigada de homicidios de la oficina del sheriff y un tio muy simpatico si exceptuamos una pesima costumbre: pasarme casos en los que me sacudian y con los que no ganaba lo suficiente para comprarme un chaleco antibalas de segunda mano.

– No.

– Son esas cosas que ocurren en la playa…, en sitios como Bay City. Me han dicho que el municipio se enfado la ultima vez que eligieron alcalde, pero el sheriff vive alli y nos gusta ser amables. Todavia no nos hemos dejado caer por esos lares. Dicen que los de las apuestas pusieron treinta mil de los grandes para la campana, asi que ahora con el menu de las hamburgueserias te dan un boleto de apuestas.

Volvi a bostezar.

– Te he oido -chillo M’Gee-. Si no te interesa, me mordere el otro pulgar y olvidare este asunto. El tio dice que tiene pasta. -?Que tio?

– Matson, el que encontro el fiambre. -?Que fiambre? -?No sabes nada de nada del caso Austrian? -?He dicho eso?

– Lo unico que has hecho ha sido bostezar y preguntar «que». En fin, dejaremos que se carguen al pobre infeliz, que ahora esta en la ciudad, y que la brigada de homicidios haga su trabajo. -?Te refieres a Matson??Quien se lo quiere cargar?

– Si lo supiera, no estaria interesado en contratar a un detective para averiguarlo,?eh?

Estaba en lo mismo que tu hasta que hace unos dias le dieron una paliza y ahora apenas sale porque unos tios armados lo acosan.

– Ven a verme -propuse-. Se me ha cansado el brazo izquierdo.

– Estoy de guardia.

– Me disponia a bajar a comprar una botella de buen escoces.

– Cuando oigas llamar a la puerta, sere yo -replico M’Gee.

Se presento en menos de media hora. M’Gee era un hombre fornido, de rostro afable, pelo canoso, menton con hoyuelo y una boca diminuta ideal para besar bebes. Vestia traje azul bien planchado, zapatos brillantes de puntera cuadrada y sobre su tripa se veia un diente de alce que colgaba de una cadena de oro.

Se sento con cuidado, como hacen los gordos, quito el tapon a la botella de whisky y lo olisqueo para cerciorarse de que yo no habia rellenado una botella de buena marca con alcohol de alta graduacion, como suelen hacer en los bares. Se sirvio un trago generoso, lo paladeo con la lengua y registro mi despacho con la mirada.

– No me extrana que te falte trabajo. Hoy en dia hay que tener una buena imagen.

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 5 – -No me fastidies -replique-.?Que pasa con Matson y el caso Austrian?

M’Gee vacio el vaso y se sirvio otro trago, aunque mas discreto que el anterior. Me miro mientras yo jugueteaba con un cigarrillo.

– Se trata de una muerta por monoxido de carbono -dijo-. Me refiero a una tia rubia de apellido Austrian, esposa de un medico de Bay City. Un tipo que hace la ronda nocturna y que evita que las estrellas cinematograficas desayunen pesadillas. La senora salio por su cuenta.

La noche que la palmo habia ido al club de Vance Conried, el que esta en el acantilado del norte.?Lo conoces?

– Si. Antes era un club de mar, con una bonita playa privada, y delante de las cabanas podias ver pasar las piernas mas espectaculares de Hollywood.?Fue al club a jugar a la ruleta?

– En el caso de que en este distrito existieran garitos -dijo M’Gee-, yo diria que el Club Conried es una casa de juego y que hay mesas de ruleta. Digamos que la senora jugo a la ruleta. Me han dicho que con Conried compartia juegos mas personales, pero supongamos que ademas jugaba a la ruleta. Perdio, que es para lo que sirve la ruleta. Aquella noche perdio hasta la camisa, se enfado y no te imaginas la que armo. Conried la llevo a su habitacion y telefoneo al medico, su marido, a traves del servicio de urgencias. Entonces el medico…

– Espera un momento -lo interrumpi-. No me diras que todo esto puso en evidencia… a la asociacion ilegal de apuestas que tendriamos en este distrito si es que aqui existiera semejante asociacion.

