Llámenme Ismael. Todos los humanos que me conocen me llaman así. Los de mi clase no hacen uso de esa designación uniestructural («nombre») para distinguir a los individuos, pero ése es el nombre que me dieron los humanos, y estoy conforme. Me lo puso la señorita Lisabeth Calkins, por quien siento emociones protector-caballeroso-sexuales («amor»). Durante mi narración, deberá entenderse que la designación «Ismael» se refiere sólo a mi.
Soy miembro de una especie inteligente, acuática, mamífera, ni primate ni humana, la Tursiops truncatus, una variedad particular de delfines. Tengo once años, lo cual significa que he llegado a la plena madurez en todos los aspectos. Peso 175 kilos, y mido 2,9 metros de longitud. Estoy empleado en la Estación Gerard-Worzel de Recuperación de Agua del Mar, en St. Croix, Islas Vírgenes, en un puesto de mantenimiento, donde comencé a trabajar el 14 de agosto de 1994. Para mi propia especie, soy sexualmente deseable y estoy muy bien considerado por mi desarrollo mental. Dispongo de un amplio vocabulario. Me comunico bien con los miembros del Homo sapiens. Tengo una notable habilidad mecánica, como pueden comprobar, puesto que he conectado el aparato de acústica electrónica por el que estoy dictando estas memorias.
Soy un organismo mamífero solitario, que ha realizado actos de heroísmo en beneficio de la especie humana y que sólo desea la recompensa de una relación más intima («amor») con la señorita Lisabeth Calkins. Me gustaría que miembros compasivos del Homo sapiens le hablasen favorablemente de mí. Soy leal, digno de confianza, responsable, abnegado y extraordinariamente inteligente. Quiero proporcionarle a esa muchacha una compañía estimulante y una realización emocional («felicidad») en todos los aspectos a mi alcance. Permítanme que explique las circunstancias pertinentes.