Margaret Weis & Tracy Hickman Los Caballeros de Takhisis

A los moradores temporales de Krynn

Que vuestra espada nunca se rompa.

Que vuestra armadura nunca se oxide.

Que las tres lunas guíen vuestra magia.

Que vuestras plegarias sean oídas.

Que vuestra barba crezca larga.

Que vuestra Misión en la Vida no os estalle en la cara.

Que vuestra jupak cante.

Que vuestra patria prospere.

Que los dragones vuelen siempre en vuestros sueños

Margaret Weis y Tracy Hickman.

Remembranzas del Muro de Hielo

En el territorio más meridional

donde se alza el Muro de Hielo

bajo el pálido y cíclico sol,

donde las leyendas se congelan

en la escarcha del recuerdo

y el mercurio descendido,

preparan las largas tinas

en memorias de la costumbre

vertiendo oro, vertiendo ámbar,

las viejas destilaciones

de grano, de sangre de bardos

y hielo y remembranza.

Y el bardo desciende bajo las aguas

bajo el oro, bajo el ámbar

escuchando todo el tiempo

al oscuro fluido amniótico

de corrientes y recuerdos

que fluye a su alrededor,

hasta que los pulmones, el dilatado corazón

se rinden a las aguas

y lo inunda lo percibido

y el mundo se precipita hacia él

más hondo de lo pensado, y se ahoga

o se queda huero, o emerge un bardo.

En el norte se hace de otro modo:

juiciosamente bajo la luna

donde las fases se afanan

saliendo de la oscuridad a la luz

de monedas y espejos

en abundantes libertades de aire.

Oí decir que erais extranjeros

en el país injusto

donde los bardos descienden

a las aguas donde la fe

se transforma en visión,

al elixir de la noche,

a la última inhalación asfixiada

entregada al recuerdo

de donde viene la poesía, solitaria.

Oí decir que erais extranjeros

en el misericorde norte

que Hylo, Solamnia,

y una docena de provincias innominables

os purificaron mas allá de la envidia, de la soledad.

Entonces las aguas me contaron la verdad:

lo mucho que recordáis vuestras muertes

donde las mitades de un reino dividido

se un en un terreno perdido,

de cómo pasáis como lunas, rojos y plateados,

con destino al celestial oeste

en una alianza de compasión y luz.

Desde el principio los cielos

tenían esto en mente, un tránsito

a través de la oscuridad y del país imaginado,

el punto de fuga a la luz del sol

al aire y en los horizontes de la tierra...

sin ahogarse, sin la inundación del arpa.

Oh, jamás olvidasteis

la inmersión del bardo, el país del sueño,

el tiempo procedente al nacimiento de los mundos.

donde todos nosotros esperábamos

en la gestante oscuridad,

en la muerte que la carta pronostica

pero solos y juntos cabalgáis

hacia la moribunda, la agonizante

historia que significa que empezamos de nuevo...

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