A los moradores temporales de Krynn
Que vuestra espada nunca se rompa.
Que vuestra armadura nunca se oxide.
Que las tres lunas guíen vuestra magia.
Que vuestras plegarias sean oídas.
Que vuestra barba crezca larga.
Que vuestra Misión en la Vida no os estalle en la cara.
Que vuestra jupak cante.
Que vuestra patria prospere.
Que los dragones vuelen siempre en vuestros sueños
En el territorio más meridional
donde se alza el Muro de Hielo
bajo el pálido y cíclico sol,
donde las leyendas se congelan
en la escarcha del recuerdo
y el mercurio descendido,
preparan las largas tinas
en memorias de la costumbre
vertiendo oro, vertiendo ámbar,
las viejas destilaciones
de grano, de sangre de bardos
y hielo y remembranza.
Y el bardo desciende bajo las aguas
bajo el oro, bajo el ámbar
escuchando todo el tiempo
al oscuro fluido amniótico
de corrientes y recuerdos
que fluye a su alrededor,
hasta que los pulmones, el dilatado corazón
se rinden a las aguas
y lo inunda lo percibido
y el mundo se precipita hacia él
más hondo de lo pensado, y se ahoga
o se queda huero, o emerge un bardo.
En el norte se hace de otro modo:
juiciosamente bajo la luna
donde las fases se afanan
saliendo de la oscuridad a la luz
de monedas y espejos
en abundantes libertades de aire.
Oí decir que erais extranjeros
en el país injusto
donde los bardos descienden
a las aguas donde la fe
se transforma en visión,
al elixir de la noche,
a la última inhalación asfixiada
entregada al recuerdo
de donde viene la poesía, solitaria.
Oí decir que erais extranjeros
en el misericorde norte
que Hylo, Solamnia,
y una docena de provincias innominables
os purificaron mas allá de la envidia, de la soledad.
Entonces las aguas me contaron la verdad:
lo mucho que recordáis vuestras muertes
donde las mitades de un reino dividido
se un en un terreno perdido,
de cómo pasáis como lunas, rojos y plateados,
con destino al celestial oeste
en una alianza de compasión y luz.
Desde el principio los cielos
tenían esto en mente, un tránsito
a través de la oscuridad y del país imaginado,
el punto de fuga a la luz del sol
al aire y en los horizontes de la tierra...
sin ahogarse, sin la inundación del arpa.
Oh, jamás olvidasteis
la inmersión del bardo, el país del sueño,
el tiempo procedente al nacimiento de los mundos.
donde todos nosotros esperábamos
en la gestante oscuridad,
en la muerte que la carta pronostica
pero solos y juntos cabalgáis
hacia la moribunda, la agonizante
historia que significa que empezamos de nuevo...