M’Gee me miro compasivo.

– El hermano pequeno de mi esposa trabaja para un periodicucho. No hubo investigacion.

El medico fue deprisa al Club Conried y le puso una inyeccion endovenosa a su esposa para que se calmara. No pudo llevarsela a casa porque tenia una urgencia en Brentwood Heights.

Vance Conried se tomo la molestia de sacar su coche y trasladarla a casa. Entretanto, el medico telefoneo a la enfermera de la consulta y le pidio que fuera a su casa y comprobase si su esposa estaba bien. Hecho todo esto, Conried volvio a sus fichas, la enfermera metio a la rubia en la cama y se fue, y la criada volvio a acostarse. Era medianoche o poco mas. A eso de las dos, Harry Matson paso por casualidad. Dirige un servicio de vigilancia nocturna y esa noche hacia personalmente las rondas. En la calle donde viven los Austrian oyo que un motor de coche estaba encendido dentro de un garaje a oscuras y se acerco a investigar. Encontro a la rubia en el suelo, boca arriba, con un pijama provocativo, escarpines y el pelo cubierto de carbonilla del tubo de escape.

M’Gee hizo una pausa para beber otro trago de whisky y echar un nuevo vistazo a mi despacho. Vi que los ultimos rayos del sol escapaban por el alfeizar de la ventana y caian en la oscura hendedura del callejon. -?Y que hizo el sereno? -prosiguio M’Gee despues de secarse los labios con un panuelo de seda-. Decidio que la tia estaba muerta, lo que tal vez fuera cierto, aunque en los casos de intoxicacion por gas no se puede estar seguro, sobre todo por el nuevo tratamiento con azul de metileno… -?Ya esta bien! -exclame-.?Que hizo?

– No llamo a la policia -respondio M’Gee severamente-. Apago el motor del coche y la linterna y se largo a su casa, a pocas manzanas. Desde alli llamo al medico y un rato despues fueron juntos al garaje. El medico declaro que estaba muerta. Por una puerta de servicio envio a Matson a que llamase al jefe local de policia a su casa. Matson lo hizo y un rato despues el jefe se presento con un par de comparsas; mas tarde llego el empresario de la funeraria, que esa semana estaba de guardia como forense en funciones. Se llevaron a la muerta, alguien de laboratorio le saco una muestra de sangre y dijo que estaba atiborrada de monoxido de carbono. El forense firmo la autorizacion, cremaron a la senora y se dio carpetazo al asunto. -?Y que pasa? -quise saber.

M’Gee acabo su segunda copa y penso en tomar una tercera, pero decidio que antes se fumaria un cigarro. Yo no tenia puros, lo que le cayo mal, pero al final encendio uno de los Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 6 – suyos.

– No soy mas que un policia -reconocio y parpadeo lentamente en medio del humo-. No se que pasa. Lo unico que se es que a Matson le quitaron la licencia y lo ahuyentaron de la ciudad y ahora esta asustado.

– A la mierda con todo. La ultima vez que me meti en un montaje de una ciudad pequena acabe con fractura de craneo.?Como puedo contactar con Matson?

– Le di tu telefono. Ya se pondra mas tarde en contacto contigo. -?Lo conoces bien?

– Lo suficiente para darle tus datos -respondio M’Gee-. Claro que si aparece algo que yo tenga que…

– Por supuesto -lo interrumpi-. Lo dejare sobre tu escritorio.?Bourbon o de centeno? -?Vete al cuerno!?Escoces! -?Que pinta tiene Matson?

– Es de complexion mediana, metro setenta, unos setenta y siete kilos, pelo canoso.

M’Gee bebio otro trago corto y rapido y se fue.

Estuve sentado una hora y fume demasiado. Cayo la noche y note que tenia reseca la garganta. Nadie me telefoneo. Me puse en pie, encendi la luz, me lave las manos, me servi un dedo de whisky y guarde la botella bajo llave. Era hora de cenar.

Me habia puesto el sombrero y estaba a punto de franquear la puerta cuando por el pasillo avanzo un recadero de Green Feather que consultaba los numeros de las puertas. Buscaba la de mi despacho. Firme la entrega de un paquete pequeno, irregular y envuelto en ese tipo de papel fino y amarillo que utilizan las lavanderias. Deje el paquete sobre el escritorio y corte el cordel. Contenia papel de seda y un sobre con una hoja y una llave chata. La nota decia secamente:


Un amigo de la oficina del sheriff me dio su nombre y me dijo que podia confiar en usted. He sido un sinverguenza, estoy en un aprieto y lo unico que me interesa es quedar limpio. Por favor, venga de noche al 524 Tennyson Arms Apartments, en Harvard, cerca de la Sexta, y si estoy fuera utilice la llave para entrar. Cuidado con Pat Reel, el encargado, pues no me fio de el. Por favor, guarde el escarpin en sitio seguro y procure que no se ensucie.

P.S.: Lo llaman Violets y nunca supe por que.


Yo sabia el motivo de ese mote: porque mascaba purificadores del aliento con sabor a violetas. La nota no llevaba firma. Me parecio un asunto sospechoso. Abri el papel de seda.

Contenia un escarpin de terciopelo verde, de tamano mediano, forrado en cabritilla blanca. La firma Verschoyle estaba estampada con letras doradas y floridas en la plantilla, que tambien era de cabritilla blanca. A un lado, con tinta indeleble, figuraba un numero -el S465-, en el mismo sitio donde figuraria la talla, pero supe que no era la talla pues la empresa Verschoyle de Cherokee Street, en Hollywood, solo hacia zapatos a medida a partir de hormas individuales, calzado para artistas de teatro y botas de montar.

Me repantigue, encendi un cigarrillo y pense un rato. Al final cogi el listin, busque el numero de Verschoyle y lo marque. El telefono sono varias veces hasta que una voz jovial replico:

– Digame.

– Quiero hablar con Verschoyle en persona -respondi-. Soy Peters, de la oficina de identificacion -no anadi de que oficina de identificacion.

– Lo siento, pero el senor Verschoyle se ha ido a su casa. Por si no lo sabe, la tienda esta cerrada. Cerramos a las cinco y media. Soy el senor Pringle, el contable.?Puedo hacer algo?…

– Si. Encontramos un par de zapatos fabricados por su empresa junto a una mercancia robada. En el interior se lee ese-cuatro-seis-cinco.?Significa algo para usted?

– Si, desde luego, es el numero de una horma.?Quiere que la busque?

– Si fuera tan amable…

El senor Pringle regreso en un santiamen.

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 7 – -Si, desde luego, es el numero de la senora de Leland Austrian, del setecientos treinta y seis de Altair Street, en Bay City. Le haciamos los zapatos. Ya lo creo, es una pena. Hace dos meses le confeccionamos dos pares de escarpines de terciopelo color esmeralda. -?Por que dice que es una pena? -?No se ha enterado? La senora ha muerto, se suicido.

– Vaya, vaya.?Ha dicho dos pares de escarpines?

– Exactamente. Dos pares iguales. Suelen encargar pares dobles cuando se trata de zapatos de colores delicados. Ya sabe, cualquier manchita… y como los piden para que hagan juego con determinada vestimenta…

– Se lo agradezco. Cuidese -respondi, y colgue. Volvi a levantar el escarpin y lo examine con sumo cuidado. No estaba estrenado. No habia indicios de roce en la piel aterciopelada de la delgada suela. Me pregunte que hacia Harry Matson con ese zapato. Lo guarde en la caja fuerte del despacho y sali a cenar.


Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 8 -

